miércoles, 11 de junio de 2014

Capítulo 17



De repente me encontré conduciendo sin saber a dónde. Mi mente aún no había asimilado nada desde la conversación con el médico. Empecé a pensar dónde me encontraba y a un lado de la carretera vi un cartel en dirección a Nueva Jersey. Paré en un área de descanso y abrí la ventanilla del coche para poder respirar porque me sentí en aquel momento afixiada.
Embarazada, ¿cómo podía ser? A ver, sé cómo pero, ¿Por qué ahora?
Cuando volví en sí me di cuenta que era de noche, había perdido unas horas y no sabía cómo. Regresé en coche a casa pensando en cómo asimilar aquello, pero estaba claro que tardaría un poco.
Ya en el apartamento Charlotte estaba trabajando en una entrevista cuando me vió llegar.

-Hoy sí que has llegado tarde, ¿eh? – dijo Charlotte.
-Sí, se me ha pasado el día volando el día.
-¿Te pasa algo? Andas como perdida.
-Me he metido en un lío.
-¿Qué clase de lío?
-De esos de para toda la vida.
-¿Qué dices? ¿Qué ha pasado?
-Fui al médico y…me dijo que estoy embarazada.
-¡¿Qué?! ¿Cómo? ¿Qué? Dios mío… - estalló Charlotte.
-Lo sé, lo sé, me ha sido totalmente inesperado. Encima me ha dicho que estoy de un mes, ¡un mes! ¿Te lo puedes creer? Mi dolor de estómago era a causa de esto…
-¿Un mes? ¿Fue del fin de semana que pasamos en Vermont?
-Pues parece ser.
-¿Cómo no tomásteis precauciones?
-Charlotte, estaba muy borracha y Michael también, ni siquiera me acuerdo de cómo llegue al hostal.
-Dios mío, ¿qué crees que dirá Michael? – se asustó Charlotte.
-Realmente creo que le dará un jamacuco y me dejará. No creo que para él sea de su agrado, no está entre sus planes que yo sepa. Se asustará mucho más que yo y eso que he ido a Nueva Jersey no sé cómo, sin conciencia y he estado allí unas horas, también sin conciencia.
-Podías haber tenido un accidente.
-No sabía qué hacer, ¡qué voy a hacer!
-Quizás podrías abortar…o darlo en adopción. – sugirió Charlotte.
-Ahora mismo todo me parece plausible, pero no sé si luego me arrepentiría de ello.
-¿Cuándo se lo dirás?
-No lo sé, me preocupa que salga corriendo.
-Pues…se lo tienes que decir, no puede estar aparte en esto.

Charlotte tenía razón, pero el miedo podía conmigo. ¿Cuál se supone que era el siguiente paso ahora? ¿Tenía que leer libros de embarazo? ¿Tenía que empezar a comprar ropa, pañales y demás? Yo no valía para esto, al menos no ahora.
Aquella noche no contesté a las llamadas ni a los mensajes de Michael, no sabía qué decirle y mucho menos quería mentirle, estaba atrapada y no sabía cómo salir de la situación.

El día siguiente en el trabajo no se me hizo más ameno y fácil. Bruce vino a ver a Nick, pero no sin antes pasar por mi despacho.

-Hola, Laura, ¿cómo estás? – me dijo Bruce.
-Pues liada, como puedes ver.
-Te noto distinta, ¿estás bien?
-Eh, sí, estoy bien, será que no he dormido todo lo bien que quería esta noche. – inventé una excusa.
-¿Estuviste con Michael?
-¿Por qué preguntas eso? No creo sinceramente que sea de tu incumbencia. – le espeté mientras hacía tachones en un folio.
-Sé que no es cosa mía, pero quería saberlo, tenía la mitad de posibilidades que me lo dijeras o no.
-¿Por qué estás aquí, Bruce?
-He venido a ver a Nick, tiene que firmar unos papeles para que quede constancia quién es ahora el único propietario del periódico.
-Genial, puedes seguir con tu trabajo.
-¡Buenos días! – Gritó James al entrar en mi despacho – oh, Bruce, tú por aquí, ¿a qué se debe?
-He venido a ver a tu padre, pero como aún no ha llegado de una reunión me apeteció venir a ver a Laura.
-¿Por qué a ella? Hay muchas más chicas en este periódico.
-Pero a ella la conozco ya, James.
-El hecho de que seas el abogado de mi padre no te da derecho a hacer excursiones por el periódico, ¿sabes? – dijo James acercándose a Bruce.
-Creo que tengo bastante derecho teniendo en cuenta que yo fui el que ayudó a tu padre a conseguir esta empresa, ¿captas? Sino, no podrías ir pavoneándote por el edificio como si fueras el dueño.
-Es que lo soy. – gritó James.
-No, no lo eres. Al menos todavía. Todo pertenece a tu padre y gracias a él tienes todo, como el puesto de abogado en mi buffete, ¿no? – dijo con sorna Bruce.
-Creo que deberíais ir a pelearos a otro sitio, tengo cosas que hacer. – comenté entre pullas.
-Perdona, Laura, no quería molestarte, pero Bruce, el que mi padre trabaje contigo no quiere decir que me regale nada, al revés, he trabajado bastante para conseguirlo. – espetó James.
-Quizás no tardes mucho en darte cuenta que no eres bienvenido en este despacho. – advortió Bruce.
-¿Y eso por qué? – preguntó James.
-Sí, ¿y eso? – dije mirandoles a los dos.
-Quizás a la Laura le gustará saber quién fue el encargado de contratarla, y no quien ella piensa. – dijo Bruce mientras se iba – ya nos veremos.
-¿De qué habla? – dije mirando a James.
-No tengo ni idea… - dijo mientras se fué.

Se notaba que se llevaban mal, cualquiera lo hubiera sabido, pero no entendía el por qué. De todas maneras no me importaba porque yo estaba demasiado enfrascada en mi problema sobre el embarazo. Me levanté y me puse delante de un espejo de cuerpo entero que mandé días atrás instalar en mi despacho. Me miré y no noté el cambio. Levanté la camisa, me toqué el abdomen y, no sé qué ocurriría, pero le sentí, sentí al bebé que tenía dentro. Ya sé que probablemente fueran imaginaciones mías porque aún no era lo suficientemente grande como para dar patadas y demás, pero aquella sensación hizo que me sintiera bien, le quería. Nadie me iba a creer aquella sensación, pero estaba ahí, mi hijo estaba creciendo dentro de mí y le quería. Necesitaba contarle a alguien lo bien que me acababa de sentir repentinamente, necesitaba decírselo a Michael, quería que él sintiera lo mismo que esto estaba sintiendo, nuestro hijo estaba empezando a crecer y a vivir, íbamos a ser padres.
Estaba tan emocionada que no me di cuenta que tenía que seguir trabajando.  Mientras hacía el papeleo flotaban en mi mente varias frases que podría decirle a Michael, pero todas me gustaban asíque lo dejé para la improvisación.
A la hora de salir, cogí mi coche nuevo, un Audi TT azul y me dirigí a Park Avenue con la 64th. La casa de Michael de Nueva York era casi tan inmensa como la de Malibú, el edificio tenía seis pisos y esos seis pisos eran íntegros para su casa. Tenía la fachada recientemente reformada, tenía ocho habititaciones, once baños, sala de música, sala de estar, biblioteca, comedor, cocina, zona de spa, zona de masajes, una piscina interior y, además, espacio al aire libre, jardín y patio con jacuzzi. Además en los pisos de arriba había cuatro habitaciones más con sus respectivos baños, cocina y comedor, ya que parecía otro apartamento pero en realidad pertenecía a la misma casa. Ahí es donde se alojaba el mayordomo, la cocinera y el guardaespaldas. En realidad no sabía para qué necesitaba Michael una casa tan grande, pero a él le gustaba vivir así, no le importaba el precio.
Entré en el edificio y hablé con el conserje, un hombre bastante joven, alto y musculoso llamado Colin, quien ya me conocía, por lo que me dejó pasar. Subí en ascensor, aunque también podías subir por la escalera, pero era mucho más cómodo. En el segundo piso estaba Michael sentado en el sofá con unos papeles sobre la mesa.

-¡Nena! Me alegro de verte – dijo Mike mientras me daba un beso de bienvenida.
-Hola cielo, ¿qué haces?
-Pues estaba ordenando unos papeles, son currículums para contratar a gente para el periódico.
-Ah qué bien, espero que sean los mejores para dejar a la altura del betún a The Eagle.
-Eso dale por hecho, princesa.
-Mike…te quería hablar de una cosa…
-Dime lo que quieras, te escucho – dijo metiendo los folios en el maletín.
-Es bastante importante, asíque abre tu mente todo lo que puedas, ¿vale?
-Me estás asustando, ¿de qué se trata?
-Verás…me dieron el resultado de las pruebas que me hizo el médico…
-Dios mío, ¿te pasa algo? Llamaré a mi médico. – dijo Mike cogiendo su teléfono.
-No, no es nada malo. Verás es que…estoy embarazada. – solté de repente.

La cara de Michael comenzó a ponerse blanca, sus ojos tenían una mirada perdida y no soltaba palabra. Intenté hablar con él, pero no me respondía, no sabía si llamar a un médico, ¿había entrado en shock? De repente Michael se levantó y sin decir nada, cogió las llaves de su coche y desapareció de la casa. Me quedé allí sola mirando por donde se había ido, no me lo podía creer. Mike se había asustado tanto que había decidido dejarme, estaba sola en esto, iba a tener sola un bebé.
Salí de allí en cuanto pude reaccionar, cogí el coche y me fui a mi apartamento. Charlotte estaba con Peter cenando y se asustó cuando me vió entrar en casa llorando.

-¿Qué te ocurre? Cuéntame – dijo Charlotte mientras se levantaba y se acercaba a mí.
-Le he contado a Michael que estoy embarazada, se quedo petrificado y después se largó sin decir nada. Me ha dejado…
-¿Qué dices? ¿Embarazada? – preguntó Peter.
-Sí cariño, sí. Pero ese no es el problema ahora. ¿Dónde crees que estará Mike? – dijo Charlotte.
-No tengo ni idea y sabiendo todos los recursos de los que posee Mike…podría estar en cualquier lado, ¿sabíais que tiene un Jet privado? – dijo Peter.
-Dios mío, bueno, no te preocupes Laura, aparecerá. Dale tiempo para pensarlo bien, es que ha sido así de sopetón.
-Pues yo creo que no, si hubiera sido así me habría dicho que tendría que pensar pero no ha dicho absolutamente nada. – dije histérica.
-No pasa nada, aparecerá, te lo aseguro, sino iré a buscarle por todo el planeta. – dijo Charlotte abrazándome.

Dormí bastante mal, de hecho casi ni dormí por estar pensando en lo que Michael estaría haciendo. Los días siguientes tampoco apareció, parecía que la tierra se lo había tragado, ni Colin podía decirnos su paradero. Así pues yo continué como un alma en pena, todo el mundo me decía que me veía triste, pero evidentemente no les iba a decir por qué.
Charlotte y Peter intentaban animarme de cualquier forma pero era bastante imposible que lo consiguieran. Así pues fin de año fue bastante penoso. Charlotte y Peter cenaron conmigo y después se fueron a una fiesta, no sin antes pedirme mil veces que les acompañara, pero les dije que no.
Pensaba que este año comenzaría bien estando con Michael, pero ahora creo que era el más desastroso de todos. No quería que mi hijo creciera sin padre, además de que me hacía mucha ilusión poder formar una familia con Mike, era el amor de mi vida.
Entonces sonó el telefonillo de abajo y fui a ver quién era.

-¿Sí? ¿Quién es? – pregunté.
-Soy Mike, ¿podrías abrir?
-¿Qué? ¿Qué demonios crees que haces? – grité. No sabía de dónde me había salido esa furia. De estar deprimida y sin esperanza a ponerme rabiosa en un segundo.
-Por favor, tengo que hablar contigo, déjame sólo explicarme y luego si quieres me iré.
-De acuerdo, sube.

Michael apareció en el apartamento con una bolsa y unas flores. Estaba igual de guapo que siempre a pesar de que hacía dos semanas que no le veía y no sabía nada de él. Se quitó el abrigo, lo dejó en una silla y me dio las flores.

-Sé que te debo una explicación muy buena para mi comportamiento y mi ausencia.
-Sí, bastante buena. – dije poniendo las flores en un jarrón.
-Verás, jamás me habría esperado una noticia así, fue algo totalmente nuevo para mí porque ya sabes que suelo controlar todo a mi alrededor. Me quedé en blanco, no supe cómo reaccionar, mi mente empezó a pensar y pensar y no me veía capaz de sobrellevar esto, asíque me fui. Cogí el coche y deambulé conduciendo hasta que me encontré en Sudbury.
-¿Llegaste a Sudbury?  ¿Dónde está eso?
-En Canadá. Creo que conduje hasta que pude reaccionar. Allí me senté en una cafetería a pensar de verdad en ello. Pensé en que quería estar contigo más que nada en este mundo, ver tu cara cada mañana al despertar y darte siempre un beso de buenas noches al dormir. Y me di cuenta que tener un hijo no iba a ser tan difícil, no era una situación complicada porque iba a ser tu hijo y mi hijo, el fruto del amor de los dos y no había nada más maravilloso que eso. Si tú eres lo más importante en mi vida, ese bebé también lo iba a ser, no podía vivir sin ninguno de los dos. A ver, sé que sera un gran reto tener un hijo pero sé que contigo a mi lado podría hacerlo, sé que seríamos unos buenos padres y que sería una alegría para nuestras vidas.
-¿En serio? – dije con lágrimas en los ojos.
-Por supuesto, princesa. Todo lo que tenga que ver contigo lo quiero sin dudar.
-¿No me vas a dejar?
-¿Qué? ¡Claro que no, nena! ¿Cómo puedes pensar eso? Bueno…sí, podrías haberlo pensado fácilmente pero eh, aquí estoy y estoy dispuesto al cien por cien a estar a tu lado en cualquier situación, ¿vale? Además, he tardado días en dar con esto. – dijo mientras sacaba una camiseta para mí en la que ponía “la mejor madre del mundo” y después sacó otra muy pequeña en la que ponía “tengo a la mejor madre del mundo”.

Aquello era realmente fabuloso, hizo que estallara en lágrimas de alegría. Tener la certeza que Mike iba a estar apoyándome…ya me sentía con todas las ganas del mundo para poder empezar otro capítulo en mi vida y ese era ser madre. No tenía ni idea de cómo lo iba a hacer y sabía que Mike tampoco pero lo único que sabía es que los dos nos apoyaríamos y conseguiríamos salir adelante.
Nos empezamos a besar todo lo que no nos habíamos besado estos días. La cosa fue y a más y nos encontramos desnudos en mi cama, mirándonos a los ojos.

-Una pregunta… ¿puedes…puedes hacer el amor embarazada? – preguntó Michael.
-No lo he preguntado pero creo que sí, no me ha dicho el médico que tenga riesgo de nada.
-Es que me da un poco de reparo, la verdad.
-No te preocupes, todo va bien, nuestro bebé está bien. – dije sonriente.

Al final terminamos haciendo el amor la noche de año nuevo, no fue tan horrible como esperaba porque terminó arreglándose todo.
Año nuevo amaneció fresco, ventoso y soleado. Charlotte y Peter durmieron en el apartamento pero no me di cuenta a qué hora llegarían, asíque Michael y yo fuimos a comprar el desayuno.
Cuando regresamos, Charlotte y Peter estaban sentados en el sofá con las gafas de sol puestas, estaba claro que habían bebido muchísimo anoche y tenían una gran resaca.

-Feliz años nuevo, chicos. – les dijo Mike.
-Por favor, que alguien me explique resumidamente qué hace éste hombre aquí. – dijo Charlotte mientras se masajeaba las sienes.
-Pues en resumidas cuentas, le dio un shock pero lo ha pensado mejor y va a estar a mi lado. – dije dándole un beso en la mejilla a Mike.
-Por fin, me alegro que volvieras Mike, te habría ido a buscar y traído a rastras. – dijo Charlotte.
-Aparecí en Canadá. – dijo Mike riéndose.
-Estás loco… - comentó Peter.

Poco después desayunamos, hablamos un rato, Charlotte y Peter se fueron de nuevo a dormir y Michael y yo nos pusimos a ver nombres de niño y niña en el ordenador, aunque no nos decidíamos por ninguno.

Las semanas fueron pasando, Charlotte y Peter se mudaron a un apartamento cerca de la casa de Michael, en Second Avenue con la 63th. Las primeras citas con el ginecólogo fueron bastante bien pero no queríamos saber aún el sexo del bebé, quizás más adelante o hasta que naciera. En el periódico aún no sabía que estaba embarazada puesto que iba a trabajar en ropa bastante ancha y suelta. James y Bruce pasaban de vez en cuando por mi despacho y hablaban conmigo, ellos tampoco sabían nada de mi embarazo y quizás debiera decírselo a la cara, no es que fueran amiguísimos míos pero había hablado más con ellos que con cualquiera que trabajara allí. Dio la casualidad que un día los dos coincidieron en la oficina asíque los mandé llamar para contárselo.

-Chicos, os quería decir algo antes de que os enteráseis por la prensa. – dije calmadamente.
-¿De qué se trata? – respondió James.
-Bueno, me pareció justo deciroslo antes que se enteren todos. Estoy embarazada asíque voy a tener un bebé.
-¿Un bebé? ¿De quién? – preguntó Bruce.
-¿De quién va a ser? ¿Es que me ves pinta de una cualquiera? ¡Pues de Michael! De quién va a ser… - dije enfadada.
-Pero… ¿por qué? ¿Queríais tener un hijo? – preguntó James.
-A ver, ha sido una sorpresa, no lo planeamos. – respondí.
-¡Esto es el colmo! ¿Te crees que es una buena noticia? Si así lo piensas es que no nos conoces, no quiero estar aquí aguantando esta noticia, me voy. – dijo Bruce enfadado.
-¿Qué le ocurre? – dije sin creerme lo que había hecho Bruce.
-Creo que ya sabes que le gustas a Bruce, te lo dijo, ¿no?
-Pues…hombre con esas palabras creo que no. Sospechaba algo hace un tiempo pero después de cuatro meses que llevo con Michael pensé que se le habría pasado.
-Ya ves que no, de hecho no creo que venga usualmente aquí porque mi padre lo requiera sino porque le gusta verte.
-¿En serio? Vaya…no tenía ni idea. Si lo llegase a saber no le habría dicho nada sobre lo del embarazo. ¿Tú me felicitas?
-Pues…la verdad ese hombre no me entusiasma demasiado.
-Pero si tú me dijiste algunas veces que querías conocerle y que debía ser genial. – le grité.
-Ya, pero las cosas cambian. Ahora tengo que irme, ya nos veremos.

Tenía claro que hasta que no me pidieran perdón no iba a dirigirles la palabra, lo había hecho con buena intención y habían terminado crucificándome, no había derecho.
Una vez se mudaron al nuevo apartamento Charlotte y Peter, Michael quiso que yo me fuera a vivir con él porque no quería que estuviera sola, asíque acepté con toda la alegría del mundo.





                                                      ******************************






La mudanza fue un poco estresante, ya que tener que recoger y embalar todo era un auténtico caos, pero tuve ayuda de unos chicos contrarados por Mike para que me ayudaran, ya que no podía coger mucho peso por el embarazo.
En la casa de Mike ya fue otro cantar, tener que colocar todo no fue tan tedioso gracias a Marie, la sirvienta y cocinera, la cual me ayudó muchísimo, es más hacía más cosas que yo. Mike se encargó de dejarle bien claro que no quería que yo me esforzase para nada, no quería que me ocurriese nada malo ni al bebé tampoco.
En el trabajo empezaron a felicitarme por mi próxima maternidad, ya era irremediable el ocultar la tripa puesto que ya andaba de cinco meses. Me daban recuerdos para Mike porque sabían que estaba saliendo con él gracias (¡cómo no!) a las revistas del corazón.
Estar embarazada era bonito, pero me sentía muy hinchada y no me gustaba nada tener que llevar aquella ropa holgada, menos mal que todo este proceso tendría una gran recompensa, ya fuera niño o niña iba a estar feliz.
Michael viajaba de vez en cuando a ciudades cercanas para sus negocios y yo me tenía que quedar en Nueva York, cosa que no me gustaba demasiado puesto que quería ir con él pero me lo impedía porque quería que estuviera relajada y tranquila.
Las visitas al ginecólogo iban muy bien y Mike siempre me acompañaba, le encantaba saber su futuro bebé y se notaba muchísimo porque cada vez que llegaba a casa después de un viaje traía alguna ropa o juguete para la criatura. Me encantaba que estuviera así de feliz, ya que al principio fue todo un shock después se había dado cuenta de que era algo bueno. 
En el sexto mes de embarazo Michael se tuvo que ir a Philadelphia un fin de semana para cerrar un negocio de acciones de una petrolera, asíque tuve que quedarme sola en casa, aunque Charlotte dijo que se quedaba un día a dormir conmigo.

-No hace falta que te quedes Charlotte, de verdad. Marie está aquí conmigo y tengo un guarda en el piso de arriba también, estoy a salvo. – le expliqué.
-Eres mi amiga, ¿cómo te voy a dejar sola?
-Pues dejándome, son solo un par de días sola, ni que fuera un mes.
-¿Estás segura?
-Claro que sí. Además así tendrás tiempo para trabajar, que dijiste que andabas muy ocupada.
-Bueno, la verdad que sí, tengo un reportaje sobre los dos próximos candidatos a vicepresidentes de los Estados Unidos, asíque es una buena oportunidad para poder ascender.
-Me alegro mucho, espero que te salga genial.


Charlotte estaba intentando ascender en el trabajo o que alguna otra cadena de mayor importancia la contratase pero hasta ahora no había tenido suerte.
Michael me llamaba constantemente para saber cómo me encontraba aunque llegó un momento en que me enfadé un poco con él por tanta obsesión. El sábado fui a dar un paseo por Central Park y a mirar tiendas por el centro, aunque me gustaba todo no podía adquirir nada puesto que no me cabía con la barriga tan grande. Mirando unos vestidos una chica se me acercó y empezó a hablarme.

-Eres Laura Stevens, ¿no? – me dijo nerviosa.
-Sí, ¿quién eres? – pregunté.
-Soy Melinda, la hermana de Kristen, ¿sabes quién soy?
-Si – dije arrastrando la voz – te conozco. ¿Qué quieres?
-Ante todo enhorabuena por el bebé que vas a tener, ¿es de Mike no?
-Sí, es todo suyo, exacto, y gracias.
-Sé que no debo ser de tu agrado después de lo que pasó, creyendo que Mike te engañaba, pero conmigo no lo hacía, te lo aseguro.
-Lo sé, me lo confesó todo hace unos meses, por eso estamos juntos de nuevo.
-Me alegro, si. Aunque quizás no sepas toda la verdad…
-¿De qué verdad me hablas?
-Mike está en Philadelphia. – dijo Melinda.
-Lo sé, soy su novia, sé dónde está. – le contesté bruscamente.
-Pero no sabes con quién.
-¿Con quién? ¿Qué quieres decir?
-Toma, aquí tienes la prueba. Siento que no todo sea color de rosa para ti. – dijo dándome un sobre mientras se iba.