No había nadie aunque en aquel momento deseara que él estuviera para
que me reconfortara. Dejé mis cosas en la habitación y me tumbé a la cama a
leer Biología, para seguir estudiando.
Michael no llegó hasta un par de horas después y se quedó petrificado
al verme, aunque con una sonrisa.
-¡Laura! ¡Qué alegría que hayas venido a verme! Te había echado tanto
de menos nena… - me dijo dulcemente abrazándome.
-Sí eh…tengo que contarte algo.
-¿Qué ha ocurrido?
-Mis padres se han enterado que estoy contigo y me prohibieron verte y
demás.
-¿Qué?
-Sí, así que les dije que me iba de casa. ¿Puedo quedarme aquí? –
supliqué.
-¿Aquí? Nada me haría más feliz, ¿pero estás bien? – me abrazó aún más.
-No mucho, no me ha gustado discutir con ellos y menos que me
prohibieran estar contigo. Estoy asustada.
-No te preocupes. Siempre vas a poder quedarte en mi casa, tranquila.
¿Quieres comer algo?
-Sí, por favor.
-Menos mal. Esta vez me has dicho que sí, con lo reacia que eres para
comer.
-Ya, pero no he comido nada en todo el día asíque…
-Ahora mismo te traigo algo.
Michael puso la mesa con varias cosas para comer tales como pasta,
ensalada, carne al horno y patatas. Nos sentamos los dos a comer tan pronto
acabó de cocinar.
-¿Llevas bien los exámenes? – me preguntó.
-Creo que sí, aunque estoy decaída.
-¿Quieres un masaje?
-¿Sabes dar masajes?
-Sí, bueno, no soy un fisio pero puedo darlos muy placenteros.
-¡Me apunto!
Nos fuimos al dormitorio y me tumbó sin ropa en la cama. Se untó las
manos con aceite y comenzó a darme un gran masaje. Poco a poco comencé a
sentirme mejor y lo agradecía. Mike ya empezó a darme un masaje erótico por
todas las zonas del cuerpo, hasta las íntimas y aquello desemboco en pasión y
amor los dos juntos en la cama.
Los días pasaron, cada momento con Michael era único y nos pasábamos
genial, pero llegó el momento de ir a hacer los exámenes finales.
Charlotte y yo estábamos histéricas. Ella porque quería conseguir
entrar en la universidad de Nueva York y yo por conseguir la beca.
Tras cada exámenes salíamos echas un lío, no sabíamos si aprobaríamos y
la incertidumbre era horrible.
Al salir de hacer todos los exámenes, nos fuimos Charlotte y yo a tomar
algo. Kevin no quiso venir porque estaba bastante deprimido por el examen de
física, el cual le había salido mal.
Caminábamos por Rodeo Drive cuando vimos a Michael por la calle. ¡Es Michael! ¿Quién está con él? Estaba
sentado en una mesa de una cafetería con una chica morena, tan guapa y esbelta
como Kristen, ¿quién demonios sería?
-¿Con quién está Michael? – Preguntó Charlotte.
-Ni idea, puede que una amiga, no sé qué amigos tiene la verdad.
-¿Por qué está cogiendo la mano?
¿Qué? Esto es demasiado.
Debía averiguar quién era esa chica y por qué estaba tan cercano a ella.
Charlotte y yo fuimos a otra cafetería lejos de allí y nos pusimos a hablar de
los exámenes, aunque nos deprimiésemos más, pero no había más que hacer.
Volvi a casa y encontré a Michael allí, sentado en su despacho entre
papeles.
-¿Qué tal nena? ¿Fueron bien los exámenes? – dijo alegremente.
-Bueno, habrá que esperar, creo que sí. – dije secamente.
-¿Te pasa algo? Supongo que estarás cansada de estudiar. Recuéstate un
rato mientras te preparo la cena.
-¿Qué has hecho tú hoy?
-Pues he ido a Vatimber toda la mañana, he almorzado con el señor
Nakamura para cerrar algunos contratos, después volví a trabajar y ahora aquí
estoy.
-¿Vaya y no te diste una vuelta para despejarte?
-Qué va, quería terminar cuanto antes para estar contigo princesa.
Era el colmo, me estaba mientiendo. No iba a reconocer que había salido
con una chica y si me ocultaba todo era que algo escondía.
-Me voy a la cama, no tengo ganas de cenar. Hasta mañana. – dije sin
mirar atrás.
Michael se quedó pensativo porque jamás me había ido así, pero supuso
que sería del cansancio. Se equivocaba. Los días siguientes seguí igual, no
pensaba hablarle bien hasta que no dijera la verdad. Me estaba poniendo de los
nervios no poder saber qué se traía entre manos y cada vez que iba a trabajar
no sabía si habría quedado con esa otra chica.
Las notas llegaron y había aprobado todo con matrícula de honor, asíque
me ofrecieron una beca completa para estudiar lo que quisiera en la
universidad, lo había conseguido. Por otro lado, no supe nada de mis padres,
por lo que pensaba que hasta que no dejara a Michael no querrían volver a
verme.
Charlotte se empacientaba por saber si la habían admitido en Nueva
York, igual que a mí. Nos aceptaron a las dos asíque fuimos a celebrarlo.
-¿Vas a venir a Nueva York, Laura? – dice emocionada.
-Sí.- dije pensando en que Mike no me había contado nada con esa chica.
– sí, iré.
-¡Bien! Nos tendremos que buscar un piso, ¡vamos!
Charlotte no cabía en sí de alegría. Por mi parte estaba apenada, tanto
por Michael como por mis padres. Casi todos aquellos a los que quería me habían
fallado. Necesitaba evadirme de Los Ángeles.
Unos días después, mientras Michael estaba en el trabajo, recogí todas
mis cosas y me fui con Charlotte al aeropuerto para irnos a Nueva York, dejando
una nota en el apartamento.
“Michael, me he ido con Charlotte a la universidad, no quiero hacerte
perder el tiempo. Te vi el otro día en una cafetería con una chica, te pregunté
y no me dijiste nada. Doy por supuesto que no me lo cuentas porque es algo que
quieres ocultarme, asíque no me busques, no hay nada que hacer con nosotros,
hemos terminado. Sabía que no debí abrir tanto mi corazón a alguien. Adiós.”
Dejando unas lágrimas en aquel apartamento subí con Charlotte en el
avión y nos dirigimos a Nueva York, donde alquilamos un piso en St.Nicholas
Avenue, Harlem.
La mudanza fue rápida, aunque también fuimos de compras a Macy’s para
decorar la casa y comprar lo necesario. Tener la beca en mi cuenta corriente, 135.000$, había solucionado uno de mis
problemas, pero debería buscar un empleo a tiempo parcial en algún sitio.
-¡Ha quedado de cine! Qué casa más bonita nos ha quedado. – dijo
Charlotte alegremente.
-Sí, es genial. Macy’s tiene de todo.
-Macy’s y Nueva York, ¡me encanta estar aquí! ¡Ambiente nuevo! Oye,
¿llegaron ya los libros de texto?
-Sí, aquí están, es muchísimo. – dije apenada.
-Tranquila, saldremos adelante.
Charlotte estaba entusiasmada por hacer periodismo y yo por fin podría
estudiar Literatura inglesa para poder convertirme en escritora o editora,
íbamos a conseguir nuestros sueños.
******************
Tres años después, íbamos a graduarnos. Charlotte con una nota media,
que estaba muy bien para haber ido a todas las fiestas de cada fraternidad, y
yo con matrícula de honor, que también fui a bastantes fiestas pero estudiaba
mucho más que ella también.
Los padres de Charlotte vinieron unos días a visitar la ciudad, a parte
de acompañar a Charlotte a su graduación. Mis padres, con los que volví a
hablarme después de que les dijera que había terminado mi relación con Michael,
vinieron también entusiasmados y junto s mi hermano Kyle, quien también acabó
el año pasado sus estudios de arquitectura en la universidad. Se hospedaron en
un hotel y también estuvieron unos días para ver la ciudad.
Las dos familias salíamos juntas de turismo y estábamos bastante bien a
pesar del bullicio que conlleva Nueva York.
-Prefiero Los Ángeles, chicos. – Comentó mi padre – aquí hay demasiado
estrés.
-Pero es una ciudad encantadora, Ray – dijo Rebecca, la madre de
Charlotte.
-Ray tiene un poco de razón, Becca querida. Aunque Nueva York también
tiene algo especial. – dijo Jeff, el padre de Charlotte.
Los padres de Charlotte compraban en cada tienda en la que entrábamos.
Vale que fueran ricos, pero también se alojaban en el Ritz, ¿de dónde sacaban
tanto dinero?
A pesar de tener una beca, estuve trabajando en una cafetería estos
tres años para mantener la economía, cosa que Charlotte no tuvo que hacer.
No supe nada de Michael en esos años, me fue duro no buscarle por
internet, pero era lo que debía hacer.
La graduación fue muy glamurosa y especial. El campus de la universidad
de Columbia estaba lleno de gente y costaba pasar de un lado a otro.
Entonces, llegó un hombre con un maletín y me llevó aparte.
-¿Señorita Stevens? –dijo
-¿Sí?
-Soy Larry Bishop, gerente de la revista LoveLife. – dijo atentamente.
-¿Y qué desea? – pregunté intrigada.
-Verá, mis jefes han visto su historial de Columbia y piensan que es
perfecta para trabajar en nuestra revista.
-¿Cómo?
-Sería escritora de una columna en nuestra revista mensual.
-¿En serio?
-Así es. Si le interesa venga a vernos mañana a las diez, aquí tiene mi
tarjeta. Gracias y enhorabuena. – se fue despreocupado.
Me habían ofrecido un empleo, ¡a mí! No podía creerlo, estaba
entusiasmada y se lo hice a saber a mi familia y a la de Charlotte.
-¿De verdad? ¡Enhorabuena Laura! – Dijo Becca.
-Es increíble. – dije sin parar de sonreír.
-Pregunta a ver si tienen algun trabajo para mí, eh. – comentó
Charlotte de pasada, aunque sabía que en el fondo lo diría en serio.
Al día siguiente me dirigí a la revista y allí fue entrevistada por la
jefa, Hillary Myers. Era una mujer seria y muy bien vestida de Prada, lo sabía
por los comentarios que Charlotte siempre hacía sobre la ropa de diseñadores.
Era muy segura de sí misma y andaba en tacones como una diosa. Tras media hora
de interrogatorio me dijo que comenzaría al día siguiente a trabajar, cosa que
me puso más contenta. ¡Mi primer empleo!
-¿Estás nerviosa? – preguntó Charlotte ya en casa.
-Sí, un poco, no sé cómo irá todo. – dije nerviosa.
-No te preocupes, sabrás hacerlo, has sido la mejor de la promoción,
por algo te contrataron.
-Ya, bueno, no era precisamente en lo que quería trabajar. Ya sabes,
una revista del corazón. Quería trabajar en un periódico para dar mi opinión
sobre la actualidad. Pero bueno es un buen comienzo. – argumenté.
-Claro que sí. Yo mañana iré a echar algunas solicitudes a varias
cadenas de televisión, espero que me cojan en alguna.
-¿Bromeas? Con tu desparpajo y belleza todos te querrían.
-Gracias Laura. – dijo sonriente. Esperaba hacerla animado un poco.
Sabía que ella también quería que la llamasen para trabajar en lo que quería.
Al día siguiente me duché, me vestí con ropa que había comprado durante
la universidad más acorde con el trabajo que iba a realizar, y me fui a
trabajar.
El edificio de Lovelife era bastante alto pero sólo eran suyas 6
plantas.
Subí y la chica de recepción me guió hasta mi cubículo, al lado de
muchos más.
En mi pequeña mesa había un ordenador, no muy moderno aunque sí con la
pantalla plana, un teléfono, muchos folios y bolígrafos. Aquello iba a ser mi
lugar de trabajo durante algún tiempo al menos. De pronto sonó el teléfono y lo
cogí.
-¿Diga? - pregunté amablemente.
-Laura, preséntate en mi despacho ahora, soy Hillary. – dijo con voz
seria.
-Sí, ahora… - y me colgó.
Me levanté sonoramente y fui corriendo literal al despacho de Hillary.
-Laura, quiero que hagas unas entrevistas a unos hombres famosos, ¿de
acuerdo? Sobre todo quiero que hagas incapié en los asuntos del corazón. Aquí
tienes la mitad de la lista, son cinco, mañana te daré otros cinco. Quiero las
entrevistas redactadas para final de semana. – explicó rápidamente.
-¿Están todos en Nueva York? – pregunté en voz baja.
-No, por eso les envié ya a todos una cita y han aceptado. En esa lista
está la hora y el sitio a donde irás para entrevistar a cada uno de ellos.
Chao. – dijo mientras se marchaba del
despacho.
Caray, demasiadas instrucciones en un momento. A ver, entrevistas. Cinco
hombres. Todo sobre sus relaciones amorosas. ¡Dios! Tengo cita con uno dentro
de una hora, ¡he de darme prisa!
Cogí mi bolso y mi abrigo, ya que empezaban a caerse las hojas de los
árboles típico del Octubre en Nueva York y cogí un taxi hasta la dirección del
hotel Four Seasons.
Pregunté en recepción y llevaron a una sala con varios sillones y
sillas, además de focos y cámaras fotográficas.
Me senté en una silla, saqué mi cuaderno y empecé a hacer una lista de
preguntas para hacerle. No sabía muy bien quién era el hombre al que
entrevistaría porque no llevaba al día los asuntos de los famosos, pero tendría
que conseguir cualquier cosa sobre él.
Al rato un hombre entró en la sala. Su cabello era rubio y sus ojos
azules como el océano. Era muy alto y fuerte y portaba una gran sonrisa, además
de su belleza.