martes, 25 de noviembre de 2014

Capítulo 30



-Buenas noches cariño, buenas noches a usted también señor. ¿Quieren una taza de té o alguna otra cosa? – dijo Charlotte intentando ver al hombre del abrigo negro que estaba de espaldas a ella.
-Disculpe… ¿Charlotte? ¿Qué haces aquí? ¿Y el mayordomo? – preguntó Paul por lo bajo con tono enfadado.
-Estaba haciendo cosas y me ofrecí para ayudarle, ¿es que no me vas a presentar?
-Sí eh…Charlotte, éste es Charles Rodgers, es quien dirige mi compaña electoral.

Por fin Charlotte consiguió conocer a Charles Rodgers. Era un hombre moreno, con el pelo como si lo tuviera recién cortado milimétricamente, ojos azules, alto y de complexión normal a musculada. Tenía una expresión dura pero se tornó en una sonrisa cuando ofreció su mano a Charlotte para saludarla. Notó su mano fría y fuerte frente a la calidez de Charlotte.

-Encantado de conocerla, señora Abramson – dijo Charles cordialmente.
-Igualmente, señor Rodgers.
-Llámeme Charlie ahora que nos conocemos formalmente.
-Oh, está bien. Entonces usted llámeme Charlotte en ese caso – dijo Charlotte son una sonrisa.
-Cariño, si no te importa querríamos seguir en nuestra reunión – dijo Paul impaciente.
-Claro, sí…pues, estáre leyendo en la habitación. Y encantada de nuevo, Charlie – dijo Charlotte yéndose de la habitación.

A la semana siguiente, comenzó el lanzamiento de mi novela “La llama azul”. Estaba muy nerviosa y emocionada, deseando saber la aceptación que tendría entre el público. Robert trataba de tranquilizarme con una infusión de hierbas que él mismo había preparado.

-Ahora mismo no hace falta que estés así, los resultados no los sabremos hasta dentro de unos días – dijo Robert dándome una taza de su infusión.
-Lo sé, pero ¿y si nadie quiere leer mi novela? Sería un fracaso rotundo.
-Laura, tengo un gran proyecto para dar a conocer tu novela y créeme, se pelearán por ella. A los pocos que la hemos leído hasta ahora nos ha encantado, ¿por qué crees que a los demás no les gustaría? ¡Es de locos!
-Sí, entiendo, ¡pero no puedo dejar de pensarlo! – chillé.
-¿He de darte una bofetada para que se te quite la histeria? Porque me encantaría hacerlo, sería como una experiencia sado, siempre he querido probar…
-¡Robert! ¡No digas esas cosas obscenas! ¡A veces no sabes cuándo has de parar de hablar! – dije ruborizada.
-Vale, vale…Oye, otra cosa, yo organizo todo el tema publicitario y tal, pero quizás necesitaríamos a alguien que tuviera buenas amistades para conseguir adentrarte en espacios publicitarios más importantes, cadenas de televisión…yo tengo amigos, pero una ayuda nos vendría bien.
-¿Te refieres a un relaciones públicas?
-Sí, eso exactamente.
-Bueno, precisamente conozco a alguien que podría hacer ese trabajo, es Kevin Adams, un buen amigo de la infancia – dije mientras daba otro sorbo de infusión.
-¡Kevin Adams! Le conozco, es muy bueno, he rivalizado muchas veces con él en el tema de captar clientes, pero si trabajamos en equipo seremos imparables.
-De acuerdo, le llamaré para que venga.
-¡Dile que traiga una mascarilla de algas! Necesito un tratamiento de esos ahora mismo, mi cara no aguanta tanto estrés sin lujos – dijo tan campante Robert.

Kevin llegó a casa y Robert le explicó para lo que le necesitábamos, a lo que él estaba totalmente dispuesto. Charlotte vino a verme sin haberme avisado, se la vía muy nerviosa, asíque la llevé a mi habitación.

-Laura, ya he estado con Charles Rodgers, el de la campaña de Paul.
-¿Sí? ¿Y has averiguado algo de lo que planean? – dije impaciente.
-No, sobre eso no, pero tuve tiempo para coger el teléfono de Paul y guardar todos sus números en ésta tarjeta de memoria. Casi me pilla pero he conseguido irme antes de que llegara.
-¡Eso es estupendo! Ya sólo tienes que mirar las aplicaciones y los mensajes y podremos falsificarlo todo.
-Sí, eso es bueno. Oye, tenía que decirte otra cosa sobre mí, importante. Quería que me ayudaras… - empezó a decir Charlotte pero un portazo nos distrajo. Bruce había entrado apresuradamente en la habitación sin siquiera llamar.
-Estáis aquí, bien, tengo que contaros algo. Es sobre el tema de Paul – dijo Bruce rápidamente.
-¿Es importante? Porque estaba aquí hablando de algo con Laura – dijo Charlotte.
-Lo es. Uno de mis investigadores ha podido decirme que tú novio, Laura, también acude a las reuniones de los miércoles con Paul.
-¿Cómo? ¡Eso es imposible! ¡Michael no haría nada malo! – dije incrédula.
-Pues aquí te traigo fotos. Entró con Paul en el edificio, se reunió con el grupo ese que tanto deseamos saber qué planean – dijo Bruce poniendo varias fotos sobre la cama.
-No puede ser que Mike esté también en el ajo. ¡Y yo que le tenía por un buen hombre! – dijo Charlotte mirando las fotos.
-Debe haber alguna buena explicación para todo esto… - dije con lágrimas en los ojos.
-Por ahora todo apunta a que trabaja con ellos, Laura. He venido a decírtelo en cuanto me he enterado para que tengas cuidado con lo que haces o dices – adviertió Bruce cuando recogía las fotos que nos había dejado – y ahora me voy, tengo que seguir trabajando.
-¿Este hombre nunca descansa o qué? – dijo Charlotte cuando Bruce ya se había ido.
-No me puedo creer que Mike haga algo así, no, es que no lo creo, debe ser un error – dije muy triste.
-Hombre, podría haber una explicación, pero te ha dado fotos de varias reuniones, no es que fuera un día casual.
-Lo sé, pero necesito creer que él no puede hacer eso, le quiero con toda mi alma.
-Te entiendo, y está bien quererle tanto, no obstante es necesario tomar precauciones, no debemos hablar de este tema aquí, quien sabe si habrá micrófonos o cámaras como en mi casa – dijo Charlotte aterrada.
-Está bien. Estoy destrozada ahora mismo. Él es la persona en quien más confiaba, a pesar de no contarle lo que pasa entre tú y Paul y que hablo con Bruce, pero en el confiaría mi vida, ¿entiendes?
-Si, pero debemos averiguar qué está pasando primero. Así sabremos la magnitud del asunto en que está metido y así podremos ayudarle a razonar.
-Eso tendremos que hacer. ¿Qué me ibas a decir antes que era tan importante? – le pregunté.
-Ah, pues que había decidido ir a abortar.
-¿Qué? ¿Estás segura? Porque una vez lo hagas no habrá vuelta atrás. Piensa que podría ser un bebé precioso…
-Sé todo lo que hay que saber. Pero no puedo tener un bebé de alguien como él, simplemente porque miraría a mi hijo y vería al hombre al que odio. No sería bueno para mí ni para el niño, asíque por eso lo he decidido – zanjó Charlotte.
-Muy bien. ¿Para cuándo has pedido cita?
-No es tan fácil. Ya sabes lo que ocurrió con las pastillas anticonceptivas. Paul no se debe enterar de nada, cuanto más tarde sepa que el bebé no existe más tiempo tendremos nosotras de averiguar qué está pasando. Porque créeme que cuando lo entere de lo mío, querrá matarme.
-¿Estás loca? Claro que no va a querer matarte, pero supongo que sí se enfadará muchísimo.
-Sí, no sabes cuánto se enfadará. Y cuando se enfada es capaz de lo peor – avisó Charlotte.
-Vale. Pues, pediré cita con un ginecólogo privado con un nombre falso, y quizás haya que sobornarle.
-Haremos lo que sea necesario.

Tras haber sabido lo que estaba haciendo Michael, me vine abajo. Él era todo para mí y no podía creer que estuviera aliado con Paul en cosas ilegales porque él no necesitaba hacer nada ilícito para conseguir algo, él era trabajador y lo conseguía con su propio esfuerzo.
Unos días después la editorial nos llamó diciendo que la primera edición ya se había agotado, por lo tanto, ya estaba en proceso la segunda. Eso significaba que mi libro había tenido mucho éxito y había vendido en su primera semana medio millón de copias. Robert me dijo que tras hablar con la editorial, habían tomado la decisión de que la segunda edición tuviera, al menos, dos millones de copias, cosa que me parecía increíble. Pronto nos empezamos a movilizar, acudimos a varios programas de televisión para que me entrevistaran, así como a las revistas y periódicos más populares. Robert y Kevin no daban abasto, cada día me traían una cita para acudir a alguna revista o, incluso, a fiestas de personalidades famosas. Aquella fue una gran intrusión en el mundo del famoseo, del cual Michael ya sabía bastante. Michael estaba muy contento por mí, cada día me preguntaba cuántos ejemplares más había vendido y nos llevó a cenar a un sitio donde Aubree pudiera divertirse mucho.
Pronto iba a cumplirse un año del nacimiento de nuestra hija, asíque planeamos hacerle una fiesta en casa con la familia. Michael dijo que él se encargaría de todos los preparativos, asíque yo estuve ayudando a Charlotte con lo del aborto. Intentaba buscar algún médico que fuera de fiar o, por el contrario, fácil de chantajear. Tardé en conseguir uno, pero le tuve que dar cincuenta mil dólares por adelantado y otros cincuenta después de haber concluído la operación, pero todo era por petición de Charlotte. Su aborto estaba programado para finales del mes de Julio, asíque tenía tiempo de prepararse mentalmente.
El día del cumpleaños de Aubree, nos reunimos todos en casa de Michael, menos William y Tess, quienes tenían que estar en Denver para una boda de uno de los mejores amigos de William.
Michael había mandado decorar el salón con toda clase de serpentinas, globos, estrellas y pancartas rosas y doradas. Cada vaso y botella tenían una foto familiar de Mike, Aubree y de mí juntos, cosa que me resultó adorable. Mi mente tenía un conflicto horrible desde que Bruce me dijo que Michael estaba en el mismo bando que Paul. Por un lado le odiaba por ello, pero por otro le quería más que a mi vida, como lo había hecho siempre desde que le conocí.
Pero aquel día era sólo para pensar en mi hija. Me vestí con una minifalda amarilla de tubo de Armani con una blusa escotada morada. Cogí unos zapatos morados de Brian Atwood, un cinturón para la cintura y varias joyas combinadas. Me peiné y maquillé e inmediatamente me puse a preparar a Aubree. Normalmente vestíamos a la niña como cualquier infante, pero de vez en cuando rompíamos la norma e iba más moderna, y ese iba a ser uno de esos días. Charlotte fue la primera en llegar a casa, aparte de Michael. Trajo un regalo enorme que dejó en la mesa del salón, cogió un vaso de champán para beberlo de un trago.

-¿Qué haces, Charlotte? ¿No se supone que no puedes beber? – preguntó Mike.
-No debería, pero es que llevo  dos meses sin probar una copa de nada. Asíque me lo merezco, no me eches la chapa.
-Yo sólo lo decía por tu bien y el bebé, no es que tenga nada en contra tuya.
-Lo sé, siento haberte respondido así. Deben ser las hormonas – dijo Charlotte disculpándose.

Al cabo de un rato ya habían llegado Kyle, Eric, Kevin, Robert y Allison con su nuevo novio Cole, con lo cual comenzó la fiesta. Cole parecía un buen tipo, divertido y amable, pero lo importante era que Allison estaba encantada con él, no se habían despegado ni un día desde la fiesta de cumpleaños de Charlotte. Michael trajo la tarta, que era una carroza de cenicienta hecha con bizcocho, crema y fondant. Después de cantarle el cumpleaños feliz, Aubree sopló la vela con el número uno y se quedó fascinadaba aplaudiendo. Una vez le dimos los regalos se quedó entretenida sin hacer caso a nadie, sólo a sus juguetes.
Charlotte siguió bebiendo pese a las miradas que Michael le echaba, pero le daba igual, ya que sólo ella y yo sabíamos lo que había decidido sobre su embarazo.

-Tengo una noticia que daros a todos, ¡venid! – dijo Allison sonriente.
-¿De qué se trata? – preguntó Eric.
-Quiero que estéis igual de feliz que estoy yo, asíque quería compartir hoy que estamos todos que Cole y yo estamos prometidos – dijo Allison enseñando un bonito anillo.
-¿Qué? ¡Pero si os acabáis de conocer! – gritó Eric.
-Lo sabemos, pero estamos muy ilusionados y felices, queremos que vengáis todos y compartáis nuestra felicidad – dijo Cole.
-Lo siento, pero por ahora no puedo aceptarlo, os acabáis de conocer, no es normal – concluyó Eric.

Todos pensábamos que era muy rápido, pero si eran felices era lo único importante. Eric no pensaba igual, asíque se enfadó y se puso a beber de una botella de whiskey. Aquella no fue una buena noche ni para Charlotte ni para Eric, pero los dos se juntaron para beber y ahogar sus penas en alcohol.

-No sabemos nada de ese tal Cole y ella ya se quiere casar con él, es que no lo entiendo – dijo Eric.
-Bueno, se ha enamorado, déjala vivir. Ha estado tantos años mal que ojalá y se haya acabado esa mala racha. Quizás Cole haga que esos malos años desaparezcan, eso es lo que tienes que pensar – dijo Charlotte sirviéndole otro chupitos más.
-Y Mike debería enfadarse también. Los dos nos hemos preocupado por Allison siempre y dejarla hacer esto así como así sin conocer a ese tipo…me parece un suicidio.
-No creo que a Mike le haga mucha gracia, pero sí que se ha guardado lo que él piensa porque sólo quiere lo mejor para su hermana, y lo mejor es apoyarla.
-Esto es insólito. Verás cuando se enteren nuestros padres. ¿Y tú por qué estás mal? – preguntó Eric.
-Yo…Bueno, creo que ya sabes que estoy embarazada de Paul.
-Pues sí, lo sabía, y enhorabuena, por cierto.
-Gracias. Pero no estoy nada contenta, fue un accidente, yo no quería tener un bebé ahora.
-Pero si sois un matrimonio, podéis tener todos los hijos que queráis.
-Lo sé, pero no soy feliz con Paul – confesó Charlotte.
-¿Qué? Pero…si parecías enamorada.
-Sí, lo era. Pero poco a poco he ido descrubiendo cosas…él ha cambiado mucho.
-Bueno, aquí me tendrás para ayudarte en lo que sea, ya lo sabes – dijo Eric.
-Necesito…te necesito a ti.
-Aquí me tienes ahora mismo.

Charlotte se abalanzó sobre Eric y le besó. Él se sorprendió pero no retrocedió ante aquel beso, al revés, le encantó. Había estado deseando besar a Charlotte y estar con ella desde hacía meses, pero ella había decidido casarse con otro hombre. A pesar de eso, le daba igual que estuviera casada, en aquel momento él era feliz y ella también, asíque se fueron a la habitación de Eric sin que nadie los viera y se acostaron juntos.
Aubree se estaba quedando dormida sobre las nueve de la noche, asíque Michael y yo fuimos a acostarla a su habitación.

-Parece mentira que haya pasado un año desde que Aubree nació. Jamás olvidaré ese día, fue el día más feliz de mi vida porque tuvimos a nuestra pequeña y, además, volvimos a estar juntos – dijo Mike entrañablemente.
-Lo recuerdo como si fuera ayer. Me puse furiosa con Charlotte por haberte llevado al apartamento porque no quería verte y me vinieron unos dolores terribles. Poco después estábamos en el hospital, hablamos y todo se solucionó – comenté sonriendo mirando a Aubree.
-Sí. Nunca lo olvidaré, nunca me sentí tan feliz…

Después de salir de la habitación nos despedimos de Robert y Kevin, quienes se habían hecho buenos amigos. Kyle fue a despedirlos a la puerta y después se fue a la habitación a dormir. Allison se fue a su habitación con Cole porque quería que él durmiera con ella aquella noche, cosa que Eric no habría aprobado. Michael y yo nos fuimos a nuestro dormitorio y nos pusimos el pijama, había sido un día agotador.

-Hoy ibas muy guapa, deberías ponerte esa ropa más a menudo – me dijo Mike.
-Cielo, ¿sabes toda la ropa que tengo? Desde que estoy contigo he comprado tanta ropa que aún no he conseguido estrenar todo, aún hay prendas que tienen la etiqueta sin usar. Jamás pensé que llegase a tener tanta ropa y que no sabría qué ponerme debido a la variedad – dije riendo.
-Jajajaja, pues me gusta que tengas dónde elegir. Para eso trabajo, quiero que tú y Aubree tengáis todo lo que deseéis.
-Lo sé, pero muchas veces me parece excesivo, creo que nos mimas mucho.
-Eso quiero, mimaros porque os lo merecéis todo – dijo Mike abrazándome.
-Oye, y aparte de los negocios que tienes… ¿hay algo de ilegal en lo que tú haces? – dije sin pensar.
-¿Qué? ¿Crees que hago negocios ilegales?
-No bueno…muchas veces la gente de poder hace cosas ilícitas y quería saber si había algo que me quisieras contar.
-Cariño, todo lo que hago es totalmente legal, no os pondría en peligro a ti o a mi hija – dijo Mike en lo que parecía ser sincero.
-Está bien, eso me tranquiliza.

Por un lado le creía, pero por otro estaban las pruebas que Bruce me había mostrado, y eso sí que era totalmente creíble, no podía decir que no era Michael quien estaba en aquellas fotos para defenderle. Era él y nadie más.