Mientras, en casa de Paul Abramson, Charles
Rodgers llegó con una médico, cosa muy anormal tratándose de la hora que era.
Ambos fueron a una habitación acondicionada para un uso médico, donde se
encontraba dormida Charlotte sobre una camilla, atada por las muñecas y los
tobillos.
Paul llegó enseguida y se puso de pie al
lado de Charlotte mientras la mirada con un rostro bastante duro.
-Despiértala – ordenó Paul.
La médico le hizo caso, cogió una inyección
y se la puso a Charlotte, quien casi al instante abrió los ojos. No sabía dónde
se encontraba, pero al ver a Paul mirándola intensamente supo que nada iba
bien. Intentó moverse pero era inútil, sus extremidades estaban atadas a la
camilla, no podía irse a ningún lado. Pronto vio que en la habitación había una
mujer con una bata blanca y a Charles Rodgers, no tenía ni idea de qué
significaba todo esto.
-¿Qué está ocurriendo aquí? – preguntó
Charlotte intentando no parecer asustada.
-Bueno, como últimamente no hemos tenido
ocasión de ser una pareja emocionada por ser padres, esto es una consulta para
saber cómo va tu embarazo – explicó Paul.
-¿Qué? ¿Qué más te da si lo único que te
importa es que nazca?
-Sí, pero tampoco quiero que el embarazo
vaya mal, quiero saber si tenéis buena salud.
-¿Cómo me has traído hasta aquí? ¿Me has
drogado, verdad? – dijo enfadada.
-Sé que te habrías resistido si te lo
hubiera pedido voluntariamente, asíque no he tenido opción.
-Eres un cerdo.
-No te lo tomes a mal, pero fui yo quien te
tuvo que drogar, eso sí, lo hice con muchísimo cuidado, no te ha pasado nada –
dijo Charles.
-Y tú también eres otro cerdo.
-Adelante doctora, examine a mi mujer.
La médico, quien tenía un rostro impasible,
se colocó para hacerle a Charlotte un examen completo, además de una ecografía.
Quince minutos después, cuando Charlotte sabía que no podría guardar más el
secreto, la doctora comentó los resultados.
-La señora Abramson no está embarazada –
dijo la médico.
-¿Cómo? ¿Qué está diciendo? – dijo Paul con
voz alterada.
-Le digo que Charlotte no está embarazada.
-Pero, ¿ha estado embarazada alguna vez? –
preguntó ya Paul gritando.
-Oh, eso sí puedo asegurárselo, además
puedo decir que ha sido un aborto voluntario. Ahora, si me disculpan, tengo que
volver a mi casa – concluyó la doctora.
-Yo la acompañaré a la puerta – dijo
Charles.
Ambos se fueron de la habitación, dejando a
Paul y Charlottes a solas. Ella se sintió muy vulnerable al no poder moverse de
la camilla, sabía que algo malo pasaría a continuación.
Paul sacó el móvil y escribió un mensaje
muy rápido, pero pronto volvió sus ojos a Charlotte.
-Asíque has abortado voluntariamente…
-Oye yo…
-¿Pensabas que no me enteraría?
-No, esto es bastante evidente que no se
podría olcultar para siempre – dijo Charlotte tragando saliva.
-Asíque lo que pensabas era ganar tiempo
para poder urdir un plan…ahora lo entiendo.
-¿Cómo?
-Charles encontró el teléfono escondido en
la habitación, ha revisado su contenido y sé que tú y Laura tenéis un plan
contra mí – dijo Paul apretando los puños.
-¿Qué? No, Paul, lo habrás interpretado
mal… -comenzó a decir Charlotte pero un puño de Paul le dio en la mandíbula
haciéndola sangrar. El golpe le dio tanto que pensaba que le habría roto algún
hueso y comenzaron a llenársele de lágrimas los ojos.
-Mi mujer me ha traicionado. Sabías cómo
soy y aún así has seguido con vuestro plan, ¿creías que nunca me enteraría?
Tengo ojos y oídos en todas partes, jamás podréis conmigo.
-Paul…Paul por favor…yo te quería…
-¿Qué tú me querías? ¿Sabes lo que es estar
enamorado de una mujer que yo creía que era la que compartiría el poder
conmigo? ¿Sabes lo que es estar enamorado de una mujer que te ha traicionado?
¡Tú me has destrozado! ¡Hasta nuestro hijo! – dijo Paul mientras le daba otro
puñetazo en el ojo a Charlotte y la dejó inconsciente.
Paul siguió pegándola a pesar de que ella
ya no parecía estar en aquella habitación, o mejor dicho, ya no parecía viva.
Poco después la doctora que la había
examinado minutos antes, entró en la habitación por orden de Paul.
-Gracias por hacer que se quede Charles.
Doctora, cure ahora a mi mujer, ella ya ha aprendido la lección – dijo Paul.
-¿Qué? Yo…yo no puedo curarla,
está…destrozada…apenas tiene pulso, necesita atención hospitalaria, ¡ahora
mismo! – gritó la doctora.
-¿Qué hacemos? – preguntó Charles a Paul.
-Maldita sea…llévalas al hospital, a las
dos, pero asegúrate que no se enteren de qué ha pasado, ¿entendido? Y doctora –
dijo Paul acercándose a la mujer – como diga algo de lo que ha visto u oído, su
familia no volverá a ver la luz del día.
En el restaurante Bouley, todo pareció
quedarse en silencio a mí alrededor. Sólo veía los ojos de Michael mirando los
míos con un rostro lleno a la vez de suspense y alegría. Ver todo lo que había
preparado en aquel restaurante para pedirme matrimonio me pareció fantástico,
un halago, pero no sabía si debía casarme tan pronto, sólo tenía 23 años. Si
bien es cierto no es que me tuviera que casar el mes que viene, sino que
podríamos alargar el compromiso al menos unos años, ¿él podría querer eso?
La expresión de Michael fue poco a poco
desvaneciéndose hasta quedarse cabizbajo, pasándose la mano por el pelo en
señal de nerviosismo.
-Entiendo, sé lo que me quieres decir,
asíque no hace falta que respondas – dijo Mike.
-Mike…no es eso. Créeme que no es que no te
quiera.
-Sé que me quieres, pero lo que no sé es
hasta cuánto me quieres, y veo que no es suficiente como para querer pasar el
resto tu vida conmigo.
-Me encantaría pasar mi vida contigo, de
verdad, pero somos muy jóvenes, bueno, al menos yo me considero bastante joven
como para casarme. ¿No es suficiente para ti cómo estamos ahora? Prácticamente
es como si estuviéramos casados, vivimos juntos, tenemos una hija juntos,
dormimos juntos, pasamos tiempo juntos… - dije razonando.
-Hacer todo eso no es lo mismo que estar
casados.
-Pues básicamente es lo mismo, ¿no crees?
-Si estuviéramos casados tú llevarías mi
apellido, tú podrías decorar la casa, gastar todo el dinero de mi cuenta,
elegir otra casa si te apetece, compartir los gastos de las facturas… ahora
sólo vivimos en mi edificio, yo pago todo…
-¿Me estás echando en cara que no gasto mi
dinero? – pregunté indignada.
-¡No! ¡En absoluto! Me encanta que gastes
dinero aunque sea mío, pero quiero que los dos tengamos una cuenta conjunta,
que tengamos un hogar de verdad.
-Mike… ¿Quieres comprarte otra casa?
Podemos hacerlo, es más, puedo comprarla yo porque he ganado muchísimo dinero
con mi libro.
-No me entiendes, quiero que tomemos
decisiones juntos, no simplemente comprar una casa – dijo Mike nervioso.
-¿Quieres que discutamos sobre los azulejos
del baño en la casa que nos vamos a comprar?
-Quiero que tú quieras tener proyectos
conmigo, Laura.
-Dios mío…de verdad Mike, no sé qué hacer,
esto me ha pillado por sorpresa. Quizás estamos llevando todo a la tremenda
sólo por esta petición – dije intentando calmar las cosas.
-Ha sido un error pedírtelo, lo siento.
-No, no lo sientas, simplemente lo has
hecho porque es lo que querías hacer. He sido yo la que ha fastidiado todo
porque me he sorprendido muchísimo.
-No importa, retiro mi petición.
-¿Lo harás? Oye, no es que no quiera
casarme contigo, quiero hacerlo, pero dentro de unos años. Te diría que sí si
esta petición se cumpliera más tarde, ¿crees que podrías aguantar unos años
más?
-¿Eso es un sí?
-Es un sí, pero dentro de unos años – dije
sonriendo.
-De acuerdo, un sí tardío – dijo Mike
abrazándome.
-Pero, quiero mantenerlo en secreto un
tiempo, cuanto más tarde lo sepa la gente, menos nos estarán diciendo día tras
día cuándo nos casaremos.
-Está bien, tú mandas. Asíque este anillo
lo guardaré hasta cuando estés preparada para llevarlo.
-Muchas gracias, amor. Ahora sí que es todo
perfecto, te quiero.
-Y yo a ti, princesa – dijo dándome un
hermoso beso.
Una semana después, Allison llegó ya con las invitaciones a la
boda, la cual sería dentro de un mes. Estaba radiante y muy contenta porque
pronto sería la mujer de Cole Slasher. Michael estaba muy ocupado, y no hacía
más que llamar a casa una de sus asistentas, una tal Peggy. Lo que realmente me
preocupaba era la ausencia de noticias de Charlotte y Eric estaba presionándome
para que yo hablase con ella y saber cómo estaba.
La llamé insistentemente al teléfono que le
di, pero continuamente sonaba el contestador y empezaba a pensar que le había
pasado algo grave, ya que ella me había dicho que si cada dos días no recibía
noticias suyas es que algo iba mal. No sabía qué hacer porque no podía
presentarme en casa de Paul a preguntar por ella porque él no me iba a
responder sinceramente, y como a Michael no le hacía gracia que anduviera
metida en ese tema, sólo le podía pedir ayuda a Bruce.
-¿Hace una semana que no sabes nada? ¿Y se
puso violento la última vez que hablaste con ella? Esto es muy preocupante –
dijo Bruce.
-¿Muy preocupante? Madre mía, pues si tú ya
me dices eso me voy a tirar de los pelos.
-Bueno, tranquila, haré lo posible por
saber qué ha pasado con ella y dónde está.
-¿Crees que lo conseguirás?
-Bueno, no te lo aseguro, pero lo que sí
tengo claro es que no va a ser fácil y seguramente tenga que sobornas a más de
una persona para conseguir algo.
-No repares en gastos, yo lo pagaré todo.
Sólo quiero saber si está bien – dije nerviosa.
-Sobre el tema de Paul, todo se está
volviendo más turbio, hay mucha gente metida en su mundo, no pensaba que fuera
a ser tan difícil sacar alguna prueba de lo que está tramando.
-¿A qué te refieres?
-Tiene bajo su mando a fiscales, jueces,
policías, políticos…es una auténtica trama, y están bien pagados o
chantajeados, voy a tardar en saber alguna pista.
-¿Tan poco accesible es ese hombre? –
pregunté.
-Y más que lo será cuando sea presidente.
-¿Crees que lo conseguirá?
-Con toda la gente que tiene bajo su mando,
créeme que conseguirá una mayoría absoluta.
-Pues espero que sepamos algo para poder ir
en su contra y que no se salga con la suya.
-Oye, también le he visto en Stanford Tech,
¿sabes algo de eso? – preguntó Bruce.
-¿Qué? ¿Estás de broma? ¡No tenía ni idea!
-Asíque Mike no te ha contado nada…
-Tuvimos una charla sobre eso, me pidió que
me alejase del tema de Paul, que era peligroso, nada más – dije un poco
decepcionada.
-No sé qué hará Paul visitando su empresa
pero, quizás sea una pista y tú puedes averiguar de qué va si visitas a tu
novio.
-De acuerdo, intentaré averiguar qué ocurre
allí.
¿Qué demonios hará Paul en Stanford Tech?
Quizás sólo quisiera hablar con Michael, como ha estado haciendo en sus
reuniones clandestinas, o eso creíamos. Pero aquello tendría que esperar,
porque Robert y Kevin estaban esperándome en la puerta de casa con nuevas
fechas para reportajes y nuevas fotos.
-Chicos, ¿cuánto más va a durar esto de la
promoción?
-¿Te has cansado tan pronto? – preguntó
Robert.
-Bueno, llevo unas semanas intensas con
tanta promoción, y creo que el libro ya se ha vendido bastante y no hace falta
que salga en más sitios, ya se puede vender solo si alguien más quiere
comprarlo.
-¿Estás loca? ¿Y perder la oportunidad de
seguir ganando millones? – volvió a decir Robert.
-Si me conocieras sabrías que no me importa
el dinero.
-Bueno, tranquilidad. Si ella quiere que
haya menos publicidad eso podemos dárselo. Y es cierto que, como ella dice, el
libro se vende solo porque es estraordinario – comentó Kevin.
-Hombre, gracias por escucharme y ser
comprensivo, Kevin.
-¿Os habéis vuelto majaras los dos?
¿Vivimos en el mismo mundo? – dijo Robert.
-Escucha, Robert, dejad de hacer tanta
publicidad, traedme algo de vez en cuando y ya, ¿entendido?
-Entonces, ¿No quieres saber lo que te
traemos? – volvió a preguntar Robert.
-Ya que estáis aquí… - dije mientras habría
la puerta de casa y entramos todos.
-Pues resulta, que soy muy amigo de mucha
gente de Hollywood… - comenzó a decir Robert.
-¿Qué tiene que ver Hollywood con un libro?
– pregunté intrigada.
-¿Me dejas acabar? Gracias…como sabes,
tengo muchos contactos, y sé de buena tinta que tu libro lo han leído varios
directores de cine muy conocidos.
-¿Y? – dije impaciente.
-Y… ¡déjame acabar! Por dios…algunos de
ellos me han dicho que les encantaría poder dirigir una película sobre tu
libro, ¡ya lo he dicho! – gritó Robert.
-¿Qué? ¿Estáis seguros? – pregunté
incrédula.
-¡Sí! ¿A que es genial? – dijo Kevin.
-¿Qué si es genial? ¿Por supuesto? ¡No
puedo creer que les haya gustado mi libro como para llevarlo a la gran
pantalla!
-Pues ya sabes, a esperar más noticias. –
dijo Kevin de nuevo.
Que alguien quisiera llevar al cine mi
libro era todo un éxito, jamás se me habría ocurrido que me podría llegar a
pasar algo así en la vida.
Allison me pedía ayuda constantemente con
los preparativos de la boda, además, no estaba segura de qué vestido de boda
escoger, asíque tuve que ir con ella a la tienda y se probó más de cuarenta
hasta que por fin la ayudé a decidirse.
También tenía que buscar un regalo para
Michael, porque en cinco días sería su 26 cumpleaños. No sabía qué regalarle
porque, ¿qué demonios le regalas a alguien que lo tiene todo?
Por otro lado, tenía que ir a investigar a
Stanford Tech sobre lo que Bruce me había dicho, asíque me encaminé hacia allí.
La verdad era que el edificio tenía la
última tecnología del mercado, era prácticamente futurista. Pronto me encontré
con la secretaria de Michael, la cual me pareció que llevaba un atuendo
bastante corto, escotado y provocativo.
-Vengo a ver a Michael – dije seriamente.
-Lo siento, pero está ocupado, puede
dejarle un mensaje si quiere.
-No me ha entendido. Quiero ver ahora a
Michael, soy su novia.
-Ah…bueno, déjeme que le diga que aunque
sea su novia o el Papa, está ocupado, si quiere dejarle un mensaje se lo pasaré
en cuanto pueda – dijo de forma condescendiente.
-¿Cómo te llamas?
-Peggy.
-¿No eras tú la asistente de Mike en el
periódico?
-Sí, pero…soy su asistente en todo – dijo
sonriendo.
-Escúchame guapa, tengo que ver a Mike
ahora mismo, ¿o prefieres que le llame por teléfono y haga que te despida?
-No es necesario – dijo Mike saliendo por
la puerta de su despacho.
-Lo siento, señor, no dejaba de ser
insistente y le he hecho saber que estaba ocupado.
-Lo sé, Peggy, pero es mi novia, ella
siempre tendrá acceso aquí si lo desea, ¿te ha quedado claro? – dijo Mike un
poco enfadado.
-Muy claro, señor.
Por fin nos habíamos quitado de encima a
esa tal Peggy y pudimos entrar en el despacho. Ahí dentro no parecía que
estuviéramos en un sitio tan avanzado ya que la mayoría de las cosas eran de
madera o cristal.
-Veo que tu despacho no parece una nave
espacial como el resto de este lugar.
-Ya, al principio lo era, pero me parecía
un lugar gélido, asíque lo puse mucho más acogedor.
-Pues ya podías deshacerte de esa
secretaria para hacerlo aún más acogedor – espeté.
-Sé que Peggy es a veces insufrible, pero
lleva todo el papeleo y me sería más difícil si contrato a alguien nuevo y
tengo que volver a enseñarle todo el proceso. Cuando acabemos con un proyecto
pendiente la despediré.
-Pensaba que sólo trabajaba en el
periódico.
-Ya…fue muy insistente en trabajar aquí
también, y como dijo que necesitaba más dinero pues acepté – dijo Mike como
vencido.
-No me gusta, ¿lo sabes, no?
-Sí, se te nota el entrecejo fruncido, además
de porque habías alzado la voz ahí fuera y por tu forma de dirigirte a ella con
un “escucha guapa” jajajaja.
-¿Te estás riendo de mí?
-Un poquito nada más – dijo Mike
agarrándome por la cintura – venga era una broma.
-Eso espero – dije dándole un beso.
-¿Y cómo es que has venido hasta aquí?
-Pues…he venido a…preguntarte…si hay
algo…que necesites – dije a trompicones.
-¿Algo que ncesite? ¿Por qué?
-Porque…en cinco días es tu cumpleaños y no
sé qué regalarte, ¿vale? – dije excusándome para no decir que había ido a
investigar qué ocurría ahí.
-Jajajaja, sinceramente, ya tengo todo lo que
quiero. Y con todo me refiero a ti y a Aubree, con vosotras no me hace falta nada
más, no hay mejor regalo que eso – dijo cariñosamente agarrándome más fuerte.
-Oh…caray, qué cosa más bonita me acabas de
decir – dije poniéndome colorada – pero…que sepas que quedaré mal si nos envuelvo
a Aubree y a mi en papel de regalo y los demás te regalan algo como un estéreo o
un reloj suizo, jajajaja.
-Jajajaja, créeme que disfrutaría más con vosotras,
y además si te desenvolviera a ti y no tuvieras nada debajo…eso sí que sería un
doble regalo – dijo Mike guiñándome un ojo.
-Qué pillín eres eh…jajaja. Bueno, ya veré a
ver qué hago. Antes de irme a casa con Aubree me gustaría ver un poco todo esto,
¿te importa?
-No, claro que no. Te mando un gruía para que
te explique.
-No, no hace falta, ya iré yo preguntando, sólo
unos minutos nada más a ver qué tal es todo este lugar.
-De acuerdo, nos vemos luego en casa, princesa
– dijo dándome un beso.
Andar por aquellas instalaciones no era nada
fácil, daba la sensación de que podías perderte en cualquier momento. Necesitaba
encontrar a alguien a quien preguntarle, pero la mayoría de las cosas eran automatizadas
y no requerían controlarlas manualmente. Pero por fin encontré a un hombre en el
área robótica.