miércoles, 19 de noviembre de 2014

Capítulo 29



Charlotte estaba súper histérica, no sabía qué hacer. Su marido se la había jugado magistralmente sin que ella se diera cuenta de nada. En ese momento, fue cuando se juró que tenía que divorciarse de Paul cuanto antes, asíque tenía que conseguir la máxima información para hacer caer a su marido.
En Nueva York, por fin acabé mi novela, estaba muy contenta por ello, asíque le di una copia a Mike para que fuera el primero en leerla. Se enganchó tanto que la leyó en tres días, estaba encantado con ella y dijo que era uno de los libros que más le había mantenido en vilo. Tras esa buena crítica, fui a ver a Bruce para entregarle una copia y que me ayudara a encontrar una editorial que la publicase.

-¿Puedo leerla antes de que la publiquen? – me preguntó Bruce.
-Claro, Mike ya la ha leído asíque…me parece bien, espero que te guste.
-Seguro que con que lo hayas escrito tú me gustará.
-Vaya…eh…gracias.
-Escucha, uno de mis investigadores ha averiguado que Paul es muy amigo del fiscal del Estado, han jugado muchas veces al golf y también han cenado en secreto, quizás no tenga nada que ver pero merece la pena investigar qué negocios se trae con él – dijo Bruce.
-Sí, cualquier cosa hay que investigarla. Tengo entendido que también tiene amistad con jueces porque cuando fue el juicio por la custodia de mi hija él me dijo que si quería podía mover los hilos.
-¿En serio? Dios mío… ¿Te das cuentas de todos los actos fraudulentos que se podrían llevar a cabo con ayuda de fiscales y jueces?
-Pues…no soy una experta, pero supongo que unos pocos.
-Hoy es miércoles, se reúne con su grupo secreto para una reunión, a ver si mis investigadores intentan averiguar algo más.
-Gracias Bruce, y avisa con lo de la editorial, tengo que irme – dije dándole un beso en la mejilla.

¿Qué demonios estaría tramando Paul? Sea lo que fuere estaba claro que algo muy ilegal. Cuando Charlotte regresó de Seattle me contó todo lo que Paul le había confesado, la manipulación de las pastillas anticonceptivas y el soborno al médico. Aquello me cayó como una jarra de agua fría, ¿cómo podía haberle cambiado las pastillas?

-En serio, ese hombre piensa que puede hacer todo lo que le dé la gana, amiga – dije enfadada.
-Estoy asustada, Laura. ¿Cómo ha sabido que fui al médico? ¿Y cómo supo dónde guardaba las pastillas?
-Pues, me atrevería a aventurar que tiene cámaras de vigilancia escondidas por toda la casa, y además, te tiene pinchado el teléfono.
-Dios mío, ¡reservé hora con el médico por mi teléfono móvil! Podría haberlo sabido si estuviera pinchado, ¿eso no es ilegal? – preguntó Charlotte.
-La verdad, no lo sé. Quizás poner cámaras y microfonos en tu propia casa no es delito, y quizás vigilar todos los movimientos de tu mujer tampoco.
-¿Qué demonios voy a hacer?
-Mira, aquí en casa de Mike estás segura, podemos hablar tranquilamente, quédate hasta la noche, Mike tiene que salir hoy, podremos ver qué hacemos para que Paul no te pise lo talones – dije alentándola.
-Está bien, Paul tiene una reunión, no le importará que no esté en casa.
-Bien, pasaremos un rato nosotras a solas, como antiguamente en tu casa, comiendo guarrerías, viendo vídeos graciosos o alguna peli y hablando. Tengo a Aubree ahora mismo dormida, sólo le tengo que dar de comer después, pero por lo demás no habrá problema.
-¡De acuerdo! Voy a quitarme estos tacones que tengo un dolor de pies…

Charlotte se desnudó y se puso un pijama mío para estar más a gusto. Estuvo registrando mi armario, toda la ropa, zapatos, joyas y maquillaje, quedó fascinada con todas las cosas que tenía, ya que yo nunca había tenido un vestidor caro ni mucha variedad.
Preparé una bolsa de palomitas y nos sentamos en el sofá del salón con la tele encendida. Nadie nos podía molestar, puesto que Allison estaba trabajando en Lovelife y Eric se había ido con Kyle a la biblioteca para ayudarlo con el proyecto de los hoteles, acabarlo del todo y empezar a construir.

-¿Qué crees que podemos hacer con Paul? – preguntó Charlotte.
-Para empezar te daré mi teléfono. Escóndelo lo mejor que puedas, ya que probablemente haya cámaras escondidas. Cada vez que lo metas y lo saques del bolso hazlo con un pañuelo o algo así para encubrirlo y no se sepa que lo tienes escondido.
-Es verdad, tengo que tener cuidado de que no descubran el móvil.
-Sí. Y, ¿Qué modelo de teléfono usa Paul? – pregunté.
-Pues una Blackberry, modelo…Porsche Desing de color gris.
-De acuerdo, compraremos el mismo teléfono para darle el cambiazo, pero poco a poco irás cogiendo su teléfono para grabar los números que tenga en el suyo, los pasaremos al nuevo y que así no sospeche. El mismo día que se lo quites, grabaremos en un disco duro todo lo que tiene dentro y tendrás que devolvérselo antes de que llegue la noche, para que no sospeche.
-Eso es muy arriesgado, ¿no crees?
-Sí, pero no tenemos otro plan. Asíque cuando se lo quites, intenta que esté distraído para que coja lo menos posible el teléfono y no se dé cuenta, haz lo que sea necesario – dije mientras cogía un puñado de palomitas.
-Podría intentar llevarlo a ver alguna película, un museo o cualquier cosa así parecida.
-Creo que lo que más podría distraerlo es…ya sabes…llevártelo a la cama.
-¡Buf! No quiero que me toque – dijo Charlotte asqueada.
-Pues yo creo que sería la opción más acertada.
-Bueno, ya veré cómo lo hago, pero espero que no se dé cuenta, porque sino no sé lo que él haría.

Después de planear lo que haríamos, nos dispusimos a ver una película al cabo de haber dado de cenar a Aubree, jugar con ella un rato y llevarla de nuevo a la cama. Michael llegó cerca de medianoche, se sentó con nosotras y vió la película hasta que se quedó dormido, al igual que nosotras.
Días después llegó una gran noticia, Bruce me había conseguido una gran editorial para publicar mi libro, asíque se lo conté a Mike mientras él estaba mirando papeles en la biblioteca.

-¡Por fin voy a poder vender mi novela!
-¿Venderla? ¿Dónde?
-Pues estuve hablando con Bruce a ver si me podía ayudar y me ha encontrado una gran editorial, ¡es fantástico!
-¿A Bruce Nolan? Laura, ¿Por qué no me pediste ayuda a mí? ¿Por qué no me dijiste nada?
-Bueno, no pensaba que tú sabrías algo de editoriales…
-Pues no lo sé, pero podría haberlo averiguado – dijo enfadado.
-Lo siento. Pero, ¿estás así porque no te he dicho nada o porque pedí ayuda a Bruce justamente?
-Ambas cosas…y más la segunda que la primera si te soy sincero.
-Cariño, no tienes de qué preocuparte, sólo me dijo que podría ayudarme y le dejé, nada más. Si hubiera sabido que tú querías ayudarme con eso pues te habría dejado también, pero te veía enfrascado en tu proyecto de Stanford Tech.
-Y lo estoy, pero siempre que necesites ayuda me gustaría que pensaras en mí primero. Eres todo para mí y quiero que seas feliz y tengas todo lo que quieres.
-Soy feliz a tu lado y me das más de lo que podría desear, pero si te sientes mejor prometo pedirte ayuda si algún día necesito algo – dije sonriendo y poniendo mis manos sobre sus musculosos hombros.
-Eso espero porque quiero estar presente en todas tus decisiones y tus inquietudes, quiero ayudarte a todo, me hace feliz estar a tu lado para apoyarte y que se hagan realidad tus sueños.
-Tú eres mi sueño, sin ti no soy nada, cielo, tú también eres mi vida y nunca podría dejar de amarte.
-Me encantaría poner el mundo a tus pies, ya lo sabes. De hecho me encantaría que fueras mía para siempre – dijo cogiéndome por la cintura.
-Pero si ya soy tuya, me tienes aquí contigo.
-Sí, pero me refiero a algo más.
-Te refieres a ¿matrimonio? – dije asustada.
-Sí, bueno. Eso es lo máximo que hay por ahora para una pareja, ¿no? Ojalá y un día haya algo más profundo que el matrimonio porque yo lo querría todo contigo.
-Mike… ¿no crees que te estás precipitando? Tengo 23 años, tenemos una hija y vivimos juntos, ¿no piensas que es suficiente por ahora?
-Sé que piensas eso, pero estoy tan ansioso por estar siempre contigo…la sola idea de que estés con otro hombre, que te toquen…no podría aguantarlo – dijo cerrando los ojos intentando olvidar esa imagen que se le había venido a la cabeza.
-Amor, no me vas a ver con otro hombre que no seas tú, no tengas miedo.

Michael me cogió fuertemente y besó como si no hubiera mañana. Parecía que le faltaba el aire y yo era la única que se lo podía proporcionar. Me aupó contra la pared, puse mis piernas alrededor de su cintura y yo misma empecé a sentir también que me faltaba el oxígeno si no le seguía besando. Él tocaba todo mi cuerpo y yo el suyo, no tardó en levantarme la falda de cuero de Dior y sacármela por arriba. Cada vez nos besábamos más fuertemente, no podía evitar revolverle el pelo e intentar quitarle la camiseta, pero resultaba difícil en la posición en la que estábamos. Michael se percató de lo que yo pretendía, asíque me bajó y pude ponerme de pie para, por fin, poder quitarle la camiseta y admirar su precioso torso musculado. Él era perfecto, simplemente irrepetible y el sólo acto de mirarle así, medio desnudo, te impulsaba a querer tocarle más y más. Su perfección alcanzaba tales niveles que podías ver las líneas que se habían dibujado en su abdomen formando cuadraditos, o esas mismas en sus brazos haciendo que sus músculos se diferencien, estaba irresistible. Él me miró y vió que le contemplaba totalmente fascinada, sabía que a mí me gustaba lo que veía, asíque aprovechó para acercarse y quitarme la blusa de seda de un tirón, cayendo al suelo una docena de botones que rodaron por toda la biblioteca.
Volvimos a besarnos y nos dirigimos hacia el escritorio, que estaba repleto de papeles, bolígrafos, notas y un portátil. Ambos nos quitamos la ropa interior y Michael tiró todo lo que había encima de la mesa para que pudiéramos usarla para lo que los dos sabíamos.
Él me subió encima del escritorio, me contempló totalmente desnuda y comenzó a besarme la pierna, desde los pies hasta la ingle. Terminó subiéndose también encima y quedándose sobre mí, siguió besándome, abrió mis piernas y me llenó por completo.

-Como siempre, ha sido fantástico, princesa – dijo Mike después de hacer el amor.
-Sí…nunca lo habíamos hecho sobre el escritorio, ¿crees que Marie se dará cuenta cuando tenga que limpiarlo? – dije mientras me levantaba y buscaba mi ropa interior.
-No lo creo. Oye, sobre lo de tu regalo de cumpleaños, ¿qué te parece ir a Balí el mes que viene?
-¡Es verdad! Se me había olvidado lo del viaje…pues sería estupendo, tendremos que informarnos si hay que vacunarse y demás para ir allí.
-Eso déjalo de mi cuenta. Tengo que irme a trabajar, te amo princesa, luego nos vemos – dijo Mike mientras me besaba antes de irse.

Aquella misma tarde, Bruce vino a verme a casa de Mike con un hombre trajeado, gafas de sol y una perilla muy particular.

-Laura, te presento a Robert Hunt.
-Hola, encantada – dije sin saber por qué estaba aquí ese hombre.
-Oh no, encantado yo de conocerla señorita Stevens, es más diría que es un placer ahora que la he visto en persona – dijo Robert sonriendo mientras me cogía de la mano para besármela en símbolo de saludo.
-Éste va a ser tu representante. La editorial sacará la semana que viene a la venta tu novela, asíque él está aquí para organizar tus actos públicos.
-Pero, ¿por qué iba a necesitar un representante? – pregunté.
-Querida, vas a estar muy estresada y créeme que querrás tenerme ahí a tu lado para responder al teléfono, hablar con los lugares donde irás a firmar libros, y si tienes mucho éxito, muchas cadenas de televisión y periódicos querrán entrevistarte. Cuando eso ocurra mi deber es prepararte a conciencia – dijo Robert.
-¿Y cómo sabes que es un buen representante, Bruce? No te ofendas Robert, pero tengo que saberlo.
-Es un viejo amigo, es uno de los mejores representantes que conozco, te va a ir bien con él créeme – dijo Bruce seriamente – asíque os dejo aquí para que habléis, yo he de irme que tengo un caso pendiente. Ya hablaremos, Laura, hasta otra.
-Un gran tipo Bruce, ¿no crees? Hemos sido muchos años amigos y el tío sigue con todo su atractivo – dijo Robert riendo.
-Sí eh…supongo, yo lo conocí hará un año y algo.
-En fin, no hablemos de él, hablemos de mí. Creo que debes saber que soy muy hablador, a veces hace falta que me digas que me calle porque divago muchas veces y me ando por las ramas, ya sabes…
-Sí, algo como… ¿ahora? – dije levantando las cejas.
-Exacto, bien. No sé cómo me calificará la gente, pero yo mismo me considero un sex-symbol, muy atractivo, las mujeres me adoran, soy un poco egocéntrico, y has de admitir que tengo un pelo precioso.
-Creo que la palabra que buscas para todo eso es que tienes un elevado narcisismo, ¡y ah! ¿Sólo eres un poco egocéntrico? Yo creo que te llevas todas las papeletas para ello.
-Vaya, vaya, vaya…una chica directa y sincera ¿eh? Me gusta, me gusta, puede que tengas un poco de razón en calificarme de ese modo. Veamos, ¿por qué ahora no hablamos sobre ti? – preguntó Robert tumbándose en el sofá como si fuera su propia casa.
-¿Sobre mí? No hay mucho qué decir.
-¿Qué no? Veamos, déjame pensar…está claro que imaginación tienes, sino no habrías podido llevar a cabo esa novela, que por cierto me parece deslumbrante.
-Mi novela no es de fantasía, no sé qué tiene que ver la imaginación en eso – espeté.
-Querida, la imaginación no siempre tiene que ver con la fantasía, ¿o es que nunca has planeado nada descabellado en el mundo real que fuera una locura?
-Pues…sí, sí que lo he hecho.
-¡Bingo! Asíque eres imaginativa en la realidad, una buena cualidad. También creo que eres una chica espontánea y dulce nada más verte, pero creo…que te infravaloras mucho, ¿me equivoco? – levantó una ceja Robert.
-¿Infravalorarme? No creo que eso sea verdad….
-Mientes. Seguramente cuando conociste a tu novio Michael pensaste que él era demasiado para ti, y creo que aún lo sigues pensando. Crees que hay chicas mucho mejores que tú que podrían ocupar tu lugar, y tienes miedo de que eso algún día suceda.
-Sé que Mike me quiere…
-Sí, sé que lo sabes, pero aún así piensas que algún día podrían cambiar las cosas. Eres buena persona, Laura, lo veo. Trabajaremos con eso de la autovaloración, te irá mejor – dijo Robert.
-Perdona, pero si no te importa querría que sólo te ciñeras al tema laboral, no personal, para eso te voy a pagar, ¿no?
-Sí, para eso me pagarás, pero…pienso que debe ser un pack, lo necesitas.
-¿Por qué eres tan engreído?
-¡Ah sí! Eso es lo que faltaba en mi propia lista de personalidad.
-¿Quieres olvidar esto y decirme qué demonios voy a tener que hacer con respecto a mi novela? – dije enfadada.
-¡Claro! Veamos… - dijo Robert sacando unos papeles de su maletín.

Robert se puso a explicarme el proceso que llevará la publicación del libro. Una vez se saque a la venta, iré a emisoras de radio y algunos programas de poca monta para que se vaya conociendo la novela poco a poco, además de firmas de libros. Cuando eso concluya, veremos la aceptación que ha tenido en la gente y en las ventas. Si ha ido bien iré a programas de televisión más famosos y a entrevistas con revistas.
Estuvimos cerca de dos horas hablando sobre todo lo que debería hacer, pero Michael llegó a casa. Tras presentarle a Robert, éste se fue prometiendo que me llamaría si ocurría alguna novedad.

-¿En serio es tu representante? – me preguntó Mike.
-Sí, intenso, ¿verdad?
-Mucho. Tiene un narcisismo que no puede con él.
-Ya, se lo he dicho y se lo ha tomado bien, la verdad que se lo tiene tan creído que le da igual – dije bufando.
-Bueno, espero que al menos haga bien su trabajo.
-Sí, eso parece que lo hace a las mil maravillas. Ya tiene varias cosas previstas que he de hacer, asíque espero que me vaya bien.
-Seguro que sí. Oye… ¿sigue bien Charlotte con lo de Paul? Como me dijiste que estaban pasando tiempo difíciles… - me preguntó Mike.
-Bueno, siguen igual, además…ella está ahora embarazada.
-¿En serio? ¡Esa es una muy buena noticia! Aubree tendrá un amiguito o amiguita con quien jugar, es genial.
-Sí pero…no es tán fácil. Charlotte no quería tener hijos tan pronto porque ahora con las elecciones Paul está más fuera de casa que dentro, y ella se siente como el segundo plato – mentí un poco.
-Entiendo, debe ser difícil para ella, pero seguro que Paul, cuando nazca el bebé, estará todo el rato pendiente de su familia, es algo innato, a mí me pasa. No sabes cómo tengo a Marie de cansada porque la llamo todos los días para saber cómo está Aubree cuando tú no estás cuidándola – dijo cariñosamente.
-Lo sé, a mí también me ocurre, pero no estoy segura que a Paul le pase. Las elecciones a la presidencia es lo más importante para él ahora mismo.

Mientras, Charlotte estaba en el salón de casa viendo por catálogo la nueva colección de verano de Armani. Estaba encantada porque ya podía ir a la tienda a adquirir los nuevos modelos de la revista. Alguien llamó a la puerta y el mayordomo fue a abrir, pero ella no se preocupó hasta que vió pasar a un hombre con un abrigo largo y negro por el salón hasta el despacho de Paul. A Charlotte le intrigó bastante y fue a la cocina a hablar con el mayordomo para que le dijera algo, pero no soltó ni una palabra. Asíque, cogió la bandeja que él iba a llevar y salió de la cocina antes de que se la quitara. Su plan era entrar en el despacho y ofrecer un té a Paul y al hombre misterioso, para así averiguar quién era. Delante de la puerta del despacho, respiró hondo y dio tres golpecitos a la puerta avisando de que quería entrar.