Tras aquellas aclaraciones Michael me besó y yo le besé a él, volvíamos
a querer estar juntos.
Después del paseo volvimos al hostal, donde almorzamos los dos en la
cafetería que pertenecía al lugar. Al terminar, fuimos a mi habitación para
trasladar mis cosas a la habitación de Michael y así poder dormir juntos.
-¿No te sentirás incómoda durmiendo conmigo no?
-Claro que no, quiero hacerlo. Sé que he dicho que vayamos despacio,
pero no hay nada que quiera más que estar a tu lado. – dije mientras le
abrazaba.
Nos comenzamos a preparar para la cena de presentación de las familias.
Charlotte y Peter ya habían vuelto con los padres de ella para poder prepararse
también.
Un par de horas más tarde, los cinco nos montamos en el coche de
Charlotte y nos dirigimos al menos restaurante de la ciudad. Allí nos estaba
esperando la familia de Peter de nuevo y hubo las pertinentes presentaciones,
parecía que todo andaba bien.
Esta vez la cena fue mucho más amena, ya que Michael y yo nos
hablábamos. Quizás hubo un par de malentendidos entre Becca, la madre de
Charlotte y Rita, la madre de Peter, pero nada del otro mundo. Y Charlotte
intentaba parecer calmada. Aún no sabía cómo se habían tomado la noticia los
padres de Charlotte sobre su prematuro compromiso, pero viendo el panorama no
parecía que estuvieran enfadados.
Después de cenar, fuimos a la casa de los Hennings para tomar unas
copas. Allí tenían un amplio patio cubierto con unas estufas que nos
resguardaban del frío. Al tener todos una copa en la mano, Jim, el padre de
Peter puso un poco de música para que pudiéramos bailar.
Michael y yo nos aislamos del mundo, queríamos aprovechar cada instante
de este fin de semana para vivirlo felizmente.
Al final, el malentendido de Becca y Rita fue a más y terminaron
discutiendo, aunque por lo que yo vi tuvo más repercusión por la bebida.
Charlotte pidió disculpas y se llevó a sus padres en taxi al hostal, asíque
Michael y yo los acompañamos.
Durante el trayecto de vuelta Charlotte no dejaba de echarles la bronca
a sus padres por arruinar la velada con la familia de Peter.
-¿Os habéis vuelto locos? Ellos van a ser familia nuestra. – dijo
Charlotte
-Creo que a esa mujer le falta un tornillo.
-¡Por dios papá, dile algo! – Gritó enfadada Charlotte.
-Becca, querida…no hace falta que le des más bombo al asunto. Creo que nos
hemos desmadrado con la bebida, será mejor que durmamos cuanto antes. – comentó
Jeff.
Poco después llegamos al hostal y cada uno pudimos irnos a nuestra
habitación. Michael y yo estuvimos comentando la velada accidentada, pero a
nosotros nos quedó claro que gran culpa la tuvo la bebida, sino Becca lo habría
dejado pasar.
Aquella noche también hice el amor con Michael. Fue igual de especial y
placentero que la noche de ayer. ¿Acaso había algo mejor que aquello? No, seguro que no.
Al amanecer nos llamaron de recepción para avisarnos de que teníamos
que dejar el hostal en un par de horas asíque nos levantamos y nos pusimos a
hacer la maleta para el regreso.
Los padres de Charlotte tenían una cara bastante penosa, se sabía que
tenían una gran resaca, nos despedimos de ellos y fuimos hacia el coche para
poner rumbo a Nueva York.
El viaje de vuelta fue mucho mejor que el de ida, podía mirar a Michael
todo lo que quisiera sin sentirme avergonzada, él era hermoso y era todo para
mí.
Ya en Nueva York Charlotte y yo nos bajamos en Harlem, mientras que
Peter se llevo el coche de Charlotte para llevar a Michael a su casa. Volver a
aquel apartamento hizo que me deprimiera un poco, el fin de semana había sido
tan fabuloso… ver de nuevo a toda la gente y todo el ruido de esta ciudad era
horrible. Pero después pensé que antes de conocer Vermont me gustaba Nueva
York, sí que era un poco pesado pero me gustaba.
Charlotte aún andaba enfadada con sus padres por lo sucedido y me
confesó que no le agradaban que se fuera a casar con Peter tan pronto.
-No te preocupes, esto sera sólo las primeras semanas. Después lo
aceptarán. Es que su única hija se casa y es normal que estén tristes. – dije
animándola.
-Ya, pero no es forma de comportarse, ahora mismo les odio.
Al día siguiente tenía que volver a trabajar y no me apetecía nada,
aunque sólo pensar que quizás pudiera ver a Michael por allí me reconfortaba.
Justamente hacía unos días habría rezado para que eso no sucediera, pero ahora
suplicaba que así fuera.
Aquella semana apenas vi a Michael por el periódico, eso sí, cuando
venía entraba en mi despacho y estábamos un rato juntos besándonos y demás.
Pero después, al salir del trabajo salíamos juntos a dar una vuelta o a cenar.
Volver a estar así de bien con él era increíble, aún pensaba que estaba en un
sueño.
Bruce intentó contactar conmigo y fue cuando me acordé que me llamaba
por aquella cita que teníamos pendiente. Ahora me daba apuro decirle que ya
tenía a alguien, ya que hace poco más de una semana estaba de acuerdo con
aquella cita. Así que quedé con el para tomar un café en al almuerzo, en una
cafetería cercana.
-¡Laura! ¿Cómo estás? Qué guapa estás hoy. – dijo dándome un beso en la
mejilla.
-Bruce, hola, pues la verdad que todo va muy bien. – dije sentándome en
una mesa.
-¿Dónde has estado esta semana?
-Pues he trabajado bastante, el nuevo empleo me gusta mucho. ¿Y tú qué
tal?
-Ya sabes, de aquí para allá. Tengo un caso por asesinato del que voy
bastante bien.
-¿Asesinato? – dije incrédula.
-Sí, la verdad ese tipo creo que hizo lo que hizo, pero él me contrató
asíque tengo que defenderle.
-Caray, ¿y no te sientes mal?
-Bueno, en la facultad te enseñan a dejar los sentimientos a un lado,
pero luego cada uno hace lo que la dicta su conciencia.
-Entonces veo que no te arrepientes.
-Me gano así la vida, Laura, si hiciera sólo el bien no podría
mantenerme.
-Entiendo…
-Bueno… ¿Te gustaría salir a cenar alguna noche de esta semana? –
cambió de tema Bruce.
-Verás, quería hablar de eso.
-¿Qué ocurre?
-Pues, es que estoy con alguien…
-¿Estás con alguien? ¿Desde cuándo?
-Es algo complicado.
-Explícamelo. – dijo Bruce cruzándose de brazos.
-Estoy saliendo con alguien con quién salí hace unos años, es como si
hubiéramos estado en standby, ¿entiendes?
-Michael Stanford, ¿no?
-¿Cómo lo sabes?
-Han salido muchas noticias sobre ti y ese hombre en la prensa del
corazón. – se explicó.
-Ah, bueno pues…es eso. Y hasta hace una semana no estaba con él. Pero
el fin de semana que me llamaste para quedar y te dije que iría a Rutland para
una cena de presentación familiar, él estaba allí, no lo sabía. Y hablamos y
sucedió sin más. No tenía nada planeado. De hecho hasta ese fin de semana
quería quedar contigo.
-No tendrías muchas ganas de quedar conmigo si en un par de días te
cambia la mentalidad de esa manera, ¿no crees?
-Bruce, entiendo que estés enfadado pero…no tengo la culpa, no puedo
controlar lo que siento, ¿sabes? – dije apenada.
-Lo sé, pero es que…bueno, da igual. Me ha gustado estar este rato
contigo. Ya nos veremos.
Bruce se fue apresuradamente dejándome sola en aquella cafetería. Me
sentía mal por haberle rechazado pero no podía controlar lo que sentía, era así
de simple y así de complicado a la vez. Me gustaría haberle correspondido pero,
por alguna razón, quizás el destino, hizo que me reencontrase con Michael e iba
a aprovechar esa oportunidad.
El resto de la semana fue realmente extraña, había mucho revuelo en la
oficina y no sabía por qué.
Charlotte me comentó que el fin de semana se iría a casa de Peter a
dormir, asíque me quedaba yo sola en el piso. Alquilé unas películas, compré
vino y comida y me dispuse a tener un par de días bastante caseros.
Después de hacer unas fajitas y unos nachos con aguacate y queso para
cenar la noche del viernes, sonó el timbre de la puerta. Michael esperaba en el
rellano sonriente, bastante mojado por la lluvia de finales de noviembre.
-¿Puedo pasar? – me preguntó.
-Claro, pasa, estás empapado, quítate el abrigo y ponte la manta que
hay en el sofá para que entres en calor.
-Creo tener una mejor idea para entrar en calor, ¿no crees? – me dijo
agarrándome por la cintura mientras me daba un beso.
-Es una buena opción, pero acabo de preparar la cena y tengo bastante
hambre, ¿quieres cenar conmigo?
-Por supuesto, huele fenomenal.
Nos sentamos a comer en el sofá con una copa de vino y viendo las
noticias. La cena era bastante buena para ser la primera vez que hacía comida
mexicana. Michael terminó comiéndose todo y resopló al final, como dando a
entender que estaba bastante lleno.
-¿Bueno, verdad? – pregunté.
-Sí, no había almorzado asíque…
-¿Por qué no?
-He estado trabajando, tengo un problemilla gordo.
-¿De qué se trata?
-No te quiero preocupar con mi trabajo, nena. – dijo sonriéndome.
-Pero me gustaría ayudarte.
-No puedes. Es complicado.
-Venga explícamelo. – le insistí.
-Pues no sé cómo ha pasado pero me quieren cesar de mi cargo en el
periódico.
-¿The Eagle?
-Sí, así es.
-¿Cómo puede pasar? Si tienes la mitad de la empresa, ¿no?
-Sí, tengo el 50%, quise darle la otra mitad a Nick para que pudiera gestionar
todo sin tener que aprobar todas las decisiones conmigo.
-¿Entonces? ¿Cómo puede echarte si tienes la mitad?
-Pues ha reunido firmas de todos los gerentes, jefes de planta y demás
y las ha mandado al juzgado. Hay una cláusula que dicta que si hay pleno
acuerdo de todos los responsables de la empresa, podrían cesarme.
-¿Qué? ¿Y tú no sabías nada sobre esa cláusula? – dije incrédula.
-Sí, pero jamás pensé que podría llegar a darse.
-Son unos sucios, ¿por qué echarte? ¿Haces tu trabajo, no?
-Claro, pero no sé por qué, y Nick no quiere hablar conmigo
directamente, usa a sus abogados.
-¿Necesitas un abogado? Yo conozco a uno, creo que es muy bueno, aunque
de hecho es socio de Nick Martin…
-¿Bruce Nolan?
-Sí, ese mismo.
-Nolan es el abogado de Martin, Laura.
-¿Qué?
-¿Y de qué le conoces? – preguntó Michael.
-Pues nos conocimos de casualidad en Central Park, quedamos un par de
veces y quiso pedirme una cita, pero ya estaba contigo asíque…
-¿Quiso una cita contigo?
-Pues sí…pero sucedió todo esto.
-No me gusta que estés con ese tío, no quedes con él.
-Oye Mike, creo que puedo elegir mis amistades. Pero viendo lo que está
pasando en el periódico quizás deba alejarme de él.
-Pues sí, a lo mejor le ha cabreado que estés conmigo y por eso apoya a
Nick.
-¿Tú crees? No sé…no creo que se tan vengativo…
-Los abogados como Nolan no tienen conciencia, créeme.
Aquella frase de Michael me hizo pensar “Los abogados como Nolan no
tienen conciencia”. Quizás fuera verdad porque el día que estuve con Bruce en
la cafetería dijo que defendía a un hombre de asesinato, y él mismo decía que
podría ser culpable pero que hacía su trabajo. Puede que Michael tuviera más
razón de la que querría admitir.
Después de cenar puse un dvd de una película romántica, pero duramos
poco viéndola que ya poco a poco fuimos dándonos besos, eso llegó a más y
terminamos haciendo el amor en la cama.
Michael se pasó todo el sábado hablando por teléfono con sus abogados,
pero no había manera de parar aquella cláusula. Estaba claro que Bruce sabía
cómo meter en problemas a alguien. Quizás debería hablar con él para que parase
esta estúpida guerra aunque probablemente eso enfurecería a Mike si me metiera
en medio.
Diciembre llegó sin ninguna buena noticia, nada había cambiado. Michael
iría a juicio para luchar por el periódico, como ya nos había comentado su
abogado.
-Podría hablar con Bruce para que parase todo esto. – dije
definitivamente.
-No, ni se te ocurra. Si tengo que perder el periódico lo perderé, pero
no quiero que te metas en medio. Siempre he dado la cara en mis negocios y lo
seguiré haciendo, sean malos o buenos.
-¿Es tu primer fracaso empresarial?
-Claro que no. Uno no se forja sólo de buenos negocios, sino también de
los malos. Hace que te vuelvas fuerte y aprendas más estrategias para la
próxima vez. – me explicó.
El día del juicio, a mitad de diciembre, nos presentamos en los
juzgados todos, incluídos Peter y Charlotte.
No hubo tanto revuelo mediático como pensamos, puesto que habíamos
mantenido la noticia en secreto. Era mucho mejor que no hubiera periodistas
revoloteando alrededor.
James Martin se presentó también allí y se sentó en el bando de su
padre, como era normal, pero no me saludó ni nada como solía hacer siempre.
Al final el juez falló a favor de Nicholas Martin y le fue entregada la
empresa The Eagle en su totalidad, así pues Michael salió de la sala un tanto
triste, aunque no todo lo mal que yo pensaba.
Charlotte y Peter le acompañaron y a mí me paró James para hablar.
-Siento que Mike haya perdido el periódico.
-Pues…gracias, aunque no lo creo.
-Bueno, tienes todo el derecho a pensarlo porque somos los
beneficiarios directos, pero no he tenido nada que ver con esto. – se explicó.
-Siento la pérdida, Laura, aunque un simple periódico no será nada para
el imperio de tu novio, ¿Verdad? – dijo Bruce cuando se acercó a nosotros.
-¿Te mofas? – levanté las cejas.
-Tómatelo como quieras, pero he hecho sólo mi trabajo, no esperes que
me sienta culpable por ello. – dijo yéndose por el pasillo.
-¿Michael es tu novio de nuevo? – dijo James con los ojos muy abiertos.
-Pues sí, lo es. Ya nos veremos James. – dije andando rápido hasta la
salida.
En realidad Bruce tenía razón, no podía culparle porque él solo había
hecho su trabajo. Si Nick le había contratado era lógico que hiciera lo que
fuera por ganar. Pero por otro lado me sentía como un poco traicionada y
triste, no quería que Michael perdiera el periódico.
Al salir del juzgado nos fuimos los cuatro a comer a un restaurante, ya
que era la hora de almorzar.
-No te preocupes amigo, ya volverá la buena racha. – le dijo Peter a
Mike.
-Lo sé. En realidad es un grano en mi gran montaña de arena, pero
quería tener ese periódico hasta que el Stanford News fuera en auge, además de
que Laura trabajaba allí y me gustaba verla. – dijo Mike.
-No importa, cielo. Me verás cada día aunque no trabajemos juntos. –
dije abrazándole.
-¿Seguirás trabajando ahí, Laura? – preguntó Charlotte mientras comía
su ensalada.
-Sí, la verdad que no me queda otra, tengo medio año de contrato al
menos, no puedo irme. Tendré que aguantar allí.
-Después te contrataré para el Stanford News, nena, no te preocupes.
-No hace falta que me regaléis trabajos, ¿vale? – dije tomando mi plato
de pescado.
-Pues me gustaría que estuvieras a mi lado, tú eres buena redactora y
ayudarías a llevar a la cima ese periódico.- comentó Mike.
-Ya lo pensaré, tranquilo, aún quedan unos meses.
Después de aquella comida me sentí un poco mal, mi estómago estaba
revuelto asíque volví a casa con una sopa de pollo comprada en el supermercado
para ponerme mejor.
Charlotte me trajo unas sales digestivas para que se me asentara el
estómago y traía consigo un periódico.
-A ver si te pones mejor con esto. – me dijo Charlotte.
-Buf, tengo el estómago fatal, he vomitado dos veces y me duele la
cabeza.
-Debes tener un virus importante. Laura…me gustaría hablar contigo de
una cosa.
-Dime, dime.
-Verás, no sabía cómo decírtelo pero…esoty buscando un apartamento para
vivir con Peter.
-¿Te irás a vivir con él? – dije sobresaltada.
-Pues sí, lo hablamos hace unos días y he estado pensando en cómo
decírtelo. No quiero que te enfades.
-Char, por favor, no voy a enfadarme, es tu vida y te vas a casar. Es
normal que quieras vivir con tu prometido.
-¿De verdad? ¿Me apoyas?
-Claro que sí, ven aquí.
-¿Vas a abrazarme?
-Sí, ¿por qué?
-Creo que lo dejaremos para otro día…no quiero contaminarme con tu
virus.
-Boba, jajaja.
Charlotte iba a dejar nuestro apartamento después de casi tres años y
medio. Era el final de otra época. Me entraba nostalgia por tener que vivir sin
ella, había sido un quebradero de cabeza tenerla conmigo pero sin duda ella
tenía muchas cosas buenas más que malas.
El resto de la semana seguí estando mala con el estómago, cosa que
empezó a preocuparme. Charlotte me aconsejó que ya era hora de ir al médico
porque que no se me hubiera pasado ya era extraño. Asíque fui al médico y me
hizo unas pruebas, pero me dijo que no tenía nada malo visiblemente aunque las
pruebas llegarían en unos días.
Se acercaban las Navidades y la verdad que Nueva York era un sitio
genial para pasarlas, toda la decoración era increíble aunque este año iba a
tener un aliciente y era Michael. Desde que volvimos a estar juntos nos iba muy
bien, no habíamos peleado y nos sentíamos felices.
La cena de nochebuena la pasamos en el apartemento de Charlotte y el
mío, ya que cocinábamos nosotras para Michael y Peter.
Yo cené bastante ligero porque aún tenía algunos vómitos en días
puntuales.
-¿No comes más, cariño? – me dijo Mike cogiéndome de la mano.
-No, ya sabes que tengo el estómago mal, si como más sé seguro que voy
a vomitar.
-Si quieres puedo llevarte al mejor médico de la ciudad, no me importa.
-Ya fui a uno, los resultados estarán al llegar, no te preocupes.
-¡Chicos! Tengo una buena noticia.- dijo Peter.
-¿Sí? Dínosla. – sonrió Charlotte.
-Hoy me han ofrecido un puesto en la cadena de la CBS, ¡Es genial!
¿Verdad? – dijo entusiasmado.
-¿Qué? ¡Enhorabuena amor! – dijo Charlotte mientras abrazaba a Peter.
-Felicidades amigo, es un gran paso. – comentó Mike.
-Es el mejor, ¿a que sí? – dije yo tomando un sorbo de agua.
-Y que lo digas, una de las mejores cadenas de Estados Unidos, es
increíble. – dijo Peter.
-Mi prometido va a ser famoso, jajaja.
Todos nos alegramos mucho por Peter, quien iba a ser un gran periodista
reconocido. La noche terminó siendo buena y las dos parejas nos quedamos a
dormir en el apartamento.
Al día siguiente, el de Navidad, nos dimos los regalos unos a otros.
Charlotte estaba muy contenta con su nuevo Iphone que Peter le regaló. Michael
terminó dándome un beso por el marco digital que le regalé con muchísimas fotos
nuestras de los momentos especiales en un fotoreportaje. Peter se levantó para
probarse su nueva americana de Channel que Charlotte le había regalado para su
nuevo trabajo, ya que saldría en la televisión nacional. Y yo abrí mi regalo y
resultó ser dos llaves en una caja y unos zapatos Christian Loboutain.
-¿Para qué son estas dos llaves? – le pregunté a Michael.
-Una es de tu nuevo coche, sé que dejaste en Los Ángeles aquel que te
regalé, el Mazda Sedan rojo, me pareció buena idea que tuvieras uno. Y esta
otra llave es la de mi casa, para que vengas cuando quieras. Vivo entre Park
Avenue y la 64th, ya sabes.
-¿Estás loco? Ya sabes que no puedo aceptar regalosos ostentosos. Un
coche es demasiado, ya te lo dije la primera vez y te lo digo ahora.
-Lo sé, sé que piensas eso, pero ya sabes que es una miseria para mí y
me gusta que tengas transporte en vez de irte en metro o autobús.
-Un coche por dios, te has vuelto a pasar.
-¿Sabes cuánto ha costado la casa de Park Avenue?
-Evidentemente no. – dije chistando.
-Casi diez millones de dólares. Créeme que ese coche es bastante
barato.
-Cielo santo. Me va a dar un ataque.
-Laura, quiero que te entre en la cabeza que tengo más dinero del que
podría gastarme jamás. – me explica cogiéndome de las manos.
-Lo sé, me lo dijiste. Pero tienes que entender que para mí no es nada
normal todo esto. Yo me he creiado en un lugar modesto y tener ahora esto es
demasiado para mí.
-Ya, pero quiero que te adaptes a lo que es mi vida, ¿vale?
-Lo intentaré. – dije dándole un beso.
El día de Navidad terminó satisfactoriamente entre todos, pero al día
siguiente había que trabajar, asíque nos fuimos pronto a dormir.
El médico me llamó por la mañana para que fuera a la consulta, por ello
le dije a Molly que me diera un pase para poder salir del trabajo sin problema.
Cogí el coche que Michael me regaló, el cual me fue muy util en esta
situación y me presenté en la consulta
del médico.
-Buenos días, ¿tiene mis resultados? – dije impaciente.
-Sí, señorita Stevens.
-¿Y qué me ocurre?
-Verá, no le pasa nada malo, pero quizás no tenga una buena aceptación.
-¿A qué se refiere?
-Laura…está embarazada. – soltó el médico.