Horas después saliendo de Lovelife no podía creer que tuviera un
trabajo en un periódico, trabajando y redactando noticias de verdad, ¡era
increíble!
En casa Charlotte y yo abrimos una botella de vino para celebrarlo.
-Nicholas Martin dándote un trabajo, caray, qué suerte tienes. – dijo
Charlotte.
-Sí, es cierto. Quién iba a decir que conocí a su hijo el fin de semana
y justo me quiere a mí para un trabajo, increíble.
-Sí…y a la vez extraño…es fin, ¡por cierto! He decidido que le diré a
Peter que me casaré con él.
-¡Ahhhh! ¡Es genial!
-Sí, jajaja. Quiero hacer una cena con nuestras familias, los miembros
más cercanos y un amigo a dos para que nos conozcamos entre nosotros.
-Eso me parece estupendo.
-Estás invitada claro.
-¡Faltaría más! Jajaja.
-Y quiero que seas mi dama de honor, Laura. Eres mi mejor amiga y
siempre has estado conmigo en todo momento, asíque te mereces serlo.
-Muchas gracias amiga.
Parecía que a las dos nos hubiera tocado la lotería aquel día.
Estábamos tan contentas que nos quedamos dormidas en los sofás del salón con
una sonrisa en la cara. Ella por su compromiso y yo por el nuevo empleo,
nuestas vidas estaban cambiando.
Al día siguiente, me puse un vestido azul con estampado de cerezas que
Charlotte tenía en el armario y nunca se ponía. Quería ir bien vestida para mi
primer día de trabajo en el periódico.
The Eagle estaba justo en el edificio colindante al de Bruce Nolan, más
casualidad no podía ser.
En la recepción, cuyas paredes eran de madera y el suelo de moqueta
azul oscuro, pregunté para mi nuevo trabajo.
Me indicaron que subiera al piso séptimo y ahí me indicarían lo que
debía hacer. Empecé a ponerme nerviosa, todos los que trabajaban allí estaban
enfrascados en sus mesas trabajando y yendo de un lado a otro corriendo.
Una chica morena estaba esperándome a la salida del ascensor justo
cuando llegué.
-¿Laura Stevens? – dijo ella.
-Si…soy yo.
-Soy Molly, una de las asistentes de esta planta. Ven conmigo y te
llevaré a tu despacho.
Zigzagueamos entre las mesas y pasamos a un pasillo que tenía unos
grandes ventanales que daban a la calle, entraba bastante luz. Nos paramos en
la cuarta puerta y Molly la abrió con una llave.
-Aquí está tu despacho y aquí tu llave. Ves que no hay ningun objeto
por lo que puedes decorarlo como te apetezca.
-De acuerdo.
-Ahí está el ordenador con el que trabajarás, no necesitas contraseña,
aunque si quieres ponérsela puedes hacerlo. Encima de la mesa tienes un sobre
grande como ves, y ahí vienen los encargos para tus primeros trabajos,
¿necesitas que te explique algo más?
-Em, pues, creo que por ahora no, gracias Molly.
-De nada, señorita Stevens.
Una vez sola vislumbré todo mi despacho, no es que fuera muy amplio,
pero al menos tenía uno. Debía apuntarme para mañana traer algunas cosas de
decoración. Me senté en la silla detrás de la mesa y encendí el ordenador. Abrí
el sobre y vi el trabajo que tenía que hacer en unos folios. Repercusión de la crisis financiera en el
sector sanitario.
Debía redactar un informe con datos actuales sobre aquel tema y dar mi
opinión al final. Aquello me recordaba al trabajo que tenía en Vatimber con
Michael, cosa que me hizo sentir nostalgia. Y no sólo me acordé de eso, sino de
muchos momentos que pasamos juntos. Perdí media hora de trabajo pensando
ensimismada en Michael, ¿aún estaba enamorada de él? No podía ser después de
tanto tiempo, seguro que sólo eran recuerdos sin importancia.
Un par de horas después seguía con mi artículo, cuando de pronto vi a
dos hombres en mi puerta mirándome. ¡James y Michael! ¿Qué demonios significa esto?
Los dos entraron en mi despacho sonrientes y con sendos maletines de
trabajo.
-¡Laura! ¿Qué haces aquí? – dijo James entusiasmado.
-Eh…trabajo aquí, desde hoy.
-¿En serio? ¡Eso es genial! – dijo James mientras se sentaba en una de
las sillas de delante de mi mesa.
-Si, la verdad que estoy encantada con esta oportunidad. Tu padre personalmente
vino a contratarme. Raro, ¿verdad?
-Papá es muy meticuloso en sus negocios, seguro que fue para asegurarse
que te venías a trabajar aquí.
-Sí, supongo…
-Bueno, éste es Michael como ya sabrás.
-Sí lo sé…
-Pues es accionista de la mitad de esta empresa junto a mi padre. –
comentó James.
-Así es. La adquirí hace unos tres años y necesitaba a alguien que
tuviera más conocimiento que yo en este tema, asíque le propuse llevarlo entre
ambos, y ha funcionado bastante bien. – dijo Michael.
-Vaya, el mundo es un pañuelo. – dije resoplando.
-Bien, ¡me alegro que estés aquí! Nos veremos constantemente porque
vengo a ayudar a mi padre con algunos papeleos. A Michael también le verás por
aquí. Nos tenemos que ir a una junta, ya nos vemos. – dijo James mientras cruzaba
la puerta para irse.
¿Cómo podía estar pasándome esto? Creía que había echado de mi vida a
Michael y ahora resultaba que iba a estar más cerca aún. ¡En qué me he metido!
Por otro lado era realmente sospechoso que hubiera terminado trabajando en este
sitio siendo Michael uno de los propietarios, ¿quería tenerme cerca? ¿Por eso
me contrató? Tenía que trabajar duro y lo más concentrada posible para poder
salir de este periódico lo antes posible.
Las horas pasaron y almorcé en mi despacho un sandwich que Molly me
trajo bajo mis indicaciones. Pronto podría ir a casa y contarle todo a
Charlotte, a ver qué opinaba ella. A la salida del edificio me puse al borde de
la acera para coger un taxi, lo cual era un poco misión imposible, ya que era
hora punta de salir del trabajo y los taxis estaban repletos.
-¿Laura? – dijo jovialmente Bruce a mi lado.
-¡Bruce, hola!
-¿Qué haces aquí? Pensaba que estarías en Lovelife aún.
-Oh, pues veras, ahora trabajo en The Eagle, asíque por eso estoy aquí
saliendo de trabajar.
-¿Aquí, justo aquí?
-Así es.
-¿Desde cuándo?
-Pues desde hoy. Ayer vino Nicholas Martin a contratarme personalmente.
-¿Estás bromeando?
-¡No, qué va! Te lo prometo.
-Vaya, pues enhorabuena. – dijo poco entusiasmado.
-Gracias, muchas gracias. Mira que es difícil encontrar un taxi a estas
horas…
-Oh si, te ayudaré. – comentó mientras él también levantaba la mano
para coger un taxi. – Por cierto, no me contestaste después de que te mandase
aquella carta con la flor.
-¡Dios mio! ¡Lo siento! ¡Se me olvió completamente con todo esto! De
verdad que te iba a responder pero justo mi ex jefa me llamo y ocurró todo
esto.
-No pasa nada, lo entiendo.
-Pero sí, acepto tu invitación a una cita.
-¿De verdad? – dijo Bruce muy contento.
-Claro que sí.
-Pues te llamaré un día de estos, ¿te parece?
-Bien, muy bien, ¡ahí hay un taxi! ¡Gracias por pararlo! Nos vemos,
¡chao! – dije corriendo hacia el taxi vacío. Bruce desapareció entre los coches
con una sonrisa.
Al llegar a casa, Charlotte estaba en el sofá comiendo una pizza que
había pedido a domicilio. Dejé mi bolso y mi abrigo y me senté junto a ella
cogiendo una porción de pizza de la caja.
-¿Qué tal tu primer día? – dijo Charlotte.
-Respecto al trabajo en sí que tenido que hacer, bastante bien. Pero no
te vas a creer lo que ha pasado.
-¿El qué?
-Apareció James Martin y Michael Stanford en mi despacho.
-¡¿Qué?!
-Sí. Bueno James más o menos lo veo normal porque su padre es el jefe
pero ¿Michael?
-¿Qué tiene que ver ese tío ahí? – dijo Charlotte con el ceño fruncido.
-Pues resulta que The Eagle es propiedad de Michael desde hace tres
años. Contrató a Nicholas Martin como accionista para que le ayudara a llevar
esa empresa puesto que él no tenía mucha experiencia en ese tema.
-O sea que, ¿trabajas para Michael?
-Así es. ¡No me lo puedo creer!
-El mundo es un pañuelo.
-Eso mismo dije yo. ¡Me persigue! – dije enfadada.
-No creo que te persiga pero puede que sí te haya contratado por ser
tú.
-Eso pensé yo. Quizás quiera estar cerca de mí. Pero lo entiendo. Según
él en la entrevista que hice dijo que estaba abriendo su propio periódico, el
Stanford News, ¿cómo es que tiene éste periódico también?
-Ni idea… ¿Qué vas a hacer?
-Pues trabajar duro para poder irme cuando pueda.
***************************
El resto de la semana estuve muy tensa vigilando si Michael aparecería
por el periódico, pero no fue así y me tomé el fin de semana relajadamente
pensando que quizás tampoco estaría Michael allí más tiempo del necesario.
-Laura, vamos a celebrar la cena de presentación de la familia el fin
de semana que viene. Nos iremos a Rutland, Vermont, todo el fin de semana, ¿qué
te parece? – comentó alegremente Charlotte.
-¿Por qué a Vermont?
-Porque la mayoría de la familia de Peter está allí y me gusta que sea
un sitio tranquilo para conocernos.
-Bueno, si tienes todo pensado me parece bien. ¿Tus padres irán?
-Claro que sí, no pueden faltar. Irán mis padres y tú, por parte de mi
familia.
-De acuerdo.
-Te haré la maleta, seguro que no sabes qué llevar. – dijo Charlotte
sonriendo.
-La verdad que ahora mismo te lo iba a decir, jajaja.
La semana siguiente siguió tranquila en el trabajo, Michael no apareció
por ningún lado y ya empezaba a sentirme segura. James si fue al periódico días
alternos, hablaba conmigo un rato y después se iba a hacer su trabajo. Por lo
general todo iba bien.
Bruce me llamó para concertar nuestra cita para el fin de semana, pero
le dije que tenía lo del viaje a Rutland, asíque me dijo que lo pospondría para
la semana siguiente sin problemas.
El viernes después del trabajo Charlotte me recogió con su coche nada
más salir. Peter conducía y ella iba de copiloto.
-Nos vamos directamente para Rutland, no quiero llegar tarde. – dijo
Charlotte nerviosa.
-No he podido ducharme ni cambiarme de ropa, Char. – dije enfadada.
-Lo sé, pero podrás hacerlo cuando lleguemos al hostal, no te
preocupes. Hice tu maleta y te metí todo lo necesario, no pasa nada.
-Más te vale.
Durante el camino Charlotte no hacía más que preguntarle a Peter sobre
su familia, sobre cómo podría caerles bien. Peter ya se reía de lo pesada que
era y le dijo que la querrían de cualquier manera.
Peter era un chico aparentemente normal. No le conocía lo suficiente, pero
si Charlotte estaba enamorada de él pues le daba mi visto bueno. Además era el
típico chico que pegaba con ella; musculoso, guapo, alto y moreno; lo tenía
todo para que ella estuviera loquita por él.
Vermont era muy natural y montañoso, comprendí por qué Charlotte quiso
venir aquí. Parecía tranquilo y había naturaleza por todos lados.
Al llegar al hostal, recogimos las llaves de cuatro habitaciones y
pudimos instalarnos para los próximos dos días.
Después de ducharme, arreglarme y cambiarme de ropa fui a la habitación
de Charlotte y Peter, quien se estaba duchando aún.
-No está mal este sitio, es muy cuco. – dije tirándome encima de la
cama.
-Lo sé, es muy acogedor. – sonrió Charlotte.
-Oye, ¿por qué cuatro habitaciones? ¿Es que tú y Peter vais a dormir en
habitaciones separadas para que vuestros padres piensen que aún no habéis
consumado el noviazgo? Jajaja.
-Jajaja, más quisieran mis padres, pero no. Una es para mis padres y la
otra no lo sé, es para un amigo de Peter, creo que será su padrino.
-Oh vaya, ¿no sabes nada sobre él?
-Pues no, la verdad que tampoco pregunté mucho. Sólo me dijo que ya lo
sabría. Quién sabe, a lo mejor te gusta y de aquí sale otra boda jajajaja.
-Muy graciosa Charlotte, muy graciosa. ¿Entonces estaremos nosotros,
con el padrino, y los padres de Peter?
-Sí, y también su hermana Abby y sus tíos, Oswald y Kendall.
-Bueno, sí que será familiar la cena sí.
Peter salió de la ducha ya vestido y, mientras se peinaba, atendió una
llamada telefónica. Después, se sentó en la cama para ponerse los zapatos
mientras nos sonreía.
-Vais a ver ahora a mi padrino de bodas. No os imagináis quién es. Le
conozco hace mucho pero hasta hace poco no había venido a Nueva York. Ahora
vuelvo, que está en recepción esperándome.
Charlotte y yo seguimos conversando hasta que Peter volvió a aparecer
por la puerta delante de Michael Stanford. ¡¿Qué!?
-¿De qué conoces a éste hombre? – dijo Charlotte.
-Pues nos conocimos de pequeños, nuestros padres iban al mismo campo de
golf. – explicó Peter.
-¿Y porqué jugaráis al golf una temporada ya es tu padrino? Habrá gente
que tengas más cercana. – dijo Charlotte mientras se cruzaba de brazos.
-Bueno, las hay, pero Mike es más especial, gracias a él hice mis
primeros pinitos con las chicas.
-Digno de ver… - dijo Charlotte en voz baja.
-Bueno, pese a que tuve una mala decisión diciendo a la prensa que tú y
él habíais estado juntos…perdonadme por ello pero no pensaba que fuerais a
tomarlo a mal.
-No pasa nada. – comenté mirando al suelo.
-Tranquilo Pete, yo ya estoy acostumbrado a la prensa. – dijo Mike
abrazando a Peter.
-¿Estás ya preparado? – dijo Peter.
-Sí, por eso he llegado más tarde, fui a ducharme y demás a casa.
-Bien, pues vayamos al restaurante, nos espera mi familia allí. – dijo
Peter.
-¿Y tus padres, Char? – comenté en bajo.
-Cogerán un vuelo nocturno, llegarán aquí por la mañana, descansarán y
ya por la noche será la gran cena. – dijo levantando las cejas.
-Bien, pues vayamos. – dije resoplando.
Estar sentada en la parte de atrás del coche con Michael no era mi
pensamiento para un buen fin de semana en Vermont. Pero he de reconocer que
estaba tremendamente guapo. Vestía un pantalón chino azul marino y un polo azul
claro que le hacía resaltar más el color
de sus ojos. Estaba peinado despreocupadamente, como si el viento lo hubiera
hecho, pero aún así se veía hermoso. Mientras le miraba, su cara se giró y sus
ojos miraron los míos. Me sentí avergonzada de que me hubiera pillado mirándole
y al par de segundos giré mi vista hacia la ventanilla esperando que olvidara
aquella escena.