Después de aquello estuve como en una nube. Miraba a Ethan y me veía
capaz de quererlo, era un chico genial. Volví a casa y vi que Charlotte estaba
haciendo la cena animadamente.
-¿Tú cocinando, Char?
-Sí, aquí me ves. Intentando hacer pasta boloñesa.
-Jajaja, ¿te ayudo?
-Sí, por favor.
-Oye, ¿qué ha pasado con Pierre? ¿Sigues con él? – dije mientras me
ponía un delantal y comenzaba a cortar cebolla.
-No, corté ayer con él. Se puso como un energúmeno, menos mal que ya no
le tengo en mi vida.
-¿Y tienes a alguien en mente para reemplazarle?
-¡Cómo me conoces! – Dice riéndose – pues sí, hay un chico en el
trabajo…Peter Hennings. Es guapo, inteligente, alto, musculado…
-Perfecto para ti entonces.
-Sí, pero me da cosa pedirle una cita. No veo que esté interesado en
mí.
-¿La gran Charlotte Sullivan sin saber qué hacer en temas amorosos?
¿Qué te ha pasado? Jajaja.
-Que me gusta bastante, eso pasa.
-Vaya, ¿te has enamorado?
-Eso creo, y sin haberle conocido casi. ¿Crees que estoy loca? – dice
mientras cuece la pasta.
-No, para nada. Consigue hacer alguna de tus artimañas para averiguar
si le gustas, ese es tu fuerte.
-Si, creo que eso haré. ¿Y tú?
-Me alegra que me preguntes. He tenido una cita con Ethan.
-¡¡En serio!! ¡Cuenta!
-Me pidió que fuéramos a tomar algo, en plan amigos, pero mientras
bebíamos me preguntó si tenía a alguien pero le dije que no, asíque me pidió
una cita en ese instante y me llevó a la azotea del Empire State Building, ¡fue
genial! Y me besó…estuvo muy bien. – dije animada.
-¿De verdad? Oh…Laura me alegro mucho por ti, por fin sales con otro
chico.
-Sí…espero que sea bonito.
Por una vez en meses tenía algo de esperanza en mi vida, aparte de mi
trabajo. Iba a intentar ser feliz con Ethan.
El fin de semana sucedió muy felizmente junto a Ethan, me invitó a dar
una vuelta en ferry, a cenar y a montar a caballo. Me lo pasé maravillosamente
bien con él, era una alegría tenerle conmigo porque me hacía reír y olvidar mi
pasado.
Charlotte se armó de valor y comenzó a averiguar si Peter sentía algo
por ella, y así era. Ella estaba muy contenta por aquel descubrimiento y no
quería esperar a pedirle una cita, así pues también comenzaron a salir. Las dos
estábamos muy felices y, por fin, pensábamos que íbamos a estar bien teniendo
todo lo que siempre habíamos querido.
Pero tras ese fin de semana tan bueno, una marea de periodistas
apareció en el edificio pidiendo hablar conmigo.
-¿Qué es esto? ¿Por qué quieren hablar conmigo? – dije asustada.
-No tengo ni idea… - dijo Charlotte – ¿por qué no bajas y sales de
dudas?
-Tendré que hacerlo…
En vez de bajar con todos aquellos periodistas, hablé por el
telefonillo y pedí que subiera sólo uno de ellos.
Aquel chico, bajito y con gafas de pasta negra, subió apresudamente con
una libreta, un boli y una grabadora en las manos.
-Buenas, señorita Stevens. – dijo.
-Hola, ¿por qué todo este revuelo? – dije.
-Nos hemos enterado de la primicia. ¿Puede comentarnos algo al
respecto?
-¿Qué primicia? – dije sin saber.
-Que usted ha estado saliendo con Michael Stanford hace unos tres años.
– dijo el periodista.
-¿Cómo saben eso? ¿Qué fuente tienen?
-Debería saber elegir mejor sus amistades, señorita Stevens. – dijo con
una mueca.
-Fuera de mi casa, ahora.
El periodista se fue y miré a Charlotte instintivamente. Estaba
furiosa.
-¿A quién se lo dijiste, Charlotte?
-No se lo he dicho a nadie, Laura.
-¿Entonces cómo se han enterado?
-¿Tus padres?
-No creo que mis padres hayan hecho eso. Ellos jamás quisieron que
saliera con Michael, no sé por qué pero no quería que se supiera. Asique todo
nos lleva a ti, piensa. – amenacé.
-No se lo he dicho a nadie, Laura. De todas formas, ¿qué importa ya? No
estás con él.
-Da igual. Pero quería preservar mi anonimato.
-Bueno, tiene su lógica, pero en realidad da igual…dios mío…puede…puede
que dejara caer algunas pistas a Peter sobre lo de Michael.
-¿Se lo has dicho a Peter?
-No así como tal, pero…es con el único que he hablado de cosas de
estas.
-¿Le has hablado de esto a un periodista? ¡Charlotte! ¿Eres boba? Se
moriría por cualquier exclusiva…
-No lo pensé Laura, lo siento…
-Da igual, ya está hecho. Pero mira bien con quién sales, parece que te
ha vendido, y a mí también. Dios…qué dirá Michael si le preguntan por mí.
-Lo más normal es que le dé igual, ¿no?
-No sé qué voy a hacer, espero que esto no afecte demasiado.
-Yo también. Y hablaré con Peter, no sé qué se cree que ha hecho, se va
a enterar.
El lunes volví a la revista para comenzar con la entrevista de Michael,
quien se había ofrecido a venir al edificio. Parecía esplendoroso, radiante.
Llevaba un traje negro y la corbata a juego junto con una camisa rosa pálido.
El pelo medio cobrizo medio ceniza estaba un poco despeinado debido al viento
de la calle pero le quedaba aún mejor que recién peinado puesto que parecía
despreocupado.
-Buenos días, siéntese en la silla, por favor, ¿desea algo de beber o
comer? – dije amablemente pero con los labios apretados.
-Buenos días, Laura. No, gracias. Desayuné bastante bien.
-Está bien, pues comencemos con la entrevista.
-Antes me gustaría saber una cosa.
-¿Cuál? – dije intrigada.
-¿Fuiste tú la que contó a la prensa que estuvimos juntos?
-Creo que debemos centrarnos en la entrevista y así terminar cuanto
antes.
-¿Tan mal te traté para que no quieras estar conmigo más tiempo del
necesario?
-Sí, no me gusta la gente mentirosa y oportunista como tú. – dije
tajante.
-Laura, creo que no nos entendemos. No sé qué he hecho para que me dejaras
ni para que estés así conmigo.
-Creo que la nota que te dejé lo aclara todo.
-Sinceramente no, leí tu nota un millón de veces y no entendía.
-Para ser un hombre famoso por su éxito profesional y multimillonario,
es usted un poco estúpido, ¿no cree?
-Laura yo… - dijo moviendo la cabeza negando algo en su interior.
-Señor Stanford, ¿va a querer hacer la entrevista o no? Porque si no me
voy de aquí porque tengo mucho que hacer.
-De acuerdo, prosigamos.
La entrevista fue bastante tensa y apenas nos miramos a los ojos, no
quería ver su cara porque tenía miedo que no pudiera resistirme a su hermoso
rostro.
-Bueno, hasta aquí ha concluído mi trabajo. Muchas gracias señor
Stanford.
-Laura, realmente siento cualquier cosa que te hice… - dice Michael
mientras me coge del brazo.
-Más lo siento yo, pero ya es tarde. – dije al librarme de su mano.
Me fui sin mirar atrás con paso ligero casi corriendo. Me había
conmovido su disculpa, pero por otro lado pensaba que no lo decía de verdad
porque antes me había dicho que no sabía el motivo por el cuál le dejé. Con eso
quedaba claro que no se arrepentiría mucho.
Corrí por las calles de Nueva York, sin saber a dónde ir. No quería
llegar a casa y encontrarme a los periodistas o a Charlotte y su novio Peter, a
quien le tenía que dar una reprimenda por filtrar mi pasada relación con
Michael. Así pues anduve y anduve hasta que me encontré en Central Park, donde
como siempre había bastante gente. Me sonó el móvil mientras iba andando y vi
que era Charlotte, no quería hablar con ella ni con nadie en estos momentos
asíque lo guardé. Justo después terminé chocando sin saber con qué y terminé en
el suelo.
-¡Disculpa! Perdóname por favor… - dijo una voz masculina.
-¿Qué…? ¿Qué ha pasado? – dije entrecerrando los ojos intentando
enfocar a quien me hablaba.
-Perdona, ha sido mi culpa, andaba mirando el periódico y me choqué
contigo, discúlpame. – dijo muy amablemente.
-Ah…no pasa nada, yo también andaba distraída. – dije mientras el
hombre me ayudaba a levantarme del suelo.
Era un hombre elegante, como Michael, trajeado de azul marino y parecía
importante. Sus ojos azules relucían con el sol que hacía en Nueva York. Tenía
una media sonrisa que dejaba entrever sus blancos y alineados dientes juntos
con sus labios carnosos. Por su pelo me di cuenta que tenía más experiencia que
yo en todo, puesto que tenía algunas canas; pero a la vez parecía jovial por su
cuerpo que parecía trabajado a diario en el gimnasio.
-Soy Bruce Nolan, encantado de conocerte. – se presentó ofreciéndome su
mano y sonriendo sin dejar de mirarme a los ojos.
-Hola, yo soy Laura Stevens, igualmente. – le fui a apretar su mano
pero hizo un movimiento y terminó llevándose mi mano a su boca para besármela.
-Toma se te cayó el móvil fuera de tu bolso.
-Ah gracias, ni me había dado cuenta.
-¿Tenías prisa, Laura? Por si te he impedido llegar a algún lado.
Podría llevarte, mi chófer está cerca.
-Oh no, no te preocupes, no iba a ningún lado en particular, sólo
andaba sin pensar.
-¿Andar sin pensar adónde ibas? Eso es bien extraño, ¿no crees? – dijo
sonriéndome.
-Puede ser, pero quizás es porque el día de hoy no ha sido muy bueno,
no me apetecía irme a casa asíque anduve a la deriva.
-¿Te puedo acompañar en tu paseo a ningún lado? – se rió dulcemente.
-¿No tienes prisa tú tampoco? – dije levantando las cejas.
-Pues…sí, pero no me apetece la verdad, me parece mucho mejor tu plan.
-Vale, no me vendrá mal compañía, jaja.
Y así los dos anduvimos atravesando Central Park y terminamos a las
puertas del Museo de Arte Metropolitano.
-Así que te has graduado en literatura inglesa…te gustarán mucho los
libros entonces. – dijo Bruce curioso.
-Así es, pero quizás me gusten más los libros comerciales más que los
de arte o historia que he podido estudiar en mi carrera, lo sé, soy un fraude.
– dije riéndome.
-Jajaja, me parece genial igualmente, es más, me encanta que hayas sido
sincera para ser un completo desconocido. – dijo Bruce mirándome a los ojos.
-Cierto, no me has contado nada de ti. Pero… quizás pueda deducir… ¿te
gusta el gimnasio, verdad?
-Sí, más o menos, cuidarme está mejor dicho. Suelo ir tres o cuatro
veces por semana y también suelo correr por Central Park para desestresarme y
pensar. – aclaró Bruce.
-Y… ¿hombre de negocios?
-Bueno… quizás… ¿Me conoces?
-Claro que no, sino no te estaría preguntando, jaja. ¿Por qué te iba a
conocer?
-Cierto, pero me parecía extraño, no es por nada. Soy hombre de
negocios sí, pero también abogado. La verdad que medio entre mis dos
profesiones, me gustan ambas cosas. – se explicó.
-¿Vives aquí o estás por trabajo?
-Suelo vivir aquí, tengo varias casas por Estados Unidos y algún que
otro país, pero mi trabajo como abogado casi siempre lo ejerzo aquí, sí.
Realmente no me había dado cuenta que se había hecho de noche, hablar
con Bruce se me había hecho tan corto…no sabía qué tenía ese hombre pero me
daba tranquilidad, serenidad y diversión. A veces me sorprendía de lo parecido
que era a Michael pero a la vez era diferente, no me sabía explicar cómo podía
ser.
-¿Laura? ¿Estás bien? – dijo Bruce serio.
-Eh…sí, me quedé pensando, lo siento.
-¿Te preocupa algo? ¿Tienes que irte?
-Pues a decir verdad ni me había dado cuenta que se hizo de noche,
debería irme porque mañana trabajo, lo siento. Tengo que coger el metro, pero
me ha encantado conocerte y pasar la tarde contigo. – dije sonriendo.
-Oh vaya, me lo estaba pasando tan bien…a mí también me ha encantado
estar contigo, ojalá nos hubiéramos chocado antes, jeje. ¿Dónde trabajas?
-En la revista Lovelife, soy redactora de una columna.
-Qué bien, debe estar genial ese trabajo.
-Bueno…más o menos. La verdad que puestos a pedir preferiría ser
redactora en un periódico importante donde plasmar la realidad de cada día. O
quizás poder escribir mis propios libros sabes…
-Estoy seguro que algún día, y más seguro pronto que tarde, te llegará
esa oportunidad.
-Muchas gracias, Bruce.
-¿Te llevo a tu casa?
-Oh, no importa, cogeré el metro.
-No, no me importa, no es molestia, mi chofer está ahí mismo al otro
lado de la calle, vamos.
El chofer de Bruce nos abrió la puerta, nos metimos en el coche yronto
estuvimos en Saint Nicholas Avenue. No tenía ganas de despedirme pero debía
hacerlo.
-Bueno, muchas gracias por traerme y gracias también por esta gran
tarde. – dije alegremente.
-De nada, y gracias a ti. Y disculpa de nuevo por el choque.
-No te preocupes, gracias a eso nos conocimos.
-Cierto, no volveré a disculparme, jaja. Me ha encantado estar contigo.
Espero volver a verte y pasar otro rato muy pronto. – dijo mientras cogía de
nuevo mi mano y me dio un beso en ella.
-Yo también lo espero, buenas noches.
Me adentré en el portal del edificio, subí hasta casa y allí estaba
Charlotte, sentada en el sofá viendo una de sus series favoritas en la
televisión.
-¿Qué horas son estas, Laura? – dijo Charlotte, quien tenía los ojos
llorosos y la nariz roja, síntoma de que había llorado viendo la serie.
-Pues no te lo vas a creer pero he estado con un completo desconocido
toda la tarde y ha sido genial.
-¿Con quién?
-Se llama Bruce, es genial.
-¿Genial? ¿E Ethan qué pasa con él? – preguntó Charlotte.
-Ethan…sí es genial también, pero bueno Bruce es diferente. ¿Sabes? No
le pregunté su edad pero algunos más que yo tiene.
-Bueno, ni que tú fueras un ancestro, sólo tienes 21 años, no esperaba
que él tuviera menos. – explicó Charlotte.
-Ya, pero te digo que al menos tiene 30 largos.
-¿En serio? Interesante…un hombre en toda regla entonces.
-Sí, así es y ha hecho que me olvidé de todo el rato que estuve con él.
-Laura… ¿No te estarás enamorando de un desconocido, verdad?
-Eh…no, no creo…
-Laura por dios, que te gustaba Ehtan.
-Lo sé, lo sé, no sé qué me ha pasado. Ha debido ser el día de hoy. He
tenido la entrevista con Michael. – dije mientras me cambiaba de ropa y me
ponía el pijama.
-¿Qué ocurrió?
-Pues me preguntó que si había sido yo quien había filtrado lo de
nuestra relación a la prensa, que si no quería estar más del tiempo necesario
con él, que leyó mi nota mil veces pero que no entendía nada…y al final me
pidió perdón por lo que me pudo haber hecho. Me pareció muy estúpido por su
parte pedir perdón sin ni siquiera entender por qué lo pide, ¿no crees?
-Evidentemente, pero creo que aún así te lo pidió porque no sabe qué
hacer para estar tranquilo consigo mismo y a la vez para que le perdones.
-¿Crees que lo dijo con el corazón? – pregunté esperanzada.
-No lo sé, Laura, no sé con qué intenciones lo diría, no estoy en su
cabeza.