jueves, 18 de septiembre de 2014

Capítulo 25



Por otro lado, Miranda y Ray se abrazaron, aunque ambos estaban conmocionados por esa noticia se sintieron aliviados, justo como Michael y yo, quienes nos besamos después de saber que no éramos hermanastros.
Germaine se quedó frustado porque no podía hacer nada más, después de tener una prueba tan irrefutable como el ADN no tenía ningún ataque en contra de Michael y de mí.

-Bien, ante este esclarecimiento, voy a dictar sentencia. Al confirmar que el señor Michael Stanford y la señorita Laura Stevens no son familiares ambos tendrán la custodia completa. Se levanta la sesión. – conluyó el juez y se fue de la sala.

Michael y yo nos abrazamos y nos besamos de nuevo. Cogimos a Aubree, quien había estado en brazos de Charlotte todo el juicio y la abrazamos tanto que debía ser delito.

-Bruce, ¿cómo has podido averiguar que no éramos hermanastros? – pregunté a Bruce.
-Pues el día del primer juicio, cuando os llevé café, cogí vuestros vasos vacíos cuando os fuisteis, asíque los llevé a un laboratorio y allí los analizaron. No supe la verdad hasta que mi asistente me trajo el sobre en mitad de la sesión, fue un milagro porque no podía probar que no era verdad sin esa prueba.
-Me alegro de haberte contratado, sabía que podrías con esto, lo sabía, eres el mejor abogado que conozco – dije dándole un beso en la mejilla – muchísimas gracias, siempre te lo agradeceré.
-De nada, ha sido un placer. – dijo Bruce recogiendo sus cosas y metiéndolas en su maletín.

Miranda y Ray se acercaron a mí, después de que saliéramos de aquel juzgado. Se les notaba un poco cohibidos pero aún así quisieron hablar conmigo.

-Laura, sentimos mucho todo esto, creíamos que Michael… - dijo Ray.
-Papá, habéis sido unos estúpidos y no os perdono que quisiérais quitarme a mi hija.
-No sabíamos la mentira de Tess, hija. – dijo mi madre.
-¿Tú también sabías esto? – dije enfadada.
-Sí. Tu padre me lo confesó al año de estar casados que había tenido una aventura con Tess. Yo me sentí muy traicionada, asíque dije que necesitábamos ir a una sesor matrimonial. Nos reconciliamos totalmente, sabía que Tess había sido un gran amor en su vida y que quiso probar porque en su día la familia de ella no les dejó. Luego ya me quedé embarazada de tu hermano Kyle. Cuando, supimos la buena noticia, supe que tu padre era de confianza, supe que no me iba a volver a traicionar y le dije que tenía un asunto pendiente con Tess, le dije que podía ir a conocer a su hijo, y así ocurrió, como ha contado Tess. – confesó Miranda.
-Me da igual, no os da derecho a querer quitarme a mi hija, ¿os dáis cuenta de lo importante que es mi hija para mí? No podría vivir sin ella y aún así os daba igual. Me habéis hecho la vida imposible con Mike y ahora queríais quitarme a mi niña, no puedo perdonaros. Ahora si me disculpáis, he de irme con mi familia. – dije muy enfadada.

Todos regresamos a casa de Mike, incluídas Aubree y yo. Allison estaba muy afectada y Marie le tuvo que preparar una tila para tranquilizarla.

-Asíque todo este tiempo papá lo sabía y lo que no querían era que yo me enterase que era hija de ese tal Ray. Es irreal todo esto, no puedo creer que mis padres hicieran eso. Y por supuesto nunca me prestaban atención y me querían menos por eso, porque yo no era de la familia al cien por cien – dijo Allison limpiándose las lágrimas con un pañuelo.
-Allison, seas del padre que seas nosotros te vamos a querer igual. – dijo Mike.
-Lo sé, pero es algo nuevo para mí, como si no supiera quién soy.
-Eres Allison Stanford, y a ojos de todos eres la hija de William y Tess Stanford, no hay más, no importa nada más. – dijo Eric.

A pesar de intentar convencerla se fue a la cama a descansar, no sirvió de mucho decirle aquellas cosas, esto se solucionaría poco a poco mientras el tiempo fuera pasando. Eric y Charlotte estuvieron charlando en otra habitación como hacían cada vez que se veían, sólo esperaba que solucionasen su situación. Mike por fin volvió a coger entre sus brazos a Aubree, a quien echó mucho de menos, tanto como a mí.
Poco a poco todo fue volviendo a la normalidad, la prensa dejó de acosarnos por lo mediático que fue el juicio.

-Charlotte, ¿hablaste con Eric sobre vuestra relación? – pregunté a Charlotte cuando fui a visitarla.
-Sí, el día de vuestro juicio. Me dijo que había sido un error, que no sentía lo mismo que yo por él y que siguiera con Paul.
-Caray…no pensaba que fuera a decir algo así, creía que ambos os gustábais por lo que me habías contado.
-Ya, yo también pensé que diría otra cosa, pero por lo visto no es así. Mi boda se realizará definitivamente. – dijo Charlotte.
-¿Y no preferirías dejar a Paul y quedarte soltera? También es una opción.
-No, si Paul sabe que cancelo la boda sin un motivo…no sé qué haría.
-¿Sin motivo? ¿Te parece poco motivo que no estés segura de querer esa vida? – digo exasperada.
-Pues sí, y a saber cómo se venga de mí.

Charlotte parecía bastante deprimida después de haberme contado eso, ya sabía lo que tenía que hacer. Hacía unos días ella decía que no sabía qué decidir pero en el fondo yo creía que lo que realmente quería es que Eric le dijera que se quedase con él y que cancelara la boda. Ahora que eso ya no era posible no le quedaba otra que casarse.
Los días fueron pasando y fui adelantando con mi libro, el cual se iba a llamar “la llama azul”, una novela romántica. Allison estaba mejorando notablemente, ya que iba a sesiones de terapia con el doctor de la clínica psiquiátrica donde estuvo en verano.
Pronto llegó el día de la boda de Charlotte, el día 1 de Abril de 2017. Ella no se encontraba nerviosa, justo lo contrario que cualquier novia el día de su boda.

-Charlotte, ¿qué te ocurre? Tienes la cabeza en otra parte, me asombra que no estés nerviosa – le dije mientras la ayudaba a vestirse, ya que yo era su dama de honor.
-No estoy nerviosa porque sé lo que tengo que hacer.
-¿Y qué es lo que tienes que hacer?
-Casarme sí o sí y vivir una vida junto a Paul, una vida de continuos viajes, ruedas de prensa y demás. – dijo Charlotte sin un ápice de alegría en su voz.
-¡Pues no te cases con él!
-Tengo que hacerlo, no me queda otra.
-Charlotte, sabes que puedes cancelarlo todo.
-No, no puedo, ¡se va a presentar a la presidencia, por dios! ¿Tienes idea de lo que me haría si le dejo en ridículo?
-¿Es que ha abusado de ti o algo parecido? – pregunté asustada.
-No, pero sé cómo se las gasta, y déjalo ya.

No entendía por qué Charlotte simplemente no cancelaba todo y se dejaba de tanto misterio, pero tenía que apoyarla, mucho más el día de su boda con el senador.
La iglesia estaba muy concurrida y las personas se iban sentando en los bancos correspondientes. Había decenas de medios de comunicación a las afueras de la iglesia retenidos por la policía, quienes se habían unido al espectáculo para que los periodistas no tuvieran libre albedrío.
A las doce en punto del mediodía, se podía ver a Paul en el altar mientras sonaba en un piano la melodía típica de una boda, señal de que la novia debía recorrer ya el pasillo hacia el altar.

-¿Qué tal estoy? – me preguntó Charlotte antes de ir hacía al altar.
-Espléndida, ya sabes que nunca fallas con tus Dolce & Gabanna.
-Sí, llevar un vestido de mi firma favorita es lo mejor de esta boda, te lo puedo asegurar.
-Suerte amiga, espero que te vaya bien. Y ahora, ¡vete, corre!
-Voy, voy. Muchas gracias. – me dijo Charlotte mientras me daba un beso en agradecimiento y se dirigía al altar.

Mientras Charlotte iba dando pequeños pasos hacia Paul y el cura, yo me quedé atrás para ir tirando pétalos de rosa tras ella y su gran velo. Pero de pronto una puerta cercana se abrió y Eric apareció muy apresurado.

-¿Eric? ¿Qué haces aquí? Pensaba que sólo Mike estaba invitado. – dije con sorpresa
-Lo siento…Laura…vengo corriendo…casi no puedo hablar…verás…me he dado cuenta…de que quiero a Charlotte…y no quiero que se case con Paul…quiero que esté conmigo – soltó Eric.
-¿Qué? ¡Te lo preguntó hace semanas y vienes ahora a decir esto! ¡Eres idiota! Ya es muy tarde.
-No, por favor, no me digas que es tarde.
-Eric, ella ya ha llegado al altar, no puedes parar esto ahora, ella ya se decidió cuando le dijiste que no sentías nada por ella.
-Pero le mentí, sí que siento. – dijo Eric.
-Lo siento.

Cogí la cesta con los pétalos y fui echándolos tras Charlotte, quien llegó rápido al altar. Eric desapareció del fondo de la sala y suspiré aliviada de que no hubiera ningún escándalo, aunque pensé que Charlotte debería saberlo. Así que, cuando el cura pidió los anillos antes de decir el “Sí Quiero”, le dije al oído lo que Eric me había contado, pero aún así ella dijo que sí.
Toda la gente empezó a felicitarles y al salir de la iglesia muchísimos flashes les invadieron, todos querían tener la mejor foto de la boda del senador.
La fiesta se celebró en una de los salones más grandes del hotel Plaza, donde de nuevo había decenas de fotógrafos y periodistas esperando para la exclusiva.
En el salón, la gente comenzó a sentarse en sus respectivas sillas, donde ponía su nombre en cada asiento. Mike y yo nos sentamos en la misma mesa que Charlotte, Paul y sus respectivos padres. Jeff y Becca adoraban a Paul, aunque éste tuviera la edad de ellos mismos, pero sólo con saber que era senador y que estaba emprendiendo la carrera a la presidencia del país, les parecía el mejor partido que podía conseguir su hija.
Charlotte y yo estuvimos en el baño antes de que los camareros repartiesen la comida, era un momento de chicas.

-No me puedo creer que por fin te hayas casado, es increíble, tú que eras toda una ligona, jajaja – dije alegremente sentada encima de una de las tazas del váter.
-Ya lo creo, no creía que fuera capaz pero aquí estoy.
-Oye… ¿Qué pensaste cuando te dije lo de Eric?
-Pues en ese momento no podía hacer nada, debería habérmelo dicho antes, ya no tenía opción alguna – dijo Charlotte mientras se lavaba las manos.
-¿Pero le querías, verdad?
-Bueno, querer no lo sé, pero sí sé que me atría bastante y me gustaba, quizás podría haber salido bien la cosa con él, pero ya no lo podremos saber.
-Y eso que me dijiste sobre Paul, que tú sabías cómo se las gastaba y todo eso, ¿a qué te referías? – pregunté inquieta.
-Mejor que no lo sepas, es peligroso.
-¿De qué estás hablando? ¿Peligroso Paul?
-Laura, sí, es peligroso. De verdad que es mejor que no diga nada, por el bien de las dos.
-No, no acepto que me digas eso. Si estás en problemas es mejor que me lo cuentes para que te ayude – dije ya un poco molesta.
-No puedes ayudarme, tu no tienes influencias sobre nada ni sobre nadie y…
-¿Cómo? ¿Qué quieres decir?
-Por dios, Laura, ya bastante difícil es tratar de vivir día a día con Paul como para que me meta en problemas.
-¡Charlotte! ¿De qué demonios estás hablando? ¡No vas s salir de aquí hasta que me digas! – grité poniéndome delante de la puerta del baño para que no saliera.
-Laura…sólo sé que Paul juega muy sucio para llegar a la presidencia. Está intentando ganarse a tipos importantes en todos los sectores, a veces chantajeando, otras comprándolos directamente, no sé…
-¿Estás de broma? ¿Crees que va a comprar votos o cosas así? Eso es ilegal.
-No sé cómo lo hará, pero seguro que será ilegal.
-Tenemos que impedirlo – dije convencida.
-Será imposible conseguir pruebas de eso, deja todo muy atado.
-Pero hay algo que no puede controlar.
-¿El qué? – preguntó Charlotte intrigada.
-A ti.
-Oh, créeme que sí que me controlada y me tiene vigilada. Muchas veces estoy en casa de Paul y veo que detrás de mí hay un guardaespaldas, o cámaras de vigilancia…también cada día me pregunta qué voy a hacer y a qué hora y, llámame loca pero creo que a veces siento como si me siguieran por la calle.
-¿En serio? Vaya, es más difícil de lo que pensaba. Pues lo que tienes que hacer es pegarte a él como una ventosa, hacer que confíe en ti. Así podrás entrar en su despacho y registrarlo, averiguar qué hace. Cuando tengamos pruebas podrás coaccionarle y pedirle el divorcio, ¿Por qué tú no quieres estar con él, verdad? – pregunté.
-Pues, no, ya no quiero estar con él. Es curioso estar hablando de divorciarme justo el día de mi boda – dijo Charlotte riéndose.
-Sí, es cierto, jajaja. Entonces haremos eso, tú intenta camelarte a Paul como sea, y yo intentaré hacer averiguaciones por mi cuenta, ya que no tengo trabajo y sólo escribo mi libro…
-Es verdad, ¿cómo vas con el libro?
-Bastante bien, creo que ya he escrito un tercio de lo que será y me está gustando bastante esto de escribir libros, quizás para antes del verano lo tenga acabado – dije sonriente.

Tras terminar de hablar, regresamos al salón para cenar. Mike estuvo todo el rato hablando con Paul mientras nosotras estábamos en el baño. Al volver, Mike me cogió de la mano fuertemente, como si me hubiera echado de menos.
La comida fue realmente exquisita, no iba a ser menos tratándose de la boda del senador, aunque para mi gusto fue algo escasa y me quedé con hambre. Varias personas realizaron un brindis de felicitación y, poco después, comenzó el baile, el cual abrieron Paul y Charlotte.

-¿Dónde habéis estado tú y Charlotte? – me pregunta Mike mientras nos unimos al baile.
-En el baño, hablando de ella y Eric y demás.
-¿Y qué ha dicho?
-Que se habría quedado con Eric si no hubiera llegado en el último momento, que ya no había vuelta atrás.
-Lástima, se nota que a Eric le gusta mucho.
-Lo sé, pero ya no se puede hacer nada, de momento. – dije con una sonrisa mirando a Paul.
-¿De momento?
-Sí bueno, a ver qué tal va el matrimonio de estos dos. Por cierto, tengo hambre, la comida ha sido rica pero escasa.
-Lo sé, yo también tengo hambre, ¿por qué no nos vamos después a por unas hamburguesas?
-¿Ves? Por estas cosas estoy enamorada de ti, una hamburguesa después de una boda elegante, eres lo mejor, te amo – dije sonriendo.
-Yo también te amo por querer ir a comer una hamburguesa después de una boda elegante y excéntrica – dijo Mike agarrándome más fuerte por la cintura mientras seguimos bailando.

El resto de la velada se desarrolló bastante normal, aunque Paul se pasó la noche hablando con personalidades políticas y demás personas influyentes. Charlotte se sintió a veces ocmo una extraña en su propia boda porque hasta sus padres hablaban con gente importante.

-Nos quedaremos hasta que os vayáis, así no estarás sola – le dije a Charlotte mientras bebíamos con Mike unos daiquiris.
-De verdad que no importa, es tarde, iros si queréis. Lo que pasa que hay algún político que le gusta mucho la fiesta y beber y se está recreando aquí – dijo Charlotte.
-No nos importa acompañarte, Charlotte – comentó Mike.
-En serio, os podéis ir, no os preocupéis. Así puedo conocer a más gente y unirme más a Paul – dijo Charlotte mirándome con unos ojos pícaros.
-De acuerdo, pues nos iremos. Muchas felicidades por tu matrimonio y espero que seas feliz. ¿Nos vemos después de la luna de miel?
-Sí, iremos un par de semanas a las Bahamas y volveremos –dijo Charlotte.
-Muy bien, que tengas una buen aluna de miel, chao – dijo Mike.

Necesitaba comer inmediatamente o me iba a caer en redondo al suelo. Haber cenado en la boda tan poco había hecho que el alcohol me afectase más. A Mike le pasaba lo mismo que a mí, asíque en cuanto probamos algo de la hamburguesa nos sentimos mucho mejor. Después volvimos a casa en taxi y llegamos sobre las dos de la madrugada, bien comidos y bebidos, asíque nos fuimos a la cama e hicimos el amor como tantas veces, pero aquella fue un tanto alocada por el consumo de alcohol.

Mientras, Charlotte intentaba entablar conversación con las últimas personas que quedaban en la boda y Paul despedía a la gente con un apretón de manos o un beso tan formal como siempre.  Pero al acabar, se fueron los dos a una de las suites del Plaza, donde tenían una reserva para aquella noche de bodas y poder coger al día siguiente un avión a las Bahamas.

-Bueno, esposa, ¿qué te ha parecido nuestra boda? – dijo Paul mientras se quitaba la chaqueta y la corbata en la suite.
-Ha sido estupenda y multitudinaria.
-Ya sabías que tenía que invitar a gente importante, esto me dará más votos.
-Sé que lo hiciste por eso, hasta mis padres te apoyan.
-Eso es bastante bueno, ¿no crees?
-Sí, supongo. – dijo  Charlotte mientras se quitaba el traje de novia y se quedaba en ropa interior.
-Y ahora, vamos a disfrutar de nuestra noche de bodas como marido y mujer. ¿Te gusta haberte convertido en la mujer del senador y futuro presidente de los estados Unidos?
-Claro que sí, no sabes cuánto.
-¿Te gustan los niños, verdad? – preguntó Paul.
-Sí, son monos.
-A mí me gustan y me encantaría tener hijos contigo.
-Eh…Paul, acabamos de casarnos, deberíamos esperar bastante a eso, ¿no te parece?
-Bueno, podemos esperar, pero no demasiado, quiero que todo el mundo vea que soy un buen marido y padre de familia conservador y, además porque te quiero – dijo Paul sonriendo.

Charlotte se dio cuenta que lo de tener un bebé con Paul era meramente por su imagen pública, no por su amor por ella y la familia, asíque necesitaba tener algún plan para no quedarse embarazada.

Al día siguiente, Mike y yo nos despertamos bastante tarde y además con un dolor de cabeza considerable. Suerte que Marie se encargaba de Aubree porque no podía moverme demasiado, al menos durante unas horas.

-Laura, ¿puedo hablar contigo? – me preguntó Allison.
-Claro, ven aquí y siéntate a mi lado. ¿Estás bien?
-Sí bueno, estoy confusa. Verás, antes de saber que Ray era mi padre, la verdad que me enamoré un poco de Kyle. Estábamos mucho tiempo juntos y claro, el roce hace el cariño. Pero ahora no sé cómo olvidarme de él y me agobio porque tener el mismo padre… - me confiesa.
-Entiendo. Bueno, no te tienes por qué sentir mal si quieres a Kyle, le conociste antes de saberlo y es normal que quieras olvidarle por lo que ha pasado. Quizás deberías salir con más gente, conocer otras personas y ver que hay más mundo además de él – le dije tranquilizándola.
-¿Y cómo lo hago? Estudié fuera y no tengo amigos, salvo Melinda…
-No, olvídate de ella. Podrías volver a estudiar o trabajar en algún lugar, así conocerías a gente. Deja que yo te ayude, ¿vale? ¿Qué estudiaste mientras estuviste fuera?
-Diseño y corte y confección, moda básicamente. Sería genial poder ser una modista reconocida, hacer desfiles…en fin, todo lo que conlleva.
-De acuerdo, veré qué podemos hacer – dije sonriéndole.

Tenía que encontrarle a Charlotte alguna oportunidad o que volviera a estudiar, aunque quizás volver a estudiar ya no le apeteciera mucho. Así que fui a Lovelife, la revista donde tuve mi primer trabajo y hablé con Hillary, la dueña.

-Laura Stevens, pensé que no volvería a verte por aquí, ¿cómo te va la vida? – me preguntó Hillary.
-Bastante bien, pero no venía por mí.
-Vaya, pensaba que tendríamos el gusto de tenerte entre nuestras filas de nuevo.
-Lo siento, pero venía a pedirte un favor.
-¿Un favor? Creo que no te debo nada, ¿no es así? – dijo Hillary.
-Lo sé, pero verás, la hermana de Michael Stanford, Allison, estudié moda en Europa y me gustaría que la entrevistaras para ver si podrías darle algún trabajo aquí, como asesora de moda o algo así, para que pueda empezar en este mundillo.
-¿La hermana de Michael Stanford? Caray, al final te voy a tener que devolver el favor yo a ti. ¡Nada menos que una de la familia Stanford! Está bien, está bien, que venga mañana a una entrevista, veré qué puedo hacer.
-Muchas gracias, y cuando necesites algo pídemelo – le dije cuando agarraba el pomo de la puerta para irme.
-Pues habla bien de mí en tus artículos en el New York Post, jajaja.
-Ya no trabajo allí, ahora estoy escribiendo una novela, mi primer libro.
-Ah, pues es genial, entonces me lo devolverás con un ejemplar firmado por ti, jajaja, ya nos veremos.

Por suerte, Hillary me tenía estima y pudo hacerme el favor con Allison, sólo esperaba que ella estuviera a la altura del trabajo que fuera. Después de aquella salida a la revista le conté a Allison la noticia y ella se puso muy entusiasmada y comenzó a buscar ropa para su primera entrevista. A Michael le había encantado también aquella noticia y  me dio las gracias por ayudar tanto a su hermana.

-Princesa, pronto será tu 23 cumpleaños, ¿qué quieres hacer en tu gran día? – me preguntó Mike.
-Bueno, nada especial, no hace falta que sea nada espectacular. Si por mí fuera sólo tu, Aubree y yo.
-Ya, pero es un día especial y los tres estamos juntos todos los días, por eso te preguntaba si querías algo diferente.
-La verdad, con tanto ajetreo últimamente…mi libro, lo de Allison, cuidar a Aubree, tu nueva empresa de biotecnología, biomecánica o cómo se llame… ¿cómo se llama, por cierto? – pregunté.
-Stanford Tech. Laura, no te preocupes por el trabajo, haremos una fiesta para ti y tu 23 cumpleaños.
-Está bien, espero que para entonces Charlotte haya venido, nunca ha faltado a ninguno de mis cumpleaños – dije mientras recordaba algún que otro cumpleaños con ella.
-La llamaré, déjalo todo en mis manos, te amo princesa – me dice Mike mientras me besa.

Ni siquiera me había acordado que pronto sería mi cumpleaños, siempre teníamos algo que hacer y era feliz asíque no me preocupaba la fecha en la que estábamos.
Paralelamente a la escritura de mi libro, intentaba investigar acerca de Paul. Cada día había una nueva noticia sobre él, tales como discursos, aperturas de hospitales, asociaciones para huérfanos, heridos de guerra…todo lo que se le podía pedir a un senador y representante de los ciudadanos. Pero estaba segura que él tenía una parte oscura que ocultar, sino Charlotte no me habría dicho nada malo sobre él. Cuando me puse en frente del ordenador para iniciar mi búsqueda sobre trapos sucios de Paul Abramson no sabía por dónde empezar, nunca había investigado cosas ilegales sobre nadie y seguro que estaría bien escondido todo. Entonces se me ocurrió sólo una persona que pudiera ayudarme: Bruce Nolan. Él siempre tenía información de cualquier clase sobre sus clientes y su entorno, por ellos fui a verle para que arrojara algo de luz sobre mi propósito.

domingo, 14 de septiembre de 2014

Capítulo 24



Bruce trajo unos cafés para todos mientras apuntaba en una libreta pequeña cosas que se le venían a la cabeza pero que no compartía con los demás. Mike y yo nos sentamos en el mismo sofá y hablamos sobre lo que había pasado. Era muy complicado todo, no sé si ahora le veía de otra manera, no sabía si estaba bien seguir como hasta ahora.

-Siento como si estuviéramos haciendo algo mal si volviéramos juntos a casa. Me siento distinta. – dije apenada.
-Lo sé, a mí también me pasa, pero sé que te sigo amando.
-Yo también te sigo amando pero hay algo ahora dentro de mí que me dice que es mejor que nos alejemos.
-Laura, no quiero que te vayas, necesitamos estar los dos con Aubree, juntos. – pidió Mike.
-Y me gustaría, pero ¿y si somos hermanastros? Necesitamos aclararlo antes de seguir con esto. Si resulta ser falso volveremos, pero si es cierto creo que debemos romper.
-Por favor Laura, no podemos romper otra vez, te amo, eres mi vida.
-Creo que debemos hacer vidas separadas hasta que se esclarezca este asunto. – dije finalmente.

Me levanté, le di un beso en la mejilla a Mike y me fui con Charlotte y Aubree.  Los demás terminaron el café y volvieron a casa, no sin antes coger Bruce el vaso vacío de Michael y el mío.
Fuimos directamente al apartamento de Charlotte, ya que no tenía otro sitio a dónde ir. La infelicidad se apoderó de mí al tener que volver a separarme de Michael, y mucho más ahora que no podíamos estar como una familia con Aubree. Me parecía increíble que existiera la posibilidad de ser hermanastros, si eso era cierto, no sabría qué iba a hacer con mi vida, no sabría si podría alejarme de él y si podría querer a otro hombre.

-Laura, no estés así, por favor. Aún no está claro que tú y Mike seáis hermanastros. – dijo Charlotte.
-Lo sé, pero no puedo dejar de pensar en ello, es imposible.
-Esperaremos a ver qué puede hacer Bruce, ¿vale?
-Sí. De todas maneras, ¿cómo es que mi padre estuvo con Tess? ¿De qué se conocen? Jamás había escuchado tal historia. – dije dejando a Aubree en la cama rodeada de almohadas para que no se cayera.
-¿Ves? Por eso no debes creer que seáis hermanastros aún, no sabemos nada acerca de esa historia. Pero la verdad es que es súper extraño que tu padre y la madre de Mike se conocieran, son de mundos distintos.
-Ya, pero en un tribunal no se puede mentir, si lo dijeron sería por algo, pero ya veremos.
-Por cierto, tengo un problema y muy grande.
-¿Cuál? ¿No sabes qué menú elegir en tu boda con Paul? Jajaja. – me reí.
-No. En realidad es más complicado que eso. Verás…llevo algo más de una semana pensando en qué hacer porque en nochebuena me fui con Eric de fiesta, bebimos mucho y…terminé acostándome con él. – confesó Charlotte.
-¿Cómo dices? ¿Estás loca?
-Pues ahora mismo creo que sí porque ya no sé qué pensar.
-¿Pero tú no eras feliz con Paul? ¿No querías que se divorciara para poder estar con él?
-Sí, eso era lo que quería. Aunque me pilló por sorpresa eso de casarnos tan apresuradamente, yo quería esperar. Además la presión de la prensa me está volviendo loca, están en todos lados y no puedo estar un segundo tranquila, ni cuando compro unos zapatos, un libro o un mísero chicle, siempre están ahí criticando lo que hago, nunca dicen nada bueno. Casi todos hablan mal de mí, que soy una rompe relaciones, causante del divorcio de Paul y que ahora he dejado a sus dos hijos sin padre y sin una estabilidad. De verdad Laura, no puedo con eso.
-¿Te ha pasado y has sentido todo eso y no me lo has contado? – dije un poco traicionada.
-Lo siento, pero no quería que pensaras que yo volvía a ser como hace años, que me enamoraba de muchos chicos y no me importaba nada, no quería que pensaras que era una mala persona por separar a un matrimonio con hijos para después quererle abandonar. – dijo Charlotte.
-Charlotte, no he pensado eso en ningún momento. Lo único en lo que estoy pensando es en por qué tardaste tanto en contarme algo así. Pero ahora entiendo que pensaras que iba a acusarte de algo puesto que es un asunto muy peliagudo.
-No sabes cuánto, ¿qué voy a hacer? No estoy segura de querer casarme, no voy a poder aguantar esta situación mucho más. Me gusta Paul, le quiero, pero no sé si quiero esa vida junto a él. Se presentará a presidente de los Estados Unidos pero si ahora es horrible, ¿qué haré si sale elegido? Sería totalmente infeliz, no sé cómo su ex mujer pudo aguantar tanta presión.
-¿Y te acostaste con Eric porque estabas borracha, te gusta él o intentabas alejarte por un momento del mundo de Paul? – pregunté preocupada.
-Una mezcla de esas tres razones.
-¿Te gusta Eric?
-Sí…bueno, no sé si te habrás dado cuenta pero cada vez que iba a casa de Mike a visitaros siempre terminaba hablando con él en algún lugar de casa apartado. Es un gran hombre, además nos parecemos porque él también salió con muchas chicas en el instituto y la universidad.
-La verdad Charlotte, no sé cómo solucionarte este problema.

Realmente Charlotte se encontraba en un gran atolladero y comprendía que no quisiera hablar de ello durante un tiempo. Si se casaba con Paul iba a ser infeliz, tratando de contrastar su vida con la prensa y todo lo que eso conllevaba. Si dejaba a Paul la prensa se cebaría con ella igualmente, la tacharía además de rompe relaciones de ser una aprovechada que busca fama. ¿Qué podía aconsejarle? Iba a ser duro de una manera u otra, me compadecía de ella, aunque yo ya tenía mis propios problemas.

Charlotte y yo éramos dos almas en pena durante los siguientes días. Ella seguía pensando en qué hacer sobre su boda pero no conseguía obtener una solución que no dañara a nadie. Mientras, yo estaba junto a Aubree todo el rato. Era increíble lo que se podía parecer a Michael y a mí, cada vez que veía sus ojos azules me recordaban a él, eran preciosos. Deseaba poder volver a ver a Mike, besarle y abrazarle y que nada de esto hubiera sucedido, pero no podía ser, tenía que aguantarme.

Mientras, Michael estaba en su casa junto con Allison y Eric, ya que Kyle se había ido a trabajar. Él se encontraba como yo, triste y desesperado, más aún sin tener a su hija al lado. Pero no podía dejar de pelear por volver con su familia, que para él eramos Aubree y yo.

-Es increíble que mamá haya tenido una aventura con ese tal Ray. – dijo Eric.
-Todo el mundo se ha quedado tan sorprendido como yo. Nunca pensé que fuera hijo de otro padre, siempre me han tratado igual que a ti, Eric – dijo Mike.
-Yo…sí que sabía acerca de una aventura de mamá. – soltó Allison como quien no quería la cosa.
-¿Cómo? ¿Qué? ¿Por qué no has dicho nada? – dijo Eric.
-Cuéntanoslo ahora mismo. – obligó Mike.
-Bueno, yo era muy pequeña, pero recuerdo cómo mamá besaba a otro hombre, se acariciaban y demás. Hasta hoy no he sabido quién era, pero ahora lo sé, era ese Ray. –confesó Allison.
-¿Qué edad tenías? – preguntó Mike.
-Tendría yo dos o tres años, no lo sé.
-¿Cómo recuerdas eso? – quiso saber Eric.
-Pues…es algo que me presultó raro porque siempre la veía besarse con papá, pero con otro hombre no. Por un tiempo lo olvidé pero cuando supe lo que era engañar en un matrimonio volví a revivirlo en mi mente. Siempre lo he sabido y siempre he tenido esa espinita dentro de mí, pero era un peso muy grande para mí, por eso se lo conté a mamá cuando vine de Múnich. Discutimos muchísimo y me pidió que jamás se lo contase a nadie. Pero jamás me habría imaginado que te tuvo con otro hombre.
-Pues ya ves, así es nuestra madre. Ahora que lo pienso, si se lo confesaste cuando volviste de Munich… ¿fue cuando intentaste suicidarte? – preguntó Mike.
-Sí. Vine, peleé con ella, las dos nos pusimos como unas locas y me fui ese mismo día, no quería estar en el mismo lugar que ella. Y cuando volví por la fiesta de Aubree, verla de nuevo después de tanto tiempo pues me afectó mucho, reviví aquella pelea y lo injusto que era que papá no supiera aquello, por eso monté aquel espectáculo.
-Dios mío, asíque todo lo tuyo tenía una razón. Ally, a partir de ahora nos tienes que contar todo, ¿de acuerdo? Tenemos que estar unidos, aunque sea sólo los hermanos, pero debes contarnos todo a Mike y a mí. – dijo Eric.
-Sí, de acuerdo. Pero tuve unos años bastante malos, ya sabes, como papá y mamá parecía que no me querían pues…
-Lo sabemos, y estaremos siempre contigo – dijo Mike.

Los días pasaron lentamente y tuve que ir de compras porque dejé toda mi ropa y la de Aubree en casa de Mike, no me apetecía ir a recogerla porque sabía que si le veía no querría separarme de él.
Regresar cada día al periódico me resultaba tedioso porque entre que me imaginaba que veía a Nick Martin en todos lados, y mi incapacidad para poder concentrarme en mi trabajo por culpa del juicio, hacía que no fuera feliz yendo al New York Post.
Tenía mucho trabajo, escritos que revisar y transcribir y no me encontraba en plenas condiciones.
Una mañana a finales de Enero, Nicholas Martin entró en mi despacho con unos papeles en las manos, más trabajo pensé.

-Señorita Stevens, ¿está contenta con su trabajo?
-Por supuesto que sí.
-¿Qué tal va lo de su juicio con sus padres?
-¿Cómo sabe…?
-La prensa, en señor Stanford es famoso y también lo es usted por estar con él. Es bastante alarmante que ustedes puedan ser hermanos y aún así haya tendo una hija.
-Por ahora no se ha confirmado tal cosa. – dije enfadada.
-Bien, te traigo tus últimos artículos. He de decir que me has decepcionado bastante, incluso has tenido errores ortográficos.
-¿Qué? ¿Dónde?
-Aquí los tienes, están rodeados con bolígrafo rojo. Menos mal que lo he revisado, sino habría ido directamente a la impresión. Creo sinceramente que no estás en condiciones de hacer este trabajo.
-Señor Martin, usted sabe que soy capaz de esto y mucho más. Puede que sea cierto que he tenido unos días difíciles pero subsanaré estos errores.
-Demasiado tarde, señorita Stevens, una segunda al mando en la seción nacional no se puede permitir estos errores, está despedida con efecto inmediato. – concluyó Nicholas Martin antes de irse de mi ya ex despacho.

Aquello me resultó increíble, el señor Martin había conseguido lo que andaba buscando desde que supo que trabajaba aquí, se terminó vengando de mí. Pero sí que tenía parte de razón en que había estado distraída y podía haber cometido errores, por tanto recogí mis cosas y me fui a casa de Charlotte, donde estaba Aubree con la niñera que contratamos.
Cuando Charlotre regresó a casa después del trabajo le conté lo que me había pasado en el periódico y se quedó alucinada.

-Qué cerdo es ese hombre… - dijo Charlotte.
-En realidad es su trabajo, entiendo que me despidiera, pero sé que estaba buscando algo para poder despedirme y vengarse de mí por no querer a su hijo James.
-Ya, pero quizás cualquier otro jefe te habría dado un aviso, no haberte despedido a la primera.
-También es verdad, en cualquier caso ya no hay nada qué hacer. – dije dando de comer a Aubree.
-¿Qué vas a hacer ahora? ¿Vas a enviar más currículums a otros periódicos?
-No lo sé, por ahora no creo que pueda centrarme en trabajar hasta que no acabe este juicio.
-Bueno, dinero tienes de sobra, pero a lo mejor te vendría bien trabajar en algo para distraerte por lo del juicio – aconsejó Charlotte.
-Sé que tengo que distraerme, pero no puedo concentrarme en hacer lo que me gusta, no puedo trabajar en un periódico para fastidiarlo de nuevo.
-Quizás podrías distraerte de otra forma, ¿no? Un hobbie o algo así.
-Sï, eso estaría bien, pero estoy tan desanimada que ya no sé ni qué quiero. – confesé.
-Siempre has dicho que quizás te gustaría escribir un libro, a lo mejor ahora sea un buen momento para empezarlo.
-Pues tienes mucha razón. Así podría distraerme y estar en casa al mismo tiempo con Aubree. ¡Muchas gracias! – abracé a Charlotte, quien se sintió bien por haberme ayudado – pero oye, ¿qué va a pasar contigo y con Paul?  ¿Has decido ya algo?
-No, no sé qué hacer. Él sigue entusiasmado por casarse, aunque no le veo mucho porque está siempre viajando. Me deja a mí organizar la boda, pero en realidad les dejo a mis asesores el trabajo porque no me apetece nada hacer eso puesto que no sé si quiero casarme.
-Charlotte, os casáis en dos meses, no puedes esperar tanto, si vas a cancelar la boda hazlo cuanto antes porque si tardas más será más doloroso, para él y para ti.
-Lo sé, pero es que aún estoy decidiendo.
-¿Eric qué dice sobre esto? – pregunté.
-No lo sé. No hemos vuelto a hablar desde el día del juicio porque ya no voy por allí para verte – dijo Charlotte un poco triste.
-Podrías hablar con él, a lo mejor piensa que sólo fue una aventura y así puedes continuar con Paul. O quizás sí quiera estar contigo y eso haga decidirte el irte con él.
-Sí, debería hablar con él, pero será difícil porque cuando estoy con él me pongo nerviosa y al final no sé si podría hablar de ese tema precisamente.
-Tienes que intentarlo, sino no sabrás qué hacer. – concluí.

Charlotte se dio cuenta que quizás si hablaba con Eric sus dudas se disiparían, pero le daba bastante vergüenza, puesto que ella nunca había tenido que hablar con un chico sobre si se gustaban, y mucho menos pedirle que expresaran sus sentimientos.
Pronto llegó el día de la continuación del juicio, quizás ese día me quitaran a Aubree y no pudiera volver a verla, quizás se confirmaría que Michael y yo éramos hermanastros y quizás yo me fuera a volver loca si todo eso sucedía.
Desayuné tras haberle dado a Aubree de comer y me dispuse a vestirnos mientras Charlotte se daba una ducha para acompañarnos.
En la entrada del juzgado nos encontramos con Michael, quien estaba de nuevo acompañado por Kyle, Eric y Allison. Todos entramos a la vez en la sala mientras yo hablaba con Kyle, quien también estaba totalmente decepcionado con la historia de nuestro padre.
Michael y yo nos sentamos en la mesa frente al juez, nos miramos y pudimos intercambiar unas palabras, ya que hacía un mes que no nos veíamos.

-¿Tú y Aubree estáis bien? –preguntó Mike.
-Sí, la niña está perfecta, sonríe mucho y yo…me despidieron el New York Post, Nicholas Martin me despidió asíque como no podía concentrarme estos días he estado empezando a escribir un libro.
-¿Has empezado con un libro? ¡Eso es estupendo, estoy muy orgulloso de ti!
-Sí, la verdad que era una de las cosas que tenía pensadas en hacer en la vida asíque estoy contenta por ello.
-Me alegro – dijo con una triste sonrisa.

Bruce llegó apresuradamente y se sentó junto a nosotros sin decir palabra, asíque por fin pudo empezar la sesión. Tess fue llamada al estrado por Bruce para interrogarla.
Estaba tan elegante como siempre, con joyas muy caras aparentemente y con unas orejas de no haber dormido ultimamente.

-Señora Stanford, ¿podría explicarnos su relación con el señor Stevens? – preguntó Bruce.
-Somos conocidos.
-¿Podría ser más específica? Según recuerdo hace un mes el señor Stanford dijo que ustedes tuvieron un hijo juntos.
-Hace treinta y dos años, el señor Stevens y yo íbamos al mis colegio en Los Ángeles, teníamos las mismas clases, incluso teníamos el mismo grupo de trabajo en varias asignaturas, fue inevitable que nos gustáramos. Hablábamos siempre en los descansos, en clase…y un buen día me pidió salir. Yo estaba tan contenta por salir con él…nos lo pasábamos genial. Yo estaba tan feliz que se lo conté a mi madre. Mis padres y yo vivíamos acomodadamente en un barrio bastante lujoso, y mi madre no quería que estuviera con un chico que no tuviera futuro y no tuviera dinero, por ello, me obligó a dejarle. Le dije que no le quería y rompimos. Años más tarde, cuando ya me casé con William Stanford y tuve a mi hijo Eric, volví a verle. – contó Tess.
-Muy bien, síganos contando qué ocurrió.
-Fue totalmente casual. Fui a ver a su casa a una amiga y le estaban reconstruyendo una parte de la casa, en cuya obra trabaja el señor Stevens, Ray. Ahí empezamos a tener una aventura.
-¿Mientras mantuvo esa aventura con el señor Stevens, él estaba casado? – preguntó Bruce.
-Pues sí, se acababan de casar hacía pocos meses, me parece que con 18 años.
-¿Usted a qué edad se casó y a qué edad tuvo a su hijo Eric?
-Me casé a los 16 estando embarazada de Eric, apenas me quedaban dos meses para dar a luz.
-¿Se casó por estar embarazada? – preguntó Bruce.
-¡Protesto! No estamos para juzgar el matrimonio del Señor y la señora Stanford – dijo Germaine.
-Se rechaza. Creo que es bueno saber la historia completa. – dijo el juez.
-Me casé tan pronto por estar embarazada sí, pero yo ya estaba enamorada de William, llevábamos juntos ya un año y medio, iba a ser inevitable que nos casáramos – dijo Tess.
-Bien. Síganos contando la historia con el señor Stevens – obligó Bruce.
-Pues volví a verle, tuvimos una aventura, nos veíamos una vez a la semana, fue como revivir de nuevo la juventud del colegio cuando estaba con él y entonces me quedé embarazada- dijo Tess.
Se abrió la puerta de repente y una mujer trajeada con gafas de pasta corrió hacia Bruce y le dió un sobre grande. Bruce le dio las gracias, ojeó los papeles y sonrió.
-Señoría, tengo aquí unas pruebas de ADN que confirman que la señorita Laura Stevens y el señor Michael Stanford no tienen parentesco alguno – soltó Bruce triunfante ante un gran revuelo en la sala.

Michael y yo nos miramos aliviados y nos cogimos de la mano. Toda la sala estaba cuchicheando ante la nueva prueba. El juez cogió y revisó los papeles uno a uno bien atento.

-Señoría, no sabíamos nada de estas pruebas – dijo Germaine.
-Ya, pero estas pruebas son irrefutables, tienen un 99,99% de exactitud, no hay duda. Prosigamos. – dijo el Juez.
-Bien, señora Stanford, ¿iba a decir usted que se quedó embarazada de Ray Stevens cuando se volvieron a ver? – preguntó Bruce sonriente.
-Yo… - empezó a decir Tess.
-Verá, iba a decir que se quedó embarazada de Ray, ¿no?
-Sí, así fue. Y le dije que teníamos que dejar de vernos porque estaba embarazada de él y no podía hacerle eso a William, debía de terminar con esa aventura porque había ido demasiado lejos, además él también estaba casado. Me pidió seguir la vida de aquel bebé ya que era suyo pero me negué, no quería que William se enterase, asíque le eché de mi vida.
-Verá señora Stanford, creo que ha mentido y mucho porque, que todos sepamos, su siguiente hijo fue Allison, no Michael, ¿no es así?
-Pues…sí, es cierto. Tuve a Allison y tres meses después me quedé embarazada de mi hijo Michael. Ray regresó a verme transcurridos un par de años para decirme que quería saber sobre su hijo, que sólo quería verlo, que no iba a hacer nada malo porque él iba a ser padre con su mujer Miranda, ya que ella estaba embarazada por primera vez. Yo me negué, pero por aquel entonces, una de las niñeras que tenía apareció con Michael en brazos para cambiarle el pañal y Ray se fijó en él, creyó que era su hijo y se quedó contento, sólo me preguntó cómo se llamaba, asíque le dije su nombre y no negué que él no era su hijo – confesó Tess.
-¿Por qué mintió?
-Tenía miedo que le contase a William que le había engañado y me dejase.
-Pero, de todas formas, ¿qué más daba que le dijera que Allison era su verdadera hija? – preguntó Bruce.
-Porque cuando le vió se quedó como satisfecho, no quiso preguntar nada, pedir nada, asíque yo lo dejé correr.
-Bien, ¿algo más que añadir?
-Le conté a William lo que pasó hace mucho tiempo, justo despues de nacer Allison y me perdonó. Allison supo de aquella aventura pero no quería que se lo dijera a nadie porque si indagaba podría descubrir que ella era hija de otro hombre. Pero no le dije nada a Ray después de tanto tiempo para dejar las cosas tranquilas. – terminó Tess.

Allison rompió a llorar, había entrado en la sala pensando que ella era hija legítima de sus padres pero iba a salir de allí sabiendo que su padre era Ray Stevens.