Al llegar al restaurante conocimos a los padres, Jim y Rita Hennings, a
su hermana Abby Hennings, y a sus tíos Oswald y Kendall. Eran bastante majos y
encantadores, cosa que hizo que a Charlotte se le calmaran los nervios. Nos
sentamos en una mesa rectangular larga, las mujeres a un lado y los hombres al
otro. A mí me tocó sentarme en frente de Michael, cosa mala porque no podría
levantar cabeza sin tener que mirarle. A mi lado estaba Abby, quien estaba
dándome codazos porque hablaba con Charlotte que estaba a su otro lado. Michael
y yo éramos los únicos que no hablábamos con nadie y se notaba la incomodidad
entre nosotros.
-A Charlotte se la ve muy contenta. – comentó Michael rompiendo el
hielo.
-Sí, bastante la verdad, está enamorada. – dije ruborizándome. No
quería hablar con Michael, no quería estar allí con él, pero por otro lado algo
hacía que me sintiera atraída y no podía negarlo. – a Peter también se le ve
feliz.
-Lo es. Estos seis últimos meses que he estado viéndole estaba bien,
pero al conocer a Charlotte fue…un flechazo para él.
-Me alegro, me alegro por él. – dije sonriendo.
-¿Sabes algo sobre la fecha de la boda?
-Por ahora no. La verdad que se han comprometido bastante pronto
respecto al tiempo que llevan saliendo y supongo que esperarán un poco, o al
menos es lo normal. – comenté mientras daba un sorbo al vino blanco.
-Bueno, si están enamorados tampoco hace falta esperar, se quieren y
supongo que querrán estar juntos todo el tiempo posible. ¿Va a vivir Peter en
vuestro piso? ¿O va a mudarse Charlotte con él?
-No lo había pensado…Charlotte todavía no ha dicho nada sobre eso.
Caray, podría quedarme a vivir sola en el piso…
-Supongo que te avisará con antelación, para que no te tome por
sorpresa y no tengas que vivir sola.
-Si, eso espero.
-Aunque si no quieres vivir sola, tengo un gran apartameto en Nueva
York. Es muy grande y hay habitación para ti si quisieras…
-Michael, muy amable por tu parte pero creo que no sería buena idea.
-Sé que no me quieres ver ni en pintura pero, si lo necesitas aquí
estaré. – se sinceró.
La cena no tardó en llegar y, por fin, pude mantenerme entretenida con
la comida para no tener que hablar mucho. Charlotte consiguió coger confianza
muy rápido con los familiares de Peter y se le notaba que ya no tenía tanto
miedo. Por tanto intentar mantenerme ocupada con la cena creo que casi me
bebería una botella de vino, y a juzgar por la apariencia de Michael también le
pasó lo mismo.
Después de la cena pasamos a una sala con barra libre y discoteca. La
familia de Peter se puso a hablar con su bebida correspondiente en cada mano.
Sacaron a bailar a Charlotte, quien sin duda empezó a ser la reina de la pista
gracias a esos años atrás en Los Ángeles cuando nos íbamos de fiesta.
Michael y yo nos apoyamos en la barra y nos quedamos mirándolos un rato
mientras nos servían unas copas más.
-Esto me recuerda a la noche que te ví en Dragonfly. – dijo de repente
Michael.
-¿Al Dragonfly? Pues anda que no has bebido tú. Esto es bastante más
rústico que aquello, jajaja.
-Me refiero a que bebí bastante sí, tú ibas preciosa con un vestido
azul, te ví bailar con tus amigos, abrazar a ese Scott y…no pude evitar tener
celos y decirte lo que sentía por ti…
-¿Así que me estuviste vigilando?
-Bueno, vigilar…sí, es un término aceptable. Me gustaste desde la
primera vez que hablé contigo en tu instituto, tenías un desparpajo inusual y
eras direferente a las demás chicas, fue eso lo que me llevó a enamorarme de
ti.
-¿Te enamoraste de mí?
-¿No lo sabías? Creo que me obsesioné contigo además, deseaba estar
cada minuto contigo.
-Vaya…las cosas de las que se entera una después de todo. Pues, en todo
este tiempo creo que he cambiado, quizás ese desparpajo que te enamoró ya no
exista.
-¿Segura? Yo creo que no. Si has cambiado, que no lo creo, estará
oculto dentro de ti, eso no se elimina.
-Puede ser, pero sé lo que quiero y quizás por eso haya cambiado.
-¿Y qué es lo que quieres? – me miró Michael fijamente a los ojos.
-Pues ya he dado un paso al trabajar en un periódico, quiero seguir
creciendo es ese ámbito.
-Ah sí, el periódico…
-Que por cierto, ¿tú no tenías otro periódico entre manos? ¿El Stanford
News por casualidad? – dije irónicamente.
-Pues sí, lo tengo. Compré The Eagle porque me pareció una buena
inversión, necesitaba apoyo y por eso Nick Martin trabaja conmigo. Después
pensé que me gustaría tener un periódico con mi propio nombre, el de mi familia
y lo creé. Pensaba ponerlo en auge y, una vez hecho, vender The Eagle a Nick o
a otro que lo quisiera. – se explicó.
-Vaya, ya veo como amasas tu fortuna…
-Sí, ya sabes que soy un estratega.
-¿Me contrataste tú para el periódico?
-Qué va, me sorprendí tanto como tú el verte en aquel despacho tu
primer día. Creía que seguías trabajando en Lovelife.
-Caray, pensaba que no había sido una casualidad…
-Ya ves, no soy tan malo como piensas. – sonrió.
-Puede que no lo seas pero…me hiciste mucho daño. – dije con lágrimas
en los ojos.
-Laura, por favor, créeme que no quise hacerte daño, jamás he querido a
nadie como te quiero a ti…
-¿Me quieres o me querías? – dije con los ojos muy abiertos.
-En presente.
-Mike…no quiero que me mientas, dime qué hacías con esa mujer en
aquella cafetería de Rodeo Drive aquel día y por qué no me lo dijiste.
-Estuve con Melinda. – dijo Michael. Aquello me cayó como un jarro de
agua fría.
-¿Melinda? ¿Quién es esa?
-Es hermana de Kristen, la que conociste en mi oficina.
-¿Y qué hacías con ella? Se te veía muy cercano a ella.
-Me fue a pedir ayuda porque tenían a su novio enfermo y necesitaba
dinero, mucho dinero.
-¿Dinero para algún tratamiento? – dije incrédula.
-Dinero para conseguir un órgano en el mercado negro. Su novio tenía
deficiencia renal, asíque necesitaba un riñón cuanto antes. No quise decírtelo
porque era algo ilícito y no quería que pensaras mal de mí. – dijo resoplando.
– eso era lo que te oculté.
-¿No estabas engañándome con ella?
-Pues claro que no, eras mi novia y te adoraba.
-¡No puedo creerlo! ¿Preferiste que te dejara a contarme lo que había
pasado?
-Pensaba que te olvidarías de eso. Sabía que estabas rara y que
sospechabas algo pero no pensé que fueras a tomar aquella decisión. Quise ir a
buscarte, pero no me pareció justo quitarte tu ilusión de estudiar en Nueva
York. Además pensaba que no me creerías.
-Oh Mike. Debiste decírmelo. Y estudiar en Nueva York no es que fuera
mi sueño. Mi sueño era ser lo que quiero llegar a ser, el medio no me importaba.
Me habría quedado en Los Ángeles por ti y habría estudiado allí. – me sinceré
yo también.
Por fin sabía y comprendía el secreto que tenía Michael sobre aquel
día. Parecía mentira que me hubiera dicho la verdad al fin, esa verdad que
había querido oír años atrás.
-Quería protegerte de todo, por eso no te lo dije. Me rompiste el
corazon cuando te fuiste y…no supe como arreglarlo, no sabía recuperarte.
Respecto a mí, me volví bastante loco, iba a muchas fiestas para emborracharme
y olvidarme de todo, bebía constantemente hasta hace un año. Salí con chicas
para olvidarte también pero no he podido, no sé qué tienes que no puedo dejar
de quererte. – me dijo mientras me cogía de la mano.
-No…no me hagas esto…no sé qué decir yo…son demasiadas cosas que asimiliar.
Yo pensaba que me habías engañado con esa chica, que me mentiste. Pensaba que
habías estado de rositas todos estos años, pensé que fui una más en tu lista…
-Por dios Laura, eres una excepción. Nunca vas a ser como las demás, ni
física ni mentalmente. Eres más que las demás ¿es que no te das cuenta?
-Necesito otra copa…
-Claro, ¡camarero! Déjanos por aquí la botella, tenga, quédese el
cambio. – dijo Michael al camarero.
Nos rellenamos las copas y bebimos un buen sorbo. Pese a lo que había
bebido estaba realmente malo. Michael me cogió de la mano y me llevó hasta la
pista de bailar, donde nos pusimos a bailar entre toda la gente, que
curiosamente había abarrotado aquella sala mientras habíamos conversado. Bailar
con Mike fue desestresante y me reí bastante, sobre todo porque ya sabía la
verdad y podía quedarme tranquila. Detrás de Mike pude ver a Charlotte muy
feliz riéndose con Peter mientras bailaban juntos, aquella escena hizo que me
sintiera bien.
Con el paso de las horas la familia de Peter se fue yendo a su casa
para descansar, ya que mañana sería la gran cena. Charlotte me acompañó al baño
y me dijo que no podía creer que me hablara y bailara con Michael, pero le
expliqué todo y dejó de preocuparse por cómo podía sentirme porque me veía radiante.
Charlotte y Peter también se fueron al hostal para estar descansados.
Michael y yo nos quedamos bailando aún, aunque ya el chico que disponía la
música ponía canciones lentas para que la gente se fuera yendo.
-¿Quieres irte a dormir? – me dijo Mike mientras me agarraba las manos.
-Pues, la verdad que esta música no fomenta mis ganas de bailar ya,
jajaja.
-Entonces te acompaño al hostal.
Salimos del restaurante y fuimos en taxi hasta el hostal. Michael me
ayudó a salir del taxi ya que me había pasado bebiendo. Subimos las escaleras y
fuimos hasta la puerta de mi habitación.
-¿Dónde estará mi llave? – dije buscando en el bolso.
-Debe estar por ahí, sigue buscando. – comentó Mike apoyando un brazo
sobre la pared.
-Pues no está, o al menos yo no la veo, ¿quieres mirar tú?
-La verdad que no veo muy bien, hemos bebido mucho.
-¿Y qué hago? ¿Llamo a la puerta de Char?
-¿Los vas a despertar? O peor, ¿les vas a interrumpir si están haciendo
algo?
-Dios no, no quiero interrumpirles. Quizás el recepcionista me dé otra
llave…
-Mira, yo tengo la mía, si quieres puedes dormir en mi cama, yo dormiré
en el suelo. – me dijo cogiendo su llave.
-No quiero que duermas en el suelo.
-¿Bañera?
-No, es tu habitación, debería dormir yo en el suelo.
-Oh vamos, no voy a permitir que duermas en el suelo, soy un caballero
ante todo. Venga vamos.
Pasamos otro pasillo y nos paramos frente a su puerta para abrir la
habitación. Era igual que la mía pero distribuída de otra forma. Me quité los
tacones porque me estaban matando los pies.
-Bueno, pues ahí tienes la cama. Yo cogeré una manta y dormiré en el
suelo.
-¿Estás bobo? Duerme también en la cama, hace mucho frío, es invierno, ¿sabes?
-¿Vas a dormir conmigo?
-Ya lo he hecho antes, ¿recuerdas? – dije mientras echaba las sábanas
abajo.
-Sí, créeme que recuerdo cada vez que dormíamos juntos. Pero es
diferente, no somos novios.
-No, pero podemos dormir en la misma cama amigablemente, ¿no?
-Sí, supongo que sí. – comentó mientras se quitaba sus zapatos y los
dejaba en un rincón.
Al darse Michael la vuelta vió cómo me quitaba el vestido para ponerme
un albornoz. No me percaté de su mirada hasta que me abroché el cinturón.
-Tienes en el pelo una rama…déjame que te la quite… - dijo acercándose
a mí.
-Oh gracias, habrá sido del viento de la calle.
-Si, será eso. Te ves hermosa hasta en albornoz…
-No lo creo, además tengo una cara de ebria que no puedo con ella,
jajaja.
-Aún así eres hermosa.
-Mike…no me hagas más difícil el estar contigo.
-Es que el estar cerca de ti hace que quiera…que quiera hacer…
-¿Hacer qué?
-Esto… - dijo mientras acercó rápidamente su cara a la mía y me besó.
Sus brazos rodeadon mi cintura apretándome contra su cuerpo. Una sus manos fue
subiendo por mi espalda hasta alcanzar mi cabeza y presionarla aún más contra
su beso. No pude resistirme a responderle con la misma intensidad de sus actos.
Poco a poco me soltó y me cogió la cara con sus dos manos.
-Lo siento…no podía resistirme, es verte y querer volver a hacer todo
como cuando éramos novios.
-No, no te disculpes, yo…a mí también me ocurre lo mismo.
-¿De verdad? Laura…me hace tan feliz escuchar eso…te he extrañado
tanto, eres la única que puede tener mi corazón, la única que puede llenarlo de
felicidad, sólo tú.
-Y tú el mío…no he podido estar con otro chico, siempre estabas en mi
cabeza.
-¿Aún sigues siendo sólo mía? – dijo con una gran sonrisa.
-Sí, sólo he sido tuya.
-Me haces aún más feliz, que nadie haya tocado este hermoso cuerpo…te
deseo tanto Laura, mi Laura… - se deshizo en besos con mi nombre.
Me quitó lentamente el albornoz, yo le quité sus pantalones y su polo y
nos tumbamos juntos en la cama mientras nos besábamos y nos acariciábamos.
Parecía que no habían pasado poco más de tres años, parecía que fue ayer cuando
besé sus labios por última vez, no sabía lo que había añorado sus caricias
hasta que volvió a hacérmelas. Por fin supe que podría volver a hacer el amor
con un chico y, como no podía ser de otro modo, fue con Michael.
Revivir el amor que sentí por Michael no sabía si era bueno o malo,
pero lo único que sabía era que no podía luchar contra eso. Volví a sentirme
completamente feliz aquella noche entre sus brazos, era una sensación que no
podía explicar y que probablemente cualquier persona enamorada lo entendería.
Sí, pensaba que había vuelto a enamorarme de Michael. O quizás es que jamás
dejé de estarlo y sólo había estado reprimiendo mis sentimientos. El caso es
que había pasado una noche maravillosa junto a él.
A la mañana siguiente, me despertaron los ladridos de unos perros.
Solía levantarme con el despertador, los gritos de los vecinos o del mismo
tráfico de Nueva York. Pero con la tranquilidad que había en la zona lo único
que podía despertarte era la misma naturaleza.
Al abrir los ojos, lo primero que ví fue el rostro despierto de Michael
fijándose en mí mientras sonreía.
-Buenos días. – dije feliz.
-Buenos días princesa. – dijo Mike mientras me acariciaba la cara.
-Da gusto levantarse de esta manera, teniéndote al lado y sin el ruido
de la ciudad.
-Sí…es totalmente relajante, sobre todo si tú estas aquí conmigo.
De pronto mi móvil sonó. Era un mensaje de Charlotte: “Te necesito, ven
a mi habitación en cuanto puedas”.
-Charlotte me necesita. –dije sin ganas.
-¿Qué le ocurre?
-No lo sé, sólo me ha dicho que vaya a su habitación. No será nada.
-¿Te vas?
-Tengo que irme pero… - le dije dándole un beso. – ahí tienes mi
despedida. Nos veremos luego.
Salí de la habitación de Michael dirigiéndome a la habitación de
Charlotte enseguida. Estaba histérica andando de un lado a otro, de Peter no
veía ni rastro.
-¿Qué ocurre?
-No sé qué ponerme para la cena de esta noche, ¡ayuda! – dijo andando
más rápido.
-Pero si habías traído un vestido para la ocasión, ¿no?
-Sí, pero Peter me lo ha manchado de espuma de afeitar.
-¿Por eso Peter no está aquí?
-Le he echado la bronca y se ha ido a desayunar, decía que mejor se iba
para que me calmase.
-Bien hecho. A ver, veamos… ¿Qué te parece si vamos a comprar uno? Así
sales de esta habitación y te da el aire.
-Vale, vámonos. – dijo vistiéndose lo más rápido posible.
Había visto a Charlotte nerviosa, pero jamás como ésta vez. Sabía que una
buena apariencia para ella ante la familia de Peter era muy importante, pero
los nervios la sobrepasaban.
-¿Qué tal te queda ese? – dije mientras Charlotte se probaba su cuarto
vestido en una de las tiendas del centro.
-Creo que me hace las caderas anchas.
-Si no tienes caderas apenas, ¿cómo es posible?
-¿Tú qué crees?
-Venga Char, te queda perfecto, cógete ese y vayamos a desayunar.
Después de comprar el vestido fuimos a desayunar a una cafetería por
allí cerca. Le prohibí a Charlotte beber café puesto que ya tenía bastante
nervio encima.
-¿Tus padres ya llegaron, no? – pregunté para desviar su atención.
-Si, están descansando, luego les veremos. Por cierto, ¿qué ocurrió anoche
entre Mike y tú? – dijo interesada mientras se comía unos gofres.
-Pues…bailamos, nos lo pasamos bien, hablamos…
-Laura, te conozco desde bebé, asíque no me vengas con la historia
light.
-Vale…pues eso, y después me acompañó a mí habitación y yo no encontraba
mi llave asíque dormimos en su cama, y sí, deja de mirarme así, nos acostamos.
-¿En serio? ¡Guau! ¿Y qué tal fue ese reencuentro amoroso?
-No podía haber sido más feliz – comenté mientras daba un sorbo al
café.
-Vaya, que concisa y sincera. ¿Y habéis hablado sobre lo que va a pasar
con vosotros?
-Pues no, salí de su habitación esta mañana cuando me lo pediste asíque
sólo me dio tiempo a despedirme de él.
-¡Mierda! Lo siento…
-No te preocupes, si se tiene que dar esa conversación algún día se
dará, el momento idóneo llegará.
-¿Te gustaría volver con él?
-Sí y no. O sea sí porque ya sé la verdad y sé todo lo que sentía por
mí. Pero por otro lado me da miedo de volver a sufrir todo aquello.
-Bueno, míralo de esta manera y es que quizás nunca habrías sufrido
aquello de no ser por un malentendido.
-Malentendido y ocultación de la verdad, porque Michael no quiso
decirme nada.
-Bueno vale, también eso. Pero era menos grave de lo que pensábamos.
-Eso sí. Cómo me gustaría quedarme aquí para siempre, lo a gusto que se
está, esta paz…volver a Nueva York será terrible.
-Sí, cierto, aunque chica, necesito más tiendas, aquí se están quedado
muy anticuadas…
Después de desayunar volvimos al hostal, donde ya estaba Peter de
regreso. Charlotte se fue con sus padres y Peter a almorzar para que se fueran
conociendo antes de la cena, asíque Michael y yo volvimos a quedarnos solos.
-¿Qué te apetece hacer? – me preguntó Mike.
-Pues creo que me daría una vuelta por los alrededores de este bosque,
hay un bonito sendero.
-Vamos pues.
Salimos del hostal y nos dirigimos hacia el sendero del bosque, donde
ayer vi ir a varios grupos de personas. Todo era muy bonito, había muchísimas
plantas y árboles, todas llenas de rocío por el frío que hacía, además de las
gotas de agua que habrían caído anoche mientras dormíamos.
Michael me cogió de la mano y me sonrió mientras caminábamos. Se le
notaba feliz como a mí en esos momentos.
-¿Te molesta que te haya cogido la mano? – me preguntó.
-No, qué va, al contrario, me ha gustado.
-Quiero que este fin de semana no se acabe nunca, estoy tan bien
contigo que…no sé cómo explicarlo.
-Te entiendo, a mí también me pasa, ¿qué vamos a hacer?
-No lo sé. Estoy bien contigo y quiero estarlo cuando volvamos a Nueva
York, pero no sé si tú estás preparada.
-Ya, la verdad no sé si lo estoy. Quiero y no quiero ¿sabes? Me da
miedo volver a sufrir.
-Ya sabes que no te engañé con otra.
-Lo sé, y te agradezco eso. ¿Crees que podríamos volver a intentarlo?
-Nada me gustaría más.
-De acuerdo. Iremos poco a poco, para que cuando estemos a Nueva York
todo vaya tranquilamente y no tengamos problemas innecesarios.