domingo, 24 de agosto de 2014

Capítulo 22



Allison se fue con aquellos médicos mirando al suelo, como vencida. Me dio bastante pena y decidí también estar pendiente de ella como Mike.
Poco después nos pudimos marchar de Long Branch a casa, fue bastante relajante no tener a los padres de Michael todo el rato a tu lado y permitiéndote cosas.
Michael y yo estuvimos varios días relajados con Aubree en casa, de vez en cuando salíamos a pasearla y disfrutábamos de cada momento con ella.

-Laura, ¿te gusta la casa donde vivimos? – me preguntó Michael.
-¿Qué? ¿Por qué dices eso? Sí, la casa es fabulosa.
-¿Te gustaría que nos mudáramos a un barrio más tranquilo?
-¿Por qué?
-Quizás te gustaría vivir en una casa con jardín y piscina, donde Aubree pueda jugar al aire libre y nosotros podamos vivir siempre. – sonríe Mike.
-¿Pero qué dices? ¿En serio dejarías la vida en la ciudad? A ti te encanta Nueva York y su ajetreo. – dije estupefacta.
-Ya, pero tú me encantas más, igual que a Aubree y, la verdad es que me encantaría pasar página y tener una vida más casera.
-¿Estás de broma? ¿Vas a dejar de trabajar?
-¡No! Jajaja, no Laura. Iré a trabajar, solo que no estaré por ahí todos los días hasta las tantas como antes. Quiero decir que os dedicaré más tiempo a ti y a Aubree, que al fin y al cabo sois mi familia.
-Oh Mike, es fantástico, te amo.
-Y yo a ti, princesa.

Dos meses después no nos poníamos de acuerdo sobre el sitio donde vivir. A Michael le gustaba Belle Heaven, pero yo pensaba que aquello estaba demasiado lejos de la ciudad y Michael tendría que conducir cerca de una hora cada vez que fuera a trabajar. Él decía que le daba igual tener que viajar mientras estuviéramos a gusto en aquel lugar, pero yo me negaba, no me gustaba que tuviera que conducir tanto rato. Trababa de convencerme diciendo que él no conduciría, si no que lo haría Walt, pero aún así no me pareció bien. Yo le sugerí una casa en Long Branch, en el barrio donde sus padres tenían una casa pero él se negó totalmente. Decía que si nos íbamos a vivir allí sus padres vivirían también al lado y aquello sería insoportable. Así pues no sabíamos adónde nos íbamos a ir a vivir.
Charlotte estaba contentísima porque quedaban pocos días para saber si Paul sería el senador de Estados Unidos o no y, además, el momento definitivo en que le pediría a su mujer el divorcio. Nos dijo que Paul ya había hablado con su abogado y tenía los papeles preparados, pero que aún no quería sacarlo a la luz.

-Quiero que vengais la noche de las elecciones conmigo. – nos dijo Charlotte.
-Vamos a ver que me entere, ¿qué va a ocurrir? Nunca he tenido mucha idea sobre política. – dije sin tapujos.
-Pues primeramente se verá la participación de cada partido político en el senado. Ver qué tanto por cierto tienen en total, y eso influirá cuando vayan a votar, es decir, más participaciones más votos para ellos. Y, aparte, votarán para ver si renuevan a los senadores. Cada uno habrá hecho su propaganda electoral o no, pero la gente puede votarlos.
-Entiendo. Pues iremos, estamos allí para ver si gana. – dije sonriente.
-Eso espero. ¿Y vosotros no estábais mirando casas?
-Sí, pero no nos decidimos, cada vez que hablamos sobre el barrio discutimos. – dijo Michael.
-Es que aquí en Nueva York es imposible tener una casa grande con jardín cerca de Manhattan, por eso discutimos.
-Normal, aquí predominan los apartamentos, dúplex y demás, pero ya sabéis, todo en vertical, no en horizontal. – comentó Charlotte.
-Lo sabemos, pero no sabemos qué hacer, asíque seguiremos buscando, quiero vivir en una casa familiar con mi chica y mi hija. – dijo Michael agarrándome de la cintura.

Días después fuimos a ver a Allison a la clínica psiquiátrica. Se encontraba con muchísimo mejor aspecto que cuando ingresó. Michael le dio un abrazo y parecía sentirse aliviado por verla tan bien.

-¡Michael! ¡Qué alegría! ¿Cómo estáis? – dijo Allison abrazándonos.
-Muy bien hermana. ¿Y tú?
-Fenomenal. Papá y mamá han venido a visitarme, me ponían irascible por eso los médicos les dijeron que no volvieran hasta que no estuviera mejor.
-Bueno, ya sabes cómo son nuestros padres.
-¿No habéis traído a mi sobrina? – preguntó Allison.
-No, lo sentimos. No sabíamos que pudiéramos traerla. – dije disculpándome.
-Bueno, no importa, ¿venís a dar un paseo? Aquí hay unos jardines estupendos.

Estuvimos una hora en los jardines hablando con ella. Se la veía bastante serena y tranquila, cosa que me alegró bastante. Después, nos reunimos con su médico particular en su despacho para que nos hablara de ella.

-Gracias por venir, señor Stanford, señorita Stevens – fue diciendo el médico – ya tenemos una evaluación completa sobre el estado de su hermana Allison.
-Dígame doctor.
-Bueno, le hemos realizado pruebas variadas. Lo que primero podemos apreciar es que tiene falta de cariño parental, es decir, de sus padres. Dice siempre que sus padres nunca la han querido como a vosotros, sus hermanos.
-La verdad es que tiene razón, mis padres muchas veces la dejaban de lado o no le hacían caso. – explicó Michael.
-Eso mismo es lo que dice ella. Siempre ha buscado la aprobación de tus padres, que la miren, que la abracen…en fin, ya me entienden, simplemente cariño y aceptación. Por otro lado adora a su amiga Melinda, está enfadada con usted, Michael, por no haberla ayudado. Dice que Melinda es una buena chica a pesar de todos los problemas en los que se mete. Ella fue la única que la ayudó a quererse a sí misma cuando nadie la quería.
-¿Sabe que Melinda es drogadicta, ha sido prostituta y demás? – preguntó Michael.
-Sí, me lo ha contado. Por lo visto, la familia de Melinda era bastante liberal. Su padre estaba todo el día bebiendo y apostando, tenía muchas deudas y su madre se prostituía, no eran precisamente un modelo de familiar a seguir. A pesar de ello Melinda tenía la cabeza bien amueblada al principio, pero con las drogas empezó a desvariar. Allison lo sabía pero aún así quería estar al lado de la única que la había ayudado.
-Es una buena chica, pero Melinda la metió en ese mundo. He ayudado varias veces a Melinda pero la última vez fue la gota que colmó el vaso, ando mientiéndome para conseguir dinero y eso no lo iba a permitir. – comentó Michael.
-Bueno, podemos concluir que Melinda es mala influencia para Allison pero ella necesita a alguien en quien apoyarse, ya que con sus padres no encuentra esa ayuda pues creo que deberían hacerlo sus hermanos. – dijo el médico.
-Sí, yo siempre me he preocupado por ella, estoy dispuesto a cualquier cosa.
-De acuerdo. También hay algo más, algo que no nos quiere decir y que creo que también es algo que la atormenta. Algo relacionado con su familia, creo que con sus padres, pero no hemos conseguido de ninguna manera en estos dos meses que nos diga una palabra al respecto, parece que lo ha querido meter en un baúl cerrado en su cabeza.
-¿Qué podemos hacer? – pregunté.
-Pues de momento la tendremos aquí un tiempo más a ver si podemos indagar más en ese tema. Ustedes y su hermano eric sigan viniendo para que ella vea que tiene a alguien que la quiere y poco a poco irá cogiendo confianza y seguridad.
-Bien. Muchas gracias doctor, ha sido de gran ayuda.
-Es mi trabajo, no hay de qué.

Nos quedamos sorprendidos sobre todo lo que nos había contado el médico a pesar de tener una vaga idea anteriormente de lo que le ocurría a Allison.
Días después llegaron las elecciones y Charlotte no cabía en sí del nerviosismo. Andaba de un lado para otro murmurando cosas y cambiándose todop el rato de ropa porque decía que no encontraba el vestido perfecto para su presentación como novia de un senador. Tuve que darle una infusión para que se calmara  y pudiera terminar de arreglarse. Ya por la noche, fuimos a la sede del partido político de Paul para el momento del recuento de votos. Paul andaba también muy nervioso hablando con los demás, aquella noche podría cambiar su vida para siempre.
Michael y yo nos quedamos un poco apartados del gentío hablando mientras se esperaban los resultados. Habíamos dejado a Aubree con Marie en casa asíque teníamos libertad para ir a donde quisiéramos.
Poco después de las once se comunicaron los resultados: Paul Abramson era senador y su partido había sido elegido por mayoría casi absoluta.
Charlotte se puso eufórica y se puso en primera fila para escuchar cerca del escenario el primer discurso de Paul como senado: “…seguiremos luchando por la mejora del país y por el bien de los cuidadanos norteamericanos. Ahora quiero anunciar dos cosas, una es mi próxima candidatura a la presidencia del país. Quiero seguir peleando por mi pueblo y por una mejora de vida para todos, pero para ello debo alcanzar el máximo rango político, así pues dentro de dos años, mi nombre estará entre los candidatos a la presidencia. La otra noticia, antes de que se filtre por algún lado, es mi divorcio con mi esposa y mi noviazgo con la señorita Charlotte Sullivan, que hoy me acompaña en este día tan importante para mí. Espero que respetéis mi decisión, a mi familia y a mi pareja actual, un saludo…”.
Charlotte se emocionó tanto que empezó a llorar cuando Paul bajó del escenario y le dio un beso delante de todo el mundo, incluso de las cámaras.
Quizás, la gente se sentía engañada por haber votado a Paul y saber justo el día que gana las elecciones que se va a divorciar, aún sabiendo que su partido defiende los valores tradicionales familiares. No sabíamos cómo se lo tomaría la gente, si como un engaño o un acto valiente, pero lo que estaba claro es que hoy Charlotte y Paul eran muy felices.
Cuando nos despedimos de todos fuimos los cuatro a celebrarlo a un buen restaurante.

-Es increíble que hayas ganado, debe ser muy emocionante. – dije sonriente.
-No sabes cuánto, llevaba esperando este momento mucho tiempo, además, el poder decir que quiero ser presidente también ha sido un desahogo. – respondió Paul.
-¡Pues yo estoy súper feliz! ¡Por fin dejaremos de escondernos! Ahora todo el mundo sabe que estás conmigo. – dijo Charlotte agarrando de la mano a Paul.
-Sí, eso también es importante. Pero no dudes en que pronto te pediré que te cases conmigo y formalicemos la relación. – dijo Paul autoritario.
-¿Pronto? Bueno, quizás deberíamos esperar un poco, ¿no crees? Tampoco es que llevemos saliendo mucho tiempo.
-Lo sé, pero un senador, y más en mi caso por ser republicano, defiende sus valores. Yo defiendo el matrimonio y la vida tradicional, asíque eso haremos.

Charlotte sonrió, pero yo sabía que dentro de ella había comenzado una lucha interna, entre alegría por casarse con Paul y miedo por hacer eso. El resto de la noche fue bastante divertida, Paul se deshinibió mucho y nos hizo reír a todos, incluso parecía que a Charlotte se le hubiera olvidado ese mal momento anterior.
Al volver a casa ya era bien entrada la noche, pero al ir bastante bebidos Michael y yo hicimos el amor antes de dormir.
Dentro de pocas semanas tenía que volver al trabajo y, la verdad, no me apetecía nada tener que dejar a Aubree porque no me había separado de ella ni un día desde que nació. Jamás pensé que no quisiera trabajar alguna vez, pero me daba cuenta que ser madre lo cambiaba todo, que había algo mucho más importante dependiendo de ti. Michael sabía lo que me ocurría e intentaba reconfortarme, ya que él había vuelto a trabajar y también nos echaba de menos.
El otoño se iba adentrando en Nueva York y parecía que este invierno iba a ser bastante frío. No tuve noticias de mis padres desde que se fueron del hospital cuando nació Aubree. Por momentos aparcaba los pensamientos de qué estarían tramando, pero al no saber nada de ellos se iban disipando.
Kyle apareció un día pidiéndome quedarse en casa mientras ahorraba para poder pagarse una él mismo, puesto que había conseguido un empleo como ayudante en unas obras de un edificio. A Michael le pareció una idea genial pues su hermano Eric también vivía allí con nosotros y le venía bien tener a alguien conocido aparte de nosotros en la casa.

-¡Por fin trabajas en lo tuyo hermano! – dije muy entusiasta.
-Sí, ha costado pero por fin podré evolucionar y ser un buen arquitecto. Quiero coger experiencia y luego montármelo por mi cuenta, ya sabes, mi propia empresa. Pero lo primero es lo primero, aprender. – me explicó.
-Oye y papá y mamá, ¿qué dices? ¿Saben que estás conmigo?
-No…y por favor no se lo digas, sino no me dejarían estar. Les dije que tenía algo ahorrado para pagar el primer mes y que a partir de ahí me las arreglaría. No sé qué les pasa contigo.
-¿Están aquí en Nueva York?
-No, volvimos a Los Ángeles, pero no han vuelto a hablar de ti, al menos delante de mí, no sé qué traman, siempre andan cuchicheando.

En noviembre empecé a trabajar en el New York Post. Susan seguía como cuando la conocí, una cotilla imparable. No le conté mucho sobre los meses que había estado de baja puesto que no me fiaba demasiado, más bien intenté dirigir la conversación hacia su persona, así yo me libraría.
Me llevé varias fotos para ponerlas en el despacho puesto que aún estaba por decorar. Resultaba interesante trabajar en aquel periódico puesto que era uno de los mejores. De vez en cuando levantaba automáticamente la cabeza para ver si venían James o Bruce a mi despacho, era algo absurdo ya que ellos no trabajaban allí y, es más, no sabían donde trabajaba, al menos no porque se lo dijera yo, pero era una especie de añoranza del antiguo periódico.
Susan apareció de repente en mi despacho y cerró la puerta tras ella.

-¿A que no sabes qué ha pasado?
-Pues no…estaba aquí con un artículo, ¿por qué?
-El señor Burke tiene problemas. – me dice con cara de pasárselo bien.
-¿Cómo? ¿Benjamin Burke? ¿El propietario?
-Sí, tu máximo jefe. Pues tiene un problemón porque acaba de venir la policía con una orden de detención contra él.
-¿Por qué? ¿Qué ha ocurrido?
-Dicen que ha abusado de una menor asíque se lo llevan a comisaría y ahora le interrogarán.
-Dios mío, ¿qué le ocurrirá al periódico? – pregunté preocupada.
-No pasará nada, el señor Martin llevará las gestiones.
-¿El señor Martin? ¿Quién es?
-Pues Nicholas Martin, caray Laura, pensaba que sabías quiénes dirigían el periódico.
-¿Disculpa? Pero, ¿Nicholas Martin no lleva ya un periódico?
-Sí. El señor Burke es propietario del 90% del New York Post, pero el 10% restante es del señor Nicholas. Nunca está aquí puesto que es accionista minoritario y, aparte, tiene el otro periódico que llevaba a medias con tu novio Michael.
-Mierda. –dije sin pensar.
-¿Cómo has dicho?
-Nada, sólo…que menos mal que me lo has dicho, sino algún día que me encontrase con el señor Burke por casualidad y me preguntase no iba a saber quién dirigía el periódico.

Maldita sea. ¿Otra vez la familia Martin por medio? Me había cambiado de periódico y aún así seguía trabajando para ellos. Estaba claro que no tenía que haber echado de menos las incursiones de James Martin en mi despacho. Tenía que pasar desapercibida con Nicholas Martin, no quería que me hicieran alguna treta como la vez anterior de contratarme porque le gustaba a su hijo.
A la hora de comer llamé a Charlotte para que almorzásemos juntas, y de paso, contarle lo que había pasado en el periódico. Ella no se lo podía creer pero terminó razonando que Nicholas Martin tenía mucho dinero, asíque podría tener negocios en cualquier lugar. Después de comer fuimos de compras, cosa que necesitaba hacer porque ya había perdido bastante peso del embarazo, quedándome casi como antes y necesitaba renovar el vestuario. Pasamos por la quinta avenida, por todas esas tiendas de diseñadores y gastamos una ingente cantidad de dinero. Tuve que llamar a Jeff, el mayordomo de la casa de Michael, para que nos ayudara a llevar las compras al taxi, donde llenamos todo el maletero y parte del asiento de atrás, donde estábamos sentadas Charlotte y yo un poco apretujadas con tanta bolsa. Nos habíamos vuelto locas, pero necesitábamos hablar y pasárnoslo bien, sobre todo Charlotte, que desde que Paul le dijo que se tendrían que casar pronto estaba muy alterada.
Ella quería casarse algún día pero no de esa manera tan precipitada, quería disfrutar del noviazgo con Paul poco a poco, pero estaba claro que tendría que hacer ese sacrificio por él.
Al llegar a casa vi a Michael enfrascado en su nuevo negocio, estaba muy ilusionado con ello y quería hacerlo lo mejor posible. Kyle estaba con Michael en el salón, pero él estaba en la mesa con los planos del proyecto del nuevo edificio, y Eric, estaba comiendo mientras veía un partido de baloncesto en la televisión, también en el salón.

-Cariño, ¿a qué no sabes quién es dueño de parte del periódico donde trabajo? – le pregunté a Michael.
-Pues no, dime.
-Nicholas Martin.
-¿Qué? Ese tipo tiene el hocico metido en todas las empresas. Ten cuidado, no quiero que te haga ninguna artimaña de las suyas.
-Tranquilo, me las arreglaré, pero quería que lo supieras.
-¿Y todas esas bolsas? – me preguntó Mike.
-Eh…he ido de compras con Charlotte y se nos ha ido un poco de las manos, la verdad.
-No pasa nada, sólo era por curiosidad al ver tantas bolsas, tranquila, me encanta que te compres ropa, joyas, lo que tú quieras, ya sabes que dispones de mi dinero siempre, como si te quieres comprar un boli de un millón de dólares.
-Deja de exajerar, pero sí que he gastado bastante más de lo que tenía previsto…
-Jajaja, no me voy a asustar, no me cabe el dinero en la cuenta cariño.
-¿No crees que 378.000$ sea mucho?
-¡Caray! Espero que lleves ahí una buena lencería para que sólo yo la vea.
-Hombre, por supuesto, no me había olvidado de ti…
-Muy bien, espero que luego me la enseñes… Mira, te quería enseñar mi nuevo proyecto. Es una empresa de bioingeniería y biomecánica en general, aunque tiene más variables. Está casi terminado el proyecto que es realizar como robots con aspecto humano, con capacidad de llevar a cabo las decisiones de sus propietarios, eso sí, siempre teniendo en cuenta las tres leyes de la robótica.
-¿Qué tres leyes? – pregunté interesada.
-Primera, un robot no puede hacer daño al ser humano o permitir que un humano sufra daño; segunda, un robot debe obedecer las órdenes dadas por los seres humanos, excepto si ésta ley entrase en conflicto con la ley número uno; y la tercera, un robot debe proteger su propia existencia en medida que ésta protección no entre en conflicto con la ley número uno y dos.
-Vaya, parece que tienes todo muy bien atado.
-Sí, cuando vas a crear algo que podría poner en peligro a los humanos hay que tener cuidado. Bueno éste es mi proyecto estrella, un robot con apariencia humana, pelo de verdad, piel…todo, y que ayude a hacernos la vida mejor. Después, también quería ayudar de otra manera y en otros departamentos crearemos partes del cuerpo como brazos, piernas…para gente que las haya perdido, ya sabes, una prótesis lo más real posible. Y, por último, tendremos un laboratorio muy especializado para crear soluciones contra el cáncer y demás enfermedades incurables.
-¿Sabes que eso va a llevar años y un coste monetario inimaginable?
-Sí, pero creo que lo beneficios serán mucho mayores. Ya tenemos la sede aquí en Nueva York y todos los equipos comprados, la gente entrará mañana a trabajar y empezarán. Son los profesionales más importantes del mundo, creo que pronto tendremos nuestros primeros resultados.
-¿Y tenemos dinero para eso?
-Si amor, mucho más de lo que imaginas.

El nuevo proyecto de Michael era increíble y a la vez espeluznante. Un robot con apariencia humana podría ser lo mejor que ocurriese pero también un desastre para el mundo, parecía de película. Pero por otro lado, el resto del proyecto dejando al lado lo del robot era magnífico, mucha gente podría llevar una vida mejor y podrían curarse gracias a lo que él iba a hacer y eso me llenaba de orgullo.
Un par de semanas después, Charlotte salió de trabajar y Paul la recogió en su limusina. Ella no se lo esperaba puesto que iba a ir a casa en taxi. La llevó a Dolce&Gabbana y le dijo que se comprase el vestido que ella quisiera, y que fuera elegante, de gala. Charlotte no se podía creer que Paul le hiciera aquel regalo, encima de su firma favorita, estaba muy contenta, asíque cogió un vestido que ella ya tenía puesto el ojo y que no se pudo comprar el día que vino conmigo de compras porque era muy caro.
Después, volvieron a montarse en el taxi y se fueron al hotel Four Season. Allí subieron a una habitación y Paul le dijo a Charlotte que se pusiera el vestido y se arreglase para salir con él. Charlotte no tenía ni idea de lo que se proponía Paul, pero no quería perdérselo.
Una hora después, Paul apareció en la habitación con un ramo de rosas rojas y se llevó a Charlotte de nuevo a la limusina y le pidió que se pusiera un pañuelo atado en los ojos para que no viera a dónde iban. Ella se sintió un poco insegura cuando le pidió eso, pero tenía que confiar en él.
Charlotte notó unos minutos después cómo la limusina paraba, la ayudaban a bajarse y entraba en algún lugar. No había pensado en que la gente la vería con los ojos tapados y sintió vergüenza pensando qué estarían diciendo de ella. Después noto cómo subían a un ascensor que los elevó durante unos minutos y luego se paró abriendo las puertas mientras que Paul la cogía de la cintura para que siguiera a su lado todo el rato y no tropezase.
Sintió frío al salir, cosa que a Paul no le pasó desapercibida y le dio un abrigo de piel. Poco después le quitó el pañuelo de los ojos y Charlotte pudo observar dónde se hallaba.
La azotea del Empire State Building siempre le había gustado, poder ver toda la ciudad al atardecer era memorable. Cuando se deleitó con las vistas, giró y pudo ver una carpa dorada que tenía una mesita no muy grande con dos sillas y una vela roja. ¡Paul le había preparado una cena romántica en la azotea del Empire State! Ella sonrió y fue hacia la mesa, donde se encontraba Paul y le besó.

-Espero que te haya gustado la sorpresa. – comentó Paul.
-Mucho más de lo que piensas, esto es precioso, gracias.
-Me alegro. Déjale el abrigo al camarero, aquí dentro de la carpa no hace frío.
-¿Tenemos camarero también?
-Claro, lo tengo todo planeado.
-¿Cómo has conseguido que te dejen hacer esto aquí?
-Ser senador tiene sus ventajas, querida.
-Vaya, qué influencias tienes ahora…
-Pues sí. También espero que te guste la cena.

La cena fue tranquila y agradable, Charlotte estaba muy contenta porque Paul hubiera hecho algo especial por ella. Después del postre se levantaron y fueron hacia el borde, para ver la ciudad iluminada ya en la noche. Paul cogió una botella de champán, llenó dos copas y se quedó mirando a Charlotte.

-Me alegro que estés conmigo Charlotte, sé que no ha debido ser fácil para ti este tiempo desde que dije que eras la novia del senador, todo ese revuelo mediático.
-Sí, la prensa ha sido y es muy pesada, pero poco a poco se irá calmando todo.
-Bueno, espero y creo que ese revuelo va a seguir unos meses más.
-¿Por qué?
-Charlotte, eres una mujer increíble que ha aguantado mucho por ser quien soy, pero quiero que estés a mi lado para ser alguien mucho más importante y sólo puedo serlo contigo a mi lado. ¿Quieres casarte conmigo? – preguntó Paul con un enorme anillo de diamantes en su mano.

En ese momento, a Charlotte le vino a la cabeza Peter sin saber por qué, pero aquello le asustó.