Después de varios minutos liándonos y
metiéndonos mano, salí de su habitación y fui a recoger la cocina para ir al
gimnasio a entrenar con Nikolai.
Él ya estaba allí esperándome, haciendo
unos movimientos bastante raros que supuse serían de meditación o
estiramientos.
-Bien, ya que has llegado, lo primero que
vamos a hacer es calentar, porque no queremos que te lesiones, asíque haz lo
mismo que yo haga.
Parecía fácil a simple vista, pero nada que
ver, me caí bastantes veces porque al parecer mi sentiod del equilibrio me
había abandonado. Una vez hecho al calentamiento, he estuvo hablando de la
variedad de técnicas que él sabía, y la verdad que eran bastantes. Pero para
mí, iba a enseñarme una mezcla de defensa personal, taekwondo y muay thai, es
decir, a defenderme y a atacar en caso necesario. Pero para aprender
profundamente algo de eso, primero tenía que ponerme en forma, ya que hacía
bastante tiempo que no hacía nada de deporte. Asíque estuve corriendo en la
cinta media hora, haciendo abdominales y algunas flexiones para empezar, y a
continuación, ya me dio un par de lecciones básicas sobre movimientos para
zafarme de un atacante.
-Para ser el primer día lo has hecho
bastante bien, no pensaba que se te fuera a dar tan fácil – dijo Nikolai
sorprendido.
-Bueno, he hecho lo que he podido, yo
tampoco pensaba que pudiera darte una patada en la pantorrilla en la primera
sesión, jajaja.
-Sí…me ha dolido, no esperaba ese golpe,
bien hecho. Ya sabes que yo te puedo enseñar muchas cosas, pero la
improvisación también es una buena amiga siempre que haga razonando.
-Lo tendré en cuenta. Tengo que irme,
muchas gracias por la clase, me he divertido mucho, mañana nos veremos.
-De acuerdo, hasta mañana – dijo Nikolai ya
recogiendo el gimnasio.
Después de la clase, me di una ducha rápida
en el vestuario del gimnasio, me vestí y salí directa a la puerta de casa,
donde Evan estaba esperando fuera en un Mercedes SL descapotable. Me monté en
el asiento del coopiloto, que es Reino Unido estaba a la izquierda y pude oler
a coche recién comprado.
-¿Cuánto tiempo tiene este coche? –
pregunté
-Pues un par de horas, la verdad, jajaja.
-¿Estás loco? ¿Te acabas de comprar un
coche?
-Sí, no quería salir contigo y que Nikolai
nos tuviera que llevar en su coche sabes.
-Ah, entonces es comprensible, pero debe
haberte costado una fortuna – dije fijándome bien en los asientos de cuero.
-Bueno, por el dinero no te preocupes.
Vamos a tomar una copa al Club privado que me apunté hace tiempo, allí
estaremos a gusto.
Aquel Club privado era bastante elegante,
los hombres vestían de chaqueta y corbata y las mujeres con vestidos brillantes
y tacones. Evan iba vestido bastante normal, con vaqueros, sudaders y
zapatillas, y yo con una falda corta y una camiseta normal. La verdad que no
parecíamos de allí.
-¿Qué quieres de beber? – me preguntó Evan.
-Pues… ¿un martes? Agua, jajaja.
-Anda ya, pide algo como si fuera sábado
por la noche.
-Está bien. Pues quiero un cocktail que
lleve ron, por favor.
A los dos minutos, el camarero me trajo un
vaso con curvas, de un líquido rosa, con pajitas y sombrillitas.
-Vaya, sí que se curran aquí los cockteles
– dije sorprendida.
-Sí, saben hacer cualquier cosa con las
bebidas, que algo malo sepa bien, que bebas sin emborracharte demasiado y cosas
así.
-Caray, deben ser los mejores.
-Supongo que sí. Aunque a mí mi cerveza
Paulaner no me la cambia nadie, jajaja.
-¿Bebes sólo cerveza? – pregunté.
-No, pero suelo empezar por esto, luego ya
bebo ron básicamente.
-Entonces como yo. Oye, ¿qué tal te va la
universidad?
-Bastante bien, ya sabes, la informática
parece que se me da bien, estamos hechos el uno para el otro, como nosotros
dos.
-Jajajaj, ¿crees que acabarás el año que
viene de estudiar?
-Sí, voy sacando todo a curso por año,
asíque dentro de nada estaré libre, podré irme de casa y vivir contigo y Aubree
– dijo Evan entusiasmado.
-¿Quieres irte ya a vivir conmigo?
-¿Por qué no? Si sé que quiero estar
siempre contigo, y deseo estar cada minuto a tu lado.
-Deberíamos tomarnos esto más pausadamente,
Evan. No quiero que Aubree se acostumbre a ti y luego ya no te vaya a ver.
-¿Lo dices porque crees que os dejaré
tiradas?
-Pues supongo, en algún momento creo que
sí, por eso creo que deberíamos ir más despacio
-¿Cómo puedes pensar que os dejaré? Eres mi
sol, ¿entiendes? Me ilusionas mucho y no creo que pudiera dejarte nunca, y
quiero que entiendas eso – dijo Evan cogiéndome de las manos.
-Sí, si entiendo lo que dices, pero…ya creí
antes en promesas que no se cumplieron, por eso ahora quiero ir con cuidado.
-¿Te hicieron daño?
-Sí, muchísimo.
-Bueno, no te preocupes, aquí me vas a
tener siempre, yo te quiero, ¿vale? TE QUIERO – dijo enfatizando las palabras –
y te querré siempre. Olvidarás lo que te pasó y serás feliz conmigo.
-Eso espero.
Una hora después, ya estábamos bastante
bebidos. Evan le dio las llaves del coche a uno de los porteros de aquel Club y
le dijo que nos llevase a algún lugar que no llegué a oír porque estaba
riéndome muchísimo.
No me enteré de aquel viaje, pero pronto
nos encontramos ante una gran fachada iluminada y pude leer “Rosewood London”.
Evan me cogió de la cintura y me condujo
dentro de aquel edificio en el que pude darme cuenta que era un hotel de lujo.
Nos montamos en el ascensor y un botones nos condujo hasta una gran habitación,
que supuse era una Suite.
-¿Qué hacemos aquí? – pregunté.
-Creo que es mejor que duermas aquí que en
tu casa, porque es mejor que no estés con Aubree cuando hayas bebido.
-Pues le tengo que mandar un mensaje a
Alice, para que se ocupe de ella, o que le diga a Lori que se la quede esta
noche.
-Sí, será lo mejor. ¿Quieres otra copa? –
me preguntó Evan.
-Me has traído aquí porque estoy muy bebida
¿y aún así quieres que beba más?
-Jajaja, bueno, ya que estás segura en una
habitación para dormir, ¿por qué no?
-Está bien, ponme una.
Tras mandar un mensaje a Alice, Evan y yo
nos tomamos otra copa jugando al Black Jack con unas cartas que encontramos.
Nos reímos bastante porque a veces cumplíamos con las reglas del juego y otras
no.
-Pongamos el juego más interesante. Quien
pierda la siguiente partida, tiene que quitarse una prenda, ¿qué me dices? –
dijo Evan.
-Bueno, espero que no vayas a pasar frío
cuando te gane – dije bromeando.
En realidad, los dos perdíamos bastante,
asíque nos quedamos en ropa interior bastante pronto. Normalmente me hubiera
cohibido, pero con tanto alcohol me daba un poco igual aquella situación. Evan
fue a echarnos otra copa, y cuando regresó se sentó a mi lado, a poco más de un
palmo de mí.
-Aquí tienes, ya es la última, porque veo
que mañana no podrás ir a trabajar decentemente.
-La verdad, creo que tendré una gran resaca
por tu culpa, menos mal que íbamos a tomar sólo una copa.
-Cierto, pero nos lo estábamos pasando tan
bien que quería que durase para siempre – dijo Evan sonriendo.
-Para siempre me durará la resaca, ya
verás.
-No te preocupes, yo te ayudaré mañana en
lo que pueda para que no tengas que trabajar tanto.
-Da igual, es mi trabajo y tengo que
hacerlo en cualquier condición – dije firmemente.
-De acuerdo. Oye, ¿qué hacías antes de venir a Londres?
-Pues…no gran cosa, era de Los Ángeles, me
mudé a Nueva York, trabajé un poco, tuve un novio y nació Aubree – dije
mintiendo.
-¿No has estudiado en la universidad?
-Qué va, bueno, la empecé pero la dejé
porque quería mudarme a Nueva York a vivir sabes, pero al final acabé como
camarera y con un bebé.
-Vaya, no es que hayas vivido el sueño
neoyorkino como quien dice – dijo Evan pensativo.
-La verdad que no, pero no me arrepiento de
haber tenido a Aubree, es lo mejor que voy a tener siempre.
-Por supuesto. ¿Y qué te gustaría haber
sido?
-Pues…escritora quizás, pero sin estudios
pues es bastante improbable.
-Quien sabe, quizás algún día logres
escribir un best seller, todo el mundo conozca tu libro y hagan una versión
para la gran pantalla, todo eso ganando millones.
-Sí…suena bastante bien, aunque imposible,
jajaja – dije pensando que aquello era justamente lo que me había pasado.
-Eres un angel, ¿lo sabías? Estoy loco por
ti, me encantas, de verdad. Quiero todo contigo.
-Evan…ya hablamos de eso, vamos más lento,
¿vale?
-Es que no puedo, estoy en una nube…
Evan empezó a besarme apasionadamente y yo
a él. Aquel momento era el primero en que me sentía feliz desde que ocurrió lo
de Michael y tener que irme del país. Le había dicho a Evan no ir tan rápido,
pero ahora mismo deseaba pasar la noche con él, había sido todo perfecto.
Entonces, Evan me recorrió la pierna de abajo a arriba, acariciándome
suavemente hasta tener su mano debajo de mi falda. Poco después, se acercó
mucho más, hasta tener nuestros cuerpos pegados y me tumbó hacia atrás, ya que
estábamos sobre la cama. Pronto metió su mano bajo mi camiseta y acarició mis
pechos desnudos porque no había llevado sujetador, eso me hizo estremecer y que
se me pusiera la piel de gallina.
En cuestión de minutos acabamos desnudos
bajo las sábanas, besándonos, tocándonos y sintiéndonos mutuamente. En esos
instantes, sí que podía imaginarme con él para siempre, paseando por un parque
con varios hijos y muy felices, era algo que me había llenado de repente el
corazón, sí, realmente pensaba que podía ser él.
A las seis de la mañana nos despertaron por
teléfono el personal de recepción, asíque nos duchamos rápidamente para poder
volver a casa de los Turner, él a coger su mochila e ir a clase y yo para
trabajar.
Entramos por separado para que nadie
sospechara nada, aunque seguramente a Nikolai no lo habíamos engañado.
Me puse enseguida a hacer el desayuno, unos
chorizos con tostadas de mantequilla y mermelada, café y zumo e inmediatamente
llevamos a Rose y Evan a sus clases.
A la vuelta, Nikolai no dijo una sola
palabra, simplemente se dedicó a conducir tranquilamente, ya que él era muy
cuidadoso con respecto a la salud. De nuevo en casa, limpié los tres baños de
la planta baja, un trabajo muy laborioso, ya que los grifos eran de oro y
estaba todo lucido con mármol blanco.
Poco después, me puse a hacer cordero al
horno con una ensalada mediterránea, pero Nikolai apareció en la cocina para
beber agua, se notaba que acababa de entrenar él solo porque estaba sin
camiseta sudando. No había visto así jamás a Nikolai, pensaba que era muy
reservado, todos los días entrenaba con una camiseta.
-¿Quieres que te prepare una limonada? – le
pregunté amigablemente.
-No.
-No es molestia, ¿eh? Se hace en un
momento.
-No. Y hoy no habrá entrenamiento.
Aquella contestación no era usual en
Nikolai, algo le estaba pasando, pero creía que era mejor dejarle espacio y ya
le preguntaría en unos días.
Al mediodía, fuimos a recoger a Evan y
Rose, comieron y, después, Evan se vino a escondidas conmigo al cine a ver una
película, aunque la verdad es que no nos enteramos de nada porque estábamos
todo el rato besándonos y haciéndonos carantoñas. Al acabar la sesión, Evan me
llevó a casa, donde me dio un dulce beso de buenas noches.
-Estoy deseando ya que llegue mañana para
verte y estar contigo, no sabes lo que me haces sentir – dijo Evan cogiéndome
de la barbilla y mirándome a los ojos.
-Yo también quiero que llegue mañana, pero
antes he de estar con Aubree, que hace muchos días que no estoy atenta a ella.
-Lo sé. ¿Por qué no nos vamos los tres el
fin de semana a algún lado? Así podría conocerla, estar nosotros dos y además
pasas tiempo con ella.
-Suena bastante bien, ya te lo confirmaré
el jueves, que mañana aún es miércoles y no sé si tu madre requerirá de mis
servicios el fin de semana.
-Espero que no. Oye, quiero que sepas que
anoche…fue la mejor de mi vida, el estar contigo de aquella manera,
sintiéndonos piel con piel, haciendo el amor…fue absolutamente exquisito, no lo
habría cambiado por nada del mundo, eres perfecta, te amo – confesó.
-¿Me…me amas?
-Por supuesto, y sé que me dirás que es muy
pronto pero, yo lo siento así, quiero verte a todas horas, estar contigo, no
dejo de pensar en ti, en qué podríamos hacer…
-Vaya, yo he de reconocer que sí que pienso
en ti bastante tiempo al día, al menos desde hace un par de días, y que sí que
me he imaginado contigo en plan para siempre, ¿sabes? – dije sonriendo.
-¿De verdad? ¡Me haces el hombre más feliz
del mundo! Te amo preciosa.
Una vez recogí a Aubree de casa de Lori,
estuvimos cenando junto con Alice, quien había tenido un día bastante bueno en
el Sturbacks porque le había dado una enorme propina.
-Pues creo que quizás me compre algo de
ropa nueva, hace mucho que no voy de compras.
-Eso estaría muy bien, si quieres te
acompañamos Aubree y yo.
-Vale, ¿mañana a la salida del trabajo? –
preguntó Alice.
-En principio sí, pero te lo confirmaré por
teléfono, porque no sé si Nikolai querrá darme mañana una hora de clase de
defensa, ya sabes.
-Ah sí, me lo dijiste. Un tipo raro.
-Así es, pero hoy ha sido de lo más
extraño, ha ido por la casa sin camiseta y además me ha hablado súper cortante
y seco – dije pensativa.
-Es ruso, a saber cómo son por allí en
realidad.
-Ya, pero no sé, quizás es porque sabe que
Evan y yo estamos juntos. Él me ha dicho alguna vez que no haga nada porque es
el hijo de los Turner, es joven y demás, no sé si es por eso.
-¿Crees que está celoso?
-¿Celoso Nikolai? No creo que él tenga
sentimientos de ese tipo con nadie, es muy reservado.
-Quizás esté celoso pero de que crea que tú
le quitarás a la familia, quiero decir, que él lleva más tiempo que tú alí y tú
te estás adentrando más que él al estar con Evan de pareja, ¿entiendes? – se
explicó Alice.
Sí, sí, te entiendo. No había pensado en
eso, y la verdad es que es totalmente plausible… - iba diciendo hasta que sonó
mi teléfono móvil.
Era una llamada de Amelia, la chica que
tenía la empresa de limpieza. Decía que no necesitaba que fuera más a la casa
de los Turner porque estaban haciendo una reducción de personal, y como yo era
la última chica que había entrado en esa empresa, lo lógico era que prescindieran
de mí.
Aquello no me lo esperaba para nada, fue un
jarro de agua fría. Aunque no necesitaba el dinero porque tenía suficiente para
varios años, necesitaba empezar una vida nueva y ahora me había quedado sin
trabajo y tenía que buscar otro.
Alice se quedó también sorprendida, pero me
animó bastante y dijo que me ayudaría a encontrar otro empleo. Después de cenar
y jugar un rato, acosté a Aubree y me quedé hablando con Alice sobre Evan.
-¿En serio te ha dicho que te ama, tía? –
se quedó Alice estupefacta.
-Sí, de verdad, yo también me quedé que no
me lo podía creer. Si apenas han pasado unos días, es bastante increíble.
-Pues sí, yo no me fiaría mucho, ¿eh? No
puede ser que en tan poco tiempo sienta algo tan fuerte, si en pocos días ni en
un mes. Que estamos hablando de que quiere estar el resto de la vida contigo.
-Lo sé, pero ¿sabes? Aún no creo que haya
llegado a tal nivel de amor como él hacia mí, pero sí que estoy sientiendo
cosas grandes por él, y realmente me asusta porque no quiero abrirme totalmente
después de mi última relación – dije mientras comía unos ganchitos.
-Bueno, no me has hablado mucho de tu vida
anterior, no puedo aconsejarte tía.
-Mi última relación iba bien, pero descubrí
que me mentía con otra chica, además también me mentía con otras cosas de
trabajo, no sé…
-Pues mi consejo es que si alguien te
engaña por algo así, es mejor dejarle, porque si te lo hace una vez te lo hace
mil, además pierdes tiempo de tu vida con una persona con la que no llegarás a
nada y puede que entonces no conozcas a quien es en realidad tu media naranja.
-Tienes toda la razón, pero estuve mucho
tiempo con él, tuvimos a Aubree…es complicado olvidar al padre de tu hija,
¿comprendes?
-Sí, y debe serlo, no digo que le vayas a
olvidar, ni mucho menos se olvida algo así. Sólo aprendes a convivir con ello.
Céntrate en Evan, te gusta mucho y crees que podréis tener un futuro – comentó
Alice bebiendo Coca cola.
-Sí, eso creo, aunque también pienso en que
tiene veinte años, apenas está comenzando a vivir, y vale que yo tampoco sea un
ancestro fósil porque tengo veintitrés, pero sí que creo ser más madura que él
porque he debido serlo por Aubree.
-Es normal que tengas miedo, pero si no
pruebas no sabrás si es el elegido.
-Ya…bueno, vámonos a dormir, que aunque yo
no tenga que trabajar mañana, tú sí.
-Exacto, tía. Pero igualmente madrugas, te
vienes conmigo al Sturbacks y miras en el periódico a ver si hay empleo.
Alice era fantástica, hacía nada que la
había conocido y me ayudaba y aconsejaba con todo, había tenido mucha suerte de
haberla encontrado, ya la consideraba como una gran amiga.
Al día siguiente, me fui con Aubree al
Sturbacks y desayunamos allí. Aubree estaba embelesada comiendose un donut de
chocolate mientras jugaba con unas mini muñecas que habíamos llevado de casa, y
yo andaba mirando la sección de empleo. No había mucho, la verdad, y de lo que
había yo no sabía nada, como contable o ingeniero.
-Bueno, era improbable que encontraras el
primer día, es un proceso que puede ser rápido o lento – dijo Alice.
-Ya…seguiré insistiendo.
-Podrías echar aquí un currículum, por
probar no pierdes nada.
-Cierto, voy a llevárselo a tu jefe.
El jefe del aquel Sturbacks, Timothy, era
un hombre mayor, o al menos eso aparentaba, además era buena persona, no solía
echar broncas a sus empleados si era estrictamente necesario. Asíque fui a su
despacho y le entregué mi currículum.
Tim estuvo mirando los papeles que le
entregué con unas gafas que le hacían los ojos enormes, y después de unos
minutos sonrió y dijo: “contratada”.
¡No lo podía creer! Qué suerte había
tenido… Fui corriendo a decírselo a Alice y lo celebramos allí con un buen
batido y nata por encima. Me había quitado un gran peso, puesto que ahora ya
tenía una excusa para decir de dónde gastaba el dinero, por poco que cobrase
allí.
Unos minutos más tarde, me llegaron a la
vez un montón de mensajes y llamadas perdidas de Evan, quien supuse habría
sabido ya que no iba a volver a trabajar en su casa. Le envié un mensaje
contándole lo que Amelia me había dicho y que había conseguido un empleo en el
Sturbacks cerca de mi casa, además le dije que podíamos quedar después de que
él saliera de clase para hablar.
No sabía si Nikolai me seguiría dando
clases pero después del numerito de ayer supuse que pasaría olímpicamente, además
que ya no trabajaba con él, no era su responsabilidad.
Sobre la hora de comer, Evan apareció en mi
casa llamando impacientemente. Cuando abrí la puerta se me abalanzó dándome un
fuerte beso y un abrazo.
-¿Qué te ocurre? – dije asustada.
-Pensaba que no te iba a ver más.
-Estoy aquí, ¡no me he ido a China! Jajaja.
-Ya, pero cuando mi madre me dijo que ya no
ibas a trabajar más allí…me puse en lo peor, creía que me habías abandonado.
-¿Qué dices? Anda que no has exagerado…te
quiero y quiero estar contigo, ¿vale? – dije calmándole.
-Ay…muchas gracias por existir…eres lo más
grande que tengo en mi vida, no sé qué haría sin ti…
Tras decirme aquello, nos volvimos a besar,
nos desnudamos e hicimos en el amor en mi cama mientras Aubree estaba en el
salón dentro de su parquecito de juguete. Habíamos dejado la puerta
entreabierta por si le ocurría algo.
Más tarde, Evan se fue a regañadientes, ya
que tenía que estudiar y hacer un trabajo, pero no iba a dejar de mandarme
mensajes durante el resto del día.
Poco después, Nikolai apareció en el
rellano de mi puerta, lo que me sorprendió bastante tratándose de él.
-¿Qué haces aquí? – pregunté curiosa.
-Pues me he enterado de que no vas a volver
y quería saber si estabas bien.
-Oh, sí, estoy bien. Ya tengo otro trabajo
en el Sturbacks del final de la calle.
-Me alegro entonces. Oye, respecto a las
clases, creo que debería seguir siendo tu profesor y tener sesiones diarias,
que no trabajes en casa de los Turner no quiere decir que no puedas aprender a
defenderte.
-Sí, pero quizás sea mejor que vaya a unas
clases normales como el resto de mortales, sabes.
-Sabía que dirías eso, pero ya que has
empezado conmigo, deberíamos acabarlo, además, hasta que encuentres unas clases
pueden pasar días, y no es bueno que andes sin saber defenderte – dijo en tono
obligatorio.
-Está bien…pero lo hago para no discutir,
jajaja. ¿Cómo será el horario?
-Pues de lunes a viernes, una hora al día.
Tú me mandas un mensaje cuando no estés trabajando y yo vendré a enseñarte.
-¿No vamos a ningún gimnasio?
-No, no hará falta. Nos vemos mañana – dijo
Nikolai yéndose por la puerta.
No quise darle vueltas a la visita de
Nikolai porque era un hombre bastante complicado, no sabía por qué hacía lo que
hacía, asíque simplemente decidí ir a sus clases sin rechistar.
La semana pasó rápidamente porque en el
Sturbacks se trabajaba mucho y a contrarreloj. Pero aquello era bueno porque me
hacía pensar menos en todas las cosas que tenía dentro de mi cabeza. Las tardes
libres las pasaba con Evan, y una hora de aquellas tardes también las pasaba
entrenando con Nikolai, quien decía que me parecía a una esponja porque
absorbía los conocimientos de defensa y ataque muy rápido.
Lamentablemente, el fin de semana no pude
irme con Evan ni Aubree por ahí como habíamos hablado porque tenía que
trabajar. Nos veíamos menos que antes cuando trabajaba en su casa, estaba claro,
y él se ponía bastante impaciente cuando no nos podíamos ver.
-Intento no estar nervioso por verte, pero
es que estoy deseándolo, ¿no me entiendes? – dijo un poco triste.
-Claro que lo entiendo, pero tienes que
darte cuenta que millones de parejas no se ven todos los días, ¿vale? Y no por
eso te quiero menos, quiero que lo sepas.
-Lo sé, pero estábamos tan bien cuando
trabajabas en mi casa… ¿Por qué no dejas el trabajo? Yo tengo dinero, te pagaré
todo.
-¿Estás loco? No. Yo soy una persona
independiente, además tengo una hija, es mi responsabilidad comprarle ropa y
comida, no tuya, por ahora – dije un poco ofendida.
-Sí, pero así nos podríamos ver todos los
días.
-Evan, tienes que madurar y comprender este
cambio, tienes que aceptarlo y sosegarte. Estoy aquí, no estoy yéndome.
-De acuerdo, lo intentaré.
Las siguientes dos semanas fueron más de lo
mismo con Evan. Teníamos bastantes discusiones sobre no pasar tiempo juntos y
sobre los celos. Cada vez que me veía hablar con un chico en el Sturbacks, ya
pensaba que le iba a dejar. Todo esto hizo que él mismo se distanciase un poco
y no estuviera tan atento como antes, y eso yo lo notaba mucho porque yo seguía
estando con él como el primer día.
Un viernes, mientras entrenaba en casa con
Nikolai, me hizo parar porque le estaba dando muchos puñetazos sin razón.
-Claire…yo no te enseñé así. ¿Qué te
ocurre? – me preguntó con el ceño fruncido.
-Nada, sigamos.
-No, no voy a seguir hasta que no me digas
qué te pasa, la rabia impide que hagas bien los entrenamientos.
-Es Evan.
-¿Qué pasa con él?
-Pues ya sabes que llevamos juntos unas
semanas, pero se ha vuelto muy distante, hemos peleado bastantes veces sobre
que no nos vemos lo suficiente y él…es como si hubiera cambiado – dije apenada.
-Si quieres que te diga algo, no deberías
estar así, es normal que una pareja no se vea cada día, hay muchas cosas que
hacer, y si él no sabe ver eso es que no te valora lo suficiente.
-Pero él me dijo que me amaba, que quería
pasar el resto de su vida conmigo, no lo entiendo.
-Evan es un chico de 20 años, no puedes
esperar que alguien con su edad cumpla con esa promesa.
-Ya…debería haberlo imaginado.
-No quiero decir que no te quiera o te haya
querido, pero parece que si las cosas no son como él quiere no es capaz de
luchar por ello.
-¿Tú sabes algo? – pregunté.
-¿Yo? ¿Por qué iba a saber algo?
-Porque vives allí con él. Le llevas a
clase, debes saber si ocurre algo más.
-Claire yo…
-Nikolai, por favor, necesito saber – le
supliqué.
-Bueno, yo…ya sabes que vigilo todo, y Evan
ha salido mucho de casa todos estos días. Le he visto salir con una chica
y…bueno, ya sabes.
-¿Está con otra?
-Sí.
-Dios mío…y yo intentando luchar por él… -
dije doliéndome el pecho.
-Pero tú vales mucho más que él,
encontrarás a alguien perfecto para ti.
-¿Por qué siempre acabo con tíos que me
engañan? Y encima me había hecho tantas ilusiones con él…yo estaba empezando a
enamorarme de él, había sido tan dulce conmigo…
-Tienes que empezar de nuevo. Eres
preciosa, de verdad, puedes tener al hombre que quieras – confesó Nikolai.
-Ahora mismo…no sé qué pensar, necesito
estar sola.
-Está bien, nos vemos el lunes entonces.
Nikolai recogió sus cosas y se fue. Evan me
había engañado, justo cuando pensaba que él podría ser el definitivo me hacía
esto. Un rato después, recibí un mensaje de Evan diciéndome que le parecía que
lo mejor era que dejáramos la relación, que el estar separados y no poder
vernos cada día era mucho para él, que no era por ninguna otra razón.
Encima tenía la cara de decirme que no
había otra razón con forma de tetas de por medio, ¡encima! Aquello me hizo
enrabietar muchísimo, al menos debería tener la decendia de decir la verdad.
Cuando Alice llegó a casa, se lo conté todo y no podía creerse lo que Evan me
había hecho, ella también se puso furiosa.
-¡Es un cerdo! ¡Y un cobarde! No vuelvas a
hablar con él, te lo digo en serio, no merece ni que le mires a la cara – dijo
Alice alzando la voz.
-Lo sé, y créeme que ahora mismo no
pretendo hablar con él.
-Menos mal, y ya verás como encuentras a
alguien mejor que él, de verdad que es un crío.