Charlotte no se podía creer lo que me había ocurrido, decía que era
totalmente imposible que un hombre como Michael Stanford se interesase por mí.
Por una parte pensaba que lo que Charlotte contaba era lo más plausible, pero
por otro lado no quería creerlo porque ahora mismo me sentía como volando entre
las nubes. Era totalmente excitante lo que había pasado e iba a aprovecharlo
mientras durase.
Normalmente me dedicaba a leer libros en mi tiempo libre, pero dados
los nuevos acontecimientos, me dispuse a familiarizarme con los objetos que
Michael me había prestado.
No me había fijado siquiera en cómo eran hasta ahora al sacarlos de la
bolsa. Un Iphone de última generación y un MacBook Pro. Creía que me iba a
desmayar, ¿cuánto dinero tendría ahora mismo sobre mi cama? Más del que podía
permitirme seguramente.
Encendí el Iphone y me llegó de repente un mensaje. ¿Quién podía ser? Nadie conoce mi número por
ahora. Lo leí detenidamente: “Espero que sean de tu agrado el portatil y el
teléfono. Como no sé aún tu correo electrónico espero que me facilites la
dirección y así poder trabajar mejor. Cuando consigas entender el
funcionamiento del ordenador mándame un e-mail a: MichaelStanford@yahoo.com. Me encanta que hayas aceptado trabajar
conmigo, es un auténtico placer. Espero impaciente al lunes”.
********************
¿Espero impaciente al lunes? ¿Qué quiere decir con eso? ¿Espera ansioso
por trabajar o por verme a mí? Esto es de lo más desconcertante, no sé qué
tiene en mente. A veces parece que está interesado en mi, se preocupa y demás,
pero no sé, ¿no se da cuenta que soy una menor? A mí me gustaría estar con él
pero por ahora es un poco imposible, no sé qué voy a hacer con este hombre y
encima trabajando para él, ¿dónde me he metido?
Desde luego mi familia no podía enterarse y Charlotte seguramente no
creería nada de lo que le contase, aparte de que empezaaría a calificarme como
alguien no apta para Michael, cosa que me fastidia mucho aunque ciertas cosas
sean verdad.
Estaba claro que una parte de mí no quería ver la realidad, quería
vivir el momento y seguir en las nubes; pero por otro lado tenía que mantener
los pies sobre la tierra y ser lo más racional posible con aquel maravilloso
hombre.
Después de comerme un poco la cabeza, me dispuse a encender el portatil
nuevo y crearme una cuenta de correo electrónico. Una vez hecho empecé a escribirle
un correo a Michael.
Para: Michael Stanford
De: Laura Stevens
Asunto: Familiarizándome
“Buenas noches. Me dijiste que te mandase un e-mail confirmando que sé
desenvolverme con este nuevo artilugio. Así pues, ya puedes estar tranquilo
porque no ha explotado. Y menos mal porque, sinceramente, si algo tan caro como
esto se estropease por mi culpa no sé qué haría. Por otro lado, también me
alegro de trabajar con usted. No espero tan impaciente como usted el lunes
porque tengo que ir a clase a hacer un examen de matemáticas, pero una vez lo
acabe sí que tendré ganas de empezar con el nuevo trabajo. Un saludo”
Reeleí una y otra vez el mensaje pensando si alguna expresión se
pusiera malentender pero me parecía de lo más inocente y amigable posible. Así
pues, le di a enviar. Resoplé y me tumbé con el portatil en la cama pensando en
que debía estudiar para el examen de pasado mañana. Pero de pronto sonó un
nuevo correo en mi bandeja de entrada.
Para: Laura Stevens
De: Michael Stanford
Asunto: Buena chica
“Me alegro por fin de tener tu correo y que hayas aprendido a usar el
ordenador. Si hubiera explotado el portatil no pasaría nada, te regalaría otro,
el dinero no es problema. ¿Cómo llevas tu examen? Seguro que genial con lo que
tú eres. Aún así deseo que llegue el lunes para que apruebes y vengas a
trabajar. Un beso”.
¿Qué demonios ocurre? ¿Es que no puede dejar de decir estas cosas? No
puedo alejarme de él si sigue en este plan. He sido todo lo amigable posible
para no llevar a confusiones y aún así sigue en sus trece. ¿Qué puedo hacer?
Para: Michael Stanford
De: Laura Stevens
Asunto: Más regalos no, por favor
“El dinero para mí sí que es un problema, vengo de una familia humilde
y no puedo permitirme estos lujos. Aparte no quiero que me regales nada más,
con esto tengo más que suficiente y te lo agradezco pero no puedo aceptar nada
más. El examen del lunes aún no he empezado a estudiarlo así que si me permites
me pondré a ello, no quiero que mis notas bajen y no pueda conseguir una beca.
Hasta el lunes”.
Pensé que lo mejor era no seguirle el juego y ser tajante. No podía
permitirme el enamorarme de él, si es que ya no lo había hecho. De nuevo sonó
otra vez un correo en la bandeja de entrada.
Para: Laura Stevens
De: Michael Stanford
Asunto: Suerte
“Perdona que te quite tiempo de estudiar, Laura, nada me gustaría más
que consiguieras una beca. Si necesitas cualquier ayuda aquí estaré. Y, el
dinero será un problema para ti, lo entiendo, pero a nadie que yo conozca nunca
le faltará de nada, eso te lo aseguro. Un beso, hasta el lunes”.
Bueno, este e-mail no era tan impresionante como el otro pero aún así
me sentía extraña. No cabía en mi cabeza que un hombre como él estuviera tan
pendiente de mí. Nunca lo había estado ningún chico y, de repente, ¿viene este
hombre deslumbrante a por mí? Parecía un chiste, así que me lo tomaría como
tal.
Poco después me senté en la mesa y me dispuse a empezar a estudiar, ya
que por primera vez había dejado aparcado un par de horas los estudios por algo
que se escapaba de mi usual rutina.
* * * * * * * * * * * *
La luz se filtraba por la ventana de mi habitación, símbolo de que ya
era hora de levantarse. Miré el despertador, eran las siete de la mañana y
debía ir a clase. Todo el domingo anterior me lo pasé estudiando, de vez en
cuando se me iban los pensamientos hacia Michael pero me dije a mí misma que
debía concentrarme en mi examen. Me cepillé el pelo, me lavé los dientes y me
puse unos vaqueros con una camisa básica azul.
Bajé a la cocina pero de pronto sonó el timbre. Sin duda era Charlotte
por su forma de llamar. No había desayunado pero tenía que irme ya o si no
llegaría tarde. Ya compraría algo en el instituto para comer.
El examen de matemáticas me salió realmente bien. Estaba un poco
asustada porque no había estudiado todo lo posible debido a los acontecimientos
vividos pero aún así creo que estaba aprobado con buena nota.
Kevin estaba al tanto de todo lo que me había pasado. Yo no se lo había
contado pero Charlotte por su puesto que sí, era irremediable.
-¿De veras crees que es buena idea trabajar allí, Laura? – pregunta
preocupado Kevin.
-Creo que sí, es una gran oportunidad para empezar a ampliar mi
currículum y adentrarme en el mundo laboral. No es mi especialidad pero
posiblemente estará bien. - respondí
cautelosamente.
-Estará bien, a menos que tu jefe no te acose, jajaja – rió Charlotte.
-¡Charlotte! No me acosa, simplemente podriá parecer interesado en mí.
-¿En serio? Creo que está jugando contigo, chica. – dijo
despectivamente Charlotte.
-Cálmate, Charlotte, no hables así a Laura. Ella no tiene la culpa si
un millonario está por ella. Claro que aún no sabemos nada, por lo cual deberás
tener cuidado – comentó Kevin.
-Sí, sí tendré cuidado. A ver qué me depara hoy mi primer día de
trabajo. – dije nerviosa.
Después de volver del instituto y comer, hice mi mochila para ir a
trabajar. Metí el portatil y algunos libros que me pudieran ayudar con mis
mandatos. Salí de casa y cogí mi precioso Mazda rojo para dirigirme a la
oficina, realmente no era mío, ya que supuestamente era un regalo, pero no
podía evitar sentirme feliz por tener mi primer coche. Sí, ya sé que no debería
hablar de él como si fuera de mi propiedad.
De nuevo en el edificio Vatimber, todas esas chicas rubias estaban
trabajando. Me hizo sentir especialmente diminuta ante tanta belleza. Realmente
yo no me parezco en nada a aquellas mujeres tan exhuberantes y despampanantes,
asíque empezó a crearme un complejo por mi imagen.
La segunda vez que entré al despacho de Michael hubo suerte y no me caí
como la primera vez, pero algo no muy agradable de ver surgió ante mis ojos:
Michael no estaba solo en su despacho, había una preciosa y despampanante mujer
con él. ¿Qué demonios hace esa aquí? Dios
mío, ¿no es obvio? Es su novia. ¿Cómo he podido pensar remotamente que yo
podría interesarle? Qué estúpida he sido.
-Buenas tardes Michael. Señorita…- saludo con una sonrisa falsa entre
mis labios.
-¡Ah Laura! Buenas tardes y bienvenida. Te presento a Kristen.- comenta
Michael como si no pasara nada.
-Buenas tardes, Laura.- saluda Kristen amigablemente.
Era realmente guapa, delgada y alta. Sin duda la mujer perfecta.
Cabello liso, dorado y con volumen con unas puntas onduladas, ojos verdes,
grandes y joviales, nariz pequeña y recta, pómulos prominentes, con una tez
brillante. Vestía un conjunto de chaqueta y falda realmente espléndido de color
amarillo y negro, con un corte abstracto y moderno, y unos tacones negros y
altos. Quería odiarla, pero al mismo tiempo podría venerarla, jamás había visto
tal mujer, estaba claro que Michael sabía escoger a las mujeres, y yo era una
tonta por pensar que podría haberle gustado. ¡Ilusa!
-Eh…voy a mi despacho a ponerme a trabajar, con permiso.- dije
apresudaramente para no alargar más la incómoda situación, al menos para mí.
-Laura, te he dejado unas notas para que sepas lo que tienes que ir
haciendo, ¿vale? Cualquier cosa ven a preguntarme.- dijo Michael en tono
alegre.
-Sí, desde luego. Con permiso.- dije mientras cruzaba la puerta y la
cerraba tras de mí.
No iba a pedirle ayuda de ninguna manera estando ahí esa mujer,
quedaría como una tonta. Me las apañaría como fuera y saldría del paso como
había hecho siempre, por algo tenía unas notas deslumbrantes.
Me senté en mi sitio y vi las notas de Michael: Un escrito de dos
folios de una opinión sobre qué medidas adoptaría para mejorar la calidad
educativa. Chupado. Y redactar con
extenso vocabulario y expresiones técnicas un discurso sobre prevalecer el
medio ambiente sobre las industrias. Chupado
también. ¿Creía que no podría hacerlo y tendría dudas? Michael estaba
equivocado. Le quedaría con la boca abierta, no sabe con quién ha topado.
Me puse enseguida a trabajar sobre la opinión de la calidad educativa.
Llené la mesa de notas sobre ideas que me venían a la mente, aquello parecía
que un tornado había arrasado la superficie de la mesa. Poco a poco fui
terminando con la opinión cuando me dispuse a comenzar con el discurso, el cual
un poco más dificil por su vocabulario técnico, pero conseguí acabar
satisfactoriamente, al menos a mi parecer. Revisé los dos trabajados dos veces
cada uno y me parecieron aceptables, Michael estaría de acuerdo, o eso suponía.
Miré el reloj y eran casi las seis de la tarde, hora de salir.
No sabía cómo hacerlo, quería irme de alli sin tener que pasar por
delante de ellos dos, pero no me apetecía poner buena cara y tener que pararme
a explicarle cómo ha ido el trabajo. Desde luego si ella no estaba ya sería
otra cosa, pero no tenía ni idea si aún permanecía allí. Por otro lado,
satisfecha por mi trabajo me daba reparo darle lo que había escrito porque era
el primero que le daría, ¿y si no era bueno? Me decepcionaría bastante y además
me avergonzaría. Pero lo que estaba claro era que no podía quedarme allí toda
la noche, asíque decidí abrir la puerta.
Miré y estaba vacío el despacho. ¿Se
habían ido sin decir nada? Quizás fuera mejor, no me gustaría aguantar a
Kristen y su perfecta sonrisa. Dejé mi trabajo sobre la mesa de Mike y me fui
de allí.
Las chicas de la recepción de la planta 24 me sonrieron mientras
esperaba al ascensor y fue cuando sentí una mano en mi brazo.
-Laura espera.- dijo Mike con tono suave y dulce.
-Ah, hola, ya…me iba. He dejado mi trabajo sobre tu mesa. – dije
apresudaramente. Me había dado un salto el corazón verle así de repente.
-De acuerdo. ¿No quieres quedarte a verlo conmigo? – Preguntó
sonriendo.
-Eh…no, la verdad tengo que irme a casa y hacer los deberes para
mañana. Pero si surge algo que esté mal hazmelo saber y lo cambiaré, no hay
problema. – dije tajante.
-Está bien, está bien, querría que te quedaras pero debes hacer tus
cosas. Hasta mañana pues. – dijo como decepcionado.
-Buenas noches, Michael. – dije mientras me montaba en el ascensor.
En realidad me habría gustado quedarme con él a solas pero era
alimentar una mentira hecha en mi cabeza porque él realmente no sentía nada por
mí. Kristen sería su novia, o si no lo era estaría a punto de serlo y yo no
quería involucrarme en nada de aquello, sólo hacer mi trabajo y sería más
difícil si me dejaba sucumbir a sus encantos.
Quizás Michael fuera así, un hombre que desplegaba todos sus encantos
para mantener a la gente a sus pies. Quizás lo hacía inconsciente o
conscientemente pero realmente desprendía ese efecto sobre todos.
Al llegar a casa fui corriendo a hacer los deberes de Lengua y Biología
y después bajé a cenar con mi padre y mi madre.
-¿Cómo fue tu primer día? -
Preguntó mi padre entusiasmado.
-Pues creo que bien. Me mandaron escribir dos trabajos y los terminé a
tiempo, asíque bien. – dije sin parecer que importase mucho.
-Me alegro que así sea hija. – dijo mi madre sonriendo.
No tenían ni idea de lo que había pasado en aquel despacho, pero en
verdad no tenía mucha importancia porque habían sido imaginaciones de chica
adolescente, una chica como yo, estaba claro que aquel hombre no iba a estar
interesado en mí pero me había hecho esa ilusión y me había salido mal, no
estaba para ser del todo feliz la verdad.
La semana pasó tranquilamente, pareció ser varios lunes repetidos
asíque estaba deseando que llegara el fin de semana para salir con Charlotte,
Kevin y algunos amigos más.
-¿Vamos a Viper o Dragonfly? – preguntó Charlotte.
-Creo que prefiero Dragonfly. ¿Y tú, Laura? – dijo Kevin.
-En realidad me da igual, las dos me gustan. – comenté distraída.
-Vale, iremos a Dragonfly. Tommy, Scott y Chelsea estarán allí también.
– aclaró Charlotte, quien ya pensaba en qué ponerse.
-Yo llevaré lo de siempre.- dije mientras volvíamos a casa.
-¿En serio? Venga Laura, arréglate un poco. Vente a mi casa y veremos
qué te queda mejor, ¿vale? – dijo Charlotte, a quien le encantaba ser la hada
madrina de todos, sobre todo si tenía que ver con el estilismo.
Después de comer y relajarme un poco fui a casa de Charlotte para una de
sus obras maestras, como cada fin de semana hacía conmigo, o casi todos.
-Creo que esta falda con este top te quedaría genial, además con unos
zapatos que te sacaré ahora estarías fabulosa. – dijo alegremente Charlotte.
-No sé… ¿no es enseñar mucho? – pregunté como negándome.
-Qué va, Laura, vamos a ir a una discoteca, pasarlo bien, ¿qué más da
lo que digan los demás? ¡Ah! Acabo de recordar que tengo un vestido azul
perfecto para ti, espera.
-¿Tú qué te pondrás, Char? – pregunté intrigada.
-El vestido que ves en la silla, ¡el rojo!
Charlotte nunca reparaba en gastos y desde luego aquel vestido era de
un famoso diseñador, Channel. Era precioso y a ella le quedaría aún más
precioso. Charlotte tenía esa agilidad para andar con tacones, mover cadera,
echar el pelo hacia atrás que yo nunca he conseguido hacer, asíque ella sería
la reina de la noche, como cada fin de semana.
Una vez arregladas, yo con mi vestido azul de Armani el cual era corto,
ceñido y escotado, fuimos en taxi a Dragonfly.
Allí estaban ya los demás, también bien arreglados. Realmente nosotras
teníamos vestidos de diseñadores pero eran modelos de fiesta de discoteca, no
de boda ni nada parecido.
Dragonfly estaba a rebosar aunque no tanto como para poder asfixiarte
allí dentro. Tommy y Scott sacaron una petaca y se dispusieron a beber alcohol
a escondidas, ya que al ser menores de edad no podíamos hacerlo.
Los demás nos fuimos a la barra a pedir unos refrescos, pero Charlotte
conocía al camarero y le pidió que echase en nuestros refrescos algo de
whiskey.
Nunca había problado el alcohol, y aquello estaba malísimo, pero tras
haber bebido un par de copas ya sabía mejor.
Estuvimos bailando muchísimo y empezaba a pasármelo genial cuando vi a
Charlotte besándose con un hombre.
-¿Qué demonios hace Charlotte? -
grité al oído de Kevin señalando a Charlotte.
-Ah, ya sabes como es, le gustan mayores, no te preocupes. – dijo Kevin
intentando tranquilizarme.
Charlotte había estado liándose con varios chicos desde los 12 años,
pero aquello con ese hombre no me parecía buena idea. Ella misma veía lo mío
con Michael mal asíque lo suyo con ese no debería ser distinto. Bueno, lo mío
con Michael, aquello que nunca fue. ¡Qué
idiota por pensarlo!
Pasadas un par de horas ya empezaba a encontrarme un poco descontrolada
asíque dejé de beber y me senté a hablar con Scott mientras los demás seguían
bailando.
-¿Te lo pasas bien? - pregunté a
Scott.
-Claro que sí, es genial. Oye, ¿sabes si Chelsea está saliendo con
alguien?
-¿Te gusta Chelsea?
-Sí bueno, no digas nada…es que quería asegurarme antes de lanzarme, ya
sabes. – se ruborizó Scott.
-Jajaja, pues por lo que sé está soltera asíque puedes lanzarte todo lo
que quieras. – dije sonriente.
-Gracias Laura, muchas gracias, ahora estoy convencido. – dijo mientras
me abrazaba.
Al cabo de un rato volví a la barra para pedirme un refresco porque ya
hacía bastante calor allí dentro y necesitaba algo frío, así que le pedí al
camarero una coca-cola. De pronto sentí una mano en mi cintura y giré mi cabeza
para ver quién era.
-¿Qué haces aquí? – pregunté incrédula a Michael.
-Te he visto y he venido a saludarte. – dijo un poco malhumorado y
parecía un tanto bebido.
-Ah, pues, hola, jaja, ¿cuándo has llegado?
-Hará un par de horas o así, ¿y tú?
-Pues sí, también por ahí, vine con unos amigos. – dije señalando a la
zona donde estaban mis amigos.
-Ya, os he visto. También te vi con ese chico rubio hablando y
abrazándote. – dijo Mike apretando la mandíbula.
-Es Scott, un amigo del instituto, es majo, ¿quieres conocer a mis amigos?
-No, gracias, quiero pasar desapercibido. ¿Vienes a mi zona VIP?
-Eh… no sé, debería quedarme con ellos, no sabrán donde estoy. – dije
explicándome.
-Vamos, no pasa nada, le podemos mandar un mensaje al móvil.
-¿Estás sólo tú?
-Sí bueno, había venido con alguien pero ya estoy solo.
-De acuerdo, vale.
No me hacía gracia que hubiera estado con “alguien” y ahora viniera a
que yo le hiciera compañía.
La zona Vip era genial, con sillones modernos y mullidos, mesas,
cortinas…una gran decoración.
Nos sentamos en un sofá rojo muy mullido en el cual también podías
tumbarte.
-¿Quieres champán? – preguntó Michael.
-No puedo beber, soy menor.
-Eso no te ha impedido beber esta noche, ¿verdad? – dijo Mike
levantando una ceja.
-¿Cómo lo sabes? – pregunté intrigada.
-Conozco a todo el personal de aquí, sé muchas cosas.
-Pues no, no me apetece beber más, aunque tampoco he probado el
champán. – dije malhumorada porque sabía que había bebido.
-Tómate una y pruébalo, es el más caro de aquí.
Me echó una copa y nos tubamos en el sofá. Era muy cómodo y olía como a
flores ¿Estaría relleno de flores? No
creo.
-Bueno y… ¿qué te ha parecido mi primera semana en tu empresa? –
pregunté.
-Pues como había supuesto me has vuelto a impresionar. Tienes una
visión muy realista, sensata y verdadera de todo lo que escribes, captas muy
bien la noticia, los artículos…y los plasmas en papel como una artista, estoy
muy contento contigo, la verdad. – me explicó Mike con la mirada fija en mí.
-Vaya…no creía que dijeras tantas cosas buenas, pero me alegro que te
guste mi trabajo.
-No sólo me gusta tu trabajo, también tú…eres un enigma para mí y me
gusta como te comunicas conmigo aunque esta semana apenas hayas dirigido
palabras conmigo.
-Ya bueno, en verdad sólo estoy tres horas y prácticamente las gasto en
hacer mi trabajo por lo que no tengo mucho tiempo para entablar conversaciones
ni contigo ni con la gente del trabajo. – me excusé. Sabía que le había estado
evitando, pero esperaba que no supiera que era porque estaba enfadada por la situación
con Kristen, aunque no debía afectarme puesto que él no debería significar nada
para mí.
-Si por mi fuera estarías la jornada completa en mi despacho, señorita,
pero te quitaría tus estudios y no creo que quieras eso, pero si por mí
fuera…estarías todo el tiempo conmigo. – me dijo con una voz sexy.
¿Por qué vuelve a hacer eso? ¿Por
qué despliega sus encantos y yo me desvivo por ellos?
-Supongo que no podría estar todo el tiempo contigo, tendrás cosas
mejores que hacer y personas más importantes con las que estar, ¿no? Familia,
amigos, Kristen…- y dejé caer la pesada carga que caía en mi mente.
-En realidad no, no hay gente muy importante en mi vida, pero tú te
haces hueco en ella.
-Quizás debería irme ya con mis amigos…
-¿Te quieres ir con Scott? – Me espetó.
-¿Cómo? – levanté las cejas incredula.
-¿Me dejas por ese tal Scott?
-¿Dejarte? ¿Qué…qué estás hablando? – me incorporé sin poder creer lo
que me estaba diciendo. ¿Qué demonios pasaba?
-¿Te gusta Scott? ¿Te gustó abrazarle? Seguro que sí.
-¿Qué estás diciendo? No sé qué te está pasando por la cabeza pero no
te entiendo en absoluto, creo que será mejor que me vaya.
En cuando me moví para irme, Michael me cogió del brazo.
-Laura, no te vayas…no te vayas con él.
-¡No sé qué te pasa! ¡Si no quieres que me vaya con él no te vayas tú
con Kristen! – le grité como último recurso. Ya me daba igual que fuera Michael
Stanford, el príncipe de Arabia Saudí o que perdiera mi trabajo.
-¿Cómo…? ¿Qué? ¿Kristen? Ella no…ella no es quien tú crees.
-¿Ah no? Se te veía feliz con ella… si eres tan feliz ¿por qué vienes
aquí a decirme estas cosas?
-Yo no soy feliz, Laura, no al menos hasta que te conocí. Podía tener
todo lo que quisiera pero había algo que no conseguía, y era a alguien que
viera en mí a una persona normal.
-Pues yo te veo igual de normal que cualquier otro.
-Lo sé y por eso empecé a ser feliz por, tenerte a mi lado es otro poco
de felicidad que absorbo de ti. Sé que me ves como alguien normal, aunque no lo
sea, y no es por ser millonario sino por cosas que me han sucedido en la vida,
pero por encima de eso sin conocerme me ves normal y me gusta.
-¿Y? ¿Qué tiene que ver eso con Scott? ¿Por qué todo este revuelo?
-Me cuesta decirlo porque no sé si está bien, eres menor de edad
pero…me gustas.
-¿Eh? Espera, ¿qué? ¿Gustarte? ¿De qué manera? ¿Cómo hermana, amiga...?
-Algo más complejo que eso, me gustas como mujer, como la preciosa
mujer que eres. – por fin concluye Mike.