No podía saber con qué intención había dicho eso Michael, pero una
parte de mí no quería saberlo, estaba ya harta de tenerle en mi vida y sufrir
tanto. Estaba decidida a dejarle a un lado y seguir mi camino como fuera.
Ethan estuvo llamando y mandándome mensajes al móvil. Me gustaba Ethan
pero no creía que me llenase del todo el corazón, no sentía que quisiera estar
con él a todas horas. Pensaba que me había enamorado pero no era así, creo que
sólo necesitaba sentirme bien y a gusto con alguien. Ethan era mi amigo y sólo
eso. Por ello decidí quedar con él para decírselo, no se merecía que estuviera
pasando de él así.
Dos días después, llegó el viernes y quedé a la noche con Ethan. Estaba
nerviosa porque nunca había dejado a nadie así, destrozando sus sentimientos. Y
no, no pensaba que Michael fuera uno de ellos. Quedamos en un restaurante
elegido por Ethan, en pleno centro del Upper East Side, lo cual significaba que
era lujoso y, como siempre, yo no tenía mucho dinero para adecuar mi vestimenta
a la ocasión.
- ¡Hola Laura! ¡Qué ganas tenía de verte! – dijo Ethan mientras se
acercaba a besarme.
-Hola Ethan, me alegro de verte.
-Vamos a entrar, tengo una mesa reservada, te va a encantar el lugar. –
dijo sonriente mientras cogía mi mano para adentrarnos en el restaurante.
El camarero nos llevó hasta una mesa para dos entre muchas otras mesas.
El lugar estaba muy concurrido y me hizo sentirme cohibida. Ambos nos sentamos
en la mesa y nos trajeron la carta para pedir.
-Yo quiero el filete de ternera con guarnición – dijo Ethan.
-Pues yo elegiré el salmón al roqufort – dije al camarero mientras
escribía en su libreta para después irse.
-Me encanta este lugar Laura, ¿y a ti?
-Está muy bien, aunque un poco sofisticado para mi estilo, no tenías
por qué gastarte tanto dinero en una cena.
-Oh no importa, salir contigo es lo mejor y te mereces todo. Créeme que
no desentonas en nada con este lugar, eres preciosa.
-Ethan…para por favor. Te tengo que decir una cosa.
-¿Qué cosa?
-No es fácil para mí, ¿vale? Pero debo decírtelo porque no quiero
hacerte daño.
-Dime Laura, no importa.
-Verás, creo que quizás me precipité un poco en aceptar salir contigo.
No estoy segura de quererte como una pareja, sino más bien como un buen amigo.
¿Entiendes por dónde voy?
-Sí…quieres cortar conmigo… ¿Es por Michael Stanford?
-¿Qué? ¡Claro que no! Es sólo que no te quiero de esa manera. Al
principio creía que sí y me sentía
feliz, pero no llenabas mi corazón como para enamorarme.
-Enamorarse lleva tiempo, Laura. No lo des por perdido conmigo, por
favor. – me suplicó.
-Ethan, por favor, no me hagas esto. Es muy difícil para mí decírtelo,
no quería hacerte daño…
-¡Pues no lo acepto! ¡Te quiero y quiero estar contigo! – dijo Ethan
alzando la voz y mucha gente nos empezó a observar.
-Baja la voz, por favor…
-¡No! ¡No quiero que me dejes!
-Ethan, ¡está decidido! No puedo hacerte esto ni a ti ni a mí,
¿entiendes?
-¡No puedes dejarme! – gritó cogiéndome del brazo.
Aquello era totalmente bochornoso, sentía tanta vergüenza que deseaba salir corriendo de allí.
Pero de repente, alguien cogió el brazo de Ethan que agarraba el mio. Miré al
lado y vi a nada menos que a Bruce Nolan. Estaba muy serio y cogía con fuerza
el brazo de Ethan, quien dejó mi brazo libre.
-No deberías hablar y tratar así a la señorita, ¿no crees? – dijo Bruce
tranquilamente con la mandíbula apretada.
-A ti no te importa nada de lo que está sucediendo, así que ¿por qué no
te vas? – dijo Ethan con furia.
-En realidad sí que me importa. Conozco a esta señorita y no está bien
tratarla así. Creo que es mejor que se vaya y se tranquilice.
-Tú no tienes por qué darme órdenes.
-Pues ésta vez va a ser a así porque no te voy a permitir que trates
así a Laura ni que hagas una escena. – dijo definitivamente Bruce.
Ethan se zafó del brazo de Bruce y fue a darle un puñetazo en la cara,
pero Bruce lo esquivó y fue él quién terminó propinándole un puño en la
mejilla. Ethan se cayó al suelo y miró resentido a Bruce.
-¿Quién te crees que eres? – dijo Ethan enfadado.
-Soy alguien que quiere proteger a Laura de hombres como tú.
-No sabes con quién te metes.
-Oh, sí que lo sé, me he topado con hombres mucho peores y he salido
indemne. Creo que sería mejor que te largaras antes de que acabe contigo.
Ethan se levantó y se fue echándonos una mirada terrible. Bruce me
miró, me abrazó y eso me hizo sentir de nuevo calor. Me había quedado helada
con aquella escena y nada me podía haber venido mejor que un abrazo como aquel.
-¿Estás bien, Laura? ¿Te ha hecho daño? – dijo en mi oído sin dejar de
abrazarme.
-Sí, estoy bien, eso creo. Sólo me ha cogido fuerte por el brazo.
-Puedo llevarte a un hospital si no estás bien.
-No te preocupes. Creo que más bien tengo un susto por dentro más que
daño físico.
-Es normal, ha sido muy violento. Ven, vamos, te llevaré a dar una
vuelta para que nos calmemos.
Bruce cogió mi bolso y mi chaqueta y salimos de aquel restaurante.
Estuvimos caminando un largo rato. Aún no me podía creer lo que había sucedido
en el restaurante, jamás habría pensado que Ethan iba a reaccionar así…y pensar
que quería ser su amiga…no podía dejar que alguien con tanta violencia
estuviera en mi vida.
-Laura…llevas un rato callada, ¿te encuentras bien?
-Lo siento Bruce, estaba ensimismada en mis pensamientos.
-¿Y qué piensas?
-Pues en todo lo que ha pasado esta noche, es increíble. Jamás pensé
que pudiera llegar a suceder esto. Y suerte que llegaste a estar ahí sino no sé
que habría pasado.
-Seguramente nada bueno, pero por suerte yo estaba allí para
protegerte.
-Muchísimas gracias, Bruce. Te debo mucho.
-No te preocupes, me ha gustado hacerlo.
-Lo siento, Bruce. No me había dado cuenta que estás aquí conmigo y te
he arruinado tu cena o lo que estuvieras haciendo en el restaurante. Puedes
volver allí, no pasa nada.
-No, no te voy a dejar sola. Y en el restaurante…sólo tenía una cena de
negocios, no te preocupes. Todo está bien. ¿Quieres que te lleve a tu casa?
-La verdad no me apetece, quizás me quede dando vueltas toda la noche.
No sé si Ethan estará llamando a casa o algo así.
-De acuerdo. ¿Te apetece venir a la mía? Tengo muchas películas para
ver, comida, bebida, libros, una mesa de billar…
-¿Sabes? Me voy a dejar llevar, está bien. Llévame contigo. – dije
sonriendo.
Bruce llamó a su chóffer, Arnold, y éste nos llevó en su coche a un
edificio maravilloso del Upper East Side. Definitivamente Bruce Nolan debía de
ser muy rico, ¿por qué hacerse mi amigo si yo soy de un mundo diferente? Me
recordaba a la situación con Michael.
-Ven, subamos en el ascensor, Laura. – dijo amablemente.
Después de subir 16 pisos, la puerta se abrió y dio paso a una gran
vista. Era un amplísimo apartamento lujoso. Grandes ventanales con preciosas
vistas, sillones amplios y cómodos, decoración exquisita...me encantaba, aunque
también me sentía incómoda porque al ver que era muy rico aquel hombre no sabía
si mi comportamiento era el adecuado.
-¿Quieres algo de comer y beber, Laura?
-Si eres tan amable, sí por favor. Después del numerito de Ethan no
pude probar bocado ni beber nada.
-De acuerdo, le diré a Marion que nos prepare algo, siéntete en tu
casa, ahora vuelvo.
Fui andando lentamente por aquel amplio salón y me senté cuidadosamente
en uno de los sofases blancos que había frente a una gran chimenea.
-¿Estás cómoda? – dijo Bruce al llegar.
-Sí, señor Nolan, sí. Este apartamento es fabuloso.
-¿Señor Nolan? ¿Dónde ha quedado mi nombre? – dijo riéndose.
-Pues…es así como te deben llamar, señor Nolan.
-Tú no tienes por qué llamarme así, me gustaba más Bruce.
-Pero es que yo…no soy tan importante como para llamarte por tu nombre,
además no pertenezco a esta clase social.
-¿Laura? No te permito que digas eso nunca más. Eres una chica especial
¿sabes? El dinero no importa, el dinero viene y va, pero las personas ahí
quedan. Y yo quiero que te quedes. – me dice sinceramente.
-Muchas gracias, Bruce. No sabía que fueras así, eres una caja de
sorpresas.
-Gracias a ti, Laura, haces que los momentos valgan la pena. Vamos a
cenar, la comida está lista. Espero que no te importe que haya elegido por ti.
-Oh no, para nada.
Marion nos trajo la comida al sofá y nos sentamos en el suelo frente a
la chimenea para cenar mientras hablábamos de nuestras vidas.
Era muy tranquilizador y cómodo estar ahí en ese instante con Bruce
cenando y echándonos unas risas.
-¿Dónde trabajas exactamente? – pregunté mientras bebía de mi copa de
vino.
-Pues en Midtown, cerca de aquí. Ahí es donde hago mi trabajo de
empresario y aquí, en este edificio es donde tengo mi buffete, Nolan &
Martin, N&M, como lo quieras llamar. Tengo la mitad de este edificio a mi
servicio. – dijo tranquilamente como si tener la mitad de un súper edificio
fuera lo más normal del mundo.
-Caray, debes ser muy exitoso en lo que haces, sino no tendrías casas
por todo el país y medio bloque aquí en Nueva York.
-También N&M es mi buffete básicamente, tengo un 70% de la
propiedad, soy el accionista mayoritario, asíque lo que quiero se hace.
-Suena ridículo que hable de mi columna en la revista del corazón al
lado de las cosas que tú haces.
-Jajaja, para nada, de hecho me gusta oírlo porque hace que vuelva a
poner los pies sobre la tierra, ya sabes, tener mucho dinero y todo lo que
tengo pues hace que pienses que puedes poseer cualquier cosa. Viene bien tener
a alguien como tú que me recuerde que la vida es de otra manera.
-Pues sí, lo es y mucho.
Después de cenar, nos dispusimos a ver una película antigua de la
segunda guerra mundial, la cual me dejó muy somnolienta y terminé durmiendo
allí mismo.
Unas horas después, me desperté con la luz que penetraba por las
enormes ventanas del salón de la casa de Bruce. Miré por toda la estancia pero
no le ví por ninguna parte.
-Señorita Stevens, el señor Nolan se ha marchado ya a trabajar, ¿desea
desayunar? – dijo Marion con una gran sonrisa.
-¿A trabajar? ¿Sin despedirse?
-Sí señorita, me pidió que le dijera que tenía cosas que hacer.
-Vaya…bueno pues, no hace falta el desayuno, ya comeré en mi casa, gracias.
-De nada, señorita.
Esperaba que al menos nos despidiéramos como era debido, pero tenía que
saber que Bruce era el típico hombre de negocios que siempre andaba de un lado
a otro sin tiempo alguno. Recogí mis cosas y cogí el ascensor. Estaba en un rincón
medio dormida cuando se paró en el piso 7. Al abrirse las puertas pude ver un
gran letrero que decía: Nolan & Martin. Aquello debía de ser el buffete de
Bruce. Pero no era todo lo que ví, ya que un hombre trajeado acababa de entrar
en el ascensor.
-¿A qué planta va, señorita? – dijo respetuosamente.
-Eh…abajo, a la planta baja.
-¿Viene de la planta del almacén?
-No…no sabía que hubiera una.
-Entonces vienes de la casa de Bruce Nolan.
-Sí, así es, ¿quién es usted? – pregunté intrigada.
-Soy James, James Martin. Socio del buffete de Nolan.
-Asíque es usted propietario junto con él.
-Bueno, lo es mi padre, Nicholas Martin, pero trabajo aquí con ellos. –
se explicó James – Veo que has dormido en casa de Bruce.
-Sí, pero no es lo que piensas, nos quedamos dormidos viendo una
película después de cenar. Me desperté, él no estaba y decidí irme a desayunar.
-Yo voy a desayunar también, ¿te puedo acompañar?
-Pues, claro, supongo que sí.