-Disculpe, ¿quién es usted? Está prohibido
el acceso a las personas que no trabajan aquí.
-Ah, es que tenía permiso de Michael Stanford para merodear un
poco por este lugar – dije poniendo voz angelical para que no me cayera una
bronca.
-Oh…pero… ¿usted quién es? Debería llevar
una persona que le guíe por aquí.
-Sí, lo sé, pero le dije a Michael que no
hacía falta, que sólo miraría unos minutos. Por cierto, soy su novia.
-¿Ah sí? Pues pase, pase. Soy Connor
Wilson, jefe del departamento de robótica – dijo Connor estrechándome la mano.
-Laura Stevens. Mike me dijo que estaban
intentando diseñar un robot que ayudase a la gente y tenía como base unas
leyes, ¿qué tal les va?
-Pues muy bien, de hecho pensaba llamarle
mañana mismo para enseñarle los avances que hemos hecho. Hemos conseguido que
el robot tenga conciencia propia, pero a la vez tenga en cuenta siempre esas
leyes de las que usted habla.
-¿En serio? ¿Puede tener conciencia un
robot? Es increíble – dije muy sorprendida.
-Sí. Nos ha costado muchísimo, pero estamos
preparados para la primera simulación.
-¿Una simulación?
-Así es. Pondremos al robot en un entorno
donde tenga que regirse por su conciencia y sus leyes, a ver si pasa el examen.
-Ah claro, necesitáis hacer pruebas para
saber si funciona bien.
-Por supuesto, eso mismo.
-Oye… ¿Michael pasa por aquí muchas veces?
– pregunté ya intentando averiguar algo más.
-Obviamente. Viene todos los días, excepto
los fines de semana, por supuesto, porque no trabaja.
-Claro, sí, está con su hija y conmigo. Y,
¿no tiene más socios? ¿Alguien que cuando no está él responda en el proyecto?
-No, después de él nos encargamos los jefes
de departamento. Por eso si hay algún problema, hay que cambiar alguna cosa o
decidir lo que sea siempre se le avisa antes, y si no podemos contactar con él
se espera hasta que nos podamos comunicar – me explicó Connor.
-Entiendo. ¿Tenéis muchas visitas por aquí?
Parece un lugar interesante.
-No muchas, la verdad, aunque sí que es
interesante. Han venido algunas personas del ámbito político y de seguridad, ya
sabe, gente que hace negocios con Michael.
-¿Políticos?
-Sí, por ejemplo el candidato Paul
Abramson, el fiscal del distrito y demás. De hecho Paul Abramson vino hace unos
días, pero Michael no estaba, asíque le atendí yo. Se quedó fascinado con el
proyecto robótico.
-Muy bien. Pues muchas gracias por tu
tiempo, Connor, espero que nos volvamos a ver – dije tendiéndole la mano.
-Igualmente señorita Stevens.
Connor había sido de mucha ayuda, al menos
sabía que Paul Abramson había estado ahí y, además, otras personas de la
política, justo las mismas que se reunían con Paul y Michael los miércoles por
la noche en aquel lugar secreto. Pero, ¿qué relación tenían entre ellos? Debía
haber algo que quisieran, algo que les mantenía juntos para tener que reunirse
cada semana.
Aquella misma tarde recibí un mensaje de
Bruce para que fuera a su despacho, que tenía algo importante que contarme,
asíque fui corriendo.
-¿Qué es eso tan importante que tienes que
contarme? – pregunté intentando recuperar al aliento después de ir corriendo.
-Verás, no te va a gustar nada esto, pero
por favor, tienes que tranquilizarte.
-Dime ya de qué se trata, Bruce.
-Pues, me ha costado un poco, pero ya sé
qué ha pasado con Charlotte y dónde está.
-¿Qué? ¿Dónde? – dije impaciente.
-En el Hospital Roosvelt Monte Sinaí,
Laura…ella está en la Unidad de Cuidados Críticos – dijo Bruce detenidamente.
Mientras, Michael llegó a casa, donde
estaba Allison llorando en el sofá del salón y parecía asustada. Él dejó su
maletín en la entrada y fue hacia su hermana.
-¿Qué te ocurre Allison? – le preguntó
Mike.
-No…no sé si estoy lista – dijo Allison
sollozando.
-¿Qué? ¿A qué te refieres?
-A la boda, Mike, no sé si estoy preparada
para casarme.
-¡Ah! Bueno, siempre que hacemos algo
importante en la vida que nos lo puede cambiar todo, puede aparecer una especie
de miedo escénico. Pero creo que debes dejarlo a un lado. Tú te comprometiste
con Cole porque le querías, ¿verdad?
-Sí, así es – afirmó Allison.
-Pues sólo tienes que pensar en eso. Si le
dijiste que te casarías con él sería por algo, deja todo lo demás a un lado.
-Mike, tú sabes que lo he pasado mal en el
pasado, hice cosas malas. Me siento como si estuviera cogiendo algo que no es
para mí, ¿sabes? Cole es algo bueno que me ha pasado, pero con todas las cosas
que he hecho no creo que me lo merezca – confesó Allison tristemente.
-Hermana, créeme que ya es hora de que te
pase algo bueno, hazme caso.
-En el trabajo igual, me va muy bien.
Hillary ha aceptado ver mis bocetos de una línea de ropa que quiero fundar y
hablar con gente que ella conoce, aparte de seguir hablando de moda en su
revista.
-Pues eso es genial, por fin te ha llegado
la felicidad, no la dejes escapar porque creas que no la merezcas – le dijo
Mike.
En el hospital Roosvelt todo el mundo
andaba de un lado para otro e intentaba por todos los medios que alguien me
atendiera para preguntar en qué habitación se encontraría Charlotte. Pero sólo
conseguí que una enfermera me dijera a lo lejos que la Unidad de Cuidados
Críticos estaría en la cuarta planta.
Supe enseguida dónde se hallaba Charlotte
porque había dos hombres trajeados protegiendo su puerta. Soldados de Paul, me dije a mí misma.
Conforme me acerqué pensé que me iban a
impedir el paso, pero sorprendentemente se apartaron de la puerta y me dejaron
entrar.
Cuando vi la imagen de Charlotte fue
espantoso. Estaba intubada, muy magullada, tenía partes de la cara hinchada y
de color morado y un brazo escayolado. Al menos, eso es lo que pude ver
superficialmente, pero se me cayó el alma encima.
Entonces apareció un médico en la
habitación, quien supuse iba a comprobar cómo seguía Charlotte.
-Soy el doctor Blake, ¿usted es?
-Laura, la mejor amiga de Charlotte. Acabo
de enterarme de que está aquí. ¿Qué puede decirme sobre ella?
-Pues…lleva aquí cerca de una semana, vino
en coma. Tenía un brazo y una pierna fracturados, varias fisuras en las
costillas, clavícula y pelvis, una hemorragia interna y un traumatismo
craneoencefálico, además de las magulladuras que puede ver.
-¡¿Qué!? ¿En coma? ¿Sigue en coma?
-No, ya no está. Despertó un día después de
su llegada del coma. La tenemos sedada casi todo el día porque resulta doloroso
para ella la recuperación.
-Y… ¿Y qué le ha ocurrido? – pregunté
nerviosa.
-Pues creo que la atracaron, eso nos dijo
su marido cuando la trajo.
-¿Su marido? ¿Paul Abramson fue quien la
trajo aquí?
-Sí, así es. Él mismo nos dijo que la
tuviéramos sedada y que en cuanto viéramos mejoría le diéramos el alta y que
siguiera recuperándose en casa.
-¿Qué él os dijo que la tuviérais sedada?
-Exacto. Cuando despertó ella estaba muy
nerviosa. Le dijimos a su marido que le dolerían aquellas heridas y que
podríamos tenerla sedada para que no sufriera, asíque él dijo que sí – dijo el
doctor Blake.
-Entiendo. ¿Y sabe cuándo se pondrá mejor?
-Pues por ahora le queda mucho. La
hemorragia se la conseguimos neutralizar, pero queremos seguirla observando por
lo del traumatismo. Por lo demás, las fracturas y golpes irán mejorando
normalmente.
-De acuerdo, muchas gracias.
Conforme el médico se fue, Paul apareció
por la puerta de la habitación y la cerró. Aquel simple gesto de cerrar la
puerta hizo que se me recreara un miedo por dentro que intentaba controlar para
no parecer débil ante él.
-Sabía que aparecerías tarde o temprano por
aquí – dijo tranquilamente Paul.
-¿Por qué le has dicho a tus guardas que me
dejasen entrar?
-Porque quería que vieras a tu amiga, que
vieras las consecuencias de vuestros actos.
-Sabía que esto se lo habías hecho tú en
cuanto el médico me dijo que esto fue resultado de un atraco.
-¿Por qué?
-Porque tú no dejabas salir a Charlotte a
solas para nada, la tenías vigilada constantemente, asíque, obviamente, era
imposible que la atracasen – dije con una mirada dura.
-Muy aguda. Las dos habéis estado
intentando trastocar mis planes, pero ahora ves que no podéis hacer nada contra
mí y estas son las consecuencias.
-Te has enterado que abortó, ¿verdad?
Seguramente fue eso la gota que colmó el vaso.
-Pues sí, me enteré. Sabía que Charlotte me
había empezado a odiar y que no quería seguir conmigo, por eso tuve que
percatarme de que de verdad estuviera embarazada. Pero cuando supe que había
abortado, me hirvió la sangre, no pude dejar que se fuera de rositas – confesó
Paul.
-La dejaste en coma, eres un cobarde
pegando a una mujer que no tenía ninguna ayuda.
-¡La culpa era de ella! Mató a mi hijo y se
lo tuve que hacer pagar.
-Tú no eras el hombre que ella pensaba que
conoció al principio. Se ha arrepentido de haberse casado contigo. Aunque de
vez en cuando decía que aún te seguía queriendo porque veía en ti al hombre del
que se enamoró, pero definitivamente has matado esa esperanza. La has estado
utilizando para tu campaña presidencial – le dije furiosa.
-¡Yo la amaba! ¡Pero ella no se daba cuenta
de que esto era importante para mí!
-Ella sabía que era importante, pero
cambiaste mucho, o al menos eso pareció. No tengo claro que fueras un buen
hombre desde el principio a mi parecer.
-Tú…tú has tenido mucha culpa en esto.
-No intentes parecer un santo en esto,
Paul. Sé que no eres trigo limpio, asíque deja de echar la culpa a los demás.
-Mira, te lo voy a poner muy fácil. Quiero
que desaparezcas – sentenció Paul.
-¿De qué estás hablando?
-Quiero decir que quiero que desaparezcas
de mi vida, de la de Charlotte, de la de Mike y te vayas de Estados Unidos.
-¿Es una broma? – dije sonriendo
sarcásticamente.
-En absoluto. O haces lo que te digo, o la
próxima persona que esté en esta cama va a ser Mike, Eric, Allison, Kyle, tus
padres, Aubree…o quizás en un ataúd en vez de una camilla.
-¿Quién demonios te crees que eres para
amenazar a mis seres queridos, cerdo? – dije ya encendida.
-¿Qué quien me creo que soy? Soy el que
puede arruinarte la vida. Seré el próximo Presidente de los Estados Unidos y no
puedes hacer nada para evitarlo. Vete del país, y deja a Mike, él tiene asuntos
pendientes conmigo.
-¿En serio crees que dejaría a Mike?
-Te conviene, de hecho – se rió Paul.
-¿Qué quieres decir?
-Tu Mike no es quien dice ser. Aquí te he
traido un vídeo de él con otra chica esta tarde, saca tus propias conclusiones.
Paul me dio un móvil, donde se podía ver un
vídeo de una cámara de una habitación. En él salía una chica rubia, parecía una
stripper por el cuerpazo que tenía, pero desgraciadamente sí que aparecía Mike
también. Se desnudaban, acariciaban y se besaban sin parar, mis ojos empezaban
a empañarse de las lágrimas. Poco después se vía cómo Mike se ponía encima de
ella y le hacía el amor como me lo había hecho a mí en numerosas ocasiones.
Mi corazón empezó a palpitar extremadamente
rápido, mi respiración se aceleró y las lágrimas caían por mi cara. Michael me
había engañado con otra mujer y a saber desde cuándo sucedía eso. Paul sonreía
ampliamente disfrutando de mi sufrimiento, sabía que había conseguido lo que
quería.
-Si me voy, ¿qué va a suceder con
Charlotte? – pregunté sollozando.
-Ella se pondrá bien, la cuidaré. Hará vida
normal, como ella quiera, pero tendrá que acudir conmigo a actos políticos
hasta que gane las elecciones. Después nos divorciaremos y no volveremos a
vernos nunca más.
-¿Y los demás? Mis padres, mi hermano,
Eric, Allison, Mike… - me atraganté en el último nombre.
-No les ocurrirá nada, todo seguirá igual.
Puedes llevarte a Aubree si lo deseas.
-Está bien. Tú ganas – dije vencida.
-Muy bien. Podrás recoger tus cosas e irte
sin ver a Mike, ya me ocuparé yo de decirle alguna historia.
-De acuerdo. Pero cumple tu palabra con
Charlotte y los demás.
-Hecho. Aquí tienes dinero para irte y
empezar una nueva vida porque tu cuenta será bloqueada, ¿entendido?
-Entendido.
-Y aquí tienes papeles y carnets con una
identidad nueva, para que nadie sepa adónde te vas.
-Está bien.
Me fui de la habitación con la sensación de
que mi vida se había roto en dos. Después de saber que no tenía escapatoria, me
sentía muy frustrada. Si me negaba a irme lo pagaría con mi familia, si me iba
dejaba todo lo que tenía. Pero además, estaba el engaño de Michael, no podía
creer lo que habían mis ojos. Pensaba que por fin éramos sinceros y que todo
nos iba bien, pero me había dado cuenta que no era así.
No había nadie al llegar a casa, por
suerte. Y con nadie me refería a parte de la familia, porque quien sí estaba
era Marie con Aubree. Fui a mi habitación y saqué mi armario la ropa que me
había identificado siempre, pantalones vaqueros, blusas y camisetas normales y
varias zapatillas. Después fui al cuarto de Aubree y también recogí las cosas más
importantes y las metí en una gran bolsa de deporte, al igual que mis cosas.
-Maríe, ¿me das a Aubree? Tengo que ir a un
sitio, luego vuelvo – dije mintiendo.
-Sí, por supuesto. Ya ha cenado, la iba a
acostar ahora.
-Vale, no te preocupes, ya la dormiré yo.
Llevarme a Aubree de la vida de Michael me
parecía mal, al menos en aquel momento. Pero después pensaba en lo que me había
hecho y quería que sufriera.
En el JFK me quedé mirando a la pantalla de
los próximos vuelos, me quedé absorta pensando qué iba a hacer ahora. Tenía
dinero para ir a donde quisiera pero, ¿cuál sería un buen lugar? No podía
volver a Barcelona como la última vez porque seguramente Michael buscaría allí.
Entonces, vi aparecer en la pantalla el
próximo vuelo inmediato a Londres, asíque cogí a Aubree y todas las cosas y me
embarqué en aquel avión comprando antes un billete con mi nuevo nombre: Claire
Rhodes.
******************************************
Llegar a Londres de noche no era un buen plan,
necesitaba algún lugar donde establacerme, pero a aquellas horas no era un
momento adecuado, asíque cogí un taxi y pedí que me llevasen a un hotel
decente.
Estar en la habitación con Aubree dormida y
comenzar a pensar en todo lo que me había ocurrido, hacía que pensara que mi
vida no iba a poder encarrilarse nunca más. Pero respiré hondo, miré a Aubree y supe que
tenía que seguir adelante fuera como fuese por ella.
Cogí el periódico que el botones me había
dado al ayudarme con el equipaje y me puse a buscar un lugar para vivir.
Tenía dinero suficiente, pero no quería
vivir en un lugar lujoso, sino en uno que pasara desapercibida. Tras preguntar
a la recepción del hotel por teléfono dónde se encontraba Fulham, decidí que
iría a ver un apartamento a aquel distrito.
Viajar y caminar por Londres parecía otro
mundo, los coches iban por carriles distintos y el humor de la gente de allí
era un poco irreconocible para mí.
Cogí el metro y bajé en la estacion de
Parsons Green y caminé en dirección este hasta Sandilands Road con Wandsworth
Bridge Road. Allí justo de esquina, me paré a desayunar en un Starbucks que
parecía relativamente tranquilo. Al sentarme en la mesa, coloqué a Aubree con
el carrito a mi lado y una camarera vino hacia mí.
-¿Qué desea tomar? – dijo la camarera
percatándome de que en un lado de su camiseta tenía el nombre de Alice.
-Buenos días, tomaré un café con leche, una
napolitana y un zumo de melocotón, leche sola del tiempo con unos cereales para mi hija.
-Volveré en un momento.
Alice no parecía muy habladora, tenía pinta
de darle un poco igual el trabajar allí, como si estuviera de paso. Poco
después trajo en su bandeja todo lo que le pedí, hasta el azúcar para el café
que se me había olvidado pedirle.
En cuanto terminé de desayunar, fui hacia
Alice para que me cobrase todo.
-Son 9 libras – dijo Alice.
-Eh…aquí tienes. Por casualidad, ¿sabes si
voy bien para el 120 de Wandsworth Bridge Road?
-¿Por qué quieres ir alli?
-Vi en el periódico que se alquila un piso
y quería ir a verlo.
-¿Un piso? Querrás decir una habitación.
-Bueno, aquí pone “alquilo piso” – dije
enseñándole el periódico.
-¿En serio? Ese casero me va a oír.
-¿Qué ocurre?
-¡Que yo vivo ahí también! Hace dos semanas
mi compañera de piso se fue y pensaba que alquilaría sólo la habitación, no el
piso entero, voy a ir ahora mismo a hablar con ese hombre – dijo Alice
enfadada.
-Quizás haya algún error, tranquilízate.
-Salgo en quince minutos de mi turno,
espérame fuera e iremos las dos.
-De acuerdo.
Esperándo a Alice fuera, no sabía si
querría compartir piso con ella viendo cómo se había tomado la noticia, pero
era comprensible teniendo en cuenta que se podía quedar sin casa. Al salir de
trabajar, me fijé que Alice tenía un estilo peculiar. Llevaba sus Converse,
como yo hacía años, y pantalones vaqueros con una camiseta básica negra. Una mochila de rayas multicolor asomaba por
un lado de su espalda y se encendió un cigarro nada más salir del Sturbacks.
También parecía que no era allí, ya que su tez era bastante morena, además de su
pelo negro.
-Por cierto, tía, ¿cómo te llamas? – me
dijo de repente Alice mientras caminábamos.
- Pues Lau…Claire Rhodes.
-Alice Lewis, encantada – dijo dándome la
mano.
-Igualmente.
-¿De dónde eres?
-¿Cómo sabes que no soy de aquí?
-Tu acento y…que no sabías qué billete
coger al pagarme el desayuno, jajaja.
-Vaya, eso me ha delatado, jajaja. Pues soy
de Estados Unidos, Los Ángeles – dije sonriente.
-¿En serio? ¡Siempre he querido ir allí!
Playa, sol…eres muy afortunada.
-No sabes cuánto… - dije irónicamente.
-¿Qué quieres decir?
-Es una larga historia…
-Vale. ¿Es tu hija?
-Sí, se llama Aubree.
-Es muy guapa.
-Gracias.
-Mira, ya hemos llegado, es este de la
esquina, tenemos que subir por esas escaleras. El casero es propietario de la
tienda de debajo del piso, asíque iremos a hablar con él – dijo Alice.
-Está bien.
La tienda del propietario del piso era de
una tienda de informática bastante normal, aunque por dentro era muy
vanguardista.
-Stephen, ¿qué es eso de que el apartamento
está en alquiler? – dijo Alice un poco enfadada.
-Hombre, te has dignado a aparecer, ¿aún me
preguntas por qué puse en alquiler el apartamento?
-Sabes que te pagaré esta semana, es cuando
me pagan.
-Siempre dices eso y nunca es verdad.
Además, muchas veces te veo venir cargada con bolsas de compras y demás.
-Por favor, te juro que te pagaré el
alquier mañana, ¿vale? Pero déjame quedarme está noche.
-Ay…está bien, pero será tu última
oportunidad. ¿Y quién es ella? – preguntó Stephen.
-Soy Claire, venía por el anuncio de
alquiler del piso.
-Oh, pues…ya ves que hasta mañana quizás no
esté libre.
-Pero hay dos habitaciones, ¿por qué no le
alquilas una? – dijo Alice.
-¿No te importaría vivir con una niña
pequeña? – dijo riéndose Stephen.
-Claro que no. Es decir, nunca he tenido
que vivir con ninguna pero, ya que estoy yo y ella necesita un lugar pues…
-Está bien, está bien. Vivid juntas, pero Alice,
mañana quiero mi dinero, ¿entendiste?
-Sí, prometo que mañana te lo doy – dijo Alice
seriamente.
Así pues, Alice y yo subimos al apartamento,
el cual parecía muy acogedor a pesar de tener un poco de desorden gracias a Alice.