Allison se fue con aquellos médicos mirando al suelo, como vencida. Me
dio bastante pena y decidí también estar pendiente de ella como Mike.
Poco después nos pudimos marchar de Long Branch a casa, fue bastante
relajante no tener a los padres de Michael todo el rato a tu lado y
permitiéndote cosas.
Michael y yo estuvimos varios días relajados con Aubree en casa, de vez
en cuando salíamos a pasearla y disfrutábamos de cada momento con ella.
-Laura, ¿te gusta la casa donde vivimos? – me preguntó Michael.
-¿Qué? ¿Por qué dices eso? Sí, la casa es fabulosa.
-¿Te gustaría que nos mudáramos a un barrio más tranquilo?
-¿Por qué?
-Quizás te gustaría vivir en una casa con jardín y piscina, donde
Aubree pueda jugar al aire libre y nosotros podamos vivir siempre. – sonríe
Mike.
-¿Pero qué dices? ¿En serio dejarías la vida en la ciudad? A ti te
encanta Nueva York y su ajetreo. – dije estupefacta.
-Ya, pero tú me encantas más, igual que a Aubree y, la verdad es que me
encantaría pasar página y tener una vida más casera.
-¿Estás de broma? ¿Vas a dejar de trabajar?
-¡No! Jajaja, no Laura. Iré a trabajar, solo que no estaré por ahí
todos los días hasta las tantas como antes. Quiero decir que os dedicaré más
tiempo a ti y a Aubree, que al fin y al cabo sois mi familia.
-Oh Mike, es fantástico, te amo.
-Y yo a ti, princesa.
Dos meses después no nos poníamos de acuerdo sobre el sitio donde
vivir. A Michael le gustaba Belle Heaven, pero yo pensaba que aquello estaba
demasiado lejos de la ciudad y Michael tendría que conducir cerca de una hora
cada vez que fuera a trabajar. Él decía que le daba igual tener que viajar
mientras estuviéramos a gusto en aquel lugar, pero yo me negaba, no me gustaba
que tuviera que conducir tanto rato. Trababa de convencerme diciendo que él no
conduciría, si no que lo haría Walt, pero aún así no me pareció bien. Yo le
sugerí una casa en Long Branch, en el barrio donde sus padres tenían una casa
pero él se negó totalmente. Decía que si nos íbamos a vivir allí sus padres
vivirían también al lado y aquello sería insoportable. Así pues no sabíamos
adónde nos íbamos a ir a vivir.
Charlotte estaba contentísima porque quedaban pocos días para saber si
Paul sería el senador de Estados Unidos o no y, además, el momento definitivo
en que le pediría a su mujer el divorcio. Nos dijo que Paul ya había hablado
con su abogado y tenía los papeles preparados, pero que aún no quería sacarlo a
la luz.
-Quiero que vengais la noche de las elecciones conmigo. – nos dijo
Charlotte.
-Vamos a ver que me entere, ¿qué va a ocurrir? Nunca he tenido mucha
idea sobre política. – dije sin tapujos.
-Pues primeramente se verá la participación de cada partido político en
el senado. Ver qué tanto por cierto tienen en total, y eso influirá cuando
vayan a votar, es decir, más participaciones más votos para ellos. Y, aparte,
votarán para ver si renuevan a los senadores. Cada uno habrá hecho su
propaganda electoral o no, pero la gente puede votarlos.
-Entiendo. Pues iremos, estamos allí para ver si gana. – dije
sonriente.
-Eso espero. ¿Y vosotros no estábais mirando casas?
-Sí, pero no nos decidimos, cada vez que hablamos sobre el barrio
discutimos. – dijo Michael.
-Es que aquí en Nueva York es imposible tener una casa grande con
jardín cerca de Manhattan, por eso discutimos.
-Normal, aquí predominan los apartamentos, dúplex y demás, pero ya
sabéis, todo en vertical, no en horizontal. – comentó Charlotte.
-Lo sabemos, pero no sabemos qué hacer, asíque seguiremos buscando,
quiero vivir en una casa familiar con mi chica y mi hija. – dijo Michael
agarrándome de la cintura.
Días después fuimos a ver a Allison a la clínica psiquiátrica. Se
encontraba con muchísimo mejor aspecto que cuando ingresó. Michael le dio un
abrazo y parecía sentirse aliviado por verla tan bien.
-¡Michael! ¡Qué alegría! ¿Cómo estáis? – dijo Allison abrazándonos.
-Muy bien hermana. ¿Y tú?
-Fenomenal. Papá y mamá han venido a visitarme, me ponían irascible por
eso los médicos les dijeron que no volvieran hasta que no estuviera mejor.
-Bueno, ya sabes cómo son nuestros padres.
-¿No habéis traído a mi sobrina? – preguntó Allison.
-No, lo sentimos. No sabíamos que pudiéramos traerla. – dije
disculpándome.
-Bueno, no importa, ¿venís a dar un paseo? Aquí hay unos jardines
estupendos.
Estuvimos una hora en los jardines hablando con ella. Se la veía
bastante serena y tranquila, cosa que me alegró bastante. Después, nos reunimos
con su médico particular en su despacho para que nos hablara de ella.
-Gracias por venir, señor Stanford, señorita Stevens – fue diciendo el
médico – ya tenemos una evaluación completa sobre el estado de su hermana
Allison.
-Dígame doctor.
-Bueno, le hemos realizado pruebas variadas. Lo que primero podemos
apreciar es que tiene falta de cariño parental, es decir, de sus padres. Dice
siempre que sus padres nunca la han querido como a vosotros, sus hermanos.
-La verdad es que tiene razón, mis padres muchas veces la dejaban de
lado o no le hacían caso. – explicó Michael.
-Eso mismo es lo que dice ella. Siempre ha buscado la aprobación de tus
padres, que la miren, que la abracen…en fin, ya me entienden, simplemente
cariño y aceptación. Por otro lado adora a su amiga Melinda, está enfadada con
usted, Michael, por no haberla ayudado. Dice que Melinda es una buena chica a
pesar de todos los problemas en los que se mete. Ella fue la única que la ayudó
a quererse a sí misma cuando nadie la quería.
-¿Sabe que Melinda es drogadicta, ha sido prostituta y demás? – preguntó
Michael.
-Sí, me lo ha contado. Por lo visto, la familia de Melinda era bastante
liberal. Su padre estaba todo el día bebiendo y apostando, tenía muchas deudas
y su madre se prostituía, no eran precisamente un modelo de familiar a seguir.
A pesar de ello Melinda tenía la cabeza bien amueblada al principio, pero con
las drogas empezó a desvariar. Allison lo sabía pero aún así quería estar al
lado de la única que la había ayudado.
-Es una buena chica, pero Melinda la metió en ese mundo. He ayudado varias
veces a Melinda pero la última vez fue la gota que colmó el vaso, ando
mientiéndome para conseguir dinero y eso no lo iba a permitir. – comentó
Michael.
-Bueno, podemos concluir que Melinda es mala influencia para Allison
pero ella necesita a alguien en quien apoyarse, ya que con sus padres no
encuentra esa ayuda pues creo que deberían hacerlo sus hermanos. – dijo el
médico.
-Sí, yo siempre me he preocupado por ella, estoy dispuesto a cualquier
cosa.
-De acuerdo. También hay algo más, algo que no nos quiere decir y que
creo que también es algo que la atormenta. Algo relacionado con su familia,
creo que con sus padres, pero no hemos conseguido de ninguna manera en estos
dos meses que nos diga una palabra al respecto, parece que lo ha querido meter
en un baúl cerrado en su cabeza.
-¿Qué podemos hacer? – pregunté.
-Pues de momento la tendremos aquí un tiempo más a ver si podemos
indagar más en ese tema. Ustedes y su hermano eric sigan viniendo para que ella
vea que tiene a alguien que la quiere y poco a poco irá cogiendo confianza y
seguridad.
-Bien. Muchas gracias doctor, ha sido de gran ayuda.
-Es mi trabajo, no hay de qué.
Nos quedamos sorprendidos sobre todo lo que nos había contado el médico
a pesar de tener una vaga idea anteriormente de lo que le ocurría a Allison.
Días después llegaron las elecciones y Charlotte no cabía en sí del
nerviosismo. Andaba de un lado para otro murmurando cosas y cambiándose todop
el rato de ropa porque decía que no encontraba el vestido perfecto para su
presentación como novia de un senador. Tuve que darle una infusión para que se
calmara y pudiera terminar de
arreglarse. Ya por la noche, fuimos a la sede del partido político de Paul para
el momento del recuento de votos. Paul andaba también muy nervioso hablando con
los demás, aquella noche podría cambiar su vida para siempre.
Michael y yo nos quedamos un poco apartados del gentío hablando
mientras se esperaban los resultados. Habíamos dejado a Aubree con Marie en
casa asíque teníamos libertad para ir a donde quisiéramos.
Poco después de las once se comunicaron los resultados: Paul Abramson
era senador y su partido había sido elegido por mayoría casi absoluta.
Charlotte se puso eufórica y se puso en primera fila para escuchar
cerca del escenario el primer discurso de Paul como senado: “…seguiremos
luchando por la mejora del país y por el bien de los cuidadanos
norteamericanos. Ahora quiero anunciar dos cosas, una es mi próxima candidatura
a la presidencia del país. Quiero seguir peleando por mi pueblo y por una
mejora de vida para todos, pero para ello debo alcanzar el máximo rango
político, así pues dentro de dos años, mi nombre estará entre los candidatos a
la presidencia. La otra noticia, antes de que se filtre por algún lado, es mi
divorcio con mi esposa y mi noviazgo con la señorita Charlotte Sullivan, que
hoy me acompaña en este día tan importante para mí. Espero que respetéis mi
decisión, a mi familia y a mi pareja actual, un saludo…”.
Charlotte se emocionó tanto que empezó a llorar cuando Paul bajó del
escenario y le dio un beso delante de todo el mundo, incluso de las cámaras.
Quizás, la gente se sentía engañada por haber votado a Paul y saber
justo el día que gana las elecciones que se va a divorciar, aún sabiendo que su
partido defiende los valores tradicionales familiares. No sabíamos cómo se lo
tomaría la gente, si como un engaño o un acto valiente, pero lo que estaba
claro es que hoy Charlotte y Paul eran muy felices.
Cuando nos despedimos de todos fuimos los cuatro a celebrarlo a un buen
restaurante.
-Es increíble que hayas ganado, debe ser muy emocionante. – dije
sonriente.
-No sabes cuánto, llevaba esperando este momento mucho tiempo, además,
el poder decir que quiero ser presidente también ha sido un desahogo. –
respondió Paul.
-¡Pues yo estoy súper feliz! ¡Por fin dejaremos de escondernos! Ahora
todo el mundo sabe que estás conmigo. – dijo Charlotte agarrando de la mano a
Paul.
-Sí, eso también es importante. Pero no dudes en que pronto te pediré
que te cases conmigo y formalicemos la relación. – dijo Paul autoritario.
-¿Pronto? Bueno, quizás deberíamos esperar un poco, ¿no crees? Tampoco
es que llevemos saliendo mucho tiempo.
-Lo sé, pero un senador, y más en mi caso por ser republicano, defiende
sus valores. Yo defiendo el matrimonio y la vida tradicional, asíque eso
haremos.
Charlotte sonrió, pero yo sabía que dentro de ella había comenzado una
lucha interna, entre alegría por casarse con Paul y miedo por hacer eso. El
resto de la noche fue bastante divertida, Paul se deshinibió mucho y nos hizo
reír a todos, incluso parecía que a Charlotte se le hubiera olvidado ese mal
momento anterior.
Al volver a casa ya era bien entrada la noche, pero al ir bastante
bebidos Michael y yo hicimos el amor antes de dormir.
Dentro de pocas semanas tenía que volver al trabajo y, la verdad, no me
apetecía nada tener que dejar a Aubree porque no me había separado de ella ni
un día desde que nació. Jamás pensé que no quisiera trabajar alguna vez, pero
me daba cuenta que ser madre lo cambiaba todo, que había algo mucho más importante
dependiendo de ti. Michael sabía lo que me ocurría e intentaba reconfortarme,
ya que él había vuelto a trabajar y también nos echaba de menos.
El otoño se iba adentrando en Nueva York y parecía que este invierno
iba a ser bastante frío. No tuve noticias de mis padres desde que se fueron del
hospital cuando nació Aubree. Por momentos aparcaba los pensamientos de qué
estarían tramando, pero al no saber nada de ellos se iban disipando.
Kyle apareció un día pidiéndome quedarse en casa mientras ahorraba para
poder pagarse una él mismo, puesto que había conseguido un empleo como ayudante
en unas obras de un edificio. A Michael le pareció una idea genial pues su
hermano Eric también vivía allí con nosotros y le venía bien tener a alguien
conocido aparte de nosotros en la casa.
-¡Por fin trabajas en lo tuyo hermano! – dije muy entusiasta.
-Sí, ha costado pero por fin podré evolucionar y ser un buen
arquitecto. Quiero coger experiencia y luego montármelo por mi cuenta, ya
sabes, mi propia empresa. Pero lo primero es lo primero, aprender. – me
explicó.
-Oye y papá y mamá, ¿qué dices? ¿Saben que estás conmigo?
-No…y por favor no se lo digas, sino no me dejarían estar. Les dije que
tenía algo ahorrado para pagar el primer mes y que a partir de ahí me las
arreglaría. No sé qué les pasa contigo.
-¿Están aquí en Nueva York?
-No, volvimos a Los Ángeles, pero no han vuelto a hablar de ti, al
menos delante de mí, no sé qué traman, siempre andan cuchicheando.
En noviembre empecé a trabajar en el New York Post. Susan seguía como
cuando la conocí, una cotilla imparable. No le conté mucho sobre los meses que
había estado de baja puesto que no me fiaba demasiado, más bien intenté dirigir
la conversación hacia su persona, así yo me libraría.
Me llevé varias fotos para ponerlas en el despacho puesto que aún
estaba por decorar. Resultaba interesante trabajar en aquel periódico puesto
que era uno de los mejores. De vez en cuando levantaba automáticamente la
cabeza para ver si venían James o Bruce a mi despacho, era algo absurdo ya que
ellos no trabajaban allí y, es más, no sabían donde trabajaba, al menos no
porque se lo dijera yo, pero era una especie de añoranza del antiguo periódico.
Susan apareció de repente en mi despacho y cerró la puerta tras ella.
-¿A que no sabes qué ha pasado?
-Pues no…estaba aquí con un artículo, ¿por qué?
-El señor Burke tiene problemas. – me dice con cara de pasárselo bien.
-¿Cómo? ¿Benjamin Burke? ¿El propietario?
-Sí, tu máximo jefe. Pues tiene un problemón porque acaba de venir la
policía con una orden de detención contra él.
-¿Por qué? ¿Qué ha ocurrido?
-Dicen que ha abusado de una menor asíque se lo llevan a comisaría y
ahora le interrogarán.
-Dios mío, ¿qué le ocurrirá al periódico? – pregunté preocupada.
-No pasará nada, el señor Martin llevará las gestiones.
-¿El señor Martin? ¿Quién es?
-Pues Nicholas Martin, caray Laura, pensaba que sabías quiénes dirigían
el periódico.
-¿Disculpa? Pero, ¿Nicholas Martin no lleva ya un periódico?
-Sí. El señor Burke es propietario del 90% del New York Post, pero el
10% restante es del señor Nicholas. Nunca está aquí puesto que es accionista
minoritario y, aparte, tiene el otro periódico que llevaba a medias con tu
novio Michael.
-Mierda. –dije sin pensar.
-¿Cómo has dicho?
-Nada, sólo…que menos mal que me lo has dicho, sino algún día que me
encontrase con el señor Burke por casualidad y me preguntase no iba a saber
quién dirigía el periódico.
Maldita sea. ¿Otra vez la familia Martin por medio? Me había cambiado
de periódico y aún así seguía trabajando para ellos. Estaba claro que no tenía
que haber echado de menos las incursiones de James Martin en mi despacho. Tenía
que pasar desapercibida con Nicholas Martin, no quería que me hicieran alguna
treta como la vez anterior de contratarme porque le gustaba a su hijo.
A la hora de comer llamé a Charlotte para que almorzásemos juntas, y de
paso, contarle lo que había pasado en el periódico. Ella no se lo podía creer
pero terminó razonando que Nicholas Martin tenía mucho dinero, asíque podría
tener negocios en cualquier lugar. Después de comer fuimos de compras, cosa que
necesitaba hacer porque ya había perdido bastante peso del embarazo, quedándome
casi como antes y necesitaba renovar el vestuario. Pasamos por la quinta
avenida, por todas esas tiendas de diseñadores y gastamos una ingente cantidad
de dinero. Tuve que llamar a Jeff, el mayordomo de la casa de Michael, para que
nos ayudara a llevar las compras al taxi, donde llenamos todo el maletero y
parte del asiento de atrás, donde estábamos sentadas Charlotte y yo un poco
apretujadas con tanta bolsa. Nos habíamos vuelto locas, pero necesitábamos
hablar y pasárnoslo bien, sobre todo Charlotte, que desde que Paul le dijo que
se tendrían que casar pronto estaba muy alterada.
Ella quería casarse algún día pero no de esa manera tan precipitada,
quería disfrutar del noviazgo con Paul poco a poco, pero estaba claro que
tendría que hacer ese sacrificio por él.
Al llegar a casa vi a Michael enfrascado en su nuevo negocio, estaba
muy ilusionado con ello y quería hacerlo lo mejor posible. Kyle estaba con
Michael en el salón, pero él estaba en la mesa con los planos del proyecto del
nuevo edificio, y Eric, estaba comiendo mientras veía un partido de baloncesto
en la televisión, también en el salón.
-Cariño, ¿a qué no sabes quién es dueño de parte del periódico donde
trabajo? – le pregunté a Michael.
-Pues no, dime.
-Nicholas Martin.
-¿Qué? Ese tipo tiene el hocico metido en todas las empresas. Ten
cuidado, no quiero que te haga ninguna artimaña de las suyas.
-Tranquilo, me las arreglaré, pero quería que lo supieras.
-¿Y todas esas bolsas? – me preguntó Mike.
-Eh…he ido de compras con Charlotte y se nos ha ido un poco de las
manos, la verdad.
-No pasa nada, sólo era por curiosidad al ver tantas bolsas, tranquila,
me encanta que te compres ropa, joyas, lo que tú quieras, ya sabes que dispones
de mi dinero siempre, como si te quieres comprar un boli de un millón de
dólares.
-Deja de exajerar, pero sí que he gastado bastante más de lo que tenía
previsto…
-Jajaja, no me voy a asustar, no me cabe el dinero en la cuenta cariño.
-¿No crees que 378.000$ sea mucho?
-¡Caray! Espero que lleves ahí una buena lencería para que sólo yo la
vea.
-Hombre, por supuesto, no me había olvidado de ti…
-Muy bien, espero que luego me la enseñes… Mira, te quería enseñar mi
nuevo proyecto. Es una empresa de bioingeniería y biomecánica en general,
aunque tiene más variables. Está casi terminado el proyecto que es realizar
como robots con aspecto humano, con capacidad de llevar a cabo las decisiones
de sus propietarios, eso sí, siempre teniendo en cuenta las tres leyes de la
robótica.
-¿Qué tres leyes? – pregunté interesada.
-Primera, un robot no puede hacer daño al ser humano o permitir que un
humano sufra daño; segunda, un robot debe obedecer las órdenes dadas por los
seres humanos, excepto si ésta ley entrase en conflicto con la ley número uno;
y la tercera, un robot debe proteger su propia existencia en medida que ésta
protección no entre en conflicto con la ley número uno y dos.
-Vaya, parece que tienes todo muy bien atado.
-Sí, cuando vas a crear algo que podría poner en peligro a los humanos
hay que tener cuidado. Bueno éste es mi proyecto estrella, un robot con
apariencia humana, pelo de verdad, piel…todo, y que ayude a hacernos la vida
mejor. Después, también quería ayudar de otra manera y en otros departamentos
crearemos partes del cuerpo como brazos, piernas…para gente que las haya
perdido, ya sabes, una prótesis lo más real posible. Y, por último, tendremos
un laboratorio muy especializado para crear soluciones contra el cáncer y demás
enfermedades incurables.
-¿Sabes que eso va a llevar años y un coste monetario inimaginable?
-Sí, pero creo que lo beneficios serán mucho mayores. Ya tenemos la
sede aquí en Nueva York y todos los equipos comprados, la gente entrará mañana
a trabajar y empezarán. Son los profesionales más importantes del mundo, creo
que pronto tendremos nuestros primeros resultados.
-¿Y tenemos dinero para eso?
-Si amor, mucho más de lo que imaginas.
El nuevo proyecto de Michael era increíble y a la vez espeluznante. Un
robot con apariencia humana podría ser lo mejor que ocurriese pero también un
desastre para el mundo, parecía de película. Pero por otro lado, el resto del
proyecto dejando al lado lo del robot era magnífico, mucha gente podría llevar una
vida mejor y podrían curarse gracias a lo que él iba a hacer y eso me llenaba de
orgullo.
Un par de semanas después, Charlotte salió de trabajar y Paul la recogió
en su limusina. Ella no se lo esperaba puesto que iba a ir a casa en taxi. La llevó
a Dolce&Gabbana y le dijo que se comprase el vestido que ella quisiera, y que
fuera elegante, de gala. Charlotte no se podía creer que Paul le hiciera aquel regalo,
encima de su firma favorita, estaba muy contenta, asíque cogió un vestido que ella
ya tenía puesto el ojo y que no se pudo comprar el día que vino conmigo de compras
porque era muy caro.
Después, volvieron a montarse en el taxi y se fueron al hotel Four Season.
Allí subieron a una habitación y Paul le dijo a Charlotte que se pusiera el vestido
y se arreglase para salir con él. Charlotte no tenía ni idea de lo que se proponía
Paul, pero no quería perdérselo.
Una hora después, Paul apareció en la habitación con un ramo de rosas rojas
y se llevó a Charlotte de nuevo a la limusina y le pidió que se pusiera un pañuelo
atado en los ojos para que no viera a dónde iban. Ella se sintió un poco insegura
cuando le pidió eso, pero tenía que confiar en él.
Charlotte notó unos minutos después cómo la limusina paraba, la ayudaban
a bajarse y entraba en algún lugar. No había pensado en que la gente la vería con
los ojos tapados y sintió vergüenza pensando qué estarían diciendo de ella. Después
noto cómo subían a un ascensor que los elevó durante unos minutos y luego se paró
abriendo las puertas mientras que Paul la cogía de la cintura para que siguiera
a su lado todo el rato y no tropezase.
Sintió frío al salir, cosa que a Paul no le pasó desapercibida y le dio
un abrigo de piel. Poco después le quitó el pañuelo de los ojos y Charlotte pudo
observar dónde se hallaba.
La azotea del Empire State Building siempre le había gustado, poder ver
toda la ciudad al atardecer era memorable. Cuando se deleitó con las vistas, giró
y pudo ver una carpa dorada que tenía una mesita no muy grande con dos sillas y
una vela roja. ¡Paul le había preparado una cena romántica en la azotea del Empire
State! Ella sonrió y fue hacia la mesa, donde se encontraba Paul y le besó.
-Espero que te haya gustado la sorpresa. – comentó Paul.
-Mucho más de lo que piensas, esto es precioso, gracias.
-Me alegro. Déjale el abrigo al camarero, aquí dentro de la carpa no hace
frío.
-¿Tenemos camarero también?
-Claro, lo tengo todo planeado.
-¿Cómo has conseguido que te dejen hacer esto aquí?
-Ser senador tiene sus ventajas, querida.
-Vaya, qué influencias tienes ahora…
-Pues sí. También espero que te guste la cena.
La cena fue tranquila y agradable, Charlotte estaba muy contenta porque
Paul hubiera hecho algo especial por ella. Después del postre se levantaron y fueron
hacia el borde, para ver la ciudad iluminada ya en la noche. Paul cogió una botella
de champán, llenó dos copas y se quedó mirando a Charlotte.
-Me alegro que estés conmigo Charlotte, sé que no ha debido ser fácil para
ti este tiempo desde que dije que eras la novia del senador, todo ese revuelo mediático.
-Sí, la prensa ha sido y es muy pesada, pero poco a poco se irá calmando
todo.
-Bueno, espero y creo que ese revuelo va a seguir unos meses más.
-¿Por qué?
-Charlotte, eres una mujer increíble que ha aguantado mucho por ser quien
soy, pero quiero que estés a mi lado para ser alguien mucho más importante y sólo
puedo serlo contigo a mi lado. ¿Quieres casarte conmigo? – preguntó Paul con un
enorme anillo de diamantes en su mano.
En ese momento, a Charlotte le vino a la cabeza Peter sin saber por qué,
pero aquello le asustó.