lunes, 19 de mayo de 2014

Capítulo 7



Me fui en el Madza rojo muy pensativa. ¿Qué significaba eso de que era suya? Daba mido que fuera tan posesivo…aunque quizás lo decía porque no podía imaginarme con otro, al menos no ahora que estoy con él. Sería porque le había dicho que no iría a trabajar hasta que acabase los exámenes pero, ¿realmente no iría ni un día? No sé si podría estar tanto tiempo sin verle.
Por otro lado, ¡había perdido mi virginidad con Michael Stanford! Era totalmente subrealista. Jamás en toda mi vida pudiera haber pensado que tendría tanta suerte de tener un hombre como aquel, y más en mi situación. Aún podía notar sus caricias y besos en todo mi cuerpo, y a él dentro de mí, era una sensación totalmente indescriptible. Y deliciosa. Había sido mío por una vez. ¿Él era mío? Por una vez creo que empecé a comprender el por qué de aquellas palabras que Michael soltó por su boca “recuerda que eres mía”

Fui directamente a casa de Charlotte para explicarle todo lo acontecido desde hacía unos días. Ella estaba en pijama, pero realmente ni lo parecía porque estaba resplandeciente, como cada día a pesar de haber estado enclaustrada en casa estudiando como yo.

-¡Laura! ¡Ya puedes contarme absulotamente TODO! – dijo enfátizando la palabra todo.
-Pues verás Char, teníais razón, le gustaba a Michael. – dije tranquilamente.
-¡¡¿Qué?!! ¿Cómo lo sabes? – gritó enfermizamente.
-Pues…me pidió ser su novia después de algunas cosas sucedidas días atrás.
-Ya puedes irme explicando.
-Como ya sabes, me contrató para trabajar en su empresa. Yo me emocioné, pensé por un momento que yo le gustaba y por eso contrató a alguien como yo. Pero el primer día le encontré con una chica, Kristen, impresionante, en su despacho y me cayó como una jarra de agua fría. Me desilusioné. Sé que no podía enfadarme porque no éramos nada, pero no podía evitarlo. Los días siguientes estuve bastante distante porque no quería que me gustara más de lo que ya lo hacía. Así llegó el día que fuimos a Dragonfly. – conté lentamente.
-Ese día desapareciste bastante tiempo, ¿estuviste con él? – dijo con los ojos muy abiertos.
-Sí, no sé cómo pero estaba allí. Me pidió ir a la zona Vip donde él tenía un sitio asíque accedí. Hablamos un poco sobre cómo había ido mi primera semana en el trabajo pero empezó a decirme que si me gustaba Scott porque nos había visto hablando y abrazándonos.
-¿Te abrazaste con Scott? – dijo incrédula Charlotte.
-No es lo que piensas. Me preguntó si Chelsea estaba con alguien porque le gustaba y le dije que no, me lo agradeció con un abrazo y ya está, no saques las cosas de quicio.
-¡Caray! No tenía ni idea…
-Bueno pues empezó a echarme en cara eso y me puse furiosa, ¿por qué tenía que decirme esas cosas sobre Scott? ¿Qué le tenía que importar a él? Le dije que quería volver con mis amigos pero me cogió del brazo y me dijo que no me fuera con Scott, así que le grité que si no quería eso que él dejara de estar con Kristen.
-¿Qué? Dios mío, Laura, ¡estaba celoso! Es muy celoso…y tú muy bien por decirle lo que pensabas la verdad, yo no habría podido aguantarme tampoco.
-Sí, estallé. Después me dijo que ella no era quien yo creía, y que yo le gustaba, que le hacía sentir feliz como nunca antes había sido. – dije sonriendo y recordando justamente ese momento.
-¿Sí? Oh…es súper romántico Laura, me alegro mucho.
-Sí pero no me lo creía porque mírame, yo no soy una chica para él y Kristen sí lo era.
-No te infravalores chica…hazme caso. – me advirtió Charlotte.
-Ya, él me dijo que no quería una Kristen, si no que me quería a mí tal y como era. Total que me tuve que ir con vosotros y me despedí. Los días siguientes no apareció en el trabajo y no supe nada de él. Por una parte me daba vergüenza encontrármelo después de aquella conversación pero me podían más las ganas de verle. Pero nada. Así que llegó el día que nos dijeron que teníamos que empezar a estudiar para los exámenes y me enclaustré. Mandé un e-mail al trabajo diciendo que no iría hasta finalizar los exámenes. Y antes de ayer, después de cinco días desde que mandé ese e-mail, salí por primera vez de casa a despejarme de tanto estudiar y voy y me encuentro a Michael en un coche porque vigilaba mi casa. – comenté.
-¿Te vigilaba? Qué siniestro…
-Verás, me dijo que la empresa no recibió mi e-mail y que no sabía nada de mí. Me llamó y demás pero claro, yo estaba estudiando y apagué todas las maneras de comunicación por lo que no podía localizarme, asíque por eso lo hizo.
-Aún así da miedo. – analizó Charlotte.
-Ya, pero después me dijo que lo había pasado muy mal sin saber de mí. Que no fue a trabajar por unos problemas personales y que después yo desaparecí. Que no quería volver a sentir eso y me pidió que fuera su novia…
-¡Dios! Cómo me gustan estas historias – sonrió Charlotte enseñando todos sus perfectos dientes.
-Quedamos en vernos al día siguiente, o sea ayer, a pasar la noche y necesitaba tu coartada por mis padres. Fui a su casa, que por cierto es enorme, está en Winding Way, Malibú, y estuvimos pasando el rato plácidamente. Fue genial en serio. Un picnic, películas, cena y…bueno, nos acostamos. – conluí sonrojada.
-¿Qué me dices? ¡No puede ser! ¿Por fin? Ohhh mi Laura, ¿y qué tal fue? – se interesó Charlotte.
-Pues, creo que fue lo más bonito del mundo, fue dulce, apasionado, con sentimiento, me volvía loca…
-¿Y…llegaste? – preguntó Charlotte.
-Claro que sí, era asombroso.
-Al final me va a caer bien ese Mike. – sonrió Charlotte.
-Sí…tengo un poco de miedo porque quiero abrir mi corazón pero no quiero que me hagan daño.
-Te entiendo y es normal que sientas eso, pero si de verdad quieres estar con alguien y quererle en serio, debes abrirlo totalmente, aun a riesgo de que te duela después. – me explicó Charlotte.
-Es que parecemos tan distintos…y no sé apenas nada sobre él.
-Para eso están las citas, el día a día.
-Ya, pero es tan misterioso a veces, y posesivo. Me dijo que yo era suya.
-¿Sí? Bueno, no tiene por qué serlo aunque haya dicho eso. Creo que también puede decirlo porque quiere que seas para él, por siempre, ¿sabes?
-Bueno, lo entiendo, pero me pareció lo otro… ¿Crees que hago bien en salir con él? - dije dubitativa.
-¿Por qué no? Puedes salir con cualquiera, y si además es rico, pues mejor ¿no?
-Si, supongo.
-¿Me prometes que abrirás tu corazón un poco?
-Sí, la verdad que he estado reprimiéndome ante él, pero me he abierto, solo que no se lo he hecho saber.  – expliqué detenidamente.
-Ya, es un mecanismo de defensa pero la próxima vez que le veas, hazle saber un poquito más lo que le quieres, porque le quieres, ¿verdad? ¿Te has hecho ya esa pregunta?
-No, no me la he hecho. Pero, no dejo de pensar en él, quiero estar todo el rato a su lado y me muero por besarle.
-Le quieres.
-Le quiero, sí. – digo sonriente ante tal descubrimiento.
-Y estás enamorada Laura, y mucho.
-Eso también creo yo, jaja.
-Bueno, ya veremos cómo van pasando los días y valoraremos, ¿vale? – me dijo Charlotte.
-Sí, me alegra contarte todo esto. Michael no quería porque creía que lo dirías, pero le convencí, te dio un voto de confianza.
-Ya no me cae tan bien, eh, jajaja. No diré nada, no te preocupes.

Después de hablar con Charlotte me quedé más tranquila. Estaba claro que necesitaba el consejo de alguien y de su experiencia.
Volví a casa y me fui directamente a la habitación a estudiar, pero no sin antes encender el Iphone para mandar un e-mail a Michael. Casualidad de la vida sonó y vi que me había llegado un mensaje primero. Era de él. Sonreí. Le quiero.

Para: Laura Stevens
De: Michael Stanford
Asunto: Echándote de menos
“Espero que hayas llegado bien a casa, estaba preocupado porque no sabía si habrías llegado bien. Estoy sentado en mi despacho deseando verte de nuevo, esta casa es muy grande sin ti. Ando recordando nuestra primera noche, en mi cama y, nena fue maravilloso, contando horas para volver a estar así contigo.”

Releí el mensaje varias veces y cada vez le quería más, lo que me hacía sentir no tenía palabras.

Para: Michael Stanford
De: Laura Stevens
Asunto: Pronto
“Llegué bien a casa, aunque antes pasé por casa de Charlotte para contarle, no va a decir nada (no te preocupes) y me siento mucho más tranquila teniendo a alguien con quien hablar, a parte de ti, claro. Yo también he recordado mucho los momentos de ayer y ansío la hora de volver a estar junto a ti. La imagen de nosotros dos en tu cama haciendo el amor…no tengo palabras para expresar tal felicidad. Te quiero.”

Mientras me cambiaba de ropa para estar más cómoda, sonó otro mensaje.

Para: Laura Stevens
De: Michael Stanford
Asunto: Siempre
“Es la primera vez que me dices que me quieres y, es la primera vez que sé que me lo dicen en serio. Te doy las gracias por hacerme sentir el hombre más feliz del mundo por tenerte, por ser mía. Quiero que siempre estemos juntos, te quiero princesa. PD: Momentos como los de ayer en mi cama se repetirán, muchas más veces, dalo por seguro.”

Para: Michael Stanford
De: Laura Stevens
Asunto: Feliz
“Yo también quiero que estemos siempre juntos, espero con impaciencia otra noche contigo. Te quiero. PD: Voy a seguir estudiando.”

Tenía que cortar la conversación como fuera porque si no podría pegarme todo el día escribiéndole. Debía centrarme en mis exámenes y para ello me adentré en una torre de libros.
En los días sucesivos, visité Vatimber en un par de ocasiones, no para trabajar, sino para ver a Michael, quien se puso loco de contento por verme allí.

-¡Has venido! Me encanta que estés conmigo, nena… - me dice mientras me besa y me abraza fuertemente.
-Si, he salido a despejarme de tantos libros un rato, pero no para trabajar aquí. Quería verte asíque aquí estoy, contigo. – dije sonriente.
-Me alegro que tomaras esa decisión, jaja, ven siéntate conmigo en el sofá.

Nos sentamos y estuvimos besándonos todo el rato. Subió un poco de temperatura la atmósfera del despacho cuando empezó a desabrocharme la camisa y los pantalones.

-Mike… ¿aquí? – dije entre besos.
-No va a entrar nadie, te lo aseguro. No tengo ninguna reunión. –contestó.
-Ya, pero aún así…
-¿Vamos a tu despacho? –sonrió.
-De acuerdo. – dije pícaramente.

Me cogió de la mano y me llevó a mi despacho. Allí me sentó encima de mi mesa y terminó por desabrocharme la camisa.

-Eres preciosa, Laura… - dice sin aliento.

Me quitó los pantalones y la ropa interior mientras yo también le desvestía rápidamente. De pronto estábamos sudando, era placer puro, necesitaba hacer el amor con él, no había otra salida. Lo anhelaba.
Así Michael se puso un condón y me penetró bruscamente, aunque a mí no me dolió y provocó en mí más placer. Sus movimientos eran rápidos y salvajes y yo me volvía loca, me ardía la sangre, no podía resistirme a él. Poco después nos fuimos y acabamos rendidos sobre la mesa.
-Ha sido espectacular, Laura, es increíble hacerlo contigo, todo lo que siento… - dice mientras su cuerpo está sobre el mío.
-Desde luego, no puedo imaginar nada mejor, esto contigo. – digo felizmente.

Nos vestimos enseguida y volví a casa con una sonrisa en la cara. Acabar acostándome con Michael en su despacho, dentro de mí despacho, era algo totalmente nuevo, si no llega a ser por él no sé si lo habría hecho en un lugar público. Pero me encontraba fenomenal.

El día de mi cumpleaños, mis padres me despertaron cantándome, como cada año. Preparon mi desayuno favorito, tostadas, tortitas con chocolate y nata, bacon, salchichas y zumo.

-¿Qué tal te sientes con 18, hija? – preguntó mi padre alegre.
-Pues igual que con 17, papá, jaja, ya más adelante te diré. – respondí con un trozo de tortita en la boca.
-Toma, tu regalo de cumpleaños. También es de Kyle, pero hoy tenía un examen y no ha podido venir. Lo siente mucho. – explica mi madre.
-Oh, no pasa nada, le mandaré un mensaje dándole las gracias… - abrí el regalo - ¿Qué? Oh mamá, papá, muchas gracias, es un recuerdo precioso. – dije mientras sonreía ampliamente.
Era un cuadro con muchas fotos nuestras, mis padres y mi hermano en todos los lugares de vacaciones que habíamos estado. También una pluma profesional para que escribiera en la universidad. Y, por último, una pulsera muy bonita de bolitas pequeñas plateadas.
-Es genial, me encantan, ¡muchas gracias! – dije mirando mis regalos.
-¿Vas a salir con tus amigos para celebrarlo? – comentó mi padre.
-Sí, supongo que sí, Charlotte ya se encargará de eso, ya sabéis como es, jaja. – dije mientras terminaba una tostada.

Después de desayunar miré el Iphone y vi varios mensajes de mis amigos felicitándome. Charlotte, Scott, Chelsea, Tommy, Kevin, Brady…todos del insituto, pero me faltaba uno importante: Michael. No tenía ningún mensaje suyo, ¿se habría olvidado de mi cumpleaños? No es que quisiera celebrarlo mucho, pero al menos esperaba su felicitación y más siendo el primer año que tenía novio.
Poco después llegó un mensaje de Charlotte diciendo que vendría a mi casa después de comer, así que me dispuse a aproverchar el resto de la mañana estudiando.

Charlotte apareció por la puerta de mi habitación con los brazos abiertos dispuesta a darme un abrazo cumpleañero.
-¡Felicidades Laura! Ay 18…quién lo diría… - dijo mirando al techo.
-No seas boba, jajaja, tienes la misma edad que yo.
-Ya, pero te veo como una hermana pequeña. – dijo mientras colocaba encima de mi cama un monton de ropa y complementos.
-¿Qué es eso? – pregunté.
-Pues ya sabes que tienes que estar espectacular esta noche, vamos a salir, ¿recuerdas? Es tu cumpleaños.
-Ah si, ¿a dónde iremos?
-Es una sorpresa. – dice enigmáticamente.
-¿En serio? Mira que no quiero que haya mucha gente, ya me conoces…
-Es tu cumpleaños, disfrútalo. Ahora vamos a prepararte.


Me cogió y me llevó a la ducha. Me arregó el pelo y lo alisó, me maquilló y eligió la ropa para mí, de esa ropa que tanta tenía ella y tan cara.

-¿Pero esto no es demasiado elegante? – dije.
-No creo, vamos elegantes todos.

Era un vestido azul marino largo hasta el suelo con una raja desde la cadera hasta debajo de la falda muy vaporosa. El corpiño era palabra de honor y hacía que mis pechos parecieran muy grandes, más de lo que ya eran.
Los zapatos tenían unos trece centímetros, lo que me hacía tambalearme mucho pero también ser más alta y esbelta. Me dejó también un bonito collar con piedras azules y plateadas y unos pendientes a juego.

-Estás espectacular, Laura, por fin mi obra maestra contigo, no pareces tú.
-Eso decía yo. ¿Cómo voy a ir así? ¿Es una entrega de premios Óscar? – dije sarcásticamente.
-No seas tonta, Laura, vas a dejar a todos impresionados, además tienes que ser la más guapa.
-Sólo quiero estar cómoda.
-Algún día tendrías que cambiar y hacer algo como esto, ¿no? Y qué mejor día que tu 18 cumpleaños. Anda calla y espera que me arregle yo. – dijo mientras desaparecía en el baño.

¿No era un poco ridículo salir con estas pintas tan elegantes? No íbamos a ninguna boda. La gente de la discoteca, si es que íbamos se reiría de nosotros, al igual que cualquier restaurante o sala de juegos.
Miré instintivamente el Iphone esperando ver algun mensaje de Michael, pero no hubo suerte. Empecé a desesperarme. Yo me habría acordado de su cumpleaños que, por cierto, ¿cuándo sería? He de averiguarlo.
Tecleo en mi Mac “Michael Stanford” y me viene una extensa biografía, pero más bien superficial. Estaba claro que la vida personal era un completo secreto. 24 de Agosto de 1991.
Aún no podía creer lo joven que era.