Era un lujo tener a Alice conmigo, ya no me
sentía tan sola en un país nuevo, era totalmente encantadora y se notaba que me
tenía aprecio por cómo había sido su reacción con lo de Evan.
Las dos semenas siguientes estuve bastante
decaída, le echaba de menos y muchas cosas me recordaban a él. Aubree hacía que
me sintiera mejor ya que me lo pasaba genial con ella porque ya hablaba
bastante bien aunque muchas veces con palabras desordenadas, pero había como un
vacío dentro de mí con lo de Evan. Ni quisiera podía entender el por qué había
hecho tanta mella en mí si apenas habían pasado unas pocas semanas desde que le
conocí. Me asustaba que pudiera ser el hombre de mi vida por no poder olvidarle
y por seguirle queriendo tanto.
El día de Halloween, un mes después, recibí
un mensaje de Evan, me preguntaba qué tal me iba y demás, lo típico; a lo cual
respondí con un tono muy alegre y despreocupado diciendo que me iba todo
genial. No quería que él supiera que me estaba muriendo de ganas por estar con
él, y entonces me llamó por teléfono.
-Buenas, es mejor llamarte porque por
mensajes es como más distante – dijo Evan.
-En realidad, no tienes por qué llamarme,
de hecho no sé por qué me llamas…
-A ver, quería saber de ti, no hablamos
desde hace más de un mes.
-Lo sé, ¿y?
-¿Qué tal te va todo?
-Muy bien, con trabajo, con amigos,
saliendo por ahí, pasándolo genial…más no podría pedir – dije mientiendo.
-¿Ah sí? ¿Sales con Alice?
-Sí, y con más gente también – dije para
que creyera que me iba de lujo.
-Me alegro entonces. ¿Has conocido a algún
chico?
-¿Te refieres a que si tengo a alguien
especial?
-Sí, así es.
-Pues no, no tengo a nadie especial, apenas
han pasado más de dos semanas, ¿cómo iba ya a tener a alguien especial? Sería
de locos – dije a la defensiva.
-Entonces, ¿te gustaría quedar conmigo esta
tarde?
-¿Qué? ¿Me estás diciendo en serio después
de lo que ha pasado que quede contigo?
-Claro.
-Evan, me engañaste con otra.
-¿Cómo?
-Sí, sé que estabas con otra estando
conmigo.
-Vale…pero ella no era como tú, me he dado
cuenta que debo estar contigo, eres la mejor – dijo cariñosamente.
-¿Y por qué no lo pensaste antes?
-Estaba agobiado por no poder estar contigo
cada día como antes, sentía que necesitaba más.
-¿Más qué?
-Más tiempo contigo, sabías que yo te
quería toda para mí.
-Sí, pero tienes que darte cuenta que no
vas a poder estar todo el día conmigo, ni todos los días, es que no siempre
salen las cosas como uno quiere, a veces tienes que amoldarte a lo que la vida
te da.
-Lo sé, y quiero aprender de esto que dices
y volver contigo, por favor, queda conmigo esta tarde – me rogó.
Una parte de mi pensaba “¡Dile qué no! ¡Es un gilipollas por haberte
engañado! Y encima no tuvo la decencia de decírtelo”. Pero por otro lado,
casi todo mi ser me decía que quería volver a verle.
-Está bien. Me reuniré contigo, pero no
pienses que esto ya es volver a ser pareja ni nada parecido – dije haciéndome
la dura.
-De acuerdo, de acuerdo, quedaremos y
hablaremos. Por ahora es más de lo que merezco, muchas gracias. ¿Quedamos en el
Hard Rock Café de Old Park?
-Si, allí a las seis, hasta luego.
No podía creer que Evan me hubiera llamado
y hubiéramos quedado, Alice me iba a matar segurísimamente, pero tenía que contárselo.
Por otro lado, tenía que arreglarme muchísimo para que Evan viera que había
estado perfectamente bien a pesar de haber pasado un infierno. Asíque cogí una
falda de tubo verde oliva y una blusa con escote vaporosa color amarillo,
además de unos tacones Louboutain estampados amarillos. El pelo me lo dejé
rizado, con un flequillo ondulado y me maquillé de forma básica pero elegante.
-¿A dónde vas tan guapa? – preguntó Alice.
-Verás…es que Evan me ha llamado para
quedar.
-¡Qué dices! ¡No puedes ir!
-Le he dicho que sí, tía.
-No, no puedes. ¿No recuerdas que te engañó
con otra? ¿No recuerdas que pasó de ti? – dijo Alice alterada.
-Sí, pero es que no dejo de pensar en él.
¿Y si es el chico de mi vida y le pierdo por no darle una oportunidad?
-Pues seguro que habrá otro chico detrás de
él que te hará feliz.
-Es extraño, ¿sabes? No puedo sacármelo de
la cabeza.
-Lo sé, aunque no me lo digas te observo.
Pero es un error quedar con él, de verdad, esto se te pasará pronto y podrás
encontrar a otra persona.
-Tengo que ir, Alice, sólo por saber qué
podría haber pasado.
-Está bien, me quedo con Aubree, pero no te
hagas la blanda, mételo un puñetazo si hace falta – dijo Alice levantando el
puño.
-Jajajaja, lo haré.
Tras esa conversación, me dirigí al metro
para ir al Hard Rock Café. Estaba muy nerviosa por volver a ver a Evan y
comportarme dignamente sin que se me notase que le quería. Iba a ser difícil
contener mis deseos de besarle a pesar de todo, pero tenía que intentarlo.
Al entrar en el Café, le vi inmediatamente
sentado en una mesa de esquina. En cuanto me vió se levantó para darme la
bienvenida con un beso en la mejilla. A mí me entró como algo por el estómago
que me hizo ponerme más nerviosa aún.
-He llegado incluso a pensar que no
vendrías – comentó Evan.
-Ya, es normal que lo pienses después de
todo.
-Lo entiendo. Lo de esa chica…fue un
terrible error, yo estaba desesperado por verte y ella estaba en mi grupo de
trabajo y al final…pasó.
-No sé si sabes lo que es una relación de
verdad – dije fríamente.
-Sé que debo ser más paciente, saber que
tarde o temprano te veré y estaré contigo.
-Sí, así es. No tienes que desesperarte, lo
importante es querer a la persona con la que estás. Por cierto, creo que eres
bastante cariñoso con las chicas.
-¿Por qué lo dices?
-Porque te he visto cuando te recogíamos de
la universidad cuando trabajaba en tu casa y las abrazas y esas cosas, no es
normal tampoco – dije dando un sorbo a un café.
-Es que yo siempre he sido así.
-Pues…cuando tienes novia es algo que no
deberías hacer, más que nada porque tu novia pensaría que te gusta otra.
-Vaya…no sabía que sintieras eso.
-Lo pensé, sí.
-Intentaré controlarme.
-Nadie dice que vayamos a volver, puedes
hacer lo que quieras.
-¿Qué puedo hacer para demostrarte que
quiero estar contigo?
-No lo sé, supongo que currártelo o dejar
pasar el tiempo.
-De acuerdo, tomo nota. Querrás volver a
estar conmigo muy pronto, princesa – dijo Evan cariñosamente.
Después de estar sobre una media hora con
Evan tomándonos un café, me fui de nuevo en metro a casa. No quería estar mucho
tiempo con él para que pensase que no podía tenerme así como así, justo como
Alice me había dicho, hacerme la dura. Fue bueno salir de allí, poder respirar
profundamente el aire fresco del otoño de Londres para poner mis pensamientos
en orden sobre Evan, si hubiera seguido ahí dentro del café diez minutos más,
seguramente le habría terminado besando. Asíque pensé que había hecho muy bien
en irme y dejar las cosas más o menos como estaban, si él quería volver conmigo
tendría que dar algún paso adelante.
Al volver a casa, le conté todo a Alice,
quien respiró bastante tranquila.
-Menos mal, pensaba que pasaría algo entre
los dos.
-Lo sé, yo también, pero me he armado con
un poco de valor y he salido de allí antes de que ocurriera nada.
-Me alegro mucho que hayas aguantado, eso
es bueno, así sabrás si le importas – dijo Alice.
Realmente, a pesar de lo que me hubiera
dicho Evan, creía que no iba a luchar por mí, pero me equivoqué. Al día
siguiente, Evan apareció en mi casa con un ramo de flores y una gran sonrisa
para mí. No me esperaba para nada aquello, y menos un día después de haber
hablado, parecía que se lo iba a tomar bastante en serio.
-He traído este bonito ramo de flores para
la mujer más hermosa del mundo, ni siquiera un ramo de flores podría eclipsarte
– dijo Evan foreciéndome el ramo.
-Caray, sí que te habrás tomado muchas
molestias para decirme eso también.
-Sí bueno, es lo que pienso, nada ni nadie
podría eclipsarte, eres lo más bello del mundo.
-Muchas gracias, pero ahora no puedo
quedarme contigo hablando, tengo que ir a trabajar – dije un poco cortante.
-Ah, de acuerdo. Yo sólo era para darte una
sorpresa pero, ¿quieres quedar a la tarde?
-Bueno, pero a las siete porque antes tengo
unas clases particulares.
-Vale, entonces estaré por aquí a las
siete, hasta luego – dijo Evan dándome un beso en la mejilla.
La verdad que pensaba que iba a montar
algún numerito cuando le dije que no podía quedar con él ahor amismo pero,
sorprendentemente, lo aceptó como una persona madura, cosa que me agradó mucho
y empecé a pensar que había cambiado.
El Sturbacks estaba atestado de gente, ya
que era viernes. Alice odiaba trabajar los fines de semana porque siempre
pasaba algo malo, pero ésta vez ocurrió algo bueno: apareció un actor famoso a
comprar un café.
-¡Dios mío! Ése es… ¿Hugh Grant? – dije
atónita.
-¡Sí! ¡Y me ha dado cincuenta libras de
propina! ¡Me encanta! Se ha sentado en la esquina, supongo que querrá
privacidad, va con una gorra.
-Sí, le veo.
-¿Por qué no vas a ofrecerle unos muffins o
donuts?
-¿Yo? Eh…no, ve tú.
-Ve tú, a ver si te da más propina anda –
me obligó Alice dándome una bandeja con los dulces.
No quería de ninguna de las maneras
acercarme a un actor famoso, no sabía cómo actuar. Me puse muy colorada a
medida que me iba acercando a su mesa, incluso tropecé varias veces antes de
llegar. Nunca me había gustado aquel hombre, pero el hecho de ser un actor
famoso muy reconocido hacía que el nerviosismo aumentase. Alice tenía razón con
la gorra que llevaba de Nike, además iba con unos vaqueros rotos, una sudadera
de Abercrombie y unas zapatillas New Balance, de lo más casual.
-Disculpe, ¿le apetecería comer muffins o
donuts? Los tengo aquí mismo. Muffins de arándanos, crema, chocolate o plátano.
Y donuts relleno también con crema, chocolate, fresa, limón y arándanos,
bañados en el glaseado que prefiera – le dije detenidamente.
-Oh, pues…un donut de crema bañado en
caramelo.
-De acuerdo, aquí tiene, están deliciosos.
-No lo dudo. Ten, por las molestias – dijo
tendiéndome un billete de cincuenta libras.
-Ah, no gracias, no hace falta, es mi
trabajo ofrecer comida y servirla.
-Lo sé, pero aquí también se dan propinas.
-Ya, aunque de verdad que no la necesito,
está todo bien.
-Oye…un momento, me suena muchísimo tu
cara, te he visto en alguna parte, estoy seguro.
-¿Dónde iba a verme? Soy una simple
camarera – dije inmediatamente poniendome en alerta por si descubría mi antigua
identidad.
-No, te he visto en alguna revista, he
leído algo sobre ti.
-De verdad que no. Si me permite, tengo que
volver al trabajo, gracias – dije yéndome de allí rápidamente.
El que alguien pudiera reconocerme me
asustaba muchísimo, puesto que no podía saber las consecuencias de ello. Lo
único que sabía es que debía mantenerme oculta como fuerse, asíque para ello,
pedí cita en uno de los mejores salones de belleza de la ciudad, para hacerme
un cambio de look.
Al salir del trabajo, Evan me recogió en
casa para ir al cine y después tomar algo. Me encontraba algo nerviosa, cosa
que Evan no pasó por alto, pero le mentí para que dejara de preguntar sobre
eso. Pasadas las nueve volví a casa con
Aubree y Alice, quienes estaban viendo en le televisión a Hannah Montana,
asíque me senté con ellas porque a mí también me gustaba.
No
sé en qué momento nos quedamos dormidas, pero el despertador sonó a las ocho de
la mañana en mi móvil. Alice se dio un susto pero Aubree no se despertó, era
una gran dormilona.
Aproveché para ducharme y vestirme mientras
Aubree dormía, pero después la desperté para desayunar, prepararla e irnos al
salón de belleza. Alice no tenía nada qué hacer asíque nos acompañó también.
Richard Ward fue el salón de belleza
elegido, en Sloane Square. La verdad que no pensaba que fuera tan lujoso, Alice
se quedó bastante sorprendida con lo caro que parecía todo.
-¿En serio tienes dinero para esto?
-Sí, bueno, para lo que me quiero hacer sí.
Supongo que habrá aquí cosas muchísimo más caras – dije quitando hierro al
asunto.
Un peluquero vino a por mí, me sentó en una
silla, me preguntó qué me quería hacer y, tras haberle dado algunas pautas, él
me dijo que haría algo más bonito para mí, a lo cual no me negué. Tras unas
cinco horas allí, Aubree correteando por todos lados y Alice tomándose varios
cafés, por fin me di un cambio de look.
Alice se quedó alucinada viéndome
prácticamente rubia y con el pelo liso, maquillada en tono nude y con la
manicura hecha, además de la depilación de cejas.
-Dios mío, ¡si no pareces tú! – dijo Alice
asombrada.
-Gracias, eso es justo lo que pretendía.
-¿Por qué te ha dado por hacerte esto?
Antes estabas muy bien.
-Me he cansado – mentí – ya que he empezado
una nueva vida aquí pensé que también sería bueno un cambio físico.
Todas y cada una de las personas que vi
aquel día se quedaron fascinadas con el cambio de look, apenas me reconocían
pero decían que me quedaba fenomenal. Todas menos Nikolai, con quien tenía
clase poco después.
-¿Para qué te has hecho eso?
-Ya te he dicho que quería cambiar.
-Pero no necesitabas cambiar nada, estabas
ya muy bien antes.
-No quiero estar muy bien, quiero estar
espectacular – dije mientiendo puesto que casi nunca me había preocupado mi
imagen.
-No te hace falta, ya te lo he dicho, estás
precio…bueno, sigamos con el entrenamiento – cortó Nikolai la conversación.
-Una pregunta, ¿nunca sales por ahí a
relajarte?
-No, cuando descanso suelo hacer más
ejercicio o leer libros.
-¿No te gustaría salir por ahí alguna vez?
– pregunté curiosa.
-¿Para ir a dónde?
-No sé, tampoco sé qué es todo lo que te
gusta pero podrías ir al London Eye, al cine, al parque de atracciones, visitar
museos…esas cosas que hacemos los mortales, jaja.
-Antes, hace algunos años, sí que hacía
esas cosas pero…cuando ocurrió una desgracia…ya dejé de hacerlo – me confesó.
-¿Qué desgracia?
-No quiero hablar sobre ello.
-Nikolai, vamos, sabes que puedes contarme
cualquier cosa, soy de fiar. Yo he confiado en ti con estas clases, haz tú lo
mismo.
-De acuerdo. Yo trabajaba en Budapest con
la familia de de un alto mandatario político de allí mismo. Les protegía como
hago con la familia Turner, sobre todo a su hijo pequeño Maximilian. Un día, su
padre me dio el día libre porque él podía quedarse en casa y no me necesitaban,
pero mientras yo estaba en un bar tomando algo con unos amigos, atacaron su
casa y secuestraron a Maximilian. Los captores quería dinero, mucho dinero, a
lo cual el padre del niño aceptó sin demora. Pero a pesar de entregar lo que
pedían, mataron al niño. Me sentó muy culpable por ello, asíque ya no me
permito salir ni descansar de mis obligaciones porque cualquier día podría
pasar lo mismo.
-Dios mío, es una historia desgarradora –
dije sintiendo pena por Nikolai.
- Mucho. Por eso vigilo aunque no me lo
pidan, por eso te seguí aquel día que te atracaron, me tomo ya muy en serio mi
trabajo, y he comprendido que no debo descansar porque alguien podría perder la
vida.
-Nikolai…entiendo lo que quieres decir,
pero no puedes estar veinticuatro horas de servicio toda tu vida. Siempre van a
pasar cosas malas, estés tú o no, unas veces podrás evitarlas pero otras,
desgraciadamente no. Es tu trabajo, pero es eso, un trabajo. Los médicos
también tratan de salvar vidas y muchas veces no pueden, ese también es tu
caso, debes convivir con eso, pero no eliminar de tu vida toda diversión o
entretenimiento – le dije sinceramente.
-No sé, Claire, me he culpado muchos años
por lo de aquel niño, no sé si podría perdonarme más cosas así.
-Lo sé, ¡pero tienes que vivir! ¿Sabes la
de cosas que te pierdes en estos momentos? Cosas maravillosas, en serio. Es
sólo un trabajo, sí puede morir gente, pero nadie puede quitarte el derecho a
vivir.
-Bueno, lo pensaré. De momento quiero que
tú sigas viva si te llegan a atracar otra vez.
-Con todo lo que estoy aprendiendo creo que
huirán de mí, jajaja – comenté haciendo un chiste, a lo que Nikolai sonrió.
Nikolai era un tipo peculiar, pero con
aquella historia supe que tenía un gran corazón dentro de él. Años depués
seguía auto culpándose de aquella desgracia que justamente había ocurrido en su
día libre, era una gran persona a pesar de que no lo demostraba porque no se
abría a la gente. Quería pensar que conmigo estaba encontrando la senda para
dejar de ser tan introvertido, ya que me había contado uno de sus grandes
secretos y eso para Nikolai habría sido un gran sacrificio.
Un par de días después, viernes, Evan me
preparó un picnic en Hyde Park, donde los jardines italianos. La verdad que
aquella semana se la había tomado bastante tranquilo y bien, además me había
demostrado con detalles y mensajes al móvil que lo sentía y quería estar
conmigo.
-Me encanta esto que has montado, es
hermoso – dije alegre por la sorpresa.
-Me alegro que así sea, pero aquí lo más
hermoso eres tú, si no estuvieras no sería lo mismo.
-Anda, deja de decir piropos que sé que no
todos son ciertos.
-Lo son, créeme.
-Oye, pensando bien en cómo ha ido esta
semana, creo que estoy pensando en darte una segunda oportunidad. He visto que
de verdad quieres estar conmigo y eso es muy importante para mí – dije
sonrojándome.
-¿De verdad? ¿Puedo besarte ahora?
-Sí, supongo que sí.
Evan me besó y fue exactamente como lo
había recordado las últimas semanas, sensual, suave y tierno. De nuevo me volví
a sentir bien, volví a sentir esas mariposas en al cuerpo, ese escalofrío y esa
ilusión que me había invadido cuando estaba con él.
-Estaba deseando volver a besarte, es
realmente como besar un trocito de cielo. Me encantas, me gustas tanto Claire…
- dijo Evan antes de volver a besarme de nuevo, y esta vez mucho más rato.
Cuando volví de recoger a Aubree de casa de
Lori, Alice ya estaba en casa después de su sesión cinéfila con Julia y Leslie,
quienes también estaban por casa.
-¿Qué tal ha ido con Evan? – me preguntó
Alice.
-Pues, nos hemos enrollado…
-¿Qué? ¿Tan pronto? Pero si apenas hace una
semana que volvísteis a hablar.
-Lo sé, pero esta semana me ha demostrado
mucho.
-Creo que te has precipitado al volver con
él tan pronto – dijo sin tapujos.
-Pero es lo que he sentido, no podía
retrasarlo más, me era imposible.
-Yo también creo que es pronto – dijo
Leslie – pero también entiendo que le quieras y quieras volver con él.
-Se lo he contado, tía, porque como
tardabas tanto en tu cita… - dijo Alice.
-No importa, jajaja, ellas son amigas
también.
-Mira, lo hecho, hecho está, asíque ahora
disfruta de lo que tienes y punto – dijo Julia sacando una botella de vino
blanco del que tanto le gustaba a Alice.
Tres meses después, habiendo pasado las
navidades y año nuevo tranquilamente con los amigos, Aubree y con Evan, todo
seguía igual. Aunque, a decir verdad, Evan estaba pasando un poco de todo, ya
no estaba tan pendiente de mí como en aquella primera semana de prueba para
darle una segunda oportunidad. El problema era que yo cada vez le quería más,
no sabía decir por qué, pero cuanto más se alejaba más quería tenerle conmigo.
Era un sentimiento angustioso el querer que él fuera más atento, e incluso a
veces, pensaba que le necesitaba y que si algún día me faltase, no sabría qué
hacer. Estaba entre la espalda y la pared porque quería decirle que se
espabilara más y fuera más cariñoso y demás, pero me daba miedo por si él se
sentía presionado y pensara dejarme. Era algo patético el pensar algo así, pero
me asustaba que me dejara o conociera a otra chica que le gustase más que yo.
Evan comenzó a ir a unas clases de un curso
nuevo para aprender más lenguajes de programación y todo el rato estaba
enfrascado en ello, casi no tenía tiempo para mí. Yo le dejaba espacio y no le
presionaba para que hablásemos más. Un sábado, 13 de enero, abrí por casualidad
su cuenta de una red social y descubrí que hablaba con otras chicas en plan
cariñoso y de ligar, no podía creer lo que veían mis ojos, me había vuelto a
engañar. Sentía tanta angustia que me eché a llorar, había confiado en él y de
nuevo me había apuñalado por la espalda. A pesar de ello, no le dije nada, no
quería que se fuera de mi lado, no sabía qué me ocurría con aquel chico pero
conseguía que rebajase muchísimo mi dignidad.
Una semana después, Evan dijo que iba a
salir con los chicos y chicas de aquel curso y yo me desesperé y le contesté
mal, a lo que él se quedó perplejo. Aquella noche no supe nada de él, pero el
día siguiente tuvimos una discusión.
-Me parece muy mal que viéndonos tan poco
hayas salido con esos amigos del curso – dije enfadada.
-Es que estoy con ellos muchas horas al día
y desconectamos todos juntos.
-No, es que me parece fatal. Además, ni
siquiera te dignaste a enviarme un mensaje anoche, no supe nada de ti.
-No ocurrió nada, además, no quería
discutir.
-Aún así, debiste haberme dicho algo. Y no
entiendo que quieras estar con ellos más que conmigo.
-¿De verdad piensas que los prefiero a ti?
– dijo Evan.
-Pues sí.
-Ahí está el problema, que yo lo que quiero
también es estar con mi novia. No estar dos horas o así a la semana solamente.
-Es que trabajo y hago más cosas, no eres
la única cosa importante en mi vida, tienes que entenderlo – dije ya asustada
por el ritmo que había tomado la conversación.
-Sí, pero yo también tengo esto ahora, y la
verdad que me encanta porque estoy seis horas al día en clase con ellos, y el
resto pues lo gasto también en actividades del curso.
-¿Tiene algo que ver con alguna chica? –
dije sin tapujos, ya que me vino a la mente aquellos mensajes de redes
sociales.
-No, no es nada de eso. Simplemente que
estoy cansado de la situación, de no poder vernos cada día. No creo que pueda
darte ahora una relación – dijo Evan.
-Vaya, asíque ya lo has dicho todo.
-¿Dicho qué?
-Que me has roto el corazón – dije ya
llorando.
-A ver, no lo tomes a la tremenda.
-Pues que estás cortando conmigo, no dices
nada bueno de nuestra relación.
-Sí, que nos queremos.
-Pues parece que no es suficiente por lo
visto.
-Es que es lo que hay ahora mismo, lo
siento – dijo Evan definitivamente por teléfono.
No podía creer lo que me había vuelto a
pasar. Evan me había dejado de nuevo, sola, sin ninguna ilusión. Otra vez me
iba a sumir en la oscuridad total como había pasado unos meses antes.