-Eh, ¿señor Benjamin Farley? – dije mientras me levantaba rápidamente a
tenderle la mano.
-¿Laura? – dijo aquel hombre.
-Sí, soy yo.
-Soy el fotógrafo, Ethan Jackson.
-Oh, no me dijeron nada sobre fotógrafos. – dije poniéndome roja.
-No te preocupes. ¿Estás bien? Te veo nerviosa. ¿Quieres agua? – dice
preocupado.
-No, no gracias. Es que es mi primer día y…
-¡Ah! Bueno, te ayudaré entonces. Estaré contigo en cada entrevista que
hagas a los diez hombres asíque pasaremos algo de tiempo juntos. – dijo
amablemente.
Qué bien olía aquel hombre, y era guapísimo. ¿Más que Michael? No lo
sabía. Le veía distinto. No sabía si me podía gustar o no, era tan confuso.
Entonces, entró el verdadero Benjamin Farley. Ethan hizo su sesión de
fotos y, a continuación, yo realicé mi entrevista, la cual conseguí bastantes
datos sobre su vida personal.
Aquel día entrevisté a cuatro de los cinco hombres que había en la
lista, y mañana habría otros cinco, pero tendría que entrevistar a seis por el
que no había venido hoy.
Llegué rendida a casa. Charlotte estaba sentada en el sofá hablando por
teléfono y sonaba a pelea. Cuando colgó me lo explicó todo.
-¿Qué te ocurre? – dije preocupada.
-Pierre.
-¿Qué pasa con él?
-Está furioso porque cancelé nuestra cita de hoy. – me explica.
-¿Y por qué la has cancelado?
-Porque me dediqué a enviar solicitudes a emisoras de televisión.
-¿Y no lo ha entendido? – dije incrédula.
-Pues no. Es un cretino. Voy a cortar con él, no aguanto más. He estado
con él seis meses y no puedo más.
-Si te trata así deberías dejarle, no te merece. Has hecho bien
dedicando un día a tu trabajo. – le digo mientras la abrazo.
Al día siguiente me dirigí en taxi al Pearl Hotel, después de ir a la
oficina y coger apresuradamente la lista de los siguientes cinco hombres a
entrevistar. Ni sabía quienes eran porque no había mirado la lista, sólo la
dirección. Pero allí se encontraba Ethan, esperándome en la recepción del
hotel.
-¿Lista? – dijo sonriente.
-Bueno, no me ha dado tiempo a averiguar cosas sobre ninguno.
-Yo te ayudaré como ayer, vamos a la sala.
Estuvimos los dos recopilando preguntas y datos sobre cada uno de los
hombres, aunque yo no prestaba nada de atención a quién era cada uno.
Hombre por hombre fueron pasando, haciendo la sesión de fotos y acto
seguido siendo entrevistados. Estaba cansada cuando ya sólo me quedaba uno,
tenía que dar lo mejor de mí.
Entonces entró un hombre trajeado, pelo cobrizo mezclado con ceniza,
nariz recta y mandíbula señalada, guapo. No podía creerlo, Michael Stanford
estaba en la sala.
Me encogí en mi silla angustiada y temerosa, no sabía cómo actuar. Él
tenía cara amable y amistosa y su pose era muy natural.
-Buenos días señor Jackson. Buenos días señorita Stevens. – dijo con el
tono de voz que siempre usaba mientras se iba hacia la zona de la sesión de
fotos.
Era irremediablemente guapo. No parecía suponerle ningún esfuerzo el
tener que posar. No sé si tendría fuerzas para poder hablarle, no después de
todo. Pensaba que le había olvidado, pero aún quedaba una llama en mi corazón
con su nombre.
Michael se sentó frente a mí con una sonrisa cariñosa, cruzó las
piernas y me miró fijamente.
-Buenas señor Stanford, ahora proseguiremos con la entrevista. – dije
mirando mi folio.
-Por supuesto señorita Stevens. – dijo Michael.
-Usted tiene muchó éxito empresarial, ¿a qué se debe?
-Bueno, principalmente trabajo mucho, me fio de mis instintos y suelo
acertar. Estudié en la universidad también o sea que tengo base para poder
elegir sobre qué pongo mi objetivo.
-¿Qué clase de empresas posee?
-De varias clases la verdad. Aéreas, navales, educativas, ambientales,
financieras, son diversas.
-¿Actualmente en cuál está trabajando?
-Pues actualmente estoy abriendo aquí en Nueva York un periódico,
Stanford News.
-¿Se ha trasladado a Nueva York?
- dije con curiosidad aunque esa pregunta no estaba en la lista.
-Definitivamente no. Estaré aquí hasta que mi periódico funcione
correctamente.
-Siendo un hombre de éxito también tendrá una vida personal muy
atractiva, ¿qué nos puede contar?
-No me gusta hablar de mi vida privada. Pero estoy a gusto con la
familia que tengo. Mis padres y mis hermanos siempre me apoyan y me ayudan.
-Tengo entendido que ha estado con varias chicas en su vida…
-Puede que como todo el mundo, no es gran cosa.
-Tratándose de usted creo que sí. Muchas mujeres harían cualquier cosa
por tomar, digamos un café en una cafetería con usted, ¿verdad? – dije
sarcásticamente.
-Me sobreestima señorita Stevens.
-Creo que no. Sea sincero señor Stanford, seguro que alguna vez le ha
roto el corazón a una mujer.
-Si lo hice no fue queriendo, pero siempre he respetado a todas las
mujeres con las que he estado, les hice saber desde el principio lo que quería
de ellas. Si pasó algo malo al final no fue por mí. – estaba empezando a
enfadarse.
-Quizás está tan envuelto en nuevas conquistas y dejó de lado alguna
que tuviera en ese mismo momento.
-No he hecho tal cosa jamás.
-¿Está seguro? ¿O tiene miedo de que pudiera traer a esta sala a una
chica que dijera lo contrario a usted? – dije acusándolo.
-¡Laura! Eh…disculpe señor Stanford. Es el primer trabajo de Laura y
está nerviosa. ¿Hacemos un descanso? – interrumpe Ethan de repente.
-Por supuesto, señor Jackson. – dijo Michael como si nada hubiera
pasado. Se levantó y salió de la sala.
-¿Estás loca? Has abusado de tus preguntas, ¿no crees? – me culpó
Ethan.
-Puede ser, pero ese hombre no dice la verdad. – contesté con furia.
-¿Cómo lo sabes? Dijiste que no habías investigado sobre ellos.
-Pero a este si le investigué una vez en el instituto.
-Bueno, si sabes cosas sobre él haz las preguntas de manera más suave,
no estamos en un juicio, Laura. – me explicó calmándose.
-Lo intentaré.
Pero no pude hacerlo, estaba desquiciada. Se le notaba tan feliz y
tranquilo que aún me enfadaba más. Estaba claro que no le había importado
nunca, si no aún sentiría aunque fuera algo de odio hacia mí por dejarle.
-¿Sabes qué, Ethan? Creo que puedo hacer su entrevista por mí misma, sé
bastante. – dije a su oído.
-¿Sí? Bueno, ¿quieres que tomemos algo en la cafetería?
-Claro, vayamos.
Salimos de la sala y fuimos a la cafetería del hotel. Nos sentamos en
una mesa y pedimos unos cafés.
-Así que te graduaste con honores en Columbia. – dijo Ethan
sonriendome.
-Pues sí, aunque no lo parezca porque pueda ponerme furiosa en una
entrevista, jajaja.
-Cierto. ¿De dónde eres?
-De Los Ángeles. ¿Y tú?
-De aquí de Nueva York. Me gustaría ver Los Ángeles la verdad.
-Pues ven cuando quieras, te haré de guía turístico. – dije entre risas
mientras le ponía la mano en su brazo.
De pronto, Michael se acercó a nuestra mesa con cara seria.
-¿Proseguimos con la entrevista? Os he visto desde la barra y vine a
preguntar – dijo con voz tensa.
-En realidad ya tenemos bastantes datos. – dije lanzándole una mirada
fría.
-Sí, eso dice Laura, asíque muchas gracias por su tiempo señor
Stanford. – dijo Ethan amablemente.
-De nada. – dijo Michael mientras se iba apresudaramente.
Ethan y yo nos terminamos el café y ya pude irme a casa a reescribir
las entrevistas para entregárselas a Hillary. Mi mente se distraía
constantemente en Michael. Mira que había sitio en el mundo y tenía que
encontrármelo justo allí. Sentía odio y furia, pero a la vez volvió a encenderse
la llama en mi corazón que hacía que lo volviera a querer. ¡No! No podía permitirme caer en sus redes de nuevo, no quería
volver a pasarlo mal durante meses llorando cada día, porque eso era lo que
había vivido, una auténtica tortura el saber que amaba a un hombre y me había
traicionado.
-¡Hola Laura! ¿Quieres una copa? – preguntó alegre Charlotte cuando
llegó a casa.
-Sí, lo necesito.
-¿Qué ha pasado? Tienes una cara horrible.
-¿Te acuerdas que debía entrevistar a diez hombres para la revista?
Pues uno de ellos era Michael. – dije pegando un golpe a la mesa.
-¿Qué? ¡No puede ser! ¿Y qué ocurrió?
-Me enfrenté a él de cierta manera. Estaba delante Ethan y claro, no
podía decir todo lo que quería. Pero me entraron ganas de darle una bofetada.
-Así se habla, Laura. No puedo creerlo.
-Seguía negando haberse portado mal conmigo, ¿te lo puedes creer? ¡Tú
viste lo mismo que yo en esa cafetería!
-Por supuesto, es un cínico. No te acerque más a él, bastante daño te
ha hecho ya. – dijo Charlotte mientras abría una botella de vino.
-Lo sé, tranquila que no quiero volver a verle.
-Oye y… ¿Ese Ethan? ¿Hay alguna foto para poder verle?
-Si, aquí tienes, de la sesión de fotos.
-¡Guau! ¡Es muy guapo! ¿No te gusta?
-Pues, no lo sé, la verdad que no me disgusta, pero quizás es que aún
no lo conozco. – dije bebiendo un trago de vino.
-Si no te ha gustado ya, no sé si podría gustarte en un futuro.
-Ya, pero sólo le conozco hace un par de días y hoy no he tenido tiempo
para pensar en él después del enfrentamiento con Michael.
-Cierto. Bueno, sigamos con nuestras vidas, esperemos que esto sea lo
último. Por cierto, he encontrado trabajo en una cadena local, no es gran cosa,
pero al menos podré adquirir experiencia.
-¡Qué bien! ¡Es estupendo Charlotte! Me alegro muchísimo por ti. – dije
abrazándola.
Aquella noche volví a rememorar esos sueños con Michael que había
dejado atrás hacía poco. Su olor, su tacto, su aliento…volví a sentirlo en mí
de nuevo. Estaba claro lo que quería mi subconsciente, pero no podía dejarme
guiar por algo así, no para sufrir de nuevo.
Al día siguiente estuve enfrascada todo el tiempo en reescribir las
entrevistas para entregárselas a Hillary y poder olvidarme de este tema de una
vez por todas.
Hillary releyó mi artículo una y otra vez mientras tomaba un café
sentada en la mesa de su despacho.
-Laura, estoy asombrada con tu trabajo, es muy bueno. Sólo hay una
cosita…todas las entrevistas hablan bien de los chicos menos de Michael
Stanford. ¿Qué ocurrió?
-Pues solamente plasmé lo que pude averiguar e intuir sobre él, señora.
– dije asustada.
-Si realmente este hombre ha tenido todos estos acontecimientos en su
vida…creo que merece que le dediquemos un artículo para él solo. Es guapo, rico
e interesante, lo tiene todo para que podamos vender más, ¿no crees?
-Sí, tienes toda la razón.
-Bien, este artículo saldrá en la revista de mensual de mañana. Pero
quiero que te pongas mano a la obra ya para realizar la más exhaustiva
entrevista con Michael Stanford y ponerlo en nuestro próximo número.
-Averiguaré todo lo posible.
-Así me gusta. Ahora a trabajar.
¿Otra vez entrevistar a Michael? ¿Por qué? ¿Qué había hecho para
merecer esto? Santa mierda. Parecía
que no podía dar un paso adelante no sin antes dar otros dos atrás.
Me senté en mi cubículo y me puse a investiguar todo lo que había hecho
Michael estos tres años atrás. Descubrí que había salido con varias mujeres. Estaba claro que no iba a poder guardar un
tiempo mi luto. También había incrementado mucho más su fortuna gracias a
la expansión de sus negocios. Pero el saber que había estado con más chicas me
ensombreció. No quería creer que yo había sido una más en su lista, pareció que
durante el tiempo que estuvimos juntos era todo tan real y verdadero, pero ya
lo dije, éramos de mundos distintos.
Ethan apareció en la revista y me envitó a salir asíque con el nefasto
día que había tenido era mucho mejor que quedarme en casa.
-¿Le gustó el artículo a tu jefa? – me dijo.
-Sí, mucho. Asíque me ha pedido que vuelva a entrevistar más a fondo a
Michael Stanford para el próximo número. – dije mientras bebía un sorbo de
vino.
-Espero que no salten cuchillos por el aire, jajaja.
-Ya, supongo que me reprimiré.
-Oye y… ¿Vives sola?
-No. Estoy viviendo con mi amiga Charlotte. Es amiga de toda la vida. –
dije aliviada por cambiar de tema.
-Oh, seguro qu elo habréis pasado bien los años de universidad.
-Y que lo digas.
-¿Y sales con alguien?
-Pues…no, con nadie. Bueno ahora mismo contigo, jaja. – dije
nerviosamente intentando hacer una broma.
-Claro claro jajaja, pues me gustaría considerar esto entonces como una
cita, si te parece bien.
-¿Una cita? No entiendo.
-Pues cuando un chico que le gusta una chica y le pide salir. Eso es
una cita.
-Oh…
Mi cabeza comenzó a marearse. Estaba pidiéndome salir. El guapo Ethan
se había fijado en mí, ¿era eso posible? Ethan era un chico gracioso,
simpático, agradable y guapo, al menos lo que yo conocía, ¿por qué no iba a
poder salir con él?
-Sí, claro, una cita. – dije sonriendo.
-¡Estupendo! Ven, te quiero llevar a un sitio.
Cogió mi mano y me llevó a la azotea del Empire State Building. Toda la
ciudad se veía a mis pies, era maravilloso, te podías sentir un pájaro volar.
-¿Te gusta?
-Por supuesto, ¡es magnífico! – dije estusiasta.
-Me alegro, ¿qué tal para una primera cita?
-Superada con nota. – dije acariciándole la mejilla.
Entonces, el me cogió con una brazo por mi cintura y con la mano sujetó
mi mandíbula. Me miró a los ojos y se fue acercando lentamente hasta darme un
beso en la boca.
Era la primera vez que besaba a alguien después de Michael. A la vez me
sentía mal y bien, pero no podía evitarlo. Al menos estaba haciendo algo para
avanzar en mi vida.