viernes, 20 de junio de 2014

Capítulo 19



Un par de días después, Melinda fue a ver de nuevo a Michael para pedirle más dinero a cambio de información. Allí en su casa, vio a un chico con el pelo castaño claro, alto y ojos azules riéndose con Michael, el cual no conocía.

-Hola Mike, ¿cómo estás? – preguntó Melinda.
-Pues bien. Melinda, te presento a mi hermano Eric, ha venido a visitarme.
-Encantado Melinda. – dijo Eric mientras le tendía la mano a Melinda.
-Igualmente…eh, Mike, ¿podríamos hablar en privado? Tengo noticias…
-No. Mi hermano sabe todo, asíque dime lo que sepas aquí. – dijo Mike.
-Bueno. He descubierto que ha utilizado su tarjeta de crédito en Múnich para alojarse en un hotel y después ha comprado un billete de avión para irse a Viena.
-Muy bien, ¿algo más?
-No. Creo que es bastante información, ¿crees que podrías extenderme otro cheque? Me viene mejor que en efectivo. – dijo Melinda sonriendo.
-Melinda, basta de mentiras. Sé lo que estás haciendo. – inquirió Mike.
-¿De qué hablas?
-Mi hermano ha confiado en ti y te ha dado lo que has pedido. En cambio, tú sólo te has aprovechado de él. Te has inventado información para sacarle dinero, vas a acabar muy mal, Melinda. – dijo Eric.
-Eso no es cierto, yo sé muy bien… - empezó a decir Melinda pero Mike le cortó.
-¡Se acabó! ¿En qué andas? Prostitución, mercado negro, armas… ¿En qué? – gritó Mike.
-Son drogas Mike, lo siento. Debía dinero a un tipo, mucho dinero. Él único que podía ayudarme eras tú, el único que conozco con pasta. Sabía que no me darías el dinero por las buenas así contándote lo que me había pasado, por eso, cuando te vi en Philadelphia con esa chica, supe que podía conseguir una mina de oro. Te hice fotos, averigüé un poco y le entregué las pruebas a Laura. Ella se fue y así pude chantajearte. – confesó Melinda.
-Tarde o temprano la verdad prevalece. – dijo Eric.
-Te habría ayudado de alguna manera, Melinda. Pero ahora queda claro que no se puede confiar en ti. No quiero volverte a ver, no te acerques a nadie de mi familia, ni amigos, ni a Laura o te arrepentirás. Vete de aquí. – dijo Mike mirándola con odio.

Melinda no tuvo más remedio que coger su bolso e irse, se le había acabado su suerte. Eric se sentó con Michael para seguir charlando sobre el asunto.

-No puedo creer que te haya chantajeado.
-Ni yo, era una amiga pero veo que el dinero puede con todo. – dijo Mike.
-¿Sabes ya algo de Laura?
-Sí. Walt ha averiguado dónde está. Se fue a Barcelona.
-¿Barcelona? ¿Por qué a España? – preguntó Eric.
-No lo sé…
-¿No vas a ir a por ella?
-Tengo miedo. Se fue sin decir nada para que no la encontrásemos, quizás si voy vuelva a desparecer y tenga que volver a buscarla. Si me rechaza yo…no sabría qué hacer. – dijo Mike tumbándose en el sofá resoplando.
-Eso es cierto, no sabemos si se volverá a ir. Entiendo que hayas querido saber si sigue bien y dónde está pero ¿y tu bebé? ¿No quieres verlo nacer?
-Qué pregunta es esa Eric…claro que sí. Pero tengo miedo por eso, quizás deba dejarle algo de espacio. Ahora estára embarazada de siete meses, aún tiene tiempo para pensar. – dijo Mike levantándose del sofá y echándose una copa de whiskey.



                                                     ***************************


Una semana después en Barcelona, me encontraba visitando la Sagrada Familia cuando sonó mi teléfono móvil, un número de Estados Unidos.

-¿Díga? – contesté.
-¿Laura Stevens?
-Sí, soy yo.
-Trabajo en el New York Post, soy de recursos humanos y quería comunicarle que estamos interesados en su currículum, nos gustaría concertar una entrevista con usted.
-¿Una entrevista para el New York Post? ¿En serio? ¡Claro que sí! – dije emocionada.
-Bien, espero que le venga bien el lunes que viene a las diez de mañana. En el 1211 de la Avenida de las Américas.
-Por supuesto, allí estaré, ¡y gracias! – pude decir antes de que me colgase.

Estaba tan feliz y emocionada que ni me dí cuenta de lo tonta que había parecido por teléfono con aquel hombre, pero me daba igual, iba a poder hacer una entrevista en uno de los mejores periódicos de Nueva York. Lo malo era que una vez pisara esa ciudad seguramente tendría que ver a Michael, cosa que en estos momentos no me apetecía lo más mínimo puesto que aquí estaba tremendamente tranquila.

Ese fin de semana viajé de nuevo a Nueva York y llamé directamente a Charlotte porque no quería volver a casa con Michael. Ella me dijo que me acogía y que no pasaba nada por tener que quedarme allí el tiempo que quisiera, puesto que ya no estaba con Peter. Al llegar a su apartamento me explicó absolutamente todo lo que había pasado, la encontraba bastante abatida.

-No sé qué hacer ahora, Laura. Se ha ido como una parte de mí sabes, es extraño.
-Lo sé, a mí también me pasa con Mike, pero debemos seguir adelante, el mundo sigue girando a nuestro alrededor y no debemos perder tiempo en lamentarnos, ¿entiendes? – la animé.
-Sí, eso haré. He de acostumbrarme a que no volveré a tener a Peter conmigo.
-¿Y qué vas a hacer con el congresista?
-No sé lo que siento por él. Me parecía mal salir con él por estar con Peter y porque él está casado y tiene hijos…. – dijo Charlotte.
-Sí, pero ahora ya no estás con Peter, eres libre, puedes salir si quieres con él. Además, ¿no dijiste que iba a divorciarse de su mujer? Él también empezará de nuevo su vida, quizás tú puedas ser parte de ella, ¿no crees? – dije sonriendo.
-Si lo hiciera aún me sentiría culpable porque me he acostumbrado a estar con Peter y es como si le engañase.
-No seas boba. Ahora puedes hacer lo que te plazca. ¿Dónde está mi Charlotte del instituto que siempre se iba de fiesta, ligaba con chicos y le gustaban todos? ¡Ánimo nena! – dije abrazándola.
-Voy a salir con Paul, sí, quedaré con él. ¡Gracias mi Laura! – Dijo feliz Charlotte dándome un beso en la mejilla - ¿y tú qué harás con Mike?
-Nada. Voy a hacer la entrevista a ver si me contratan. Si no buscaré otro periódico, pero no voy a buscar a Mike para nada.

El día de la entrevista me preparé con la ayuda de Charlotte, ya que ella era la experta en eso de la moda porque siempre estaba divina. Desayuné bastante ligero porque estaba con los nervios a flor de piel. No todos los días llamaban a la gente para poder hacer una entrevista en el New York Post y aquella era la mejor oportunidad que había tenido hasta ahora.
El camino hacia la Avenida de las Américas se me hizo muy largo, tenía ganas de acabar ya aquella entrevista y aún no había comenzado.
Al entrar en el edificio me sentí una persona muy pequeñita. Todos los que estaban allí tenían un currículum muy extenso y extraordinario. Y aquí estaba yo, una principiante.
El despacho del señor de recursos humanos se me hacía cada vez más pequeño, quería terminar cuanto antes. No parecía un hombre muy atento a lo que dijera, tenía ya cierta edad y sólo miraba a sus folios. Salí de allí bastante decaída porque tenía la certeza de que no le había impresionado nada.
Al regresar al apartamento le conté todo a Charlotte quien no se creía que no hubiera impresionado a nadie.

-Vamos Laura, sabes que tienes un gran currículum, seguramente estaría leyéndolo mientras te hacía preguntas. – opinó Charlotte.
-Nunca he visto a nadie entrevistar así, seguramente no le interesaría.
-Deja de quejarte Laura, siempre has sido muy buena en todo, seguro que esta vez te sale todo bien, espérate un poco a que te digan algo anda.
-¿Qué te ocurre? Y no me digas que nada porque te conozco bien. – dije poniendo mis brazos sobre mi cintura en forma de jarra.
-Llamé a Paul esta mañana para quedar con él. No sin antes estar esperando como media hora porque tenía que dar todos mis datos a su asistente personal, decía que era obligatorio por si desvelaba información sobre Paul. En fin, después de esperar pude hablar con él y quedamos para cenar esta noche. – se explicó Charlotte.
-¿Y cuál es el problema?
-No sé qué hacer, no sé si debería ir. Me da miedo equivocarme.
-Charlotte, ¿por qué te ibas a equivocar? Ya no tienes compromiso con nadie, eres libre de hacer lo que quieras. Paul se va a divorciar dentro de poco, mientras guardéis la relación en secreto hasta que eso suceda todo irá bien. – le dije a Charlotte intentando tranquilizarla.
-¿Por qué me siento como si siguiera engañando a Peter? – dijo Charlotte llorando.
-Amiga, no estás engañando a nadie, simplemente te has acostumbrado a estar con Peter. Salir con otro hombre ahora que ya no estás con él te resulta extraño, sólo es eso. Mira, tarde o temprano olvidarás eso y te sentirás mejor, pero ahora quizás por un tiempo te sea más difícil. Mientras intentaremos sobrellevarlo, yo te ayudaré. – comenté mientras abrazaba a mi mejor amiga.
-Gracias Laura, no sé qué haría si no estuvieras aquí conmigo.
-Tranquila, siempre estaré. Y deja de llorar anda, no querrás que el congresista te vea con los ojos hinchados esta noche, ¿verdad? Vamos a prepararte para tu gran cena.

Nunca hbía visto a Charlotte tan deprimida. Estaba claro que seguía estando enamorada de Peter pese a tener a otro chico tras ella. Jamás habría pensado que le pudiera pasar esto a ella, la chica más liberal que había conocido sufriendo por amor. Y no era la única. Pese a haberme distanciado y desaparecido del lado de Michael, en el fondo sabía que seguía queriéndole, mucho más ahora que iba a tener un hijo suyo.
Mientras Charlotte se daba un baño, estuve preparándole la ropa y accesorios que iba a ponerse para salir. No me podía poner nada de lo que ella tenía en su armario como antes puesto que mi barriga estaba enorme, de siete meses y medio. Echaba de menos probarme la ropa de mi amiga y el hecho de que me la prestase.

Un par de horas después, Charlotte estaba preparada para salir con el congresista, quien estaba esperándola en un lujoso Mercedes blanco aparcado en la calle. Antes de irse me dio un abrazo y me dedicó una tímida sonrisa.

-¡Espera! – grité en el rellano.
-¿Qué ocurre?
-¡Voy contigo para abajo! – dije mientras cogía el bolso.
-¿A dónde vas a ir? – decía Charlotte mientras bajábamos en el ascensor.
-Voy a dar una vuelta. Hace buen tiempo, ya casi estamos en Julio y quiero disfrutar de la brisa neoyorquina.
-Ten cuidado, ya sabes que Nueva York no es muy segura por la noche y menos yendo sola.
-No te preocupes, llevo mi spray de pimienta, jajaja. Quizás vaya al cine o a tomar un helado. – comenté cuando ya estábamos en la calle.
-Que lo pases bien.
-Y tú más, disfruta, ya me contarás. – dije alejándome mientras andaba.

Charlotte subió al coche con ayuda de Paul, quien le abrió la puerta y le tendió la mano. Ella se encontraba muy nerviosa y se le notaba bastante, cosa que a Paul no se le escapó.

-Charlotte, no tienes por qué estar a disgusto, no quiero presionarte ni nada por el estilo. Si quieres puedo llevarte de vuelta a tu casa. – dijo comprensivamente Paul.
-No, no, lo siento. Es que hace poco terminé con mi novio y, me resulta extraño salir con otro hombre.
-¿En serio has terminado con él? Caray Charlotte, me haces muy feliz, aún pensaba que seguirías con él.
-Bueno, él terminó conmigo porque le conté que salí contigo sin decirle nada. Le dije que lo había hecho porque…quizás podrías atraerme. A partir de ahí ya no pude decir nada más y me dejó.
-Lo siento por ti, no porque no estéis juntos sino por tener que estar ahora así de mal. Pero por otro lado estoy muy contento de que por fin estés sólo conmigo. – dijo Paul sonriente mientras le cogía a Charlotte la cara levantándosela para que le mirase a los ojos.
-No estoy sólo contigo Paul, tú estás aún con tu esposa. Estoy triste por lo de Peter pero no ayuda que tú aún estés casado.
-Charlotte entiéndeme. Si me divorcio ahora mi popularidad caerá en picado y perderé las elecciones. He luchado años por estar donde estoy ahora, por favor, debes comprenderme.
-No me gusta ser ahora “la otra” en una relación de pareja, ¿sabes? Lo he sido muchas veces pero sin importarme absolutamente nada. Algunas veces he estado liándome con chicos que tenían novia en mi adolescencia, pero ya no me hace gracia. No al menos al saber lo que se siente cuando empiezas a darte cuenta que te importa esa persona. – confesó Charlotte acaloradamente.
-¿Te importo? Creía que no te importaba y estabas más pendiente de estar triste por tu ruptura.
-Sí, estoy triste. Pero eso no quita el hecho de que me atraigas, ¿o eso no ha quedado claro? Quiero decir, he fastidiado mi relación porque apareciste y me alteraste todo. Yo he perdido bastante, creo que tú debes perder algo también si piensas estar conmigo. Yo no quiero estar escondiéndome, Paul, quiero que estemos en igualdad de condiciones. – dijo tajante Charlotte.
-Y así sucedera. Créeme que me divorciaré de mi esposa y podremos estar juntos todo lo que quieras.

Fue entonces cuando Paul acarició la cara de Charlotte y le dio un bonito beso en la boca, al que ella respondió también. Le resultó raro pero a la vez placentero y pensó que definitivamente Paul la atraída bastante.

En Nueva York no podías pretender estar sola en algún lado, ya que siempre había gente en cualquier sitio. Así que fui al cine a ver una película de miedo, de esas que me gustaban a mí aunque después no pudiera dormir. Eso sí, junto a un gran vaso de refresco y una gran ración de palomitas con mantequilla, mis favoritas.
Al salir del cine, me encontré en la salida con Bruce Nolan, quien entablaba una conversación con un hombre que no conocía. Él se percató de mi presencia y despachó a aquel hombre lo más rápido que pudo puesto que yo comencé a andar yéndome de allí.

-¡Laura! Laura espera, sé que me has visto. – dijo Bruce mientras corría detrás de mí para alcanzarme.
-¿Qué quieres Bruce? – dije con desgana.
-Quería saludarte, no sabía nada de ti desde hace un tiempo.
-Pues ya me has saludado, ahora si me permites…
-¿Qué te ocurre? – preguntó Bruce cogiéndome del brazo.
-¿Que qué me ocurre? Oh veamos… ¡te has comportado como un energúmeno conmigo desde que volví con Michael y fuiste un maleducado cuando te dije que estaba embarazada!, ¿te parece suficiente motivo? – grité enfadada.
-Vaya…bueno, creo que sí me pasé un poco con mi mal comportamiento pero es que…me sentó muy mal que volvieras con Michael cuando ya habíamos planeado una cita.
-Pues lo siento Bruce, pero las cosas sucedieron así. Sé que yo te gustaba un poco pero no puedes pretender controlar a la gente.
-Lo sé, pero yo siempre controlo todo a mi alrededor y cuando quiero algo hago lo que sea por conseguirlo. Te quería a ti y ese Michael se me adelantó. – dijo Bruce apretando el puño.
-No soy ningún trofeo. Aprende a perder de vez en cuando.
-¿Es que no lo entiendes? No podía perderte. No podía pensar en otra cosa que no fuera verte cada día en The Eagle. Iba allí sólo por estar contigo. Y luego, me viniste diciendo que estabas embarazada y eso fue demasiado, no podía alegrarme porque la única chica de la que estoy enamorado estaba con otro hombre y encima iba a tener un hijo suyo. No podía aguantarlo. – confesó.
-¿Enamorado? ¿Cómo ibas a estar enamorado si apenas pasamos tiempo juntos?
-No lo sé, fue un flechazo, algo inexplicable. Me ponía furioso que estuvieras con otro hombre y, después, el saber que ibas a tener un hijo de él…me entraban ganas de ir a darle una paliza a Michael.
-Por dios Bruce, no puedes pensar eso. Además, destruiste un negocio de Michael y te regocijaste, ¿en serio pretendías que me llevara bien contigo después de todo lo que hiciste?
-Eso era mi trabajo Laura, no voy a cambiar mi método. Supongo que también sabrás quién te contrató realmente para The Eagle ¿no? Hay más gente que conoces que hacen lo que sea como yo para conseguir algo.
-¿De qué hablas? – pregunté incrédula.
-James Martin obligó a su padre Nick a contratarte para tenerte cerca de él e hizo que creyeras que fue por tu talento, que obviamente tienes pero en este caso le dio igual. Le gustaste y quiso tenerte cerca. – confesó sonriendo Bruce.
-¿Qué? ¿Le gustaba a James? ¿Me contrató por eso? ¡No puedo creerlo! ¡Todos sois iguales! ¡Dejad de decidir sobre mi vida! – grité de nuevo muy enfadada.
-Siento que te enteres así pero tenías que saberlo. Espero que te des cuenta que hay más gente de la que piensas que haría cualquier cosa para conseguir lo que se propone. Quizás algún día tú también tengas que hacerlo.
-Pues para mí ahora mismo eso es impensable, nunca he hecho daño o engañado a nadie para conseguir algo que quería. Al final sí que es verdad que abogados como tú o James no tienen conciencia del bien o del mal. Y mientras seáis así no quiero teneros en mi vida ni siquiera como amigos. Que te vaya bien Bruce. – dije mientras me daba la vuelta para irme de allí.

Tenía pensado pasar una noche tranquila pero fue de todo menos eso. El enterarme de estas cosas hacía de nuevo que mi cabeza funcionase a toda revolución. ¿Bruce enamorado de mí? ¿Yo le gustaba a James? No podía creer todo aquello, parecía absurdo. ¿Cómo podía estar alguien enamorado tan deprisa? ¿Cómo podía gustarle a alguien tras haber intercambiado apenas unas de palabras? La respuesta me vino a la mente dos segundos después. Lo mismo que me pasó a mí con Michael.
Me di cuenta que no podía decirles que era imposible querer a alguien tras haberse visto apenas una vez, pero yo sabía con certeza que aquello era posible porque lo había vivido en mí misma. La necesidad de querer estar con alguien que te gusta, que amas; la necesidad de querer saber de esa persona todo el tiempo, de cuidarla, de quererla, de echarla de menos…yo sabía lo que era todo aquello.
Pero por otro lado, no podía creer que James me hubiera hecho todo aquello. Sabía de lo que Bruce era capaz pero ¿de James? No habría pensado eso. Estaba claro que no había que confiar en la gente tanto como lo hacía yo.
Dos horas después me encontraba en casa de Charlotte tumbada en el sofá, viendo una película romántica y llorando a moco tendido.
Charlotte llegó justo cuando acabó la película, muy sonriente, se la veía como nueva, como si no hubiera pasado nunca su ruptura con Peter.

-Hola Laura. ¡Ha sido…! ¿Qué te ocurre? ¿Por qué loras? – dijo sentándose en el sofá cerca de mí.
-Oh nada, es que acabo de ver una película romántica y…soy una blandengue, jajaja. Venga, ¡cuéntame tu cita con el congresista! – dije emocionada poniendome de rodillas encima del sofá.
-¡Pues ha sido fenomenal! Me ha llevado a cenar al River Café, no sé si te suena pero está justo en la costa de Brooklyn mirando hacia Manhattan, al lado del puente Brooklyn. Es precioso, podías disfrutar de la marea del mar y también se veía Manhattan por los enormes ventanales – comentó emocionada Charlotte – la verdad que no sé qué pedí para cenar pero no me importó. Hablamos de muchísimas cosas y estuve muy a gusto con él.
-¿De verdad? ¡Cómo me alegro!
-Sí. Nos pusieron en la mesa más apartada que había, porque como ya sabes aún no podemos salir en público. Cada vez que me cogía la mano me entraba un escalofrío, era como volver a estar con…
-No pasa nada si te acuerdas de Peter, es normal. Lo importante es que te gustó salir con Paul.
-Si que me gustó. ¿Es normal que me pueda gustar otro hombre y estar aún enamorada de Peter?
-Claro que sí. Sólo debes asimilarlo y lo irás superando.
-Bueno, pues después del postre fuimos a dar un paseo por la costa, eso sí con sus guardaespaldas acompañándonos. No te imaginas lo incómodo que es que estén todo el rato tras de ti.
-Pues para querer mantener en secreto la relación no ayuda mucho que se vea a un puñado de guardaespaldas custodiando a alguien en mitad de la calle. Eso incita a la gente para excusear, al menos a mi me lo parecería. – aporté mi opinión riéndome.
-Tienes mucha razón, se lo diré a Paul. Pues bien, estuvimos caminando agarrados de la mano, nos besamos y me dijo que yo le gustaba mucho. - dijo Charlotte entre suspiros.
-Me alegro de verdad, parece que va en serio todo esto.
-Pues claro que va en serio, tan en serio como que le dije que se divorciase cuanto antes de su esposa para poder estar juntos como es debido.
-Me parece bien que le hayas dicho eso, más vale que lo tenga bien en cuenta. Entonces, ¿crees que podrías llegar a enamorarte de Paul? – pregunté levantando una ceja.
-Podría. Sí, creo que podría.
-¡Cómo me gustan estas conversaciones! Jajaja.
-Oye, ¿cómo ha ido tu noche? – preguntó Charlotte mientras se quitaba los zapatos de tacón.
-La película bien. Pero al salir del cine me encontré con Bruce Nolan y fue horrible. Decía que no sabía por qué no le hablaba y ya tuve que explotar.
-¿En serio? Se habrá quedado blanco.
-Algo así. Pero, ¿sabes qué me dijo? Que su reacción le parecía normal porque estaba enamorado de mí. – dije elevando la voz.
-¿Qué? ¿Estaba enamorado? Dios, eso es nuevo, pero quizás encuentre normal sus desaires hacia ti.
-Ya. Después lo pensé. Me puse en su lugar con Michael. Yo habría hecho cualquier cosa por estar con él, aunque no se dio el caso de que tuviera que dañar a alguien por eso. Además, ¿sabes qué? Me dijo que James Martin fue quien realmente me contrató porque yo le gustaba, ¡esto es de locos! – dije alzando los brazos.
-¿De verdad? Caray, Laura, ¿qué haces para enamorarlos a todos? – preguntó Charlotte riéndose.
-No hago nada para enamorarles, jamás fue esa mi intención. ¡Y no tiene gracia!
-Un poquito sí, querida amiga. Vayámonos a dormir anda, estoy bastante cansada.

Unos días despues recibí una llamanda del New York Post, quienes me confirmaron que me habían contratado para el puesto d el cual había hecho la entrevista. Me llené totalmente de emoción, ya que pensaba que lo había hecho fatal y no había impresionado al hombre de recursos humanos.
Para celebrarlo, Charlotte y yo fuimos de compras a la Quinta Avenida, ya que yo necesitaba una renovación de vestuario para esta nueva etapa en un periódico tan importante.
Estaba tan contenta que me daba igual que la ropa bonita no me cupiera por mi gran barriga, pero aún así me di bastantes caprichos nada típicos de alguien embarazada, como un par de zapatos de tacón altísimos de Manolo Blahnik y otros de Gucci. Además, Charlotte me hizo comprar dos vestidos de noche de Dolce & Gabbana, su firma de ropa preferida, pero no eran mi talla actual, sino la que tenía antes de quedarme embarazada. Charlotte decía que en cuanto tuviese al bebé volvería a tener mi cuerpo anterior, aunque yo no estaba tan segura, pero así me tomé ese capricho, al igual que ella con otras cosas.
Después de las compras nos apeteció comer un poco de comida japonesa, asíque nos fuimos a Sushi Yasuda.

-Oye, vas a dar a luz en un mes o quizás menos, ¿qué dicen los del New York Post sobre eso? Es bastante raro que nada más empezar a trabajar tengas que darte de baja para cuidar del bebé. – comentó Charlotte mientras bebía de su copa de vino.
-Supongo que sabrán que estoy embarazada, mi barriga no es invisible. De todas formas se lo dije al hombre de recursos humanos, asíque si me han contratado no creo que les suponga un problema.
-¿Vas a avisar a Michael cuando vayas a dar a luz?
-Realmente no lo he pensado. Lo único que sé es que no quiero verle ni estar con él.
-Pero es también su bebé el que va a nacer, quizás esa criatura deba tener la figura de un padre, no tiene la culpa de venir al mundo en las condiciones en las que sus padres están.
-Lo sé Charlotte, no me hagas sentir peor. No quiero que mi bebé nazca sin un padre, pero tampoco quiero ser una infeliz. Como mucho tendríamos en común al bebé, nada más. – aclaré mientras comía un trozo de sushi y bebía un sorbo de agua.