domingo, 12 de abril de 2015

Capítulo 33



Mientras, en casa de Paul Abramson, Charles Rodgers llegó con una médico, cosa muy anormal tratándose de la hora que era. Ambos fueron a una habitación acondicionada para un uso médico, donde se encontraba dormida Charlotte sobre una camilla, atada por las muñecas y los tobillos.
Paul llegó enseguida y se puso de pie al lado de Charlotte mientras la mirada con un rostro bastante duro.
                                                      
-Despiértala – ordenó Paul.

La médico le hizo caso, cogió una inyección y se la puso a Charlotte, quien casi al instante abrió los ojos. No sabía dónde se encontraba, pero al ver a Paul mirándola intensamente supo que nada iba bien. Intentó moverse pero era inútil, sus extremidades estaban atadas a la camilla, no podía irse a ningún lado. Pronto vio que en la habitación había una mujer con una bata blanca y a Charles Rodgers, no tenía ni idea de qué significaba todo esto.

-¿Qué está ocurriendo aquí? – preguntó Charlotte intentando no parecer asustada.
-Bueno, como últimamente no hemos tenido ocasión de ser una pareja emocionada por ser padres, esto es una consulta para saber cómo va tu embarazo – explicó Paul.
-¿Qué? ¿Qué más te da si lo único que te importa es que nazca?
-Sí, pero tampoco quiero que el embarazo vaya mal, quiero saber si tenéis buena salud.
-¿Cómo me has traído hasta aquí? ¿Me has drogado, verdad? – dijo enfadada.
-Sé que te habrías resistido si te lo hubiera pedido voluntariamente, asíque no he tenido opción.
-Eres un cerdo.
-No te lo tomes a mal, pero fui yo quien te tuvo que drogar, eso sí, lo hice con muchísimo cuidado, no te ha pasado nada – dijo Charles.
-Y tú también eres otro cerdo.
-Adelante doctora, examine a mi mujer.

La médico, quien tenía un rostro impasible, se colocó para hacerle a Charlotte un examen completo, además de una ecografía. Quince minutos después, cuando Charlotte sabía que no podría guardar más el secreto, la doctora comentó los resultados.

-La señora Abramson no está embarazada – dijo la médico.
-¿Cómo? ¿Qué está diciendo? – dijo Paul con voz alterada.
-Le digo que Charlotte no está embarazada.
-Pero, ¿ha estado embarazada alguna vez? – preguntó ya Paul gritando.
-Oh, eso sí puedo asegurárselo, además puedo decir que ha sido un aborto voluntario. Ahora, si me disculpan, tengo que volver a mi casa – concluyó la doctora.
-Yo la acompañaré a la puerta – dijo Charles.

Ambos se fueron de la habitación, dejando a Paul y Charlottes a solas. Ella se sintió muy vulnerable al no poder moverse de la camilla, sabía que algo malo pasaría a continuación.
Paul sacó el móvil y escribió un mensaje muy rápido, pero pronto volvió sus ojos a Charlotte.

-Asíque has abortado voluntariamente…
-Oye yo…
-¿Pensabas que no me enteraría?
-No, esto es bastante evidente que no se podría olcultar para siempre – dijo Charlotte tragando saliva.
-Asíque lo que pensabas era ganar tiempo para poder urdir un plan…ahora lo entiendo.
-¿Cómo?
-Charles encontró el teléfono escondido en la habitación, ha revisado su contenido y sé que tú y Laura tenéis un plan contra mí – dijo Paul apretando los puños.
-¿Qué? No, Paul, lo habrás interpretado mal… -comenzó a decir Charlotte pero un puño de Paul le dio en la mandíbula haciéndola sangrar. El golpe le dio tanto que pensaba que le habría roto algún hueso y comenzaron a llenársele de lágrimas los ojos.
-Mi mujer me ha traicionado. Sabías cómo soy y aún así has seguido con vuestro plan, ¿creías que nunca me enteraría? Tengo ojos y oídos en todas partes, jamás podréis conmigo.
-Paul…Paul por favor…yo te quería…
-¿Qué tú me querías? ¿Sabes lo que es estar enamorado de una mujer que yo creía que era la que compartiría el poder conmigo? ¿Sabes lo que es estar enamorado de una mujer que te ha traicionado? ¡Tú me has destrozado! ¡Hasta nuestro hijo! – dijo Paul mientras le daba otro puñetazo en el ojo a Charlotte y la dejó inconsciente.
Paul siguió pegándola a pesar de que ella ya no parecía estar en aquella habitación, o mejor dicho, ya no parecía viva.

Poco después la doctora que la había examinado minutos antes, entró en la habitación por orden de Paul.

-Gracias por hacer que se quede Charles. Doctora, cure ahora a mi mujer, ella ya ha aprendido la lección – dijo Paul.
-¿Qué? Yo…yo no puedo curarla, está…destrozada…apenas tiene pulso, necesita atención hospitalaria, ¡ahora mismo! – gritó la doctora.
-¿Qué hacemos? – preguntó Charles a Paul.
-Maldita sea…llévalas al hospital, a las dos, pero asegúrate que no se enteren de qué ha pasado, ¿entendido? Y doctora – dijo Paul acercándose a la mujer – como diga algo de lo que ha visto u oído, su familia no volverá a ver la luz del día.

En el restaurante Bouley, todo pareció quedarse en silencio a mí alrededor. Sólo veía los ojos de Michael mirando los míos con un rostro lleno a la vez de suspense y alegría. Ver todo lo que había preparado en aquel restaurante para pedirme matrimonio me pareció fantástico, un halago, pero no sabía si debía casarme tan pronto, sólo tenía 23 años. Si bien es cierto no es que me tuviera que casar el mes que viene, sino que podríamos alargar el compromiso al menos unos años, ¿él podría querer eso?
La expresión de Michael fue poco a poco desvaneciéndose hasta quedarse cabizbajo, pasándose la mano por el pelo en señal de nerviosismo.

-Entiendo, sé lo que me quieres decir, asíque no hace falta que respondas – dijo Mike.
-Mike…no es eso. Créeme que no es que no te quiera.
-Sé que me quieres, pero lo que no sé es hasta cuánto me quieres, y veo que no es suficiente como para querer pasar el resto tu vida conmigo.
-Me encantaría pasar mi vida contigo, de verdad, pero somos muy jóvenes, bueno, al menos yo me considero bastante joven como para casarme. ¿No es suficiente para ti cómo estamos ahora? Prácticamente es como si estuviéramos casados, vivimos juntos, tenemos una hija juntos, dormimos juntos, pasamos tiempo juntos… - dije razonando.
-Hacer todo eso no es lo mismo que estar casados.
-Pues básicamente es lo mismo, ¿no crees?
-Si estuviéramos casados tú llevarías mi apellido, tú podrías decorar la casa, gastar todo el dinero de mi cuenta, elegir otra casa si te apetece, compartir los gastos de las facturas… ahora sólo vivimos en mi edificio, yo pago todo…
-¿Me estás echando en cara que no gasto mi dinero? – pregunté indignada.
-¡No! ¡En absoluto! Me encanta que gastes dinero aunque sea mío, pero quiero que los dos tengamos una cuenta conjunta, que tengamos un hogar de verdad.
-Mike… ¿Quieres comprarte otra casa? Podemos hacerlo, es más, puedo comprarla yo porque he ganado muchísimo dinero con mi libro.
-No me entiendes, quiero que tomemos decisiones juntos, no simplemente comprar una casa – dijo Mike nervioso.
-¿Quieres que discutamos sobre los azulejos del baño en la casa que nos vamos a comprar?
-Quiero que tú quieras tener proyectos conmigo, Laura.
-Dios mío…de verdad Mike, no sé qué hacer, esto me ha pillado por sorpresa. Quizás estamos llevando todo a la tremenda sólo por esta petición – dije intentando calmar las cosas.
-Ha sido un error pedírtelo, lo siento.
-No, no lo sientas, simplemente lo has hecho porque es lo que querías hacer. He sido yo la que ha fastidiado todo porque me he sorprendido muchísimo.
-No importa, retiro mi petición.
-¿Lo harás? Oye, no es que no quiera casarme contigo, quiero hacerlo, pero dentro de unos años. Te diría que sí si esta petición se cumpliera más tarde, ¿crees que podrías aguantar unos años más?
-¿Eso es un sí?
-Es un sí, pero dentro de unos años – dije sonriendo.
-De acuerdo, un sí tardío – dijo Mike abrazándome.
-Pero, quiero mantenerlo en secreto un tiempo, cuanto más tarde lo sepa la gente, menos nos estarán diciendo día tras día cuándo nos casaremos.
-Está bien, tú mandas. Asíque este anillo lo guardaré hasta cuando estés preparada para llevarlo.
-Muchas gracias, amor. Ahora sí que es todo perfecto, te quiero.
-Y yo a ti, princesa – dijo dándome un hermoso beso.

Una semana después,  Allison llegó ya con las invitaciones a la boda, la cual sería dentro de un mes. Estaba radiante y muy contenta porque pronto sería la mujer de Cole Slasher. Michael estaba muy ocupado, y no hacía más que llamar a casa una de sus asistentas, una tal Peggy. Lo que realmente me preocupaba era la ausencia de noticias de Charlotte y Eric estaba presionándome para que yo hablase con ella y saber cómo estaba.
La llamé insistentemente al teléfono que le di, pero continuamente sonaba el contestador y empezaba a pensar que le había pasado algo grave, ya que ella me había dicho que si cada dos días no recibía noticias suyas es que algo iba mal. No sabía qué hacer porque no podía presentarme en casa de Paul a preguntar por ella porque él no me iba a responder sinceramente, y como a Michael no le hacía gracia que anduviera metida en ese tema, sólo le podía pedir ayuda a Bruce.

-¿Hace una semana que no sabes nada? ¿Y se puso violento la última vez que hablaste con ella? Esto es muy preocupante – dijo Bruce.
-¿Muy preocupante? Madre mía, pues si tú ya me dices eso me voy a tirar de los pelos.
-Bueno, tranquila, haré lo posible por saber qué ha pasado con ella y dónde está.
-¿Crees que lo conseguirás?
-Bueno, no te lo aseguro, pero lo que sí tengo claro es que no va a ser fácil y seguramente tenga que sobornas a más de una persona para conseguir algo.
-No repares en gastos, yo lo pagaré todo. Sólo quiero saber si está bien – dije nerviosa.
-Sobre el tema de Paul, todo se está volviendo más turbio, hay mucha gente metida en su mundo, no pensaba que fuera a ser tan difícil sacar alguna prueba de lo que está tramando.
-¿A qué te refieres?
-Tiene bajo su mando a fiscales, jueces, policías, políticos…es una auténtica trama, y están bien pagados o chantajeados, voy a tardar en saber alguna pista.
-¿Tan poco accesible es ese hombre? – pregunté.
-Y más que lo será cuando sea presidente.
-¿Crees que lo conseguirá?
-Con toda la gente que tiene bajo su mando, créeme que conseguirá una mayoría absoluta.
-Pues espero que sepamos algo para poder ir en su contra y que no se salga con la suya.
-Oye, también le he visto en Stanford Tech, ¿sabes algo de eso? – preguntó Bruce.
-¿Qué? ¿Estás de broma? ¡No tenía ni idea!
-Asíque Mike no te ha contado nada…
-Tuvimos una charla sobre eso, me pidió que me alejase del tema de Paul, que era peligroso, nada más – dije un poco decepcionada.
-No sé qué hará Paul visitando su empresa pero, quizás sea una pista y tú puedes averiguar de qué va si visitas a tu novio.
-De acuerdo, intentaré averiguar qué ocurre allí.

¿Qué demonios hará Paul en Stanford Tech? Quizás sólo quisiera hablar con Michael, como ha estado haciendo en sus reuniones clandestinas, o eso creíamos. Pero aquello tendría que esperar, porque Robert y Kevin estaban esperándome en la puerta de casa con nuevas fechas para reportajes y nuevas fotos.

-Chicos, ¿cuánto más va a durar esto de la promoción?
-¿Te has cansado tan pronto? – preguntó Robert.
-Bueno, llevo unas semanas intensas con tanta promoción, y creo que el libro ya se ha vendido bastante y no hace falta que salga en más sitios, ya se puede vender solo si alguien más quiere comprarlo.
-¿Estás loca? ¿Y perder la oportunidad de seguir ganando millones? – volvió a decir Robert.
-Si me conocieras sabrías que no me importa el dinero.
-Bueno, tranquilidad. Si ella quiere que haya menos publicidad eso podemos dárselo. Y es cierto que, como ella dice, el libro se vende solo porque es estraordinario – comentó Kevin.
-Hombre, gracias por escucharme y ser comprensivo, Kevin.
-¿Os habéis vuelto majaras los dos? ¿Vivimos en el mismo mundo? – dijo Robert.
-Escucha, Robert, dejad de hacer tanta publicidad, traedme algo de vez en cuando y ya, ¿entendido?
-Entonces, ¿No quieres saber lo que te traemos? – volvió a preguntar Robert.
-Ya que estáis aquí… - dije mientras habría la puerta de casa y entramos todos.
-Pues resulta, que soy muy amigo de mucha gente de Hollywood… - comenzó a decir Robert.
-¿Qué tiene que ver Hollywood con un libro? – pregunté intrigada.
-¿Me dejas acabar? Gracias…como sabes, tengo muchos contactos, y sé de buena tinta que tu libro lo han leído varios directores de cine muy conocidos.
-¿Y? – dije impaciente.
-Y… ¡déjame acabar! Por dios…algunos de ellos me han dicho que les encantaría poder dirigir una película sobre tu libro, ¡ya lo he dicho! – gritó Robert.
-¿Qué? ¿Estáis seguros? – pregunté incrédula.
-¡Sí! ¿A que es genial? – dijo Kevin.
-¿Qué si es genial? ¿Por supuesto? ¡No puedo creer que les haya gustado mi libro como para llevarlo a la gran pantalla!
-Pues ya sabes, a esperar más noticias. – dijo Kevin de nuevo.

Que alguien quisiera llevar al cine mi libro era todo un éxito, jamás se me habría ocurrido que me podría llegar a pasar algo así en la vida.
Allison me pedía ayuda constantemente con los preparativos de la boda, además, no estaba segura de qué vestido de boda escoger, asíque tuve que ir con ella a la tienda y se probó más de cuarenta hasta que por fin la ayudé a decidirse.
También tenía que buscar un regalo para Michael, porque en cinco días sería su 26 cumpleaños. No sabía qué regalarle porque, ¿qué demonios le regalas a alguien que lo tiene todo?
Por otro lado, tenía que ir a investigar a Stanford Tech sobre lo que Bruce me había dicho, asíque me encaminé hacia allí.
La verdad era que el edificio tenía la última tecnología del mercado, era prácticamente futurista. Pronto me encontré con la secretaria de Michael, la cual me pareció que llevaba un atuendo bastante corto, escotado y provocativo.

-Vengo a ver a Michael – dije seriamente.
-Lo siento, pero está ocupado, puede dejarle un mensaje si quiere.
-No me ha entendido. Quiero ver ahora a Michael, soy su novia.
-Ah…bueno, déjeme que le diga que aunque sea su novia o el Papa, está ocupado, si quiere dejarle un mensaje se lo pasaré en cuanto pueda – dijo de forma condescendiente.
-¿Cómo te llamas?
-Peggy.
-¿No eras tú la asistente de Mike en el periódico?
-Sí, pero…soy su asistente en todo – dijo sonriendo.
-Escúchame guapa, tengo que ver a Mike ahora mismo, ¿o prefieres que le llame por teléfono y haga que te despida?
-No es necesario – dijo Mike saliendo por la puerta de su despacho.
-Lo siento, señor, no dejaba de ser insistente y le he hecho saber que estaba ocupado.
-Lo sé, Peggy, pero es mi novia, ella siempre tendrá acceso aquí si lo desea, ¿te ha quedado claro? – dijo Mike un poco enfadado.
-Muy claro, señor.

Por fin nos habíamos quitado de encima a esa tal Peggy y pudimos entrar en el despacho. Ahí dentro no parecía que estuviéramos en un sitio tan avanzado ya que la mayoría de las cosas eran de madera o cristal.

-Veo que tu despacho no parece una nave espacial como el resto de este lugar.
-Ya, al principio lo era, pero me parecía un lugar gélido, asíque lo puse mucho más acogedor.
-Pues ya podías deshacerte de esa secretaria para hacerlo aún más acogedor – espeté.
-Sé que Peggy es a veces insufrible, pero lleva todo el papeleo y me sería más difícil si contrato a alguien nuevo y tengo que volver a enseñarle todo el proceso. Cuando acabemos con un proyecto pendiente la despediré.
-Pensaba que sólo trabajaba en el periódico.
-Ya…fue muy insistente en trabajar aquí también, y como dijo que necesitaba más dinero pues acepté – dijo Mike como vencido.
-No me gusta, ¿lo sabes, no?
-Sí, se te nota el entrecejo fruncido, además de porque habías alzado la voz ahí fuera y por tu forma de dirigirte a ella con un “escucha guapa” jajajaja.
-¿Te estás riendo de mí?
-Un poquito nada más – dijo Mike agarrándome por la cintura – venga era una broma.
-Eso espero – dije dándole un beso.
-¿Y cómo es que has venido hasta aquí?
-Pues…he venido a…preguntarte…si hay algo…que necesites – dije a trompicones.
-¿Algo que ncesite? ¿Por qué?
-Porque…en cinco días es tu cumpleaños y no sé qué regalarte, ¿vale? – dije excusándome para no decir que había ido a investigar qué ocurría ahí.
-Jajajaja, sinceramente, ya tengo todo lo que quiero. Y con todo me refiero a ti y a Aubree, con vosotras no me hace falta nada más, no hay mejor regalo que eso – dijo cariñosamente agarrándome más fuerte.
-Oh…caray, qué cosa más bonita me acabas de decir – dije poniéndome colorada – pero…que sepas que quedaré mal si nos envuelvo a Aubree y a mi en papel de regalo y los demás te regalan algo como un estéreo o un reloj suizo, jajajaja.
-Jajajaja, créeme que disfrutaría más con vosotras, y además si te desenvolviera a ti y no tuvieras nada debajo…eso sí que sería un doble regalo – dijo Mike guiñándome un ojo.
-Qué pillín eres eh…jajaja. Bueno, ya veré a ver qué hago. Antes de irme a casa con Aubree me gustaría ver un poco todo esto, ¿te importa?
-No, claro que no. Te mando un gruía para que te explique.
-No, no hace falta, ya iré yo preguntando, sólo unos minutos nada más a ver qué tal es todo este lugar.
-De acuerdo, nos vemos luego en casa, princesa – dijo dándome un beso.

Andar por aquellas instalaciones no era nada fácil, daba la sensación de que podías perderte en cualquier momento. Necesitaba encontrar a alguien a quien preguntarle, pero la mayoría de las cosas eran automatizadas y no requerían controlarlas manualmente. Pero por fin encontré a un hombre en el área robótica.