lunes, 26 de mayo de 2014

Capítulo 11



Después de aquello estuve como en una nube. Miraba a Ethan y me veía capaz de quererlo, era un chico genial. Volví a casa y vi que Charlotte estaba haciendo la cena animadamente.

-¿Tú cocinando, Char?
-Sí, aquí me ves. Intentando hacer pasta boloñesa.
-Jajaja, ¿te ayudo?
-Sí, por favor.
-Oye, ¿qué ha pasado con Pierre? ¿Sigues con él? – dije mientras me ponía un delantal y comenzaba a cortar cebolla.
-No, corté ayer con él. Se puso como un energúmeno, menos mal que ya no le tengo en mi vida.
-¿Y tienes a alguien en mente para reemplazarle?
-¡Cómo me conoces! – Dice riéndose – pues sí, hay un chico en el trabajo…Peter Hennings. Es guapo, inteligente, alto, musculado…
-Perfecto para ti entonces.
-Sí, pero me da cosa pedirle una cita. No veo que esté interesado en mí.
-¿La gran Charlotte Sullivan sin saber qué hacer en temas amorosos? ¿Qué te ha pasado? Jajaja.
-Que me gusta bastante, eso pasa.
-Vaya, ¿te has enamorado?
-Eso creo, y sin haberle conocido casi. ¿Crees que estoy loca? – dice mientras cuece la pasta.
-No, para nada. Consigue hacer alguna de tus artimañas para averiguar si le gustas, ese es tu fuerte.
-Si, creo que eso haré. ¿Y tú?
-Me alegra que me preguntes. He tenido una cita con Ethan.
-¡¡En serio!! ¡Cuenta!
-Me pidió que fuéramos a tomar algo, en plan amigos, pero mientras bebíamos me preguntó si tenía a alguien pero le dije que no, asíque me pidió una cita en ese instante y me llevó a la azotea del Empire State Building, ¡fue genial! Y me besó…estuvo muy bien. – dije animada.
-¿De verdad? Oh…Laura me alegro mucho por ti, por fin sales con otro chico.
-Sí…espero que sea bonito.

Por una vez en meses tenía algo de esperanza en mi vida, aparte de mi trabajo. Iba a intentar ser feliz con Ethan.
El fin de semana sucedió muy felizmente junto a Ethan, me invitó a dar una vuelta en ferry, a cenar y a montar a caballo. Me lo pasé maravillosamente bien con él, era una alegría tenerle conmigo porque me hacía reír y olvidar mi pasado.
Charlotte se armó de valor y comenzó a averiguar si Peter sentía algo por ella, y así era. Ella estaba muy contenta por aquel descubrimiento y no quería esperar a pedirle una cita, así pues también comenzaron a salir. Las dos estábamos muy felices y, por fin, pensábamos que íbamos a estar bien teniendo todo lo que siempre habíamos querido.
Pero tras ese fin de semana tan bueno, una marea de periodistas apareció en el edificio pidiendo hablar conmigo.

-¿Qué es esto? ¿Por qué quieren hablar conmigo? – dije asustada.
-No tengo ni idea… - dijo Charlotte – ¿por qué no bajas y sales de dudas?
-Tendré que hacerlo…

En vez de bajar con todos aquellos periodistas, hablé por el telefonillo y pedí que subiera sólo uno de ellos.
Aquel chico, bajito y con gafas de pasta negra, subió apresudamente con una libreta, un boli y una grabadora en las manos.

-Buenas, señorita Stevens. – dijo.
-Hola, ¿por qué todo este revuelo? – dije.
-Nos hemos enterado de la primicia. ¿Puede comentarnos algo al respecto?
-¿Qué primicia? – dije sin saber.
-Que usted ha estado saliendo con Michael Stanford hace unos tres años. – dijo el periodista.
-¿Cómo saben eso? ¿Qué fuente tienen?
-Debería saber elegir mejor sus amistades, señorita Stevens. – dijo con una mueca.
-Fuera de mi casa, ahora.

El periodista se fue y miré a Charlotte instintivamente. Estaba furiosa.

-¿A quién se lo dijiste, Charlotte?
-No se lo he dicho a nadie, Laura.
-¿Entonces cómo se han enterado?
-¿Tus padres?
-No creo que mis padres hayan hecho eso. Ellos jamás quisieron que saliera con Michael, no sé por qué pero no quería que se supiera. Asique todo nos lleva a ti, piensa. – amenacé.
-No se lo he dicho a nadie, Laura. De todas formas, ¿qué importa ya? No estás con él.
-Da igual. Pero quería preservar mi anonimato.
-Bueno, tiene su lógica, pero en realidad da igual…dios mío…puede…puede que dejara caer algunas pistas a Peter sobre lo de Michael.
-¿Se lo has dicho a Peter?
-No así como tal, pero…es con el único que he hablado de cosas de estas.
-¿Le has hablado de esto a un periodista? ¡Charlotte! ¿Eres boba? Se moriría por cualquier exclusiva…
-No lo pensé Laura, lo siento…
-Da igual, ya está hecho. Pero mira bien con quién sales, parece que te ha vendido, y a mí también. Dios…qué dirá Michael si le preguntan por mí.
-Lo más normal es que le dé igual, ¿no?
-No sé qué voy a hacer, espero que esto no afecte demasiado.
-Yo también. Y hablaré con Peter, no sé qué se cree que ha hecho, se va a enterar.

El lunes volví a la revista para comenzar con la entrevista de Michael, quien se había ofrecido a venir al edificio. Parecía esplendoroso, radiante. Llevaba un traje negro y la corbata a juego junto con una camisa rosa pálido. El pelo medio cobrizo medio ceniza estaba un poco despeinado debido al viento de la calle pero le quedaba aún mejor que recién peinado puesto que parecía despreocupado.

-Buenos días, siéntese en la silla, por favor, ¿desea algo de beber o comer? – dije amablemente pero con los labios apretados.
-Buenos días, Laura. No, gracias. Desayuné bastante bien.
-Está bien, pues comencemos con la entrevista.
-Antes me gustaría saber una cosa.
-¿Cuál? – dije intrigada.
-¿Fuiste tú la que contó a la prensa que estuvimos juntos?
-Creo que debemos centrarnos en la entrevista y así terminar cuanto antes.
-¿Tan mal te traté para que no quieras estar conmigo más tiempo del necesario?
-Sí, no me gusta la gente mentirosa y oportunista como tú. – dije tajante.
-Laura, creo que no nos entendemos. No sé qué he hecho para que me dejaras ni para que estés así conmigo.
-Creo que la nota que te dejé lo aclara todo.
-Sinceramente no, leí tu nota un millón de veces y no entendía.
-Para ser un hombre famoso por su éxito profesional y multimillonario, es usted un poco estúpido, ¿no cree?
-Laura yo… - dijo moviendo la cabeza negando algo en su interior.
-Señor Stanford, ¿va a querer hacer la entrevista o no? Porque si no me voy de aquí porque tengo mucho que hacer.
-De acuerdo, prosigamos.
La entrevista fue bastante tensa y apenas nos miramos a los ojos, no quería ver su cara porque tenía miedo que no pudiera resistirme a su hermoso rostro.
-Bueno, hasta aquí ha concluído mi trabajo. Muchas gracias señor Stanford.
-Laura, realmente siento cualquier cosa que te hice… - dice Michael mientras me coge del brazo.
-Más lo siento yo, pero ya es tarde. – dije al librarme de su mano.

Me fui sin mirar atrás con paso ligero casi corriendo. Me había conmovido su disculpa, pero por otro lado pensaba que no lo decía de verdad porque antes me había dicho que no sabía el motivo por el cuál le dejé. Con eso quedaba claro que no se arrepentiría mucho.

Corrí por las calles de Nueva York, sin saber a dónde ir. No quería llegar a casa y encontrarme a los periodistas o a Charlotte y su novio Peter, a quien le tenía que dar una reprimenda por filtrar mi pasada relación con Michael. Así pues anduve y anduve hasta que me encontré en Central Park, donde como siempre había bastante gente. Me sonó el móvil mientras iba andando y vi que era Charlotte, no quería hablar con ella ni con nadie en estos momentos asíque lo guardé. Justo después terminé chocando sin saber con qué y terminé en el suelo.

-¡Disculpa! Perdóname por favor… - dijo una voz masculina.
-¿Qué…? ¿Qué ha pasado? – dije entrecerrando los ojos intentando enfocar a quien me hablaba.
-Perdona, ha sido mi culpa, andaba mirando el periódico y me choqué contigo, discúlpame. – dijo muy amablemente.
-Ah…no pasa nada, yo también andaba distraída. – dije mientras el hombre me ayudaba a levantarme del suelo.

Era un hombre elegante, como Michael, trajeado de azul marino y parecía importante. Sus ojos azules relucían con el sol que hacía en Nueva York. Tenía una media sonrisa que dejaba entrever sus blancos y alineados dientes juntos con sus labios carnosos. Por su pelo me di cuenta que tenía más experiencia que yo en todo, puesto que tenía algunas canas; pero a la vez parecía jovial por su cuerpo que parecía trabajado a diario en el gimnasio.

-Soy Bruce Nolan, encantado de conocerte. – se presentó ofreciéndome su mano y sonriendo sin dejar de mirarme a los ojos.
-Hola, yo soy Laura Stevens, igualmente. – le fui a apretar su mano pero hizo un movimiento y terminó llevándose mi mano a su boca para besármela.
-Toma se te cayó el móvil fuera de tu bolso.
-Ah gracias, ni me había dado cuenta.
-¿Tenías prisa, Laura? Por si te he impedido llegar a algún lado. Podría llevarte, mi chófer está  cerca.
-Oh no, no te preocupes, no iba a ningún lado en particular, sólo andaba sin pensar.
-¿Andar sin pensar adónde ibas? Eso es bien extraño, ¿no crees? – dijo sonriéndome.
-Puede ser, pero quizás es porque el día de hoy no ha sido muy bueno, no me apetecía irme a casa asíque anduve a la deriva.
-¿Te puedo acompañar en tu paseo a ningún lado? – se rió dulcemente.
-¿No tienes prisa tú tampoco? – dije levantando las cejas.
-Pues…sí, pero no me apetece la verdad, me parece mucho mejor tu plan.
-Vale, no me vendrá mal compañía, jaja.

Y así los dos anduvimos atravesando Central Park y terminamos a las puertas del Museo de Arte Metropolitano.

-Así que te has graduado en literatura inglesa…te gustarán mucho los libros entonces. – dijo Bruce curioso.
-Así es, pero quizás me gusten más los libros comerciales más que los de arte o historia que he podido estudiar en mi carrera, lo sé, soy un fraude. – dije riéndome.
-Jajaja, me parece genial igualmente, es más, me encanta que hayas sido sincera para ser un completo desconocido. – dijo Bruce mirándome a los ojos.
-Cierto, no me has contado nada de ti. Pero… quizás pueda deducir… ¿te gusta el gimnasio, verdad?
-Sí, más o menos, cuidarme está mejor dicho. Suelo ir tres o cuatro veces por semana y también suelo correr por Central Park para desestresarme y pensar. – aclaró Bruce.
-Y… ¿hombre de negocios?
-Bueno… quizás… ¿Me conoces?
-Claro que no, sino no te estaría preguntando, jaja. ¿Por qué te iba a conocer?
-Cierto, pero me parecía extraño, no es por nada. Soy hombre de negocios sí, pero también abogado. La verdad que medio entre mis dos profesiones, me gustan ambas cosas. – se explicó.
-¿Vives aquí o estás por trabajo?
-Suelo vivir aquí, tengo varias casas por Estados Unidos y algún que otro país, pero mi trabajo como abogado casi siempre lo ejerzo aquí, sí.

Realmente no me había dado cuenta que se había hecho de noche, hablar con Bruce se me había hecho tan corto…no sabía qué tenía ese hombre pero me daba tranquilidad, serenidad y diversión. A veces me sorprendía de lo parecido que era a Michael pero a la vez era diferente, no me sabía explicar cómo podía ser.

-¿Laura? ¿Estás bien? – dijo Bruce serio.
-Eh…sí, me quedé pensando, lo siento.
-¿Te preocupa algo? ¿Tienes que irte?
-Pues a decir verdad ni me había dado cuenta que se hizo de noche, debería irme porque mañana trabajo, lo siento. Tengo que coger el metro, pero me ha encantado conocerte y pasar la tarde contigo. – dije sonriendo.
-Oh vaya, me lo estaba pasando tan bien…a mí también me ha encantado estar contigo, ojalá nos hubiéramos chocado antes, jeje. ¿Dónde trabajas?
-En la revista Lovelife, soy redactora de una columna.
-Qué bien, debe estar genial ese trabajo.
-Bueno…más o menos. La verdad que puestos a pedir preferiría ser redactora en un periódico importante donde plasmar la realidad de cada día. O quizás poder escribir mis propios libros sabes…
-Estoy seguro que algún día, y más seguro pronto que tarde, te llegará esa oportunidad.
-Muchas gracias, Bruce.
-¿Te llevo a tu casa?
-Oh, no importa, cogeré el metro.
-No, no me importa, no es molestia, mi chofer está ahí mismo al otro lado de la calle, vamos.

El chofer de Bruce nos abrió la puerta, nos metimos en el coche yronto estuvimos en Saint Nicholas Avenue. No tenía ganas de despedirme pero debía hacerlo.

-Bueno, muchas gracias por traerme y gracias también por esta gran tarde. – dije alegremente.
-De nada, y gracias a ti. Y disculpa de nuevo por el choque.
-No te preocupes, gracias a eso nos conocimos.
-Cierto, no volveré a disculparme, jaja. Me ha encantado estar contigo. Espero volver a verte y pasar otro rato muy pronto. – dijo mientras cogía de nuevo mi mano y me dio un beso en ella.
-Yo también lo espero, buenas noches.

Me adentré en el portal del edificio, subí hasta casa y allí estaba Charlotte, sentada en el sofá viendo una de sus series favoritas en la televisión.

-¿Qué horas son estas, Laura? – dijo Charlotte, quien tenía los ojos llorosos y la nariz roja, síntoma de que había llorado viendo la serie.
-Pues no te lo vas a creer pero he estado con un completo desconocido toda la tarde y ha sido genial.
-¿Con quién?
-Se llama Bruce, es genial.
-¿Genial? ¿E Ethan qué pasa con él? – preguntó Charlotte.
-Ethan…sí es genial también, pero bueno Bruce es diferente. ¿Sabes? No le pregunté su edad pero algunos más que yo tiene.
-Bueno, ni que tú fueras un ancestro, sólo tienes 21 años, no esperaba que él tuviera menos. – explicó Charlotte.
-Ya, pero te digo que al menos tiene 30 largos.
-¿En serio? Interesante…un hombre en toda regla entonces.
-Sí, así es y ha hecho que me olvidé de todo el rato que estuve con él.
-Laura… ¿No te estarás enamorando de un desconocido, verdad?
-Eh…no, no creo…
-Laura por dios, que te gustaba Ehtan.
-Lo sé, lo sé, no sé qué me ha pasado. Ha debido ser el día de hoy. He tenido la entrevista con Michael. – dije mientras me cambiaba de ropa y me ponía el pijama.
-¿Qué ocurrió?
-Pues me preguntó que si había sido yo quien había filtrado lo de nuestra relación a la prensa, que si no quería estar más del tiempo necesario con él, que leyó mi nota mil veces pero que no entendía nada…y al final me pidió perdón por lo que me pudo haber hecho. Me pareció muy estúpido por su parte pedir perdón sin ni siquiera entender por qué lo pide, ¿no crees?
-Evidentemente, pero creo que aún así te lo pidió porque no sabe qué hacer para estar tranquilo consigo mismo y a la vez para que le perdones.
-¿Crees que lo dijo con el corazón? – pregunté esperanzada.
-No lo sé, Laura, no sé con qué intenciones lo diría, no estoy en su cabeza.