Por otro lado, Miranda y
Ray se abrazaron, aunque ambos estaban conmocionados por esa noticia se sintieron
aliviados, justo como Michael y yo, quienes nos besamos después de saber que no
éramos hermanastros.
Germaine se quedó
frustado porque no podía hacer nada más, después de tener una prueba tan
irrefutable como el ADN no tenía ningún ataque en contra de Michael y de mí.
-Bien, ante este
esclarecimiento, voy a dictar sentencia. Al confirmar que el señor Michael
Stanford y la señorita Laura Stevens no son familiares ambos tendrán la
custodia completa. Se levanta la sesión. – conluyó el juez y se fue de la sala.
Michael y yo nos
abrazamos y nos besamos de nuevo. Cogimos a Aubree, quien había estado en
brazos de Charlotte todo el juicio y la abrazamos tanto que debía ser delito.
-Bruce, ¿cómo has podido
averiguar que no éramos hermanastros? – pregunté a Bruce.
-Pues el día del primer
juicio, cuando os llevé café, cogí vuestros vasos vacíos cuando os fuisteis,
asíque los llevé a un laboratorio y allí los analizaron. No supe la verdad
hasta que mi asistente me trajo el sobre en mitad de la sesión, fue un milagro
porque no podía probar que no era verdad sin esa prueba.
-Me alegro de haberte
contratado, sabía que podrías con esto, lo sabía, eres el mejor abogado que
conozco – dije dándole un beso en la mejilla – muchísimas gracias, siempre te
lo agradeceré.
-De nada, ha sido un
placer. – dijo Bruce recogiendo sus cosas y metiéndolas en su maletín.
Miranda y Ray se
acercaron a mí, después de que saliéramos de aquel juzgado. Se les notaba un
poco cohibidos pero aún así quisieron hablar conmigo.
-Laura, sentimos mucho
todo esto, creíamos que Michael… - dijo Ray.
-Papá, habéis sido unos
estúpidos y no os perdono que quisiérais quitarme a mi hija.
-No sabíamos la mentira
de Tess, hija. – dijo mi madre.
-¿Tú también sabías
esto? – dije enfadada.
-Sí. Tu padre me lo confesó
al año de estar casados que había tenido una aventura con Tess. Yo me sentí muy
traicionada, asíque dije que necesitábamos ir a una sesor matrimonial. Nos
reconciliamos totalmente, sabía que Tess había sido un gran amor en su vida y
que quiso probar porque en su día la familia de ella no les dejó. Luego ya me
quedé embarazada de tu hermano Kyle. Cuando, supimos la buena noticia, supe que
tu padre era de confianza, supe que no me iba a volver a traicionar y le dije
que tenía un asunto pendiente con Tess, le dije que podía ir a conocer a su
hijo, y así ocurrió, como ha contado Tess. – confesó Miranda.
-Me da igual, no os da
derecho a querer quitarme a mi hija, ¿os dáis cuenta de lo importante que es mi
hija para mí? No podría vivir sin ella y aún así os daba igual. Me habéis hecho
la vida imposible con Mike y ahora queríais quitarme a mi niña, no puedo
perdonaros. Ahora si me disculpáis, he de irme con mi familia. – dije muy
enfadada.
Todos regresamos a casa
de Mike, incluídas Aubree y yo. Allison estaba muy afectada y Marie le tuvo que
preparar una tila para tranquilizarla.
-Asíque todo este tiempo
papá lo sabía y lo que no querían era que yo me enterase que era hija de ese
tal Ray. Es irreal todo esto, no puedo creer que mis padres hicieran eso. Y por
supuesto nunca me prestaban atención y me querían menos por eso, porque yo no
era de la familia al cien por cien – dijo Allison limpiándose las lágrimas con
un pañuelo.
-Allison, seas del padre
que seas nosotros te vamos a querer igual. – dijo Mike.
-Lo sé, pero es algo
nuevo para mí, como si no supiera quién soy.
-Eres Allison Stanford,
y a ojos de todos eres la hija de William y Tess Stanford, no hay más, no
importa nada más. – dijo Eric.
A pesar de intentar
convencerla se fue a la cama a descansar, no sirvió de mucho decirle aquellas
cosas, esto se solucionaría poco a poco mientras el tiempo fuera pasando. Eric
y Charlotte estuvieron charlando en otra habitación como hacían cada vez que se
veían, sólo esperaba que solucionasen su situación. Mike por fin volvió a coger
entre sus brazos a Aubree, a quien echó mucho de menos, tanto como a mí.
Poco a poco todo fue
volviendo a la normalidad, la prensa dejó de acosarnos por lo mediático que fue
el juicio.
-Charlotte, ¿hablaste
con Eric sobre vuestra relación? – pregunté a Charlotte cuando fui a visitarla.
-Sí, el día de vuestro
juicio. Me dijo que había sido un error, que no sentía lo mismo que yo por él y
que siguiera con Paul.
-Caray…no pensaba que
fuera a decir algo así, creía que ambos os gustábais por lo que me habías
contado.
-Ya, yo también pensé
que diría otra cosa, pero por lo visto no es así. Mi boda se realizará
definitivamente. – dijo Charlotte.
-¿Y no preferirías dejar
a Paul y quedarte soltera? También es una opción.
-No, si Paul sabe que
cancelo la boda sin un motivo…no sé qué haría.
-¿Sin motivo? ¿Te parece
poco motivo que no estés segura de querer esa vida? – digo exasperada.
-Pues sí, y a saber cómo
se venga de mí.
Charlotte parecía
bastante deprimida después de haberme contado eso, ya sabía lo que tenía que
hacer. Hacía unos días ella decía que no sabía qué decidir pero en el fondo yo
creía que lo que realmente quería es que Eric le dijera que se quedase con él y
que cancelara la boda. Ahora que eso ya no era posible no le quedaba otra que casarse.
Los días fueron pasando
y fui adelantando con mi libro, el cual se iba a llamar “la llama azul”, una
novela romántica. Allison estaba mejorando notablemente, ya que iba a sesiones
de terapia con el doctor de la clínica psiquiátrica donde estuvo en verano.
Pronto llegó el día de
la boda de Charlotte, el día 1 de Abril de 2017. Ella no se encontraba
nerviosa, justo lo contrario que cualquier novia el día de su boda.
-Charlotte, ¿qué te
ocurre? Tienes la cabeza en otra parte, me asombra que no estés nerviosa – le
dije mientras la ayudaba a vestirse, ya que yo era su dama de honor.
-No estoy nerviosa
porque sé lo que tengo que hacer.
-¿Y qué es lo que tienes
que hacer?
-Casarme sí o sí y vivir
una vida junto a Paul, una vida de continuos viajes, ruedas de prensa y demás.
– dijo Charlotte sin un ápice de alegría en su voz.
-¡Pues no te cases con
él!
-Tengo que hacerlo, no
me queda otra.
-Charlotte, sabes que
puedes cancelarlo todo.
-No, no puedo, ¡se va a
presentar a la presidencia, por dios! ¿Tienes idea de lo que me haría si le
dejo en ridículo?
-¿Es que ha abusado de
ti o algo parecido? – pregunté asustada.
-No, pero sé cómo se las
gasta, y déjalo ya.
No entendía por qué
Charlotte simplemente no cancelaba todo y se dejaba de tanto misterio, pero
tenía que apoyarla, mucho más el día de su boda con el senador.
La iglesia estaba muy
concurrida y las personas se iban sentando en los bancos correspondientes. Había
decenas de medios de comunicación a las afueras de la iglesia retenidos por la
policía, quienes se habían unido al espectáculo para que los periodistas no
tuvieran libre albedrío.
A las doce en punto del
mediodía, se podía ver a Paul en el altar mientras sonaba en un piano la
melodía típica de una boda, señal de que la novia debía recorrer ya el pasillo
hacia el altar.
-¿Qué tal estoy? – me
preguntó Charlotte antes de ir hacía al altar.
-Espléndida, ya sabes
que nunca fallas con tus Dolce & Gabanna.
-Sí, llevar un vestido
de mi firma favorita es lo mejor de esta boda, te lo puedo asegurar.
-Suerte amiga, espero
que te vaya bien. Y ahora, ¡vete, corre!
-Voy, voy. Muchas
gracias. – me dijo Charlotte mientras me daba un beso en agradecimiento y se
dirigía al altar.
Mientras Charlotte iba
dando pequeños pasos hacia Paul y el cura, yo me quedé atrás para ir tirando
pétalos de rosa tras ella y su gran velo. Pero de pronto una puerta cercana se
abrió y Eric apareció muy apresurado.
-¿Eric? ¿Qué haces aquí?
Pensaba que sólo Mike estaba invitado. – dije con sorpresa
-Lo siento…Laura…vengo
corriendo…casi no puedo hablar…verás…me he dado cuenta…de que quiero a
Charlotte…y no quiero que se case con Paul…quiero que esté conmigo – soltó
Eric.
-¿Qué? ¡Te lo preguntó
hace semanas y vienes ahora a decir esto! ¡Eres idiota! Ya es muy tarde.
-No, por favor, no me
digas que es tarde.
-Eric, ella ya ha
llegado al altar, no puedes parar esto ahora, ella ya se decidió cuando le
dijiste que no sentías nada por ella.
-Pero le mentí, sí que
siento. – dijo Eric.
-Lo siento.
Cogí la cesta con los
pétalos y fui echándolos tras Charlotte, quien llegó rápido al altar. Eric
desapareció del fondo de la sala y suspiré aliviada de que no hubiera ningún
escándalo, aunque pensé que Charlotte debería saberlo. Así que, cuando el cura
pidió los anillos antes de decir el “Sí Quiero”, le dije al oído lo que Eric me
había contado, pero aún así ella dijo que sí.
Toda la gente empezó a
felicitarles y al salir de la iglesia muchísimos flashes les invadieron, todos
querían tener la mejor foto de la boda del senador.
La fiesta se celebró en
una de los salones más grandes del hotel Plaza, donde de nuevo había decenas de
fotógrafos y periodistas esperando para la exclusiva.
En el salón, la gente
comenzó a sentarse en sus respectivas sillas, donde ponía su nombre en cada
asiento. Mike y yo nos sentamos en la misma mesa que Charlotte, Paul y sus
respectivos padres. Jeff y Becca adoraban a Paul, aunque éste tuviera la edad
de ellos mismos, pero sólo con saber que era senador y que estaba emprendiendo
la carrera a la presidencia del país, les parecía el mejor partido que podía
conseguir su hija.
Charlotte y yo estuvimos
en el baño antes de que los camareros repartiesen la comida, era un momento de
chicas.
-No me puedo creer que
por fin te hayas casado, es increíble, tú que eras toda una ligona, jajaja – dije
alegremente sentada encima de una de las tazas del váter.
-Ya lo creo, no creía
que fuera capaz pero aquí estoy.
-Oye… ¿Qué pensaste
cuando te dije lo de Eric?
-Pues en ese momento no
podía hacer nada, debería habérmelo dicho antes, ya no tenía opción alguna –
dijo Charlotte mientras se lavaba las manos.
-¿Pero le querías,
verdad?
-Bueno, querer no lo sé,
pero sí sé que me atría bastante y me gustaba, quizás podría haber salido bien
la cosa con él, pero ya no lo podremos saber.
-Y eso que me dijiste
sobre Paul, que tú sabías cómo se las gastaba y todo eso, ¿a qué te referías? –
pregunté inquieta.
-Mejor que no lo sepas,
es peligroso.
-¿De qué estás hablando?
¿Peligroso Paul?
-Laura, sí, es
peligroso. De verdad que es mejor que no diga nada, por el bien de las dos.
-No, no acepto que me
digas eso. Si estás en problemas es mejor que me lo cuentes para que te ayude –
dije ya un poco molesta.
-No puedes ayudarme, tu
no tienes influencias sobre nada ni sobre nadie y…
-¿Cómo? ¿Qué quieres
decir?
-Por dios, Laura, ya
bastante difícil es tratar de vivir día a día con Paul como para que me meta en
problemas.
-¡Charlotte! ¿De qué
demonios estás hablando? ¡No vas s salir de aquí hasta que me digas! – grité
poniéndome delante de la puerta del baño para que no saliera.
-Laura…sólo sé que Paul
juega muy sucio para llegar a la presidencia. Está intentando ganarse a tipos
importantes en todos los sectores, a veces chantajeando, otras comprándolos
directamente, no sé…
-¿Estás de broma? ¿Crees
que va a comprar votos o cosas así? Eso es ilegal.
-No sé cómo lo hará,
pero seguro que será ilegal.
-Tenemos que impedirlo –
dije convencida.
-Será imposible
conseguir pruebas de eso, deja todo muy atado.
-Pero hay algo que no
puede controlar.
-¿El qué? – preguntó
Charlotte intrigada.
-A ti.
-Oh, créeme que sí que
me controlada y me tiene vigilada. Muchas veces estoy en casa de Paul y veo que
detrás de mí hay un guardaespaldas, o cámaras de vigilancia…también cada día me
pregunta qué voy a hacer y a qué hora y, llámame loca pero creo que a veces
siento como si me siguieran por la calle.
-¿En serio? Vaya, es más
difícil de lo que pensaba. Pues lo que tienes que hacer es pegarte a él como
una ventosa, hacer que confíe en ti. Así podrás entrar en su despacho y
registrarlo, averiguar qué hace. Cuando tengamos pruebas podrás coaccionarle y
pedirle el divorcio, ¿Por qué tú no quieres estar con él, verdad? – pregunté.
-Pues, no, ya no quiero
estar con él. Es curioso estar hablando de divorciarme justo el día de mi boda
– dijo Charlotte riéndose.
-Sí, es cierto, jajaja.
Entonces haremos eso, tú intenta camelarte a Paul como sea, y yo intentaré
hacer averiguaciones por mi cuenta, ya que no tengo trabajo y sólo escribo mi
libro…
-Es verdad, ¿cómo vas
con el libro?
-Bastante bien, creo que
ya he escrito un tercio de lo que será y me está gustando bastante esto de
escribir libros, quizás para antes del verano lo tenga acabado – dije
sonriente.
Tras terminar de hablar,
regresamos al salón para cenar. Mike estuvo todo el rato hablando con Paul
mientras nosotras estábamos en el baño. Al volver, Mike me cogió de la mano
fuertemente, como si me hubiera echado de menos.
La comida fue realmente
exquisita, no iba a ser menos tratándose de la boda del senador, aunque para mi
gusto fue algo escasa y me quedé con hambre. Varias personas realizaron un
brindis de felicitación y, poco después, comenzó el baile, el cual abrieron
Paul y Charlotte.
-¿Dónde habéis estado tú
y Charlotte? – me pregunta Mike mientras nos unimos al baile.
-En el baño, hablando de
ella y Eric y demás.
-¿Y qué ha dicho?
-Que se habría quedado
con Eric si no hubiera llegado en el último momento, que ya no había vuelta
atrás.
-Lástima, se nota que a
Eric le gusta mucho.
-Lo sé, pero ya no se
puede hacer nada, de momento. – dije con una sonrisa mirando a Paul.
-¿De momento?
-Sí bueno, a ver qué tal
va el matrimonio de estos dos. Por cierto, tengo hambre, la comida ha sido rica
pero escasa.
-Lo sé, yo también tengo
hambre, ¿por qué no nos vamos después a por unas hamburguesas?
-¿Ves? Por estas cosas
estoy enamorada de ti, una hamburguesa después de una boda elegante, eres lo
mejor, te amo – dije sonriendo.
-Yo también te amo por
querer ir a comer una hamburguesa después de una boda elegante y excéntrica –
dijo Mike agarrándome más fuerte por la cintura mientras seguimos bailando.
El resto de la velada se
desarrolló bastante normal, aunque Paul se pasó la noche hablando con
personalidades políticas y demás personas influyentes. Charlotte se sintió a
veces ocmo una extraña en su propia boda porque hasta sus padres hablaban con
gente importante.
-Nos quedaremos hasta
que os vayáis, así no estarás sola – le dije a Charlotte mientras bebíamos con
Mike unos daiquiris.
-De verdad que no
importa, es tarde, iros si queréis. Lo que pasa que hay algún político que le
gusta mucho la fiesta y beber y se está recreando aquí – dijo Charlotte.
-No nos importa
acompañarte, Charlotte – comentó Mike.
-En serio, os podéis ir,
no os preocupéis. Así puedo conocer a más gente y unirme más a Paul – dijo
Charlotte mirándome con unos ojos pícaros.
-De acuerdo, pues nos
iremos. Muchas felicidades por tu matrimonio y espero que seas feliz. ¿Nos
vemos después de la luna de miel?
-Sí, iremos un par de
semanas a las Bahamas y volveremos –dijo Charlotte.
-Muy bien, que tengas
una buen aluna de miel, chao – dijo Mike.
Necesitaba comer
inmediatamente o me iba a caer en redondo al suelo. Haber cenado en la boda tan
poco había hecho que el alcohol me afectase más. A Mike le pasaba lo mismo que
a mí, asíque en cuanto probamos algo de la hamburguesa nos sentimos mucho
mejor. Después volvimos a casa en taxi y llegamos sobre las dos de la
madrugada, bien comidos y bebidos, asíque nos fuimos a la cama e hicimos el
amor como tantas veces, pero aquella fue un tanto alocada por el consumo de alcohol.
Mientras, Charlotte
intentaba entablar conversación con las últimas personas que quedaban en la
boda y Paul despedía a la gente con un apretón de manos o un beso tan formal
como siempre. Pero al acabar, se fueron
los dos a una de las suites del Plaza, donde tenían una reserva para aquella
noche de bodas y poder coger al día siguiente un avión a las Bahamas.
-Bueno, esposa, ¿qué te ha
parecido nuestra boda? – dijo Paul mientras se quitaba la chaqueta y la corbata
en la suite.
-Ha sido estupenda y multitudinaria.
-Ya sabías que tenía que
invitar a gente importante, esto me dará más votos.
-Sé que lo hiciste por eso,
hasta mis padres te apoyan.
-Eso es bastante bueno, ¿no
crees?
-Sí, supongo. – dijo Charlotte mientras se quitaba el traje de novia
y se quedaba en ropa interior.
-Y ahora, vamos a disfrutar
de nuestra noche de bodas como marido y mujer. ¿Te gusta haberte convertido en la
mujer del senador y futuro presidente de los estados Unidos?
-Claro que sí, no sabes cuánto.
-¿Te gustan los niños, verdad?
– preguntó Paul.
-Sí, son monos.
-A mí me gustan y me encantaría
tener hijos contigo.
-Eh…Paul, acabamos de casarnos,
deberíamos esperar bastante a eso, ¿no te parece?
-Bueno, podemos esperar,
pero no demasiado, quiero que todo el mundo vea que soy un buen marido y padre de
familia conservador y, además porque te quiero – dijo Paul sonriendo.
Charlotte se dio cuenta que
lo de tener un bebé con Paul era meramente por su imagen pública, no por su amor
por ella y la familia, asíque necesitaba tener algún plan para no quedarse embarazada.
Al día siguiente, Mike y
yo nos despertamos bastante tarde y además con un dolor de cabeza considerable.
Suerte que Marie se encargaba de Aubree porque no podía moverme demasiado, al menos
durante unas horas.
-Laura, ¿puedo hablar contigo?
– me preguntó Allison.
-Claro, ven aquí y siéntate
a mi lado. ¿Estás bien?
-Sí bueno, estoy confusa.
Verás, antes de saber que Ray era mi padre, la verdad que me enamoré un poco de
Kyle. Estábamos mucho tiempo juntos y claro, el roce hace el cariño. Pero ahora
no sé cómo olvidarme de él y me agobio porque tener el mismo padre… - me confiesa.
-Entiendo. Bueno, no te tienes
por qué sentir mal si quieres a Kyle, le conociste antes de saberlo y es normal
que quieras olvidarle por lo que ha pasado. Quizás deberías salir con más gente,
conocer otras personas y ver que hay más mundo además de él – le dije tranquilizándola.
-¿Y cómo lo hago? Estudié
fuera y no tengo amigos, salvo Melinda…
-No, olvídate de ella. Podrías
volver a estudiar o trabajar en algún lugar, así conocerías a gente. Deja que yo
te ayude, ¿vale? ¿Qué estudiaste mientras estuviste fuera?
-Diseño y corte y confección,
moda básicamente. Sería genial poder ser una modista reconocida, hacer desfiles…en
fin, todo lo que conlleva.
-De acuerdo, veré qué podemos
hacer – dije sonriéndole.
Tenía que encontrarle a Charlotte
alguna oportunidad o que volviera a estudiar, aunque quizás volver a estudiar ya
no le apeteciera mucho. Así que fui a Lovelife, la revista donde tuve mi primer
trabajo y hablé con Hillary, la dueña.
-Laura Stevens, pensé que
no volvería a verte por aquí, ¿cómo te va la vida? – me preguntó Hillary.
-Bastante bien, pero no venía
por mí.
-Vaya, pensaba que tendríamos
el gusto de tenerte entre nuestras filas de nuevo.
-Lo siento, pero venía a
pedirte un favor.
-¿Un favor? Creo que no te
debo nada, ¿no es así? – dijo Hillary.
-Lo sé, pero verás, la hermana
de Michael Stanford, Allison, estudié moda en Europa y me gustaría que la entrevistaras
para ver si podrías darle algún trabajo aquí, como asesora de moda o algo así, para
que pueda empezar en este mundillo.
-¿La hermana de Michael Stanford?
Caray, al final te voy a tener que devolver el favor yo a ti. ¡Nada menos que una
de la familia Stanford! Está bien, está bien, que venga mañana a una entrevista,
veré qué puedo hacer.
-Muchas gracias, y cuando
necesites algo pídemelo – le dije cuando agarraba el pomo de la puerta para irme.
-Pues habla bien de mí en
tus artículos en el New York Post, jajaja.
-Ya no trabajo allí, ahora
estoy escribiendo una novela, mi primer libro.
-Ah, pues es genial, entonces
me lo devolverás con un ejemplar firmado por ti, jajaja, ya nos veremos.
Por suerte, Hillary me tenía
estima y pudo hacerme el favor con Allison, sólo esperaba que ella estuviera a la
altura del trabajo que fuera. Después de aquella salida a la revista le conté a
Allison la noticia y ella se puso muy entusiasmada y comenzó a buscar ropa para
su primera entrevista. A Michael le había encantado también aquella noticia y me dio las gracias por ayudar tanto a su hermana.
-Princesa, pronto será tu
23 cumpleaños, ¿qué quieres hacer en tu gran día? – me preguntó Mike.
-Bueno, nada especial, no
hace falta que sea nada espectacular. Si por mí fuera sólo tu, Aubree y yo.
-Ya, pero es un día especial
y los tres estamos juntos todos los días, por eso te preguntaba si querías algo
diferente.
-La verdad, con tanto ajetreo
últimamente…mi libro, lo de Allison, cuidar a Aubree, tu nueva empresa de biotecnología,
biomecánica o cómo se llame… ¿cómo se llama, por cierto? – pregunté.
-Stanford Tech. Laura, no
te preocupes por el trabajo, haremos una fiesta para ti y tu 23 cumpleaños.
-Está bien, espero que para
entonces Charlotte haya venido, nunca ha faltado a ninguno de mis cumpleaños – dije
mientras recordaba algún que otro cumpleaños con ella.
-La llamaré, déjalo todo
en mis manos, te amo princesa – me dice Mike mientras me besa.
Ni siquiera me había acordado
que pronto sería mi cumpleaños, siempre teníamos algo que hacer y era feliz asíque
no me preocupaba la fecha en la que estábamos.
Paralelamente a la escritura
de mi libro, intentaba investigar acerca de Paul. Cada día había una nueva noticia
sobre él, tales como discursos, aperturas de hospitales, asociaciones para huérfanos,
heridos de guerra…todo lo que se le podía pedir a un senador y representante de
los ciudadanos. Pero estaba segura que él tenía una parte oscura que ocultar, sino
Charlotte no me habría dicho nada malo sobre él. Cuando me puse en frente del ordenador
para iniciar mi búsqueda sobre trapos sucios de Paul Abramson no sabía por dónde
empezar, nunca había investigado cosas ilegales sobre nadie y seguro que estaría
bien escondido todo. Entonces se me ocurrió sólo una persona que pudiera ayudarme:
Bruce Nolan. Él siempre tenía información de cualquier clase sobre sus clientes
y su entorno, por ellos fui a verle para que arrojara algo de luz sobre mi propósito.