martes, 25 de noviembre de 2014

Capítulo 30



-Buenas noches cariño, buenas noches a usted también señor. ¿Quieren una taza de té o alguna otra cosa? – dijo Charlotte intentando ver al hombre del abrigo negro que estaba de espaldas a ella.
-Disculpe… ¿Charlotte? ¿Qué haces aquí? ¿Y el mayordomo? – preguntó Paul por lo bajo con tono enfadado.
-Estaba haciendo cosas y me ofrecí para ayudarle, ¿es que no me vas a presentar?
-Sí eh…Charlotte, éste es Charles Rodgers, es quien dirige mi compaña electoral.

Por fin Charlotte consiguió conocer a Charles Rodgers. Era un hombre moreno, con el pelo como si lo tuviera recién cortado milimétricamente, ojos azules, alto y de complexión normal a musculada. Tenía una expresión dura pero se tornó en una sonrisa cuando ofreció su mano a Charlotte para saludarla. Notó su mano fría y fuerte frente a la calidez de Charlotte.

-Encantado de conocerla, señora Abramson – dijo Charles cordialmente.
-Igualmente, señor Rodgers.
-Llámeme Charlie ahora que nos conocemos formalmente.
-Oh, está bien. Entonces usted llámeme Charlotte en ese caso – dijo Charlotte son una sonrisa.
-Cariño, si no te importa querríamos seguir en nuestra reunión – dijo Paul impaciente.
-Claro, sí…pues, estáre leyendo en la habitación. Y encantada de nuevo, Charlie – dijo Charlotte yéndose de la habitación.

A la semana siguiente, comenzó el lanzamiento de mi novela “La llama azul”. Estaba muy nerviosa y emocionada, deseando saber la aceptación que tendría entre el público. Robert trataba de tranquilizarme con una infusión de hierbas que él mismo había preparado.

-Ahora mismo no hace falta que estés así, los resultados no los sabremos hasta dentro de unos días – dijo Robert dándome una taza de su infusión.
-Lo sé, pero ¿y si nadie quiere leer mi novela? Sería un fracaso rotundo.
-Laura, tengo un gran proyecto para dar a conocer tu novela y créeme, se pelearán por ella. A los pocos que la hemos leído hasta ahora nos ha encantado, ¿por qué crees que a los demás no les gustaría? ¡Es de locos!
-Sí, entiendo, ¡pero no puedo dejar de pensarlo! – chillé.
-¿He de darte una bofetada para que se te quite la histeria? Porque me encantaría hacerlo, sería como una experiencia sado, siempre he querido probar…
-¡Robert! ¡No digas esas cosas obscenas! ¡A veces no sabes cuándo has de parar de hablar! – dije ruborizada.
-Vale, vale…Oye, otra cosa, yo organizo todo el tema publicitario y tal, pero quizás necesitaríamos a alguien que tuviera buenas amistades para conseguir adentrarte en espacios publicitarios más importantes, cadenas de televisión…yo tengo amigos, pero una ayuda nos vendría bien.
-¿Te refieres a un relaciones públicas?
-Sí, eso exactamente.
-Bueno, precisamente conozco a alguien que podría hacer ese trabajo, es Kevin Adams, un buen amigo de la infancia – dije mientras daba otro sorbo de infusión.
-¡Kevin Adams! Le conozco, es muy bueno, he rivalizado muchas veces con él en el tema de captar clientes, pero si trabajamos en equipo seremos imparables.
-De acuerdo, le llamaré para que venga.
-¡Dile que traiga una mascarilla de algas! Necesito un tratamiento de esos ahora mismo, mi cara no aguanta tanto estrés sin lujos – dijo tan campante Robert.

Kevin llegó a casa y Robert le explicó para lo que le necesitábamos, a lo que él estaba totalmente dispuesto. Charlotte vino a verme sin haberme avisado, se la vía muy nerviosa, asíque la llevé a mi habitación.

-Laura, ya he estado con Charles Rodgers, el de la campaña de Paul.
-¿Sí? ¿Y has averiguado algo de lo que planean? – dije impaciente.
-No, sobre eso no, pero tuve tiempo para coger el teléfono de Paul y guardar todos sus números en ésta tarjeta de memoria. Casi me pilla pero he conseguido irme antes de que llegara.
-¡Eso es estupendo! Ya sólo tienes que mirar las aplicaciones y los mensajes y podremos falsificarlo todo.
-Sí, eso es bueno. Oye, tenía que decirte otra cosa sobre mí, importante. Quería que me ayudaras… - empezó a decir Charlotte pero un portazo nos distrajo. Bruce había entrado apresuradamente en la habitación sin siquiera llamar.
-Estáis aquí, bien, tengo que contaros algo. Es sobre el tema de Paul – dijo Bruce rápidamente.
-¿Es importante? Porque estaba aquí hablando de algo con Laura – dijo Charlotte.
-Lo es. Uno de mis investigadores ha podido decirme que tú novio, Laura, también acude a las reuniones de los miércoles con Paul.
-¿Cómo? ¡Eso es imposible! ¡Michael no haría nada malo! – dije incrédula.
-Pues aquí te traigo fotos. Entró con Paul en el edificio, se reunió con el grupo ese que tanto deseamos saber qué planean – dijo Bruce poniendo varias fotos sobre la cama.
-No puede ser que Mike esté también en el ajo. ¡Y yo que le tenía por un buen hombre! – dijo Charlotte mirando las fotos.
-Debe haber alguna buena explicación para todo esto… - dije con lágrimas en los ojos.
-Por ahora todo apunta a que trabaja con ellos, Laura. He venido a decírtelo en cuanto me he enterado para que tengas cuidado con lo que haces o dices – adviertió Bruce cuando recogía las fotos que nos había dejado – y ahora me voy, tengo que seguir trabajando.
-¿Este hombre nunca descansa o qué? – dijo Charlotte cuando Bruce ya se había ido.
-No me puedo creer que Mike haga algo así, no, es que no lo creo, debe ser un error – dije muy triste.
-Hombre, podría haber una explicación, pero te ha dado fotos de varias reuniones, no es que fuera un día casual.
-Lo sé, pero necesito creer que él no puede hacer eso, le quiero con toda mi alma.
-Te entiendo, y está bien quererle tanto, no obstante es necesario tomar precauciones, no debemos hablar de este tema aquí, quien sabe si habrá micrófonos o cámaras como en mi casa – dijo Charlotte aterrada.
-Está bien. Estoy destrozada ahora mismo. Él es la persona en quien más confiaba, a pesar de no contarle lo que pasa entre tú y Paul y que hablo con Bruce, pero en el confiaría mi vida, ¿entiendes?
-Si, pero debemos averiguar qué está pasando primero. Así sabremos la magnitud del asunto en que está metido y así podremos ayudarle a razonar.
-Eso tendremos que hacer. ¿Qué me ibas a decir antes que era tan importante? – le pregunté.
-Ah, pues que había decidido ir a abortar.
-¿Qué? ¿Estás segura? Porque una vez lo hagas no habrá vuelta atrás. Piensa que podría ser un bebé precioso…
-Sé todo lo que hay que saber. Pero no puedo tener un bebé de alguien como él, simplemente porque miraría a mi hijo y vería al hombre al que odio. No sería bueno para mí ni para el niño, asíque por eso lo he decidido – zanjó Charlotte.
-Muy bien. ¿Para cuándo has pedido cita?
-No es tan fácil. Ya sabes lo que ocurrió con las pastillas anticonceptivas. Paul no se debe enterar de nada, cuanto más tarde sepa que el bebé no existe más tiempo tendremos nosotras de averiguar qué está pasando. Porque créeme que cuando lo entere de lo mío, querrá matarme.
-¿Estás loca? Claro que no va a querer matarte, pero supongo que sí se enfadará muchísimo.
-Sí, no sabes cuánto se enfadará. Y cuando se enfada es capaz de lo peor – avisó Charlotte.
-Vale. Pues, pediré cita con un ginecólogo privado con un nombre falso, y quizás haya que sobornarle.
-Haremos lo que sea necesario.

Tras haber sabido lo que estaba haciendo Michael, me vine abajo. Él era todo para mí y no podía creer que estuviera aliado con Paul en cosas ilegales porque él no necesitaba hacer nada ilícito para conseguir algo, él era trabajador y lo conseguía con su propio esfuerzo.
Unos días después la editorial nos llamó diciendo que la primera edición ya se había agotado, por lo tanto, ya estaba en proceso la segunda. Eso significaba que mi libro había tenido mucho éxito y había vendido en su primera semana medio millón de copias. Robert me dijo que tras hablar con la editorial, habían tomado la decisión de que la segunda edición tuviera, al menos, dos millones de copias, cosa que me parecía increíble. Pronto nos empezamos a movilizar, acudimos a varios programas de televisión para que me entrevistaran, así como a las revistas y periódicos más populares. Robert y Kevin no daban abasto, cada día me traían una cita para acudir a alguna revista o, incluso, a fiestas de personalidades famosas. Aquella fue una gran intrusión en el mundo del famoseo, del cual Michael ya sabía bastante. Michael estaba muy contento por mí, cada día me preguntaba cuántos ejemplares más había vendido y nos llevó a cenar a un sitio donde Aubree pudiera divertirse mucho.
Pronto iba a cumplirse un año del nacimiento de nuestra hija, asíque planeamos hacerle una fiesta en casa con la familia. Michael dijo que él se encargaría de todos los preparativos, asíque yo estuve ayudando a Charlotte con lo del aborto. Intentaba buscar algún médico que fuera de fiar o, por el contrario, fácil de chantajear. Tardé en conseguir uno, pero le tuve que dar cincuenta mil dólares por adelantado y otros cincuenta después de haber concluído la operación, pero todo era por petición de Charlotte. Su aborto estaba programado para finales del mes de Julio, asíque tenía tiempo de prepararse mentalmente.
El día del cumpleaños de Aubree, nos reunimos todos en casa de Michael, menos William y Tess, quienes tenían que estar en Denver para una boda de uno de los mejores amigos de William.
Michael había mandado decorar el salón con toda clase de serpentinas, globos, estrellas y pancartas rosas y doradas. Cada vaso y botella tenían una foto familiar de Mike, Aubree y de mí juntos, cosa que me resultó adorable. Mi mente tenía un conflicto horrible desde que Bruce me dijo que Michael estaba en el mismo bando que Paul. Por un lado le odiaba por ello, pero por otro le quería más que a mi vida, como lo había hecho siempre desde que le conocí.
Pero aquel día era sólo para pensar en mi hija. Me vestí con una minifalda amarilla de tubo de Armani con una blusa escotada morada. Cogí unos zapatos morados de Brian Atwood, un cinturón para la cintura y varias joyas combinadas. Me peiné y maquillé e inmediatamente me puse a preparar a Aubree. Normalmente vestíamos a la niña como cualquier infante, pero de vez en cuando rompíamos la norma e iba más moderna, y ese iba a ser uno de esos días. Charlotte fue la primera en llegar a casa, aparte de Michael. Trajo un regalo enorme que dejó en la mesa del salón, cogió un vaso de champán para beberlo de un trago.

-¿Qué haces, Charlotte? ¿No se supone que no puedes beber? – preguntó Mike.
-No debería, pero es que llevo  dos meses sin probar una copa de nada. Asíque me lo merezco, no me eches la chapa.
-Yo sólo lo decía por tu bien y el bebé, no es que tenga nada en contra tuya.
-Lo sé, siento haberte respondido así. Deben ser las hormonas – dijo Charlotte disculpándose.

Al cabo de un rato ya habían llegado Kyle, Eric, Kevin, Robert y Allison con su nuevo novio Cole, con lo cual comenzó la fiesta. Cole parecía un buen tipo, divertido y amable, pero lo importante era que Allison estaba encantada con él, no se habían despegado ni un día desde la fiesta de cumpleaños de Charlotte. Michael trajo la tarta, que era una carroza de cenicienta hecha con bizcocho, crema y fondant. Después de cantarle el cumpleaños feliz, Aubree sopló la vela con el número uno y se quedó fascinadaba aplaudiendo. Una vez le dimos los regalos se quedó entretenida sin hacer caso a nadie, sólo a sus juguetes.
Charlotte siguió bebiendo pese a las miradas que Michael le echaba, pero le daba igual, ya que sólo ella y yo sabíamos lo que había decidido sobre su embarazo.

-Tengo una noticia que daros a todos, ¡venid! – dijo Allison sonriente.
-¿De qué se trata? – preguntó Eric.
-Quiero que estéis igual de feliz que estoy yo, asíque quería compartir hoy que estamos todos que Cole y yo estamos prometidos – dijo Allison enseñando un bonito anillo.
-¿Qué? ¡Pero si os acabáis de conocer! – gritó Eric.
-Lo sabemos, pero estamos muy ilusionados y felices, queremos que vengáis todos y compartáis nuestra felicidad – dijo Cole.
-Lo siento, pero por ahora no puedo aceptarlo, os acabáis de conocer, no es normal – concluyó Eric.

Todos pensábamos que era muy rápido, pero si eran felices era lo único importante. Eric no pensaba igual, asíque se enfadó y se puso a beber de una botella de whiskey. Aquella no fue una buena noche ni para Charlotte ni para Eric, pero los dos se juntaron para beber y ahogar sus penas en alcohol.

-No sabemos nada de ese tal Cole y ella ya se quiere casar con él, es que no lo entiendo – dijo Eric.
-Bueno, se ha enamorado, déjala vivir. Ha estado tantos años mal que ojalá y se haya acabado esa mala racha. Quizás Cole haga que esos malos años desaparezcan, eso es lo que tienes que pensar – dijo Charlotte sirviéndole otro chupitos más.
-Y Mike debería enfadarse también. Los dos nos hemos preocupado por Allison siempre y dejarla hacer esto así como así sin conocer a ese tipo…me parece un suicidio.
-No creo que a Mike le haga mucha gracia, pero sí que se ha guardado lo que él piensa porque sólo quiere lo mejor para su hermana, y lo mejor es apoyarla.
-Esto es insólito. Verás cuando se enteren nuestros padres. ¿Y tú por qué estás mal? – preguntó Eric.
-Yo…Bueno, creo que ya sabes que estoy embarazada de Paul.
-Pues sí, lo sabía, y enhorabuena, por cierto.
-Gracias. Pero no estoy nada contenta, fue un accidente, yo no quería tener un bebé ahora.
-Pero si sois un matrimonio, podéis tener todos los hijos que queráis.
-Lo sé, pero no soy feliz con Paul – confesó Charlotte.
-¿Qué? Pero…si parecías enamorada.
-Sí, lo era. Pero poco a poco he ido descrubiendo cosas…él ha cambiado mucho.
-Bueno, aquí me tendrás para ayudarte en lo que sea, ya lo sabes – dijo Eric.
-Necesito…te necesito a ti.
-Aquí me tienes ahora mismo.

Charlotte se abalanzó sobre Eric y le besó. Él se sorprendió pero no retrocedió ante aquel beso, al revés, le encantó. Había estado deseando besar a Charlotte y estar con ella desde hacía meses, pero ella había decidido casarse con otro hombre. A pesar de eso, le daba igual que estuviera casada, en aquel momento él era feliz y ella también, asíque se fueron a la habitación de Eric sin que nadie los viera y se acostaron juntos.
Aubree se estaba quedando dormida sobre las nueve de la noche, asíque Michael y yo fuimos a acostarla a su habitación.

-Parece mentira que haya pasado un año desde que Aubree nació. Jamás olvidaré ese día, fue el día más feliz de mi vida porque tuvimos a nuestra pequeña y, además, volvimos a estar juntos – dijo Mike entrañablemente.
-Lo recuerdo como si fuera ayer. Me puse furiosa con Charlotte por haberte llevado al apartamento porque no quería verte y me vinieron unos dolores terribles. Poco después estábamos en el hospital, hablamos y todo se solucionó – comenté sonriendo mirando a Aubree.
-Sí. Nunca lo olvidaré, nunca me sentí tan feliz…

Después de salir de la habitación nos despedimos de Robert y Kevin, quienes se habían hecho buenos amigos. Kyle fue a despedirlos a la puerta y después se fue a la habitación a dormir. Allison se fue a su habitación con Cole porque quería que él durmiera con ella aquella noche, cosa que Eric no habría aprobado. Michael y yo nos fuimos a nuestro dormitorio y nos pusimos el pijama, había sido un día agotador.

-Hoy ibas muy guapa, deberías ponerte esa ropa más a menudo – me dijo Mike.
-Cielo, ¿sabes toda la ropa que tengo? Desde que estoy contigo he comprado tanta ropa que aún no he conseguido estrenar todo, aún hay prendas que tienen la etiqueta sin usar. Jamás pensé que llegase a tener tanta ropa y que no sabría qué ponerme debido a la variedad – dije riendo.
-Jajajaja, pues me gusta que tengas dónde elegir. Para eso trabajo, quiero que tú y Aubree tengáis todo lo que deseéis.
-Lo sé, pero muchas veces me parece excesivo, creo que nos mimas mucho.
-Eso quiero, mimaros porque os lo merecéis todo – dijo Mike abrazándome.
-Oye, y aparte de los negocios que tienes… ¿hay algo de ilegal en lo que tú haces? – dije sin pensar.
-¿Qué? ¿Crees que hago negocios ilegales?
-No bueno…muchas veces la gente de poder hace cosas ilícitas y quería saber si había algo que me quisieras contar.
-Cariño, todo lo que hago es totalmente legal, no os pondría en peligro a ti o a mi hija – dijo Mike en lo que parecía ser sincero.
-Está bien, eso me tranquiliza.

Por un lado le creía, pero por otro estaban las pruebas que Bruce me había mostrado, y eso sí que era totalmente creíble, no podía decir que no era Michael quien estaba en aquellas fotos para defenderle. Era él y nadie más.

miércoles, 19 de noviembre de 2014

Capítulo 29



Charlotte estaba súper histérica, no sabía qué hacer. Su marido se la había jugado magistralmente sin que ella se diera cuenta de nada. En ese momento, fue cuando se juró que tenía que divorciarse de Paul cuanto antes, asíque tenía que conseguir la máxima información para hacer caer a su marido.
En Nueva York, por fin acabé mi novela, estaba muy contenta por ello, asíque le di una copia a Mike para que fuera el primero en leerla. Se enganchó tanto que la leyó en tres días, estaba encantado con ella y dijo que era uno de los libros que más le había mantenido en vilo. Tras esa buena crítica, fui a ver a Bruce para entregarle una copia y que me ayudara a encontrar una editorial que la publicase.

-¿Puedo leerla antes de que la publiquen? – me preguntó Bruce.
-Claro, Mike ya la ha leído asíque…me parece bien, espero que te guste.
-Seguro que con que lo hayas escrito tú me gustará.
-Vaya…eh…gracias.
-Escucha, uno de mis investigadores ha averiguado que Paul es muy amigo del fiscal del Estado, han jugado muchas veces al golf y también han cenado en secreto, quizás no tenga nada que ver pero merece la pena investigar qué negocios se trae con él – dijo Bruce.
-Sí, cualquier cosa hay que investigarla. Tengo entendido que también tiene amistad con jueces porque cuando fue el juicio por la custodia de mi hija él me dijo que si quería podía mover los hilos.
-¿En serio? Dios mío… ¿Te das cuentas de todos los actos fraudulentos que se podrían llevar a cabo con ayuda de fiscales y jueces?
-Pues…no soy una experta, pero supongo que unos pocos.
-Hoy es miércoles, se reúne con su grupo secreto para una reunión, a ver si mis investigadores intentan averiguar algo más.
-Gracias Bruce, y avisa con lo de la editorial, tengo que irme – dije dándole un beso en la mejilla.

¿Qué demonios estaría tramando Paul? Sea lo que fuere estaba claro que algo muy ilegal. Cuando Charlotte regresó de Seattle me contó todo lo que Paul le había confesado, la manipulación de las pastillas anticonceptivas y el soborno al médico. Aquello me cayó como una jarra de agua fría, ¿cómo podía haberle cambiado las pastillas?

-En serio, ese hombre piensa que puede hacer todo lo que le dé la gana, amiga – dije enfadada.
-Estoy asustada, Laura. ¿Cómo ha sabido que fui al médico? ¿Y cómo supo dónde guardaba las pastillas?
-Pues, me atrevería a aventurar que tiene cámaras de vigilancia escondidas por toda la casa, y además, te tiene pinchado el teléfono.
-Dios mío, ¡reservé hora con el médico por mi teléfono móvil! Podría haberlo sabido si estuviera pinchado, ¿eso no es ilegal? – preguntó Charlotte.
-La verdad, no lo sé. Quizás poner cámaras y microfonos en tu propia casa no es delito, y quizás vigilar todos los movimientos de tu mujer tampoco.
-¿Qué demonios voy a hacer?
-Mira, aquí en casa de Mike estás segura, podemos hablar tranquilamente, quédate hasta la noche, Mike tiene que salir hoy, podremos ver qué hacemos para que Paul no te pise lo talones – dije alentándola.
-Está bien, Paul tiene una reunión, no le importará que no esté en casa.
-Bien, pasaremos un rato nosotras a solas, como antiguamente en tu casa, comiendo guarrerías, viendo vídeos graciosos o alguna peli y hablando. Tengo a Aubree ahora mismo dormida, sólo le tengo que dar de comer después, pero por lo demás no habrá problema.
-¡De acuerdo! Voy a quitarme estos tacones que tengo un dolor de pies…

Charlotte se desnudó y se puso un pijama mío para estar más a gusto. Estuvo registrando mi armario, toda la ropa, zapatos, joyas y maquillaje, quedó fascinada con todas las cosas que tenía, ya que yo nunca había tenido un vestidor caro ni mucha variedad.
Preparé una bolsa de palomitas y nos sentamos en el sofá del salón con la tele encendida. Nadie nos podía molestar, puesto que Allison estaba trabajando en Lovelife y Eric se había ido con Kyle a la biblioteca para ayudarlo con el proyecto de los hoteles, acabarlo del todo y empezar a construir.

-¿Qué crees que podemos hacer con Paul? – preguntó Charlotte.
-Para empezar te daré mi teléfono. Escóndelo lo mejor que puedas, ya que probablemente haya cámaras escondidas. Cada vez que lo metas y lo saques del bolso hazlo con un pañuelo o algo así para encubrirlo y no se sepa que lo tienes escondido.
-Es verdad, tengo que tener cuidado de que no descubran el móvil.
-Sí. Y, ¿Qué modelo de teléfono usa Paul? – pregunté.
-Pues una Blackberry, modelo…Porsche Desing de color gris.
-De acuerdo, compraremos el mismo teléfono para darle el cambiazo, pero poco a poco irás cogiendo su teléfono para grabar los números que tenga en el suyo, los pasaremos al nuevo y que así no sospeche. El mismo día que se lo quites, grabaremos en un disco duro todo lo que tiene dentro y tendrás que devolvérselo antes de que llegue la noche, para que no sospeche.
-Eso es muy arriesgado, ¿no crees?
-Sí, pero no tenemos otro plan. Asíque cuando se lo quites, intenta que esté distraído para que coja lo menos posible el teléfono y no se dé cuenta, haz lo que sea necesario – dije mientras cogía un puñado de palomitas.
-Podría intentar llevarlo a ver alguna película, un museo o cualquier cosa así parecida.
-Creo que lo que más podría distraerlo es…ya sabes…llevártelo a la cama.
-¡Buf! No quiero que me toque – dijo Charlotte asqueada.
-Pues yo creo que sería la opción más acertada.
-Bueno, ya veré cómo lo hago, pero espero que no se dé cuenta, porque sino no sé lo que él haría.

Después de planear lo que haríamos, nos dispusimos a ver una película al cabo de haber dado de cenar a Aubree, jugar con ella un rato y llevarla de nuevo a la cama. Michael llegó cerca de medianoche, se sentó con nosotras y vió la película hasta que se quedó dormido, al igual que nosotras.
Días después llegó una gran noticia, Bruce me había conseguido una gran editorial para publicar mi libro, asíque se lo conté a Mike mientras él estaba mirando papeles en la biblioteca.

-¡Por fin voy a poder vender mi novela!
-¿Venderla? ¿Dónde?
-Pues estuve hablando con Bruce a ver si me podía ayudar y me ha encontrado una gran editorial, ¡es fantástico!
-¿A Bruce Nolan? Laura, ¿Por qué no me pediste ayuda a mí? ¿Por qué no me dijiste nada?
-Bueno, no pensaba que tú sabrías algo de editoriales…
-Pues no lo sé, pero podría haberlo averiguado – dijo enfadado.
-Lo siento. Pero, ¿estás así porque no te he dicho nada o porque pedí ayuda a Bruce justamente?
-Ambas cosas…y más la segunda que la primera si te soy sincero.
-Cariño, no tienes de qué preocuparte, sólo me dijo que podría ayudarme y le dejé, nada más. Si hubiera sabido que tú querías ayudarme con eso pues te habría dejado también, pero te veía enfrascado en tu proyecto de Stanford Tech.
-Y lo estoy, pero siempre que necesites ayuda me gustaría que pensaras en mí primero. Eres todo para mí y quiero que seas feliz y tengas todo lo que quieres.
-Soy feliz a tu lado y me das más de lo que podría desear, pero si te sientes mejor prometo pedirte ayuda si algún día necesito algo – dije sonriendo y poniendo mis manos sobre sus musculosos hombros.
-Eso espero porque quiero estar presente en todas tus decisiones y tus inquietudes, quiero ayudarte a todo, me hace feliz estar a tu lado para apoyarte y que se hagan realidad tus sueños.
-Tú eres mi sueño, sin ti no soy nada, cielo, tú también eres mi vida y nunca podría dejar de amarte.
-Me encantaría poner el mundo a tus pies, ya lo sabes. De hecho me encantaría que fueras mía para siempre – dijo cogiéndome por la cintura.
-Pero si ya soy tuya, me tienes aquí contigo.
-Sí, pero me refiero a algo más.
-Te refieres a ¿matrimonio? – dije asustada.
-Sí, bueno. Eso es lo máximo que hay por ahora para una pareja, ¿no? Ojalá y un día haya algo más profundo que el matrimonio porque yo lo querría todo contigo.
-Mike… ¿no crees que te estás precipitando? Tengo 23 años, tenemos una hija y vivimos juntos, ¿no piensas que es suficiente por ahora?
-Sé que piensas eso, pero estoy tan ansioso por estar siempre contigo…la sola idea de que estés con otro hombre, que te toquen…no podría aguantarlo – dijo cerrando los ojos intentando olvidar esa imagen que se le había venido a la cabeza.
-Amor, no me vas a ver con otro hombre que no seas tú, no tengas miedo.

Michael me cogió fuertemente y besó como si no hubiera mañana. Parecía que le faltaba el aire y yo era la única que se lo podía proporcionar. Me aupó contra la pared, puse mis piernas alrededor de su cintura y yo misma empecé a sentir también que me faltaba el oxígeno si no le seguía besando. Él tocaba todo mi cuerpo y yo el suyo, no tardó en levantarme la falda de cuero de Dior y sacármela por arriba. Cada vez nos besábamos más fuertemente, no podía evitar revolverle el pelo e intentar quitarle la camiseta, pero resultaba difícil en la posición en la que estábamos. Michael se percató de lo que yo pretendía, asíque me bajó y pude ponerme de pie para, por fin, poder quitarle la camiseta y admirar su precioso torso musculado. Él era perfecto, simplemente irrepetible y el sólo acto de mirarle así, medio desnudo, te impulsaba a querer tocarle más y más. Su perfección alcanzaba tales niveles que podías ver las líneas que se habían dibujado en su abdomen formando cuadraditos, o esas mismas en sus brazos haciendo que sus músculos se diferencien, estaba irresistible. Él me miró y vió que le contemplaba totalmente fascinada, sabía que a mí me gustaba lo que veía, asíque aprovechó para acercarse y quitarme la blusa de seda de un tirón, cayendo al suelo una docena de botones que rodaron por toda la biblioteca.
Volvimos a besarnos y nos dirigimos hacia el escritorio, que estaba repleto de papeles, bolígrafos, notas y un portátil. Ambos nos quitamos la ropa interior y Michael tiró todo lo que había encima de la mesa para que pudiéramos usarla para lo que los dos sabíamos.
Él me subió encima del escritorio, me contempló totalmente desnuda y comenzó a besarme la pierna, desde los pies hasta la ingle. Terminó subiéndose también encima y quedándose sobre mí, siguió besándome, abrió mis piernas y me llenó por completo.

-Como siempre, ha sido fantástico, princesa – dijo Mike después de hacer el amor.
-Sí…nunca lo habíamos hecho sobre el escritorio, ¿crees que Marie se dará cuenta cuando tenga que limpiarlo? – dije mientras me levantaba y buscaba mi ropa interior.
-No lo creo. Oye, sobre lo de tu regalo de cumpleaños, ¿qué te parece ir a Balí el mes que viene?
-¡Es verdad! Se me había olvidado lo del viaje…pues sería estupendo, tendremos que informarnos si hay que vacunarse y demás para ir allí.
-Eso déjalo de mi cuenta. Tengo que irme a trabajar, te amo princesa, luego nos vemos – dijo Mike mientras me besaba antes de irse.

Aquella misma tarde, Bruce vino a verme a casa de Mike con un hombre trajeado, gafas de sol y una perilla muy particular.

-Laura, te presento a Robert Hunt.
-Hola, encantada – dije sin saber por qué estaba aquí ese hombre.
-Oh no, encantado yo de conocerla señorita Stevens, es más diría que es un placer ahora que la he visto en persona – dijo Robert sonriendo mientras me cogía de la mano para besármela en símbolo de saludo.
-Éste va a ser tu representante. La editorial sacará la semana que viene a la venta tu novela, asíque él está aquí para organizar tus actos públicos.
-Pero, ¿por qué iba a necesitar un representante? – pregunté.
-Querida, vas a estar muy estresada y créeme que querrás tenerme ahí a tu lado para responder al teléfono, hablar con los lugares donde irás a firmar libros, y si tienes mucho éxito, muchas cadenas de televisión y periódicos querrán entrevistarte. Cuando eso ocurra mi deber es prepararte a conciencia – dijo Robert.
-¿Y cómo sabes que es un buen representante, Bruce? No te ofendas Robert, pero tengo que saberlo.
-Es un viejo amigo, es uno de los mejores representantes que conozco, te va a ir bien con él créeme – dijo Bruce seriamente – asíque os dejo aquí para que habléis, yo he de irme que tengo un caso pendiente. Ya hablaremos, Laura, hasta otra.
-Un gran tipo Bruce, ¿no crees? Hemos sido muchos años amigos y el tío sigue con todo su atractivo – dijo Robert riendo.
-Sí eh…supongo, yo lo conocí hará un año y algo.
-En fin, no hablemos de él, hablemos de mí. Creo que debes saber que soy muy hablador, a veces hace falta que me digas que me calle porque divago muchas veces y me ando por las ramas, ya sabes…
-Sí, algo como… ¿ahora? – dije levantando las cejas.
-Exacto, bien. No sé cómo me calificará la gente, pero yo mismo me considero un sex-symbol, muy atractivo, las mujeres me adoran, soy un poco egocéntrico, y has de admitir que tengo un pelo precioso.
-Creo que la palabra que buscas para todo eso es que tienes un elevado narcisismo, ¡y ah! ¿Sólo eres un poco egocéntrico? Yo creo que te llevas todas las papeletas para ello.
-Vaya, vaya, vaya…una chica directa y sincera ¿eh? Me gusta, me gusta, puede que tengas un poco de razón en calificarme de ese modo. Veamos, ¿por qué ahora no hablamos sobre ti? – preguntó Robert tumbándose en el sofá como si fuera su propia casa.
-¿Sobre mí? No hay mucho qué decir.
-¿Qué no? Veamos, déjame pensar…está claro que imaginación tienes, sino no habrías podido llevar a cabo esa novela, que por cierto me parece deslumbrante.
-Mi novela no es de fantasía, no sé qué tiene que ver la imaginación en eso – espeté.
-Querida, la imaginación no siempre tiene que ver con la fantasía, ¿o es que nunca has planeado nada descabellado en el mundo real que fuera una locura?
-Pues…sí, sí que lo he hecho.
-¡Bingo! Asíque eres imaginativa en la realidad, una buena cualidad. También creo que eres una chica espontánea y dulce nada más verte, pero creo…que te infravaloras mucho, ¿me equivoco? – levantó una ceja Robert.
-¿Infravalorarme? No creo que eso sea verdad….
-Mientes. Seguramente cuando conociste a tu novio Michael pensaste que él era demasiado para ti, y creo que aún lo sigues pensando. Crees que hay chicas mucho mejores que tú que podrían ocupar tu lugar, y tienes miedo de que eso algún día suceda.
-Sé que Mike me quiere…
-Sí, sé que lo sabes, pero aún así piensas que algún día podrían cambiar las cosas. Eres buena persona, Laura, lo veo. Trabajaremos con eso de la autovaloración, te irá mejor – dijo Robert.
-Perdona, pero si no te importa querría que sólo te ciñeras al tema laboral, no personal, para eso te voy a pagar, ¿no?
-Sí, para eso me pagarás, pero…pienso que debe ser un pack, lo necesitas.
-¿Por qué eres tan engreído?
-¡Ah sí! Eso es lo que faltaba en mi propia lista de personalidad.
-¿Quieres olvidar esto y decirme qué demonios voy a tener que hacer con respecto a mi novela? – dije enfadada.
-¡Claro! Veamos… - dijo Robert sacando unos papeles de su maletín.

Robert se puso a explicarme el proceso que llevará la publicación del libro. Una vez se saque a la venta, iré a emisoras de radio y algunos programas de poca monta para que se vaya conociendo la novela poco a poco, además de firmas de libros. Cuando eso concluya, veremos la aceptación que ha tenido en la gente y en las ventas. Si ha ido bien iré a programas de televisión más famosos y a entrevistas con revistas.
Estuvimos cerca de dos horas hablando sobre todo lo que debería hacer, pero Michael llegó a casa. Tras presentarle a Robert, éste se fue prometiendo que me llamaría si ocurría alguna novedad.

-¿En serio es tu representante? – me preguntó Mike.
-Sí, intenso, ¿verdad?
-Mucho. Tiene un narcisismo que no puede con él.
-Ya, se lo he dicho y se lo ha tomado bien, la verdad que se lo tiene tan creído que le da igual – dije bufando.
-Bueno, espero que al menos haga bien su trabajo.
-Sí, eso parece que lo hace a las mil maravillas. Ya tiene varias cosas previstas que he de hacer, asíque espero que me vaya bien.
-Seguro que sí. Oye… ¿sigue bien Charlotte con lo de Paul? Como me dijiste que estaban pasando tiempo difíciles… - me preguntó Mike.
-Bueno, siguen igual, además…ella está ahora embarazada.
-¿En serio? ¡Esa es una muy buena noticia! Aubree tendrá un amiguito o amiguita con quien jugar, es genial.
-Sí pero…no es tán fácil. Charlotte no quería tener hijos tan pronto porque ahora con las elecciones Paul está más fuera de casa que dentro, y ella se siente como el segundo plato – mentí un poco.
-Entiendo, debe ser difícil para ella, pero seguro que Paul, cuando nazca el bebé, estará todo el rato pendiente de su familia, es algo innato, a mí me pasa. No sabes cómo tengo a Marie de cansada porque la llamo todos los días para saber cómo está Aubree cuando tú no estás cuidándola – dijo cariñosamente.
-Lo sé, a mí también me ocurre, pero no estoy segura que a Paul le pase. Las elecciones a la presidencia es lo más importante para él ahora mismo.

Mientras, Charlotte estaba en el salón de casa viendo por catálogo la nueva colección de verano de Armani. Estaba encantada porque ya podía ir a la tienda a adquirir los nuevos modelos de la revista. Alguien llamó a la puerta y el mayordomo fue a abrir, pero ella no se preocupó hasta que vió pasar a un hombre con un abrigo largo y negro por el salón hasta el despacho de Paul. A Charlotte le intrigó bastante y fue a la cocina a hablar con el mayordomo para que le dijera algo, pero no soltó ni una palabra. Asíque, cogió la bandeja que él iba a llevar y salió de la cocina antes de que se la quitara. Su plan era entrar en el despacho y ofrecer un té a Paul y al hombre misterioso, para así averiguar quién era. Delante de la puerta del despacho, respiró hondo y dio tres golpecitos a la puerta avisando de que quería entrar.