domingo, 15 de junio de 2014

Capítulo 18



Mientras, en Los Ángeles, Ray y Miranda estaban recién levantados cuando Kyle apareció en casa con una revista.

-¡Mamá! ¡Papá! Venid a ver esto… - gritó Kyle por el hueco de la escalera.
-¿Qué ocurre? – dijo Ray mientras bajaba poniéndose un jersey.
-Tenéis que leer esto.
-¿Qué es? - dijo Miranda mientras se ataba una bata.
-Laura ha vuelto con Michael Stanford.
-Pero qué… - dijo Ray.
-Y no es sólo eso sino que van a tener un bebé juntos, ¡voy a ser tío! – gritó Kyle.
-¿Un bebé? ¡Qué demonios! – chilló Miranda.
-¿Qué pasa? ¿No os alegráis? – dijo Kyle.
-No, tu hermana no puede estar con él. – dijo Ray.
-¿Por qué?
-Tenemos nuestras razones pero Laura no va a acabar con ese hombre jamás. – concluyó Miranda.

Ya en casa, me senté en el sofá mirando el sobre que Melinda me había dado. Por un lado tenía plena confianza en Mike y no quería abrirlo, pero por otro lado la curiosidad podía conmigo, además de que ese par de hermanas no traía nunca nada bueno.
Abrí el sobre y encontré varias fotos de Mike comiendo con una mujer rubia y despampanante. Además, dentro del sobre había algo más, un certificado de matrimonio de Las Vegas entre Michael Stanford y Rachel Cohen. No podía ser cierto.

No sé exactamente el tiempo que pasó desde que leí aquel papel de certificado matrimonial y mi reacción al darme cuenta que el mundo seguía girando a mi alrededor. ¿Cómo era posible que Mike estuviera casado y no me lo hubiera dicho? Tanto amor que decía que sentía por mí y sólo me lo pagaba con más mentiras. Estaba cansada, no quería seguir allí más tiempo, necesitaba irme y respirar, empezar en otro lugar. Por lo que a mí respecta no pensaba decirle a Mike dónde estaba puesto que él no me decía toda la verdad. Iba a tener a nuestro bebé yo sola, decidido.
Cogí varias cosas que me pertenecían y me dirigí en taxi al periódico para decirle a Nicholas que al haber acabado el contrato me hiciera el favor de darme una carta de recomendación, el cual aceptó de muy buen grado. Después, volví a coger el taxi que me había esperado a la entrada del edificio y fui aeropuerto JFK para elegir un destino, el cual me aportara tranquilidad y felicidad.

Michael recibió un mensaje de Walt y cogió su jet privado inmediatamente hacia Nueva York. Una vez allí, llegó a su casa y habló con su guardaespaldas sobre el mensaje que le había mandado.

-Walt, ¿qué es tan urgente? ¿Por qué me has dicho que hay un problema con Laura? – dijo alarmado Mike.
-Señor, la señorita Stevens ha recogido alguna de sus pertenencias y se ha ido de esta casa.
-Seguramente volverá, habrá cogido ropa para prestársela a Charlotte, son muy de hacer esas cosas ellas dos. – dijo calmadamente.
-No, mire señor, he encontrado esto en la mesa del salón. – dijo Walt mientras le entregaba a Mike el sobre con las fotos y el certificado matrimonial.
-Maldición… - suspiró Mike – Walt, averigua dónde está Laura. Quiero que vayas a estaciones de autobuses, trenes y aeropuertos e investigues si ha cogido algún transporte público. Pregunta a familiares y amigos. Tengo que encontrarla como sea.

Michael comenzó a ponerse muy nervioso andando de un lado a otro de la casa y haciendo llamadas por su teléfono móvil. Por ahora no había habido resultado alguno por lo que Michael empezó a frustrarse bastante. Pero tenía algo claro, y es que iba a encontrarme tarde o temprano, fuera donde fuera y costara lo que costase. No iba a permitir perderme por algo del pasado, que aún no me había contado sí, pero que no iba a interferir en nuestra historia de amor. Además, estaba su futura paternidad en juego, no quería estar fuera de aquello de ninguna manera, quería ser parte de aquel bebé.

Charlotte estaba entrevistando a los dos candidatos a senador de los Estados Unidos, el congresista Carl Mason  y el también congresista Paul Abramson, demócrata y republicano, respectivamente. Ella estaba feliz y radiante por encontrarse en una situación tan importante, iba a ser una gran inyección para su ascenso laboral, además de moral.
Entrevistó a Carl Mason separadamente de Paul Abramson, en distintas salas del hotel Four Seasons.

-Usted es la gran apuesta republicana para esta candidatura, así nos lo ha hecho saber su partido. ¿Cree que está preparado para ser senador de los Estados Unidos, consegresista Abramson? – preguntó Charlotte.
-Llámeme Paul, señorita Sullivan. Pues verá, creo sinceramente que estoy absolutamente preparado para ese puesto. Llevo años trabajando para ello y, sin duda, ésta tiene que ser mi ocasión. He podido experimentar en mi propia piel las carencias de la sociedad americana puesto que estos tres últimos años he vivido entre barrios y persona del grupo obrero trabajador, ya sabe, la clase social baja-media. Sé qué es lo que necesitan, lo que buscan y estoy dispuesto a trabajar para ello.
-Según su programa electoral, va a ayudar a esa gente de clase social baja-media. Veo muchas cosas a cambiar, ¿cree que será posible realizarlo todo? – vuelve a preguntar Charlotte.
-Siempre es posible. Después dependen de muchos factores. Si se da la causa de que no llegáramos con tiempo a todo está claro que las primeras medidas en cambiarse serían las más urgentes. Aquellas que mejoren la calidad de vida de esas personas. – contestó el congresista Paul.

Tras una larga entrevista, Charlotte le dio la mano a Paul y éste la invitó a tomar un café en el restaurante del hotel. Ella aceptó de buen grado pero se notaba ruborizada ante tal proposición. Una vez en el restaurante se sentaron en una mesa alejados de la multitud y ambos pidieron un café.

-¿Quiere que le ayude en algo, señor Abramson? – dijo Charlotte.
-No, claro que no. Sólo quería compartir un momento de descanso y relax con alguien diferente. – dijo Paul mientras daba vueltas al café con una cucharilla.
-¿Alguien diferente? ¿A qué se refiere? ¿No ha estado con más periodistas en su vida?
-Si, por supuesto. Pero tú me pareces diferente, me inspiras tranquilidad. – se explicó Paul.
-Pues créame que no soy nada tranquila.
-Con su edad no esperaba que lo fuera. – Sonrió Paul - ¿cuántos años tienes?
-¿No sabe que preguntar la edad a una mujer es algo indiscreto?
-Sí, estoy al tanto, pero me pueden mis ganas de saber.
-Digamos que tengo la mitad de su edad menos tres. – dijo pícaramente Charlotte.
-¿22? Vaya, muy jovencita.
-Lo suficiente para independizarme y explorar mundo.
-Y lo haces bien, chica lista. ¿Te gustaría ir a ver una exposición de fotografía mañana por la noche? – preguntó Paul.
-¿Cómo?
-Es de un amigo de hace años, es fotógrafo, casi desconocido. Sólo iremos unas pocas personas, pero he pensado que quizás te gustaría verlo, es muy talentoso.
-¿Por qué me invita a mí? Sé que tiene mujer y dos hijos, ¿por qué no va con ellos? – preguntó incrédula Charlotte.
-A veces las apariencias no son lo que parecen. – contestó crípticamente Paul.

Al día siguiente, Michael seguía hablando por teléfono con mucha gente sobre mi paradero. Encontró una pista en el eropuerto JFK, la cual me señalaba en Londres. De ahí les condujo al hotel Langham, en el cual me hospedé una noche, pero el rastro se borró allí, no había más información.
Melinda apareció en casa de Michael casi a la hora de comer. Parecía tranquila y estaba sonriente.

-¿Qué haces aquí? – preguntó Mike.
-Pues… ¿no puedo ver a un amigo?
-Contigo siempre se trata de algo más que pasar un rato entre amigos. ¿No estabas en Los Ángeles?
-Sí, pero he venido por trabajo. – contestó Melinda.
-¿Qué clase de trabajo? No quiero involucrarme en nada sucio, ya lo sabes.
-Lo sé. Vengo a decirte que puedo encontrar a Laura.
-¡¿Qué?! ¿Dónde está? ¿Le has hecho algo? – gritó Mike.
-Tranquilo. No, no le he hecho nada, no sé exactamente dónde está pero puedo ayudarte. Tengo unos amigos que puedes averiguarlo.
-¿Quiénes? ¿En qué andas metida?
-¿Quieres saber dónde está tu novia o no? – desvió Melinda el interrogatorio de Mike.
-Claro que sí. ¿Qué puedo hacer para ayudar?
-Averiguar dónde está tu novia va a costar caro puesto que podría andar por cualquier punto del mundo, asíque necesito subvención además de una recompensa final. – aclaró Melinda.
-Vaya, está claro que cada vez que nos vemos tengo que soltar un buen fajo de billetes, no cambiarás nunca. – contestó Mike.
-Sólo hay una diferencia. Esta vez es para ayudarte a ti, no para mí.

En el fondo lo único que le preocupaba a Michael era encontrarme, fuera al pecio que fuera. Si necesitaba rogar a Melinda lo haría, si debía cederle todas sus empresas lo haría porque sólo le importaba yo y el bebé. Melinda se comenzó a relamer los labios al saber que iba a recibir una gran suma de dinero.

                                                   


                                               *************************



Las olas chocaban contras las rocas, se veía el mar infinito. El aire se movía entre mi cabello suelto, ondeándolo y el sol brillaba con toda su fuerza en lo alto del cielo. Me encontraba sentada en la playa, sobre una hamaca y bajo una sobrilla amarilla que me protegía de los rayos del sol. Leía un libro tranquilamente en bikini, escuchando únicamente el mar y el viento.
Mi barriga ya era grande, no exageradamente, pero sí la típica de una embarazada de seis meses y medio.

-Señorita, ¿qué desea tomar? – me pregunta un chico moreno en bañador que llevaba una bandeja.
-Pues… ¿qué es típico de aquí?
-Quizás quiera calimocho o sangría, no es exactamente de esta ciudad pero sí de este país. – me explica el chico – a menos que sea usted una menor…
-¿Una menor? ¿A qué edad se es menor aquí? – pregunto.
-Menos de 18, antes de eso está prohibido servir alcohol.
-Tengo suerte, ya tengo 22, jajaja.
-Bien, ¿entonces sangría o calimocho?
-¿Lleva alcohol? Porque no puedo tomarlo estando embarazada, jaja. – le sonrió.
-Puedo traerle sangría sin alcohol, está muy fresca.
-Está bien, traigame de eso. – concluyo.



                                            ****************************



Mientras, Charlotte se debatía entre dos vestidos, los dos no muy elegantes ya que iría a una exposición de fotografía. Pero por otro lado, no dejaba de pensar que iría con el congresista Paul Abramson y qué, quizás, necesitaría algo elegante. No quería parecer una mujer mayor puesto que, aunque tuviera 22 años recién cumplidos, a veces se maquillaba y vestía como una de 30. Viendo lo apropiado para su edad, estando en Junio con un poco de calor, al final escogió un vestido corto por las rodillas anaranjado, con un poquito de vuelo y estampado de flores silvestres. El nivel de nervios fue aumentando y no sabía exactamente por qué, sólo sabía que a Peter no le sentaría nada bien que saliera con otro hombre y, también, que estaba mal salir con un hombre casado. Pero aquello le resultaba emocionante, asíque fue a ello. Peter no se enteró de que Charlotte salió ya que se encontraba trabajando en horario nocturno haciendo guardia con una noticia como reportero.
Paul Abramson se presentó en el edificio de Charlotte en coche para recogerla y llevarla a la esposición.

-Buenas noches, Charlotte. Estás preciosa. – dijo Paul.
-Gracias, buenas noches. – respondió Charlotte ruborizándose.
-Me gusta la forma en que te sonrojas, a pesar de todo aún sigo impactándote.
-Como tú dijiste, las apariencias no son lo que parecen. – dijo riéndose, intentando no parecer cohibida y que su ruborización no tenía que ver con él.

Los dos montaron en el coche, el cual los llevó a Brooklyn, a un pequeño estudio. Paul ayudó a Charlotte a bajar del coche y se presentaron frente a una fachada un tanto descolorida y con graffitis, pero que no tenía nada que ver con el interior del estudio, el cual era totalmente armonioso y elegante. Varias personas ya estaban allí observando cada fotografía que colgaba de las paredes. Paul cogió de la cintura a Charlotte para darle a entender que debían andar. Poco después se encontraron con un hombre peculiar que llevaba una chaqueta verde manzana y unas gafas redondas de leopardo rojo.

-Charlotte, te quiero presentar a mi amigo, Trevor, el fotógrafo del que te hablé. – dijo Paul presentádolos.
-Encantado de conocerle, Trevor, me han dicho que es un gran fotógrafo. – dijo Charlotte tendiéndole la mano a Trevor.
-Muchas gracias, Charlotte. Estoy encantado de que hayáis podido venir, sabía que Paul no me fallaría. – Comentó Trevor entre risas – disculpadme si no hablo mucho con vosotros pero he de estar pendiente de todo esta noche, es mi presentación, sólo expongo esta noche, que lo paséis bien. – dijo mientras se iba con otras personas.
-Es un tipo ocupado, perdónale. – se disculpó Paul.
-No importa, entiendo que tienda que atender a los demás. Sus fotos son bastante buenas. – comentó Charlotte.
-Si Trevor te escuchara decir “son bastante buenas” te caería un rapapolvo, además de un buen sermón sobre fotografía. Créeme que a mí me lo ha hecho más de una vez, por eso ya digo que es exquisito, jajaja.
-¿En serio? Jajaja, qué hombre.
-Ven, tomamos una copa de vino, ¿o prefieres champán? – preguntó Paul.
-Vino, gracias.

La noche para Charlotte fue fantástica, realmente no creía que pudiera estar pasándolo tan bien con alguien como Paul Abramson, con el doble de edad que ella. Llegaba a pensar incluso que le podía atraer como hombre aunque no quiso pensar en ello por Peter y por la familia de Paul.

-Ha sido una noche espléndida, Charlotte, me gustaría repetirla de nuevo. – comentó Paul.
-¿De verdad? Para mí también. Lo que no sé es si deberíamos repetirla…yo tengo novio sabes y usted esposa, no creo que sea buena idea que salgamos juntos. Además usted es congresista, se arriesga a que le saquen mierda por esto. – dijo Charlotte.
-Verás, entre mi mujer y yo ya casi no hay nada. No debería decirte esto porque eres periodista y podría perder las elecciones, pero es que ya no nos amamos y sólo mantenemos la imagen frente al público. Una vez acaben las elecciones pensábamos divorciarnos.
-Dios mío, lo siento…a lo mejor podrían volver a intentarlo, ir a un consejero matrimonial o algo así para reavivar la llama… - comentó Charlotte mientras daba un trago de vino.
-Hemos intentado todo y seguimos así, no hay nada qué hacer. Cuando te vi despertaste en mí algo que había sentido hacia mi mujer hace muchísimo tiempo, por eso te invité a venir aquí, y por eso quiero volver a repetirlo. – se explicó Paul.
-Paul, no sé, yo quiero a mi novio y ni siquiera sé por qué no le dije que iba a venir. Pero no tengo claro que sea buena idea, necesito pensarlo.
-Lo entiendo, te llevaré de vuelta a casa. – dijo Paul.
-No, iré en taxi, necesito pensar, muchas gracias. Hasta otra.

Charlotte cogió un taxi y regresó a casa mirando por la ventanilla del coche. Una parte de ella quería embarcarse en esa aventura con Paul, pero por otro lado estaba prometida con Peter, le quería y no podía dejar de lado ese compromiso. Si alguien se enterase de lo que había pasado esta noche iba a causar un gran revuelo.

Dos semanas después, Michael llamó a Melinda para que fuera a hablar con él en su casa. Melinda le vió totalmente abandonado, no se afeitaba ni duchaba y tenía toda la casa patas arriba.

-¿Te encuentras bien, Mike? – preguntó Melinda.
-Sí, he estado ocupado buscando a Laura aunque ya ves que no he tenido suerte. ¿Tú cómo vas? Me dijiste que habíais seguido el rastro de Londres a Roma y de ahí a París. – dijo Mike.
-Sí, fue en barco de Londres hasta Francia, de ahí cogió un autobús e hizo una ruta bastante larga hasta Roma. De Roma también cogió otro autobús hasta París y aún no sabemos mucho más, la verdad. Creemos que cogió algún tipo de trasporte en auto-stop porque si fuera alquilado lo sabríamos. – comentó Melinda.
-Te he dado mucho dinero, Melinda, mucho más que el que puedas gastar, deberías tenerme algo nuevo, ya ha pasado bastante tiempo, ¿entiendes? – dijo Mike empezando a ponerse furioso.
-La investigación es cara Mike, mi equipo viaja de país en país y hay que sobornar a gente para que hable, no tenemos gente infiltrada en aeropuertos, estaciones de tres y demás, por ello hay que sobornarles y no es nada barato, entiéndelo. – dijo Melinda.
-Bien, sigue con lo tuyo, es todo. – conluyó Mike.

Una vez se fue Melinda, Michael cogió el teléfono móvil y llamó a Walt, quien seguía investigando por su parte mi situación.

-Walt, qué me tienes. – dijo rápidamente Mike.
-Señor, creo estar muy cerca, por no decir a horas de encontrarla.
-¿En serio? Bien Walt, bien. Oye, ha venido Melinda y me ha dicho que de Londres se fue en barco a Francia, de ahí en bus a Roma y de ahí de nuevo en bus a París, pero ya desapareció el rastro en la capital francesa, ¿es lo mismo que sabes tú?
-Verá señor, mis investigaciones no pasan por Roma ni París, creo que la señorita Melinda le está engañando. – terminó de decir Walt.

En casa de Peter y Charlotte estaban los dos comiendo tranquilamente. Charlotte se sentía culpable por haber salido con el congresista Paul y mucho más por no habérselo contado a Peter, pero también por seguir pensando en la noche que estuvieron juntos en la galería de arte y los posteriores pensamientos en él. A veces se imaginaba con Paul como con Peter y, tras unos minutos de aquellos sueños volvía a realidad. Ya no sabía si quería con todo su corazón a Peter y esto la llenaba de estrés, ya que ella siempre había sido una chica liberal, salía con muchos y le gustaban bastantes a la vez, pero ahora se había comprometido por primera vez con alguien, no sabía por dónde seguir.

-Me ha dicho mi superior que si consiguiera alguna noticia importante podría ser candidato a presentar el informativo, pero estoy muy cansado de buscar, me paso la mayoría del día en las calles. – comentó Peter.
-Es fantástico que te dé esa oportunidad, muy bien. – dijo Charlotte.
-Has estado toda la cena callada, ¿te encuentras bien?
-No sé, creo que me duele la cabeza. – contestó Charlotte mientras tomaba un trozo de pan.
-Bueno. Mi madre ha llamado, ¿sabes? Dice que quiere venir a Nueva York de visita turística. Creo que deberíamos decirle que se puede quedar aquí a dormir, ¿No crees?
-Sí eh…Peter, necesito decirte algo.
-¿Qué ocurre? – preguntó Peter dejando el cuchillo y tenedor sobre el plato.
-Hice algo de lo que no estoy orgullosa y me reconcome por dentro, necesito decírtelo y quedarme tranquila conmigo misma.
-Dime.
-Cuando hice la entrevista a los congresistas, bueno, conocí a Paul Abramson. – dijo detenidamente Charlotte.
-Lo sé, sino no podrías haberle entrevistado, jajaja.
-Me refiero a más intimamente. Me invitó a ir a una exposición de fotografía de un amigo suyo y acepté. – confesó Charlotte con lágrimas en los ojos.
-¿Qué? ¿Y por qué no me lo dijiste?
-Porque se que no te gusta que esté con otros hombres de esa manera pero quería saber qué iba a sentir yendo con él, quería saber si…si me atraía.
-¿Y te atrae? ¡Por dios Charlotte! ¡Vamos a casarnos! – gritó Peter levantándose de la mesa.
-Lo sé, lo siento…
-Encima con un candidato a senador del país, no puedo creerlo.
-Perdóname…
-¡No! ¡No puedo! ¡Has estado con otro hombre a mis espaldas! No puedo confiar en ti.
-No ocurrió nada, de  verdad… - se excusó Charlotte.
-Me da igual. El simple hecho de habérme ocultado que hayas salido como una cita con otro tío es suficiente para romper el compromiso. No quiero volver a verte, se acabó. – dijo Peter mientras se iba de casa.

Charlotte se quedó llorando sentada en una silla de la mesa. Sus lágrimas caían en la cena que Peter le había preparado aquella noche. Se encontraba liberada por haberle contado la verdad pero empezó a tener un vacío dentro de ella, sabía que estaba enamorada de él por poco que fuera.  Así  supo lo que sentía realmente por Peter.