viernes, 30 de mayo de 2014

Capítulo 14



Horas después saliendo de Lovelife no podía creer que tuviera un trabajo en un periódico, trabajando y redactando noticias de verdad, ¡era increíble!
En casa Charlotte y yo abrimos una botella de vino para celebrarlo.

-Nicholas Martin dándote un trabajo, caray, qué suerte tienes. – dijo Charlotte.
-Sí, es cierto. Quién iba a decir que conocí a su hijo el fin de semana y justo me quiere a mí para un trabajo, increíble.
-Sí…y a la vez extraño…es fin, ¡por cierto! He decidido que le diré a Peter que me casaré con él.
-¡Ahhhh! ¡Es genial!
-Sí, jajaja. Quiero hacer una cena con nuestras familias, los miembros más cercanos y un amigo a dos para que nos conozcamos entre nosotros.
-Eso me parece estupendo.
-Estás invitada claro.
-¡Faltaría más! Jajaja.
-Y quiero que seas mi dama de honor, Laura. Eres mi mejor amiga y siempre has estado conmigo en todo momento, asíque te mereces serlo.
-Muchas gracias amiga.

Parecía que a las dos nos hubiera tocado la lotería aquel día. Estábamos tan contentas que nos quedamos dormidas en los sofás del salón con una sonrisa en la cara. Ella por su compromiso y yo por el nuevo empleo, nuestas vidas estaban cambiando.

Al día siguiente, me puse un vestido azul con estampado de cerezas que Charlotte tenía en el armario y nunca se ponía. Quería ir bien vestida para mi primer día de trabajo en el periódico.
The Eagle estaba justo en el edificio colindante al de Bruce Nolan, más casualidad no podía ser.
En la recepción, cuyas paredes eran de madera y el suelo de moqueta azul oscuro, pregunté para mi nuevo trabajo.
Me indicaron que subiera al piso séptimo y ahí me indicarían lo que debía hacer. Empecé a ponerme nerviosa, todos los que trabajaban allí estaban enfrascados en sus mesas trabajando y yendo de un lado a otro corriendo.
Una chica morena estaba esperándome a la salida del ascensor justo cuando llegué.

-¿Laura Stevens? – dijo ella.
-Si…soy yo.
-Soy Molly, una de las asistentes de esta planta. Ven conmigo y te llevaré a tu despacho.

Zigzagueamos entre las mesas y pasamos a un pasillo que tenía unos grandes ventanales que daban a la calle, entraba bastante luz. Nos paramos en la cuarta puerta y Molly la abrió con una llave.

-Aquí está tu despacho y aquí tu llave. Ves que no hay ningun objeto por lo que puedes decorarlo como te apetezca.
-De acuerdo.
-Ahí está el ordenador con el que trabajarás, no necesitas contraseña, aunque si quieres ponérsela puedes hacerlo. Encima de la mesa tienes un sobre grande como ves, y ahí vienen los encargos para tus primeros trabajos, ¿necesitas que te explique algo más?
-Em, pues, creo que por ahora no, gracias Molly.
-De nada, señorita Stevens.

Una vez sola vislumbré todo mi despacho, no es que fuera muy amplio, pero al menos tenía uno. Debía apuntarme para mañana traer algunas cosas de decoración. Me senté en la silla detrás de la mesa y encendí el ordenador. Abrí el sobre y vi el trabajo que tenía que hacer en unos folios. Repercusión de la crisis financiera en el sector sanitario.
Debía redactar un informe con datos actuales sobre aquel tema y dar mi opinión al final. Aquello me recordaba al trabajo que tenía en Vatimber con Michael, cosa que me hizo sentir nostalgia. Y no sólo me acordé de eso, sino de muchos momentos que pasamos juntos. Perdí media hora de trabajo pensando ensimismada en Michael, ¿aún estaba enamorada de él? No podía ser después de tanto tiempo, seguro que sólo eran recuerdos sin importancia.

Un par de horas después seguía con mi artículo, cuando de pronto vi a dos hombres en mi puerta mirándome. ¡James y Michael! ¿Qué demonios significa esto?
Los dos entraron en mi despacho sonrientes y con sendos maletines de trabajo.

-¡Laura! ¿Qué haces aquí? – dijo James entusiasmado.
-Eh…trabajo aquí, desde hoy.
-¿En serio? ¡Eso es genial! – dijo James mientras se sentaba en una de las sillas de delante de mi mesa.
-Si, la verdad que estoy encantada con esta oportunidad. Tu padre personalmente vino a contratarme. Raro, ¿verdad?
-Papá es muy meticuloso en sus negocios, seguro que fue para asegurarse que te venías a trabajar aquí.
-Sí, supongo…
-Bueno, éste es Michael como ya sabrás.
-Sí lo sé…
-Pues es accionista de la mitad de esta empresa junto a mi padre. – comentó James.
-Así es. La adquirí hace unos tres años y necesitaba a alguien que tuviera más conocimiento que yo en este tema, asíque le propuse llevarlo entre ambos, y ha funcionado bastante bien. – dijo Michael.
-Vaya, el mundo es un pañuelo. – dije resoplando.
-Bien, ¡me alegro que estés aquí! Nos veremos constantemente porque vengo a ayudar a mi padre con algunos papeleos. A Michael también le verás por aquí. Nos tenemos que ir a una junta, ya nos vemos. – dijo James mientras cruzaba la puerta para irse.

¿Cómo podía estar pasándome esto? Creía que había echado de mi vida a Michael y ahora resultaba que iba a estar más cerca aún. ¡En qué me he metido! Por otro lado era realmente sospechoso que hubiera terminado trabajando en este sitio siendo Michael uno de los propietarios, ¿quería tenerme cerca? ¿Por eso me contrató? Tenía que trabajar duro y lo más concentrada posible para poder salir de este periódico lo antes posible.

Las horas pasaron y almorcé en mi despacho un sandwich que Molly me trajo bajo mis indicaciones. Pronto podría ir a casa y contarle todo a Charlotte, a ver qué opinaba ella. A la salida del edificio me puse al borde de la acera para coger un taxi, lo cual era un poco misión imposible, ya que era hora punta de salir del trabajo y los taxis estaban repletos.

-¿Laura? – dijo jovialmente Bruce a mi lado.
-¡Bruce, hola!
-¿Qué haces aquí? Pensaba que estarías en Lovelife aún.
-Oh, pues veras, ahora trabajo en The Eagle, asíque por eso estoy aquí saliendo de trabajar.
-¿Aquí, justo aquí?
-Así es.
-¿Desde cuándo?
-Pues desde hoy. Ayer vino Nicholas Martin a contratarme personalmente.
-¿Estás bromeando?
-¡No, qué va! Te lo prometo.
-Vaya, pues enhorabuena. – dijo poco entusiasmado.
-Gracias, muchas gracias. Mira que es difícil encontrar un taxi a estas horas…
-Oh si, te ayudaré. – comentó mientras él también levantaba la mano para coger un taxi. – Por cierto, no me contestaste después de que te mandase aquella carta con la flor.
-¡Dios mio! ¡Lo siento! ¡Se me olvió completamente con todo esto! De verdad que te iba a responder pero justo mi ex jefa me llamo y ocurró todo esto.
-No pasa nada, lo entiendo.
-Pero sí, acepto tu invitación a una cita.
-¿De verdad? – dijo Bruce muy contento.
-Claro que sí.
-Pues te llamaré un día de estos, ¿te parece?
-Bien, muy bien, ¡ahí hay un taxi! ¡Gracias por pararlo! Nos vemos, ¡chao! – dije corriendo hacia el taxi vacío. Bruce desapareció entre los coches con una sonrisa.

Al llegar a casa, Charlotte estaba en el sofá comiendo una pizza que había pedido a domicilio. Dejé mi bolso y mi abrigo y me senté junto a ella cogiendo una porción de pizza de la caja.

-¿Qué tal tu primer día? – dijo Charlotte.
-Respecto al trabajo en sí que tenido que hacer, bastante bien. Pero no te vas a creer lo que ha pasado.
-¿El qué?
-Apareció James Martin y Michael Stanford en mi despacho.
-¡¿Qué?!
-Sí. Bueno James más o menos lo veo normal porque su padre es el jefe pero ¿Michael?
-¿Qué tiene que ver ese tío ahí? – dijo Charlotte con el ceño fruncido.
-Pues resulta que The Eagle es propiedad de Michael desde hace tres años. Contrató a Nicholas Martin como accionista para que le ayudara a llevar esa empresa puesto que él no tenía mucha experiencia en ese tema.
-O sea que, ¿trabajas para Michael?
-Así es. ¡No me lo puedo creer!
-El mundo es un pañuelo.
-Eso mismo dije yo. ¡Me persigue! – dije enfadada.
-No creo que te persiga pero puede que sí te haya contratado por ser tú.
-Eso pensé yo. Quizás quiera estar cerca de mí. Pero lo entiendo. Según él en la entrevista que hice dijo que estaba abriendo su propio periódico, el Stanford News, ¿cómo es que tiene éste periódico también?
-Ni idea… ¿Qué vas a hacer?
-Pues trabajar duro para poder irme cuando pueda.





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El resto de la semana estuve muy tensa vigilando si Michael aparecería por el periódico, pero no fue así y me tomé el fin de semana relajadamente pensando que quizás tampoco estaría Michael allí más tiempo del necesario.

-Laura, vamos a celebrar la cena de presentación de la familia el fin de semana que viene. Nos iremos a Rutland, Vermont, todo el fin de semana, ¿qué te parece? – comentó alegremente Charlotte.
-¿Por qué a Vermont?
-Porque la mayoría de la familia de Peter está allí y me gusta que sea un sitio tranquilo para conocernos.
-Bueno, si tienes todo pensado me parece bien. ¿Tus padres irán?
-Claro que sí, no pueden faltar. Irán mis padres y tú, por parte de mi familia.
-De acuerdo.
-Te haré la maleta, seguro que no sabes qué llevar. – dijo Charlotte sonriendo.
-La verdad que ahora mismo te lo iba a decir, jajaja.

La semana siguiente siguió tranquila en el trabajo, Michael no apareció por ningún lado y ya empezaba a sentirme segura. James si fue al periódico días alternos, hablaba conmigo un rato y después se iba a hacer su trabajo. Por lo general todo iba bien.
Bruce me llamó para concertar nuestra cita para el fin de semana, pero le dije que tenía lo del viaje a Rutland, asíque me dijo que lo pospondría para la semana siguiente sin problemas.
El viernes después del trabajo Charlotte me recogió con su coche nada más salir. Peter conducía y ella iba de copiloto.

-Nos vamos directamente para Rutland, no quiero llegar tarde. – dijo Charlotte nerviosa.
-No he podido ducharme ni cambiarme de ropa, Char. – dije enfadada.
-Lo sé, pero podrás hacerlo cuando lleguemos al hostal, no te preocupes. Hice tu maleta y te metí todo lo necesario, no pasa nada.
-Más te vale.

Durante el camino Charlotte no hacía más que preguntarle a Peter sobre su familia, sobre cómo podría caerles bien. Peter ya se reía de lo pesada que era y le dijo que la querrían de cualquier manera.
Peter era un chico aparentemente normal. No le conocía lo suficiente, pero si Charlotte estaba enamorada de él pues le daba mi visto bueno. Además era el típico chico que pegaba con ella; musculoso, guapo, alto y moreno; lo tenía todo para que ella estuviera loquita por él.

Vermont era muy natural y montañoso, comprendí por qué Charlotte quiso venir aquí. Parecía tranquilo y había naturaleza por todos lados.
Al llegar al hostal, recogimos las llaves de cuatro habitaciones y pudimos instalarnos para los próximos dos días.
Después de ducharme, arreglarme y cambiarme de ropa fui a la habitación de Charlotte y Peter, quien se estaba duchando aún.

-No está mal este sitio, es muy cuco. – dije tirándome encima de la cama.
-Lo sé, es muy acogedor. – sonrió Charlotte.
-Oye, ¿por qué cuatro habitaciones? ¿Es que tú y Peter vais a dormir en habitaciones separadas para que vuestros padres piensen que aún no habéis consumado el noviazgo? Jajaja.
-Jajaja, más quisieran mis padres, pero no. Una es para mis padres y la otra no lo sé, es para un amigo de Peter, creo que será su padrino.
-Oh vaya, ¿no sabes nada sobre él?
-Pues no, la verdad que tampoco pregunté mucho. Sólo me dijo que ya lo sabría. Quién sabe, a lo mejor te gusta y de aquí sale otra boda jajajaja.
-Muy graciosa Charlotte, muy graciosa. ¿Entonces estaremos nosotros, con el padrino, y los padres de Peter?
-Sí, y también su hermana Abby y sus tíos, Oswald y Kendall.
-Bueno, sí que será familiar la cena sí.

Peter salió de la ducha ya vestido y, mientras se peinaba, atendió una llamada telefónica. Después, se sentó en la cama para ponerse los zapatos mientras nos sonreía.

-Vais a ver ahora a mi padrino de bodas. No os imagináis quién es. Le conozco hace mucho pero hasta hace poco no había venido a Nueva York. Ahora vuelvo, que está en recepción esperándome.

Charlotte y yo seguimos conversando hasta que Peter volvió a aparecer por la puerta delante de Michael Stanford. ¡¿Qué!?

-¿De qué conoces a éste hombre? – dijo Charlotte.
-Pues nos conocimos de pequeños, nuestros padres iban al mismo campo de golf. – explicó Peter.
-¿Y porqué jugaráis al golf una temporada ya es tu padrino? Habrá gente que tengas más cercana. – dijo Charlotte mientras se cruzaba de brazos.
-Bueno, las hay, pero Mike es más especial, gracias a él hice mis primeros pinitos con las chicas.
-Digno de ver… - dijo Charlotte en voz baja.
-Bueno, pese a que tuve una mala decisión diciendo a la prensa que tú y él habíais estado juntos…perdonadme por ello pero no pensaba que fuerais a tomarlo a mal.
-No pasa nada. – comenté mirando al suelo.
-Tranquilo Pete, yo ya estoy acostumbrado a la prensa. – dijo Mike abrazando a Peter.
-¿Estás ya preparado? – dijo Peter.
-Sí, por eso he llegado más tarde, fui a ducharme y demás a casa.
-Bien, pues vayamos al restaurante, nos espera mi familia allí. – dijo Peter.
-¿Y tus padres, Char? – comenté en bajo.
-Cogerán un vuelo nocturno, llegarán aquí por la mañana, descansarán y ya por la noche será la gran cena. – dijo levantando las cejas.
-Bien, pues vayamos. – dije resoplando.


Estar sentada en la parte de atrás del coche con Michael no era mi pensamiento para un buen fin de semana en Vermont. Pero he de reconocer que estaba tremendamente guapo. Vestía un pantalón chino azul marino y un polo azul claro  que le hacía resaltar más el color de sus ojos. Estaba peinado despreocupadamente, como si el viento lo hubiera hecho, pero aún así se veía hermoso. Mientras le miraba, su cara se giró y sus ojos miraron los míos. Me sentí avergonzada de que me hubiera pillado mirándole y al par de segundos giré mi vista hacia la ventanilla esperando que olvidara aquella escena.