Fuimos al jardín y Walt apareció con una manta y una gran cesta.
Extendimos la manta en el jardín y Walt regresó dentro. Michael comenzó a sacar
refrescos de la cesta y comida.
-Veamos, no me contestaste a una pregunta cuando te conocí. Sólo me
dijiste que tenías 22 años y te pregunté qué habías estudiado. – le recordé.
-Si, a ver…estudié aquí en el colegio y mis padres me llevaron a suiza
durante dos años para terminar al instituto. Después fui a Harvard y estudié a
la vez Ciencias empresariales e Ingeniería y ciencia aplicada…
-Caray, sí que eras listo.
-Sí, terminé con 21 años recién cumplidos y mientras estudiaba monté mi
primera empresa de transporte de mercancía express. Gané mucho dinero y lo invertí
en bolsa y gané aún más dinero. También creé una planta de reciclado y de
preservación del medio ambiente a las afueras de Los Ángeles, la cual me dio
más dinero. Creé también una aerolínea de helicópteros para toda la costa
Oeste, al igual que una flota de barcos para transporte y pesca. Y, como
deducirás, me hizo ganar más millones de los que puedo gastarme.
-Cielo santo, eres un as de las empresas, yo estaría en bancarrota. –
dije sinceramente.
-Bueno, tengo como un sexto sentido para las inversiones la verdad,
siempre me han salido bien y espero que así sea. Ahora mismo como ya sabes
estoy en el proyecto de mejora de la educación.
-Sí, ese será tu próximo objetivo.
-Así es, bueno ya sabes sobre mí, ¿y tú?
-Bueno, ya sabes que quiero ser editora o escritora. Y no sé dónde
estudiaré aún. Charlotte, mi mejor amiga quiere que vaya con ella Nueva York y vivamos juntas. La verdad no me
importa si estudio lo que quiero.
-¿Vas a irte?
-Pues puede, sí.
-No sabía que te irías de aquí.
-Bueno, es una posibilidad, tampoco es que vaya a ser definitivo. –
aclaré.
-No quiero alejarme de ti.
-¿Tú tienes que trabajar aquí siempre?
-Hombre, de vez en cuando, la mayoría puedo hacerlo por teléfono o
videollamada.
-Bueno, dejemos ese tema aparcado. ¿Tu familia?
-William es mi padre, Theressa es mi madre o Tess como le gusta que la
llamen, y tengo un hermano que se llama Eric, que es mayor que yo, y una
hermana, Allison, también mayor.
-Vaya no sabía que tuvieras hermanos, está muy bien. Yo también tengo
un hermano, Kyle, está aquí en la universidad. Y mis padres son Ray y Miranda.
-Serán encantadores. – dijo amablemente Mike.
-Sí que lo son. ¿Y tus parejas? – pregunté.
-Pues, ya te dije que parejas serias no he tenido hasta ahora.
-¿Y lios?
-Pues sí, algunos…muchos.
-¿Muchos? – Pregunté incrédula. – Bueno eres guapo, es normal que
tengas a todas las chicas que quieras.
-Si bueno, es pasado ya. ¿Y tú?
-Pues me he liado con dos chicos.
-¿Solo? ¿Y nada más?
-No…salí con ellos a dar una vuelta y me lié, nada más.
-Eres… ¿eres virgen? – preguntó asombrado.
-¿Cómo? Eh…es pronto para hablar de eso, ¿no?- respondí asustada.
-A ver, creía que ya habrías…
-¿Yo? Jajaja, claro que no, siempre he pensado que lo haría con mi
novio, al cual querría mucho, que nos querríamos mutuamente y nunca me ha
pasado eso asíque…
-Dios mío…he estado equivocado todo el tiempo…
-¿Tan importante es para ti eso? – pregunté nerviosa.
-Si…no, no es lo que piensas…es que…nunca se me había dado el caso que
estuviera con una chica virgen, ¿sabes?
-¿Es un problema?
-No…simplemente es algo nuevo y diferente para mí, tanto como lo has
sido tu desde que te conocí, eres una caja de sorpresas, Laura.
-Ah, pensaba. También es nuevo para mí esto.
-Laura…me gustas muchísimo y…nunca he dicho esto a alguien porque nunca
he sido de relaciones pero tú has cambiado mi mundo, no quiero que te separes
de mí.
-Tranquilo que yo siento lo mismo por ti, no me separaré. – dije
dulcemente y nos besamos.
Después del jardín fuimos a la sala de cine a ver una película, la cual
me daba miedo y estuve todo el rato agarrada a la camisa de Michael.
-Tranquila, no va a pasar nada, abrázate si quieres.
-No es de miedo pero vaya sustos da…
-No ocurre nada…ven, dame un beso…
Y empezamos a besarnos tiernamente durante un rato. Michael empezó a
acariciarme desde la pierna hasta mi cintura por debajo de mi camisa, siguió
besándome el cuello y volvió de nuevo a los labios. Noté que una de sus manos
subía hacia mi pecho y que algo me rozaba duramente en la pierna.
-Mike… - susurré-
-Dime…
-No…no sé si estoy preparada para esto…y…menos aquí…
-Quieres…que vayamos…a mi habitación… - dijo mientras me besaba.
-De acuerdo.
¿Qué demonios hacía? ¿Estaba ya
preparada para hacerlo? ¡Loca!
Michael me cogió de la mano y me llevo a su habitación. Era enorme con
una cama de dosel. Abrió un cajón y sacó varias velas rojas y comenzó a
encenderlas. Yo me quedé de pie mirándo lo que hacía. Cuando hubo acabado de
prenderles fuego, se acercó a mí y me rodeó por la cintura con sus brazos.
-¿Estás bien? – me dijo al oído.
-Sí…aunque no sé muy bien qué estoy haciendo.
-¿Quieres que lo dejemos y te lleve a tu casa?
-No…quiero estar contigo.
Entonces Mike comenzó a besarme de nuevo como antes y comenzó a
desabrocharme la camisa. Estaba aterrada, no sabía qué me esperaba aunque tuviera
una ligera idea. Una vez me la quitó misteriosamente ya se había quitado la
suya y pude ver su perfecto torso musculado aunque no exageradamente. Me apretó
contra su cuerpo besándome, poniéndome una mano en mi cabeza para nuestros
besos fueran más fuertes. Después bajó las manos hasta mis caderas y de dispuso
a desabrochar mis pantalones. ¡Dios mio!
¡Estoy entrando en calor!
Entonces cuando abrí los ojos vi que los dos nos habíamos quedado en
ropa interior. Me cogió y me llevó a la cama y me tumbó lentamente junto con
él.
-¿Estás nerviosa?
-Bastante.
-No te preocupes, no te haré daño.
-Confío en ti.
-¿Alguna vez te has dado placer por ti misma? ¿O algún otro? –
preguntó.
-No…absolutamente nada. – contesté respirando entrecortadamente.
-Bien, pues probemos con eso primero, te gustará.
Michael me desabrochó el sujetador y comenzó a tocarme los pechos
masajeándomelos. Mis pezones comenzaron a ponerse duros con cada tacto. Poco a
poco fue bajando y me quitó las braguitas. Empezó a acariciarme el pubis pero inmediatamente
abrió mis piernas un poco y comenzó a masajearme el clítoris. ¡Qué placer!
Aquello era totalmente nuevo para mí, no podía creer que eso hubiera
estado en mí siempre y no hubiera sentido esto. Algo comencé a sentir en mi
cuerpo, no sabía si era calor o qué pero no pude aguantar más y grité de
placer.
-¿Te ha gustado? – dijo Michael sonriendome.
-Si… ¿Qué ha sido?
-Un orgasmo, tendrás muchos más, y te gustarán más, no te preocupes.
-Por dios, creía que me daba algo.
-Sí, es genial…oye…crees que estás lista para…
-¿Hacerlo?
-Si, pero, antes quiero que me veas, sin ropa interior.
Michael se quito los boxers y vi algo de lo que me daría vergüenza
contar, pero aún así me gustaba verlo.
-Si nunca has hecho nada, lo normal es que sepas cómo es y lo demás.
-En... ¿En serio eso cabrá dentro de mí? – Pregunté asustada.
-Claro, te dilatas. Eso sí, la primera vez suele doler, a casi todas
las chicas, pero intentaré que eso no pase.
-Vale...Vale…
No estaba segura del todo pero me gustaba mucho, muchísimo aquel hombre
y no podía resistirme a él, le quería para mí.
Michael siguió besándome, se puso encima de mí, abrió mis piernas y se
puso en medio. Cogió un condón y se lo puso en su miembro.
-¿Lista? – dijo Mike.
-Sí… - contesté no muy segura.
Entonces fue introduciendo poco a poco su miembro en mí hasta que llegó
al final.
-¡Ahh! – grité.
-¿Te hice daño?
-Sí…bueno, un poco, aunque ya está bien.
Después de aquello Michael comenzó a hacerme el amor por primera vez,
nuestra primera vez y la mía también. No podía explicar lo que sentí pero desde
luego era mucho más que dos personas que se gustaban.
-ohhh dios, otra vez…
-¿Orgasmo? - preguntó Mike.
-Si…
-Me encanta que lo tengas nena, igual que yo.
-No pensaba que nada de esto fuera así, me ha encantado… - dije
satisfecha.
-Y a mi me encanta que lo hayas disfrutado tanto. Me ha gustado la
experiencia de hacerlo con alguien virgen, aunque sin duda es porque eres tú. –
dijo Mike sonriendo.
-Y en una primera cita, debes pensar que soy una ninfómana. – comenté
entre risas.
-No lo pienso, la verdad es que me ha sorprendido. Cada cosa que haces
me sorprendes aún más, eres un enigma ya te lo dije. ¿Tienes hambre?
Hubo un sonido de tripas revueltas en mi cuerpo.
-Te ha delatado ese sonido, vamos a la cocina.
Nos vestimos y fuimos a la cocina para poder cenar algo.
-¿Qué te apetece? – me pregunta Mike.
-No tengo hambre.
-No me importa si no la tienes pero vas a comer.
-Está bien…no sé…lo que sea.
-¿Hamburguesa? ¿Filetes? ¿Tortilla? ¿Pasta?
-Eh sí…lo primero que pilles, me gusta todo. – dije distraída mientras
contemplaba aquella maravillosa cocina de última generación, parecía de grandes
chefs.
Poco después empezó a oler genial y me dirigí junto a Michael, quien
estaba pendiente de muchas sartenes, ollas y platos.
-¿Te ayudo? – pregunté.
-¿Sabes cocinar?
-Claro que sé. Mi madre cocina cada día desde que nos tuvo a mi hermano
y a mí, cuando dejó de trabajar. He aprendido de ella.
-¿Serías capaz de ser como tu madre? ¿Ser ama de casa?
-No lo sé, nunca me lo he planteado. Siempre he pensado en conseguir lo
que quería y era ser escritora o editora.
-Pues a mi parecer me gustaría más que no trabajaras pero bueno, todo a
su tiempo.
-¿Te ayudo entonces? – corté la conversación.
-Pon la mesa, ya está todo listo.
Michael hizo todo aquello que encontró, hamburguesas, filetes,
ensalada, pasta y también había tarta de queso.
-¿La tarta también la has hecho ahora?
-No, la hizo Gloria, la cocinera, pero hoy no trabajaba porque le dí el
día libre. – respondió mientras me servía un poco de todo en un plato.
-¿Hay alguien más en la casa a quien deba conocer?
-Walter y Gloria son con los que más contacto tengo. Walt por cualquier
necesidad y Gloria para comer, se preocupan mucho por mí la verdad.
-Normal, si vives aquí solo…
-Ponte a comer anda.
Aquello estaba delicioso, pero era demasiada cantidad, ¿quería
engordarme como cualquier abuelita con su nieto?
-Ya no puedo más.
-Sólo te has comido la hamburguesa y un filete. – dice mientras frunce
el ceño.
-¿Te parece poco? El filete me sobraba.
-Coge un poco de ensalada y un trozo de tarta, no hay negociación en
eso.
-¿Me estás ordenando comer? – digo arqueando las cejas.
-Sí, necesito que estés bien alimentada.
-¿Por qué?
-Si todo va bien espero tener más relaciones contigo y quiero que estés
en forma y sana.
-¿Estás bromeando? No pienso hacerte caso en eso, estoy bastante sana,
saco matrículas de honor en el instituto.
-Que tengas buenas notas no significa que estés sana.
-Si no lo estuviera ya me habría pasado algo, ¿no crees? Llevo casi 18 años
alimentándome en mi casa y siempre he estado bien, no me vengas con tonterías.
-Vaya, que tajante eres. – dijo Michael sorprendido.
Se levantó y me dio un beso en la mejilla mientras quitaba todos los
platos de la mesa. No me había sentado nada bien que me dijera lo que tenía que
hacer. Ya casi iba a ser mayor edad y podía decidir por mí misma.
-Por cierto, ¿Puedo decirle a mi amiga Charlotte algo sobre nuestra
relación? – pregunté esperanzada.
-La verdad no creo que sea buena idea.
-¿Por qué?
-Porque no me gusta que la gente se entere de lo que hago o dejo de
hacer, si ella lo sabe seguro que lo contará a más personas y después tendré a
la prensa en mi casa.
-Charlotte no se lo contará a nadie, es mi mejor amiga.
-¿En serio? Pues no parece capaz de guardar secretos. Más bien enseña
todo lo que puede…
-¿Te estás metiendo con su vestimenta?
-Viste bastante escotada para su edad la verdad.
-No estamos hablando de eso, ella es capaz de guardar mi secreto.
-¿Por qué quieres contárselo? Puedes contarme a mí cualquier cosa.
-Porque siempre nos hemos contado todo y si alguna vez tengo alguna
duda sobre…sexo por ejemplo, quisiera pedirle consejo. – dije convencida.
-¿Sexo? Yo te puedo ayudar, tengo experiencia en eso.
-Michael, por favor, no quiero saber por ahora tus experiencias
sexuales. Me hace sentir inferior.
-¿Inferior? Oh nena, no digas eso. A pesar de lo que yo haya hecho, lo
de hoy ha sido lo mejor.
-¿Realmente lo crees? Es difícil de creer, yo no sé hacer nada.
-Ya aprenderás.
-¿Puedo contárselo entonces?
-De acuerdo, pero espero no tener que entrometerme si se le escapa
algo.
-No lo harás, tranquilo.
Después de cenar nos fuimos a ver la televisión, arropados por una
manta aunque no hacía frío, pero se estaba bastante a gusto bajo ella mientras
nos abrazábamos. Nos quedamos dormidos poco después, aunque cuando desperté me
encontraba en la cama de su habitación.
-¿Qué hago aquí? Recuerdo que nos quedamos dormidos en el sofá viendo
la televisión. – dije en un bostezo.
-Sí, pero después te traje en brazos, quería que durmieras bien.
-Pues sí, de un tirón. ¿Qué hora es?
-Las nueve y media. – contestó Michael.
-¡Dios mio! He de irme, se supone que debería estar en casa de
Charlotte y tardaré más de media hora en llegar a casa. ¿Y mi ropa?
-Está en mi armario, Walt se ha encargado de arreglártela, estaba
arrugada.
-No hacía falta.
Fui a su armario y aquello era inmenso, había cientos de trajes de
chaqueta, camisas, pantalones, americanas, camisetas, corbatas, zapatos…si no
estuviera en su casa diría que aquello era una tienda. Encontré mi ropa colgada
de una percha en una esquina al lado de un espejo. Me vestí rápidamente, cogí
mi bolso y me dirigí hacia Michael.
-¿Te vas ya? – dijo apenado.
-Sí, he de irme, si no mis padres descubrirán que no dormí en casa de
Charlotte.
-De acuerdo. ¿Cuándo te volveré a ver?
-Pues tengo que estudiar, apenas me queda un mes para los exámenes…
-Ven a trabajar a Vatimber.
-No sé si podré, sería estar tres horas allí, perdería bastante tiempo.
-Pero estarías conmigo.
-Lo sé y me gustaría, pero necesito conseguir la beca para la
universidad, no podría estudiar sin ella.
-Yo te pagaré todos los gastos de la universidad, pero ven a mi
empresa.
-No puedo permitir que me pagues mis estudios, es muy caro.
-Pero es que puedo permitírmelo, ¿entiendes? No imaginas todo el dinero
que poseo.
-Aún así, no podría dejar que lo pagaras, no recae sobre ti esa
responsabilidad, es problema de mí y de mis padres, ¿sabes?
-¿No quieres mi ayuda?
-No esa clase de ayuda. Quiero que me apoyes y estés conmigo. – digo
esperanzada, a ver si por fin se le mete en la cabeza que no quiero su dinero.
-Pero he trabajado duro para tener todo mi imperio y quiero que tengas
cosas bonitas, caras, que no te falte de nada.
-No podría aceptarlo, no puedo quedarme con algo por lo que no he
trabajado, me sentiría mal.
-¿Así que es por eso? Pues te daré un millón de dólares por cada día
que vayas a trabajar.
-…¡¡Estás loco!! ¡No quiero tu dinero!
-Pero siempre que he querido le he comprado cosas a la gente y las han
aceptado, ¿por qué tú no?
-Porque no soy así, no soy materialista, quiero ganar con el sudor de
mi frente lo que tenga.
-De verdad, Laura, no lo entenderé nunca, ¿no puedes satisfacerme?
-¿Hablas en serio? ¿Quieres que sea una sumisa?
-A decir verdad, todo el mundo a mí alrededor siempre lo ha sido.
-Yo no soy así.
-Lo sé, y por eso también me gustas, aunque querría que de vez en
cuando aceptarás lo que pido.
-Si va en contra de mis principios sí, lo rechazaré.
-Pues seguiré intentándo convencerte, Laura, quiero que tengas lo
mejor. – me dijo cruzando los brazos.
-En fin, tengo que irme, ya hablaremos y nos veremos, ¿Vale? – le
sonreí y le di un beso en la boca lentamente.
Él me aferró contra su cuerpo con los dos brazos y sentí su aroma y su
respiración.
-Laura, me encantas…recuerda que eres mía.
-¿Qué? ¿Tuya? ¿Qué quieres decir?
-Que eres sólo para mí, de principio a fin, toda tu, desde tu
virginidad hasta el final, eres mía.
-Vale, eh…hasta la próxima…