domingo, 2 de noviembre de 2014

Capítulo 26



Bruce se quedó bastante perplejo cuando apareció de nuevo por su despacho. Tras nuestros rifirafes y malentendidos en el pasado, esperaba que poco a poco fuéramos siendo amigos porque pensaba que él no era tan malo como aparentaba ser.

-¿Laura? ¿Cómo tú de nuevo por aquí? – preguntó Bruce.
-Bueno, no quería abusar de tu amistad conmigo pero necesito que vuelvas a trabajar para mí.
-¿Ha vuelto a haber problemas con Aubree y tus padres?
-No, eso se ha zanjado gracias a dios. Pero verás, esto es algo muy serio, delicado y absolutamente confidencial.
-¿Sobre quién?
-Paul Abramson, el senador.
-¿En senador? ¿Qué ocurre con él?
-Bueno, no quería contarte la versión entera si antes no vas a aceptar el trabajo, si no tendré que buscar a otra persona. – dije misteriosa.
-No, no, siéntate y cuéntame de qué se trata, por favor.
-Verás, como sabrás se ha casado hace poco con Charlotte Sullivan, mi mejor amiga. Ella antes de casarse me dijo que debía casarse con Paul porque sino iba a ser mucho peor, que nadie conocía cómo era él en realidad, pero no le di importancia en ese momento. Poco después, el día de la boda me dijo que él era muy peligroso, que hacía cosas ilegales para poder llegar a la presidencia del país y yo creo a Charlotte, por eso tengo que averiguar como sea lo que está tramando Paul. – le expliqué a Paul.
-Laura, lo que estás diciendo es una acusación muy grave y además sin ninguna prueba.
-Lo sé, por eso te necesito. Tú tienes investigadores que te ayudan para resolver los casos más difíciles y me gustaría que hablaras con ellos para ver qué pueden averiguar.
-Oye, si Paul Abramson sabe que le están investigando, nuestros trabajos, nuestras vidas incluso podrían irse al traste, ¿lo sabes, no?
-Sí, pero Charlotte se ha casado por deber. Antes estaba enamorada de él pero cuando se ha dado cuenta de cómo es en realidad ya no le ama y está con él por miedo. Necesito encontrar pruebas para poder chantajearle con decir a todo el mundo lo que pasa o que le dé el divorcio por las buenas y así todos contentos.
-Te ayudaré, pero porque no quiero que hagas ningun locura. Paul tendrá a guardaespaldas, investigadores y demás trabajando para él, además si dices que juega sucio no quiero ni imaginar qué más tendrá escondido, como sicarios incluso. No quiero que te pase nada malo, asíque, como hemos restaurado nuestra amistad te ayudaré. Pero si veo indicios de que no hay nada oscuro en él prométeme que dejarás correr esto. – dijo Bruce frunciendo el ceño.
-Está bien, lo haré.

Allison regresó de su primer día en la revista muy contenta y con ganas de progresar, Hillary le caía muy bien, la gente la trataba de maravilla y por fin empezó a tener la sensación de que estaba haciendo algo bueno por su futuro. Por el contrario, Eric iba de capa caída, echaba de menos a Charlotte y todo lo que ella significaba para él, se había enamorado de ella y no podía sacársela de la cabeza. A Michael le preocupaba que su hermano estuviera todo el día cabizbajo, asíque le animó a salir para tomar copas.

-Fui un cobarde por no decirle que la quería, y ahora la he perdido. – dijo Eric.
-No sabías con certeza que la querías tanto, estoy seguro que te daba miedo admitir que la amabas – le respondió Mike.
-Lo sé, pero me enfada a mi mismo el no habérselo dicho antes y poder estar ahora con ella.
-Bueno, siempre es difícil perder a alguien que quieres, pero lo que debes hacer es seguir adelante con tu vida, conocer otras chicas, salir con ellas y probar suerte. El mundo no se acaba en Charlotte – explicó Mike.
-¿Se te acaba el mundo a ti con Laura? – preguntó Eric.
-Eso es distinto, sé que ella es mi vida, sé que yo soy todo para ella y además tenemos una hija.
-Aun no teniendo a Aubree, sé que ella es todo para mí, ¿qué me respondes a eso?
-Sé que ella te quería pero si ha elegido a Paul será por algo, ¿no crees? Ahí tienes mi respuesta – zanjó Mike.

Estuvieron bebiendo hasta altas horas de la madrugada, asíque llegaron a casa bastante bebidos cuando el resto estábamos ya durmiendo.
El día de mi cumpleaños me desperté con un beso de Michael, quien me traía también un estupendo desayuno a la cama un soleado día de Abril.

-¡Felices 23 princesa! ¡Te amo! – gritó a los cuatro vientos Mike.
-Gracias, gracias, pero baja la voz que acabo de despertar, jajaja.
-Quiero que desayunes todo eso que te he hecho yo mismo, te duches después y te prepares porque vamos a salir.
-¿Qué? ¿A dónde? ¿Y cómo pretendes que coma tortitas, tostadas, bacon, huevos, zumo y café en una sola mañana?
-Necesitarás fuerzas para celebrar tu cumpleaños, amor.
-¿Qué diabluras habrás organizado para hoy? Jajaja, ahora mismo me voy a duchar, unos minutos – dije sonriendo.

Comí casi sin masticar todo lo que Michael me había preparado y salté a la ducha inmediatamente, cosa que me despertó bastante. Cogí unos vaqueros y una camiseta ceñida medio de sport y me puse en mano de Michael para celebrar mi cumpleaños.
Como era de esperar no me dijo a adónde iríamos, pero lo primero que pude ver es que abandonábamos la ciudad, donde había más campo del que jamás había visto. Claro está que al vivir tanto tiempo en Los Ángeles y después en Nueva York, parece que no existe más que las metrópolis, pero en absoluto era así.
Bajamos del coche una hora y media después y nos dirigimos hacia lo que parecía una gran granja.

-Estamos cerca de Culver Lake.
-¿Dónde está eso? – pregunté.
-En Frankford, New Jersey.
-¿Y qué hacemos aquí?
-Te he traído a montar a caballo y a comer bajo los árboles con este hermoso día soleado.
-Oh, qué encantador eres, me encanta, es genial estar aquí tan relajados. ¿Crees que Aubree estará bien con Marie?
-Sí, ella ya sabe desenvolverse muy bien con la niña. Venga vamos, tienes que elegir un caballo para montar.

La cuadra estaba llena de caballos, pero me gustó uno marrón que parecía amigable. El cuidador de los caballos me ayudó a montarme y, lo más importante de todo, a no caerme. Poco después estábamos Michael y yo paseando a caballo por aquellos hermosos campos llenos de árboles y flores, donde podías respirar auténtico aire puro.

-Te ves preciosa encima del caballo, en serio, jajaja, se te da bien – dice Mike.
-Pues es la primera vez que lo hago, a lo mejor valgo para vivir en el campo, jajaja.
-Oye, pues no es mala idea, ¿querrías algún día vivir en un sitio así?
-En parte sí, para que Aubree crezca en un buen lugar donde pueda jugar, vea la naturaleza…, pero también echaría de menos el poder tener la posibilidad de ir a algún lugar a las 4 de la mañana, ir de compras…es complicado amor – dije sinceramente.
-Lo sé, y te entiendo, quizás es pronto para decicir sobre eso, pero por lo menos ahora estamos disfrutando de todo esto – dijo Mike sonriendo.

Una hora después bajamos de los caballos y dimos un largo paseo hasta un claro en un bosquecito cercano. Ahí Michael extendió una manta y empezó a sacar de una cesta varios platos con comida, un par de botellas de vino y un par de copas. Era una estampa realmente bonita, los dos sentados en medio del campo, con el sol radiante mientras almorzábamos, era la escena que toda pareja desearía.

-¿Cuál crees que va a ser tu regalo de cumpleaños? – me preguntó Mike.
-¿Ah, que no es esto ya?
-Jajaja, ¡claro que no! Esto es la mitad de la celebración, nosotros dos solos.
-Vaya, sí que te lo has currado eh.
-Todo es poco para ti, princesa.
-Bueno, al menos sé que no será un coche, porque eso ya me lo regalaste una vez – dije sonriendo.
-Es verdad, pero mi chica siempre debe tener derecho a elegir qué coche usar según el día, ¿no crees?
-¿Me has comprado otro coche? – dije incrédula.
-Jajajaja, ¡no! Pero ha sido gracioso ver tu cara.
-Qué susto, pensaba que te habrías gastado otra vez miles de dólares así a lo bobo en algo que no es necesario.
-Aún tenemos versiones distintas sobre lo que es necesario o no, cariño. ¿He de volver a repetirte todo el dinero que gano? – dijo Mike un poco enfadado.
-No…pero no sé si me acostumbraré…
-Bueno, ¿Quieres que te de el regalo?
-Vale, si tú también quieres dármelo ya…
-Aquí tienes entonces, espero que te guste.

Michael me entregó una caja de terciopelo azul y, al abrirla vi que había un gran collar precioso de lo que parecían ser pequeños diamantes (ya que yo no era nada experta en joyas) y en un extremo un gran diamante en forma de lágrima.

-Dios mío… son… ¿son diamantes? – pregunté.
-Claro que sí, no te regalaría cualquier baratija. Es un collar que fue diseñado por Christina Onassis, quien ya no está entre nosotros.
-Madre mía, es precioso.
-¿Te gusta?
-Por supuesto, pero ¿cuánto te ha costado esto?
-Pues…un poco más que éste otro regalo, toma. – dijo Mike sonriente.

Al coger el sobre que Michael me dio pude ver que se trataba de un viaje a las islas Balí.

-¡Dios mio! ¿Estás loco? ¿No era suficiente un collar de no se cuantos mil dólares que ahora también un viaje a Balí?
-Cariño, es tu cumpleaños.
-Lo sé, pero me parece muy excesivo.
-Disfrútalo anda, hazlo por mí.
-Aggg, está bien, pero la próxima vez sé un poco más recatado a la hora de despilfarrar dinero.

Después de beber champán, almorzar y descansar tumbados bajo los rayos del sol, volvimos en caballo hasta la granja, donde subimos de nuevo al coche para ir a Nueva York.
Al llegar al apartamento de Mike, varias personas salieron de repente al grito unísono de “¡Sorpresa!”. Estaba Eric, Allison, Kyle, los padres de Michael, un par de amigos de Mike del trabajo y, por supuesto Charlotte.

-¡Qué alegría verte amiga! – gritó Charlotte.
-¡Ya ves! Tenía ganas de volver a estar contigo, ¡qué sorpresa todo esto! – dije sonriente.
-Le dije a Eric que fuera preparando todo para cuando volviéramos. Asíque ahora puedes irte a dar una ducha y prepararte – dijo Mike.

Sus palabras fueron cumplidas por mí. Fui corriendo al baño, me duché y me puse un vestido de noche, el collar que Mike me acababa de regalar, tacones y maquillaje de fiesta, ya que todos allí presentes iban bien arreglados.

Tess y William estaban todo el rato con Aubree, a quien hacía algunos días que no veían y por ello prefirieron estar pendiente más de ella que del cumpleaños, lo cual me parecía bien. Eric no hacía más que beber, ya que estar en el mismo lugar que Charlotte le hacía sentir con el corazón en un puño. Allison charlaba amigablemente con los dos amigos de Mike y Kyle entabló una conversación con Mike sobre un proyecto que estaba comenzando a preparar. Charlotte vino corriendo hacia mí con una botella de champán para meternos en la biblioteca sin que nadie nos viera y así poder estar a solas.

-¿Qué tal te fue la luna de miel?
-El viaje en sí fue bueno. Hay veces que pienso que Paul sigue siendo el hombre del que me enamoré, pero otras…es como si tuviera una identidad oculta.
-¿Has podido averiguar algo sobre él? – pregunté.
-No. La verdad que no ha traído su maletín, ni papeles con los que trabaja normalmente. Sólo ha usado su portátil y su teléfono móvil.
-¡Eso es! ¿Crees que podrías traer alguna de esas dos cosas para que las podamos analizar?
-¿Estás loca? Trabaja día y noche con eso, sabría que faltan. – dijo Charlotte alarmada.
-¿Y si compramos alguno igual y le damos el cambiazo por un día?
-Laura, Paul usa cada día esos dos aparatos, no puede vivir sin ellos, ¿cómo crees que podrías hacer eso?
-Si se los cambiamos no se dará cuenta.
-Pero ¿y si enciende su portátil y ve que todas las cosas que tenía ya no están aunque sea un portátil igual?
-Bueno, pero era una gran idea, quizás podamos desarrollarla de alguna manera.
-O quizás es mejor dejar todo correr y dejarlo como está.
-Charlotte, no voy a dejar que vivas así, angustiada y apenada por estar casada con Paul. Ya he pedido ayuda a alguien para que averigue sobre él, pronto tendremos algo – tranquilicé a Charlotte.
-¿De quién hablas?
-De Bruce. Fui a pedirle ayuda, ya sabes que él tiene siempre un as bajo la manga y además trabajan varios investigadores para él, asíque espero que pronto me dé noticias.
-Quizás no debamos hacer todo esto. No sabemos qué trama Paul ni hasta dónde llega su mano, ¿entiendes? Nos estamos metiendo en la boca del lobo sin siquiera saber cómo vamos a salir.
-Me da igual meterme en la boca del lobo por ti. Eres mi mejor amiga desde hace años y quiero que estés bien. Si eso significa sacrificar algo, lo haré.
-Escucha, quizás no sea mucho pero he oído hablar a Paul a escondidas por teléfono y he escuchado un par de nombres, quizás nos diga algo. – comentó Charlotte.
-¿Qué nombres?
-Charles Rodgers y Benjamin Burke.       
-¿Benjamin Burke? ¡Era mi antiguo jefe del periódico! ¡Del New York Post!
-¡Ah! No me acordaba. Quizás no tenga nada que ver y sólo dijera su nombre para alguna entrevista, no tiene por qué ser nada malo.
-O quizás sí. Todo es cuestión de averiguarlo, se lo diré a Bruce por mensaje. ¿Y quién demonios es Charles Rodgers? – pregunté intrigada.
-Ni idea, Laura.
-Ven, vamos al ordenador a buscarle.

Charlotte y yo fuimos hasta el ordenador para averiguar quién era ese hombre. Mientras, en el salón Kyle y Mike habían llegado a un acuerdo para comenzar el nuevo proyecto de contrucción de mi hermano, un casino financiado por Mike, pero del cual sería propietario por un total del 50% de las acciones, mientras que mi hermano tendría el otro 50%. Básicamente era un favor de Mike, ya que perdería dinero, pero con sus acciones y paso del tiempo conseguiría volver a ganarlo del propio casino.
Allison había comenzado a liarse con Adam, uno de los amigos de Mike, lo cual era bueno para ella, ya que eso significaría que había comenzado a olvidarse de Kyle.
En el ordenador, pudimos averiguar que Charles Rodgers tenía varias profesiones: empresario, periodista, abogado y, lo que más nos importaba, el más famoso manager para campañas electorales a la presidencia.

-Pues será el más famoso pero no le he visto con Paul ni una sola vez – dijo Charlotte.
-Quizás no le hayas visto porque hace poco que se ha presentado a la candidatura a presidente y no quería que le vieran con él para abrir la caja sorpresa antes de lo acordado, cuando ganara su puesto como senador.
-Y ahora que sabemos quién es, ¿qué hacemos?
-Mandarle esta información a Bruce, él sabrá qué hacer. Nosotras investigaremos por otro lado qué hace ese tal Rodgers – dije mirando su foto en el ordenador.
-Debemos tener cuidado, si Paul se llega a enterar que estamos husmeando…
-No se enterará. Déjamelo a mí, tú mientras sólo intenta observarle, ver sus movimientos y, si puede ser, alguno de sus papeles, el ordenador o el móvil, ¿de acuerdo?
-Está bien, pero no me hace ninguna gracia todo esto – conluyó Charlotte.

Charlotte y yo volvimos al salón para proseguir con la fiesta, ya que casi no había estado con los invitados, aunque la mayoría de ellos los veía cada día.

-Quise invitar a algunos amigos tuyos del instituto, Chelsea, Scott y Tommy, pero estaban muy ocupados en sus trabajos, aunque prometieron venir a verte un día de estos, están cerca de Nueva York – dijo Mike.
-No importa, es más que suficiente las personas que están aquí – dije sinceramente.
-Sabía que dirías eso…por eso me he esforzado más y he conseguido que Kevin haya venido.
-¿Qué? ¿Kevin? ¡No puede ser! ¡Es genial!

De pronto, un joven alto y moreno apareció junto a la puerta del vestíbulo con una americana azul marino que le quedaba de lujo. Kevin había crecido bastante, se había dejado barba y estaba imponente. Charlotte corrió hacia él para darle un gran abrazo y, lo mismo hice yo al poder reaccionar.

-¡Kevin! ¡No puedo creer que seas tú! – gritó Charlotte emocionada.
-¡Te perdimos la pista hace años! – dije mientras le abrazaba.
-Lo sé. Además de que os vinísteis aquí a Nueva York a estudiar, yo tuve que irme a otros lugares, la verdad que no he parado ni un momento desde que dejé el instituto – comentó Kevin.
-¿Y qué has hecho estos años? Cuéntanos mientras tomamos más champán anda – dijo Charlotte mientras iba a por una botella nueva.
-Pues al final no estudié lo que quería en el instituto porque…bueno, un día desafortunado aquel verano después de acabar el instituto mis padres murieron en un accidente de coche.
-¿Qué? ¡Dios mío! ¡Cuánto lo siento! – dije apenada.
-Ya, gracias. La verdad pasé un par de meses malos, pero luego salí adelante. No tenía para pagarme la universidad puesto que mis padres estaban muertos. Asíque trabajé en un bar de camarero y conocí a muchas personas allí en Los Ángeles. Poco a poco, gracias a esa gente fui adentrándome en el mundo de las relaciones públicas.
-¿Relaciones públicas? – preguntó Charlotte.
-Si bueno, organizo todo tipo de eventos, invito a celebridades a las fiestas, les consigo todo lo que ellos piden…en fin, ese tipo de cosas.
-Caray, debes conocer a mucha gente entonces – dije convencida.
-No sabes cuanta, jajaja. En fin, feliz cumpleaños, Laura, me alegro mucho de volver a veros, en serio – dijo Kevin.
-¡Pues pongamos algo de música y disfrutemos de la noche!  - gritó Charlotte.

Volver a estar con Kevin y Charlotte era revivir de nuevo el instituto y los buenos momentos que pasamos en él recondándo miles de graciosas anécdotas. Kevin relató varias de sus andaduras durante estos años desaparecido y nos dimos cuenta que seguía siendo aquel adolescente hablador y cotilla, pero a la vez había adquirido nuevas habilidades, como la capacidad de averiguar cosas sin tener que preguntarlas directamente y que nadie se diera cuenta de lo que en realidad quería saber. Quizás serían imaginaciones mías, pero tenía la impresión de que Kevin ocultaba algo que aún no nos había contado. Sólo esperaba que fueran imaginaciones mías.

-Pues Mike, ha sido un placer conocerte en serio. Deberías haber visto a Laura cuando te conoció, cuando hablasteis por primera vez, cuando pasó todo…lo vivió muy intensamente. Al principio se intentaba decir a sí misma que no le gustabas y demás, pero no pudo aguantar lo que sentía por ti desde el primer momento – contó Kevin.
-¡Tío! ¡Deja de contar esas cosas! Son mis intimidades vale… - dije sonrojándome.
-Venga anda, es tu novio y padre de tu hija, ¿qué más da que sepa eso? Supongo que ya habréis hablado de vuestros sentimientos y esas cosas – comentó Kevin.
-Más o menos… - dijo Mike.

Allison se fue de casa con Adam a seguir con su “cita”. Mientras, los padres de Mike nos pidieron si se podían quedar a Aubree para que nosotros pudiéramos seguir divirtiéndonos sin tener que estar pendiente de la niña, lo cual nos pareció genial. Al final, decidimos salir todos juntos a un bar de copas y seguir celebrando el cumpleaños allí. Nos sentamos en una mesa y pedimos más champán y, además unos chupitos y una botella del mejor whiskey que tenían.
Kyle y Kevin no dejaban de hacernos bromas a los demás y eso hacía que estuviéramos todo el rato riéndonos, era una velada muy agradable. Entonces, sin previo aviso, un chico se acercó a nuestra mesa, iba bastante ebrio y apoyó sus manos en la mesa.

-Qué buen grupo tenéis aquí. Veo que celebráis algo, ¿me invitáis a un trago? – dijo en tono embriagado.
-Perdone pero, ¿quién es usted? – preguntó Kevin.
-Me llamo Dane, ¿me invitáis?
-Disculpa pero estamos en una celebración privada…asíque si no te importa… - dijo Charlotte ya molesta.
-¿Quién te ha dicho que puedas meterte en esta conversación, eh ramera? – espetó Dane.
-¡Eh! ¡Cuida tus modales! – dijo Mike.
-Sólo he dicho lo que es. Una cualquiera rompe hogares que deja sin padre a unos niños indefensos, ¿cómo puedes vivir con esa conciencia? – preguntó Dane.
-Ya basta, vete de aquí ahora mismo. – dijo Kyle seriamente.
-De acuerdo, pero recuerda esto señorita Sullivan, usted es muy odiada por todos y lo seguirá siendo. Seguirá haciendo daño a esos niños y a mí incluído. Nos volveremos a ver – concluyó Dane.

Dane se fue dando tumbos fuera del bar dando un enorme portazo que casi rompe los cristales de la puerta de entrada.