domingo, 12 de abril de 2015

Capítulo 33



Mientras, en casa de Paul Abramson, Charles Rodgers llegó con una médico, cosa muy anormal tratándose de la hora que era. Ambos fueron a una habitación acondicionada para un uso médico, donde se encontraba dormida Charlotte sobre una camilla, atada por las muñecas y los tobillos.
Paul llegó enseguida y se puso de pie al lado de Charlotte mientras la mirada con un rostro bastante duro.
                                                      
-Despiértala – ordenó Paul.

La médico le hizo caso, cogió una inyección y se la puso a Charlotte, quien casi al instante abrió los ojos. No sabía dónde se encontraba, pero al ver a Paul mirándola intensamente supo que nada iba bien. Intentó moverse pero era inútil, sus extremidades estaban atadas a la camilla, no podía irse a ningún lado. Pronto vio que en la habitación había una mujer con una bata blanca y a Charles Rodgers, no tenía ni idea de qué significaba todo esto.

-¿Qué está ocurriendo aquí? – preguntó Charlotte intentando no parecer asustada.
-Bueno, como últimamente no hemos tenido ocasión de ser una pareja emocionada por ser padres, esto es una consulta para saber cómo va tu embarazo – explicó Paul.
-¿Qué? ¿Qué más te da si lo único que te importa es que nazca?
-Sí, pero tampoco quiero que el embarazo vaya mal, quiero saber si tenéis buena salud.
-¿Cómo me has traído hasta aquí? ¿Me has drogado, verdad? – dijo enfadada.
-Sé que te habrías resistido si te lo hubiera pedido voluntariamente, asíque no he tenido opción.
-Eres un cerdo.
-No te lo tomes a mal, pero fui yo quien te tuvo que drogar, eso sí, lo hice con muchísimo cuidado, no te ha pasado nada – dijo Charles.
-Y tú también eres otro cerdo.
-Adelante doctora, examine a mi mujer.

La médico, quien tenía un rostro impasible, se colocó para hacerle a Charlotte un examen completo, además de una ecografía. Quince minutos después, cuando Charlotte sabía que no podría guardar más el secreto, la doctora comentó los resultados.

-La señora Abramson no está embarazada – dijo la médico.
-¿Cómo? ¿Qué está diciendo? – dijo Paul con voz alterada.
-Le digo que Charlotte no está embarazada.
-Pero, ¿ha estado embarazada alguna vez? – preguntó ya Paul gritando.
-Oh, eso sí puedo asegurárselo, además puedo decir que ha sido un aborto voluntario. Ahora, si me disculpan, tengo que volver a mi casa – concluyó la doctora.
-Yo la acompañaré a la puerta – dijo Charles.

Ambos se fueron de la habitación, dejando a Paul y Charlottes a solas. Ella se sintió muy vulnerable al no poder moverse de la camilla, sabía que algo malo pasaría a continuación.
Paul sacó el móvil y escribió un mensaje muy rápido, pero pronto volvió sus ojos a Charlotte.

-Asíque has abortado voluntariamente…
-Oye yo…
-¿Pensabas que no me enteraría?
-No, esto es bastante evidente que no se podría olcultar para siempre – dijo Charlotte tragando saliva.
-Asíque lo que pensabas era ganar tiempo para poder urdir un plan…ahora lo entiendo.
-¿Cómo?
-Charles encontró el teléfono escondido en la habitación, ha revisado su contenido y sé que tú y Laura tenéis un plan contra mí – dijo Paul apretando los puños.
-¿Qué? No, Paul, lo habrás interpretado mal… -comenzó a decir Charlotte pero un puño de Paul le dio en la mandíbula haciéndola sangrar. El golpe le dio tanto que pensaba que le habría roto algún hueso y comenzaron a llenársele de lágrimas los ojos.
-Mi mujer me ha traicionado. Sabías cómo soy y aún así has seguido con vuestro plan, ¿creías que nunca me enteraría? Tengo ojos y oídos en todas partes, jamás podréis conmigo.
-Paul…Paul por favor…yo te quería…
-¿Qué tú me querías? ¿Sabes lo que es estar enamorado de una mujer que yo creía que era la que compartiría el poder conmigo? ¿Sabes lo que es estar enamorado de una mujer que te ha traicionado? ¡Tú me has destrozado! ¡Hasta nuestro hijo! – dijo Paul mientras le daba otro puñetazo en el ojo a Charlotte y la dejó inconsciente.
Paul siguió pegándola a pesar de que ella ya no parecía estar en aquella habitación, o mejor dicho, ya no parecía viva.

Poco después la doctora que la había examinado minutos antes, entró en la habitación por orden de Paul.

-Gracias por hacer que se quede Charles. Doctora, cure ahora a mi mujer, ella ya ha aprendido la lección – dijo Paul.
-¿Qué? Yo…yo no puedo curarla, está…destrozada…apenas tiene pulso, necesita atención hospitalaria, ¡ahora mismo! – gritó la doctora.
-¿Qué hacemos? – preguntó Charles a Paul.
-Maldita sea…llévalas al hospital, a las dos, pero asegúrate que no se enteren de qué ha pasado, ¿entendido? Y doctora – dijo Paul acercándose a la mujer – como diga algo de lo que ha visto u oído, su familia no volverá a ver la luz del día.

En el restaurante Bouley, todo pareció quedarse en silencio a mí alrededor. Sólo veía los ojos de Michael mirando los míos con un rostro lleno a la vez de suspense y alegría. Ver todo lo que había preparado en aquel restaurante para pedirme matrimonio me pareció fantástico, un halago, pero no sabía si debía casarme tan pronto, sólo tenía 23 años. Si bien es cierto no es que me tuviera que casar el mes que viene, sino que podríamos alargar el compromiso al menos unos años, ¿él podría querer eso?
La expresión de Michael fue poco a poco desvaneciéndose hasta quedarse cabizbajo, pasándose la mano por el pelo en señal de nerviosismo.

-Entiendo, sé lo que me quieres decir, asíque no hace falta que respondas – dijo Mike.
-Mike…no es eso. Créeme que no es que no te quiera.
-Sé que me quieres, pero lo que no sé es hasta cuánto me quieres, y veo que no es suficiente como para querer pasar el resto tu vida conmigo.
-Me encantaría pasar mi vida contigo, de verdad, pero somos muy jóvenes, bueno, al menos yo me considero bastante joven como para casarme. ¿No es suficiente para ti cómo estamos ahora? Prácticamente es como si estuviéramos casados, vivimos juntos, tenemos una hija juntos, dormimos juntos, pasamos tiempo juntos… - dije razonando.
-Hacer todo eso no es lo mismo que estar casados.
-Pues básicamente es lo mismo, ¿no crees?
-Si estuviéramos casados tú llevarías mi apellido, tú podrías decorar la casa, gastar todo el dinero de mi cuenta, elegir otra casa si te apetece, compartir los gastos de las facturas… ahora sólo vivimos en mi edificio, yo pago todo…
-¿Me estás echando en cara que no gasto mi dinero? – pregunté indignada.
-¡No! ¡En absoluto! Me encanta que gastes dinero aunque sea mío, pero quiero que los dos tengamos una cuenta conjunta, que tengamos un hogar de verdad.
-Mike… ¿Quieres comprarte otra casa? Podemos hacerlo, es más, puedo comprarla yo porque he ganado muchísimo dinero con mi libro.
-No me entiendes, quiero que tomemos decisiones juntos, no simplemente comprar una casa – dijo Mike nervioso.
-¿Quieres que discutamos sobre los azulejos del baño en la casa que nos vamos a comprar?
-Quiero que tú quieras tener proyectos conmigo, Laura.
-Dios mío…de verdad Mike, no sé qué hacer, esto me ha pillado por sorpresa. Quizás estamos llevando todo a la tremenda sólo por esta petición – dije intentando calmar las cosas.
-Ha sido un error pedírtelo, lo siento.
-No, no lo sientas, simplemente lo has hecho porque es lo que querías hacer. He sido yo la que ha fastidiado todo porque me he sorprendido muchísimo.
-No importa, retiro mi petición.
-¿Lo harás? Oye, no es que no quiera casarme contigo, quiero hacerlo, pero dentro de unos años. Te diría que sí si esta petición se cumpliera más tarde, ¿crees que podrías aguantar unos años más?
-¿Eso es un sí?
-Es un sí, pero dentro de unos años – dije sonriendo.
-De acuerdo, un sí tardío – dijo Mike abrazándome.
-Pero, quiero mantenerlo en secreto un tiempo, cuanto más tarde lo sepa la gente, menos nos estarán diciendo día tras día cuándo nos casaremos.
-Está bien, tú mandas. Asíque este anillo lo guardaré hasta cuando estés preparada para llevarlo.
-Muchas gracias, amor. Ahora sí que es todo perfecto, te quiero.
-Y yo a ti, princesa – dijo dándome un hermoso beso.

Una semana después,  Allison llegó ya con las invitaciones a la boda, la cual sería dentro de un mes. Estaba radiante y muy contenta porque pronto sería la mujer de Cole Slasher. Michael estaba muy ocupado, y no hacía más que llamar a casa una de sus asistentas, una tal Peggy. Lo que realmente me preocupaba era la ausencia de noticias de Charlotte y Eric estaba presionándome para que yo hablase con ella y saber cómo estaba.
La llamé insistentemente al teléfono que le di, pero continuamente sonaba el contestador y empezaba a pensar que le había pasado algo grave, ya que ella me había dicho que si cada dos días no recibía noticias suyas es que algo iba mal. No sabía qué hacer porque no podía presentarme en casa de Paul a preguntar por ella porque él no me iba a responder sinceramente, y como a Michael no le hacía gracia que anduviera metida en ese tema, sólo le podía pedir ayuda a Bruce.

-¿Hace una semana que no sabes nada? ¿Y se puso violento la última vez que hablaste con ella? Esto es muy preocupante – dijo Bruce.
-¿Muy preocupante? Madre mía, pues si tú ya me dices eso me voy a tirar de los pelos.
-Bueno, tranquila, haré lo posible por saber qué ha pasado con ella y dónde está.
-¿Crees que lo conseguirás?
-Bueno, no te lo aseguro, pero lo que sí tengo claro es que no va a ser fácil y seguramente tenga que sobornas a más de una persona para conseguir algo.
-No repares en gastos, yo lo pagaré todo. Sólo quiero saber si está bien – dije nerviosa.
-Sobre el tema de Paul, todo se está volviendo más turbio, hay mucha gente metida en su mundo, no pensaba que fuera a ser tan difícil sacar alguna prueba de lo que está tramando.
-¿A qué te refieres?
-Tiene bajo su mando a fiscales, jueces, policías, políticos…es una auténtica trama, y están bien pagados o chantajeados, voy a tardar en saber alguna pista.
-¿Tan poco accesible es ese hombre? – pregunté.
-Y más que lo será cuando sea presidente.
-¿Crees que lo conseguirá?
-Con toda la gente que tiene bajo su mando, créeme que conseguirá una mayoría absoluta.
-Pues espero que sepamos algo para poder ir en su contra y que no se salga con la suya.
-Oye, también le he visto en Stanford Tech, ¿sabes algo de eso? – preguntó Bruce.
-¿Qué? ¿Estás de broma? ¡No tenía ni idea!
-Asíque Mike no te ha contado nada…
-Tuvimos una charla sobre eso, me pidió que me alejase del tema de Paul, que era peligroso, nada más – dije un poco decepcionada.
-No sé qué hará Paul visitando su empresa pero, quizás sea una pista y tú puedes averiguar de qué va si visitas a tu novio.
-De acuerdo, intentaré averiguar qué ocurre allí.

¿Qué demonios hará Paul en Stanford Tech? Quizás sólo quisiera hablar con Michael, como ha estado haciendo en sus reuniones clandestinas, o eso creíamos. Pero aquello tendría que esperar, porque Robert y Kevin estaban esperándome en la puerta de casa con nuevas fechas para reportajes y nuevas fotos.

-Chicos, ¿cuánto más va a durar esto de la promoción?
-¿Te has cansado tan pronto? – preguntó Robert.
-Bueno, llevo unas semanas intensas con tanta promoción, y creo que el libro ya se ha vendido bastante y no hace falta que salga en más sitios, ya se puede vender solo si alguien más quiere comprarlo.
-¿Estás loca? ¿Y perder la oportunidad de seguir ganando millones? – volvió a decir Robert.
-Si me conocieras sabrías que no me importa el dinero.
-Bueno, tranquilidad. Si ella quiere que haya menos publicidad eso podemos dárselo. Y es cierto que, como ella dice, el libro se vende solo porque es estraordinario – comentó Kevin.
-Hombre, gracias por escucharme y ser comprensivo, Kevin.
-¿Os habéis vuelto majaras los dos? ¿Vivimos en el mismo mundo? – dijo Robert.
-Escucha, Robert, dejad de hacer tanta publicidad, traedme algo de vez en cuando y ya, ¿entendido?
-Entonces, ¿No quieres saber lo que te traemos? – volvió a preguntar Robert.
-Ya que estáis aquí… - dije mientras habría la puerta de casa y entramos todos.
-Pues resulta, que soy muy amigo de mucha gente de Hollywood… - comenzó a decir Robert.
-¿Qué tiene que ver Hollywood con un libro? – pregunté intrigada.
-¿Me dejas acabar? Gracias…como sabes, tengo muchos contactos, y sé de buena tinta que tu libro lo han leído varios directores de cine muy conocidos.
-¿Y? – dije impaciente.
-Y… ¡déjame acabar! Por dios…algunos de ellos me han dicho que les encantaría poder dirigir una película sobre tu libro, ¡ya lo he dicho! – gritó Robert.
-¿Qué? ¿Estáis seguros? – pregunté incrédula.
-¡Sí! ¿A que es genial? – dijo Kevin.
-¿Qué si es genial? ¿Por supuesto? ¡No puedo creer que les haya gustado mi libro como para llevarlo a la gran pantalla!
-Pues ya sabes, a esperar más noticias. – dijo Kevin de nuevo.

Que alguien quisiera llevar al cine mi libro era todo un éxito, jamás se me habría ocurrido que me podría llegar a pasar algo así en la vida.
Allison me pedía ayuda constantemente con los preparativos de la boda, además, no estaba segura de qué vestido de boda escoger, asíque tuve que ir con ella a la tienda y se probó más de cuarenta hasta que por fin la ayudé a decidirse.
También tenía que buscar un regalo para Michael, porque en cinco días sería su 26 cumpleaños. No sabía qué regalarle porque, ¿qué demonios le regalas a alguien que lo tiene todo?
Por otro lado, tenía que ir a investigar a Stanford Tech sobre lo que Bruce me había dicho, asíque me encaminé hacia allí.
La verdad era que el edificio tenía la última tecnología del mercado, era prácticamente futurista. Pronto me encontré con la secretaria de Michael, la cual me pareció que llevaba un atuendo bastante corto, escotado y provocativo.

-Vengo a ver a Michael – dije seriamente.
-Lo siento, pero está ocupado, puede dejarle un mensaje si quiere.
-No me ha entendido. Quiero ver ahora a Michael, soy su novia.
-Ah…bueno, déjeme que le diga que aunque sea su novia o el Papa, está ocupado, si quiere dejarle un mensaje se lo pasaré en cuanto pueda – dijo de forma condescendiente.
-¿Cómo te llamas?
-Peggy.
-¿No eras tú la asistente de Mike en el periódico?
-Sí, pero…soy su asistente en todo – dijo sonriendo.
-Escúchame guapa, tengo que ver a Mike ahora mismo, ¿o prefieres que le llame por teléfono y haga que te despida?
-No es necesario – dijo Mike saliendo por la puerta de su despacho.
-Lo siento, señor, no dejaba de ser insistente y le he hecho saber que estaba ocupado.
-Lo sé, Peggy, pero es mi novia, ella siempre tendrá acceso aquí si lo desea, ¿te ha quedado claro? – dijo Mike un poco enfadado.
-Muy claro, señor.

Por fin nos habíamos quitado de encima a esa tal Peggy y pudimos entrar en el despacho. Ahí dentro no parecía que estuviéramos en un sitio tan avanzado ya que la mayoría de las cosas eran de madera o cristal.

-Veo que tu despacho no parece una nave espacial como el resto de este lugar.
-Ya, al principio lo era, pero me parecía un lugar gélido, asíque lo puse mucho más acogedor.
-Pues ya podías deshacerte de esa secretaria para hacerlo aún más acogedor – espeté.
-Sé que Peggy es a veces insufrible, pero lleva todo el papeleo y me sería más difícil si contrato a alguien nuevo y tengo que volver a enseñarle todo el proceso. Cuando acabemos con un proyecto pendiente la despediré.
-Pensaba que sólo trabajaba en el periódico.
-Ya…fue muy insistente en trabajar aquí también, y como dijo que necesitaba más dinero pues acepté – dijo Mike como vencido.
-No me gusta, ¿lo sabes, no?
-Sí, se te nota el entrecejo fruncido, además de porque habías alzado la voz ahí fuera y por tu forma de dirigirte a ella con un “escucha guapa” jajajaja.
-¿Te estás riendo de mí?
-Un poquito nada más – dijo Mike agarrándome por la cintura – venga era una broma.
-Eso espero – dije dándole un beso.
-¿Y cómo es que has venido hasta aquí?
-Pues…he venido a…preguntarte…si hay algo…que necesites – dije a trompicones.
-¿Algo que ncesite? ¿Por qué?
-Porque…en cinco días es tu cumpleaños y no sé qué regalarte, ¿vale? – dije excusándome para no decir que había ido a investigar qué ocurría ahí.
-Jajajaja, sinceramente, ya tengo todo lo que quiero. Y con todo me refiero a ti y a Aubree, con vosotras no me hace falta nada más, no hay mejor regalo que eso – dijo cariñosamente agarrándome más fuerte.
-Oh…caray, qué cosa más bonita me acabas de decir – dije poniéndome colorada – pero…que sepas que quedaré mal si nos envuelvo a Aubree y a mi en papel de regalo y los demás te regalan algo como un estéreo o un reloj suizo, jajajaja.
-Jajajaja, créeme que disfrutaría más con vosotras, y además si te desenvolviera a ti y no tuvieras nada debajo…eso sí que sería un doble regalo – dijo Mike guiñándome un ojo.
-Qué pillín eres eh…jajaja. Bueno, ya veré a ver qué hago. Antes de irme a casa con Aubree me gustaría ver un poco todo esto, ¿te importa?
-No, claro que no. Te mando un gruía para que te explique.
-No, no hace falta, ya iré yo preguntando, sólo unos minutos nada más a ver qué tal es todo este lugar.
-De acuerdo, nos vemos luego en casa, princesa – dijo dándome un beso.

Andar por aquellas instalaciones no era nada fácil, daba la sensación de que podías perderte en cualquier momento. Necesitaba encontrar a alguien a quien preguntarle, pero la mayoría de las cosas eran automatizadas y no requerían controlarlas manualmente. Pero por fin encontré a un hombre en el área robótica.

jueves, 9 de abril de 2015

Capítulo 32



Todos nos quedamos estupefactos ante tal situación. Resultaba tan increíble que Paul hubiera aparecido así, a lo mafioso para llevarse a Charlotte, que cuando reaccionamos nos sentimos bastante mal por no haber puesto algo de imposición. Tras aquello no había ganas de seguir con la fiesta, asíque Michael llamó a Walt para que trajera la limusina y llevar a cada uno a su casa.
Con el pijama ya puesto, me metí en la cama y no hacía más que pensar en Charlotte. ¿Paul sería brusco con ella? ¿Le pegaría? ¿La tendría alejada de nosotros y no la veríamos? No creía que fuera legal impedir a alguien la libertad de ir a donde quisiera, y menos aquí en Estados Unidos. Pero tratándose de Paul me esperaba lo peor, tenía que darme prisa en encontrar prebas contra él y que desapareciera de nuestras vidas.

-Cariño, sé que estás pensando en Charlotte, pero ahora mismo no puedes hacer nada, sólo descansar, ¿vale? – me dijo Mike.
-Lo sé, pero ¿y si la está maltratando? ¿Y si no la vemos más?
-Paul no puede impedir que su mujer salga de casa, ¿sabes por qué? Sería malo para si candidatura, la gente pensaría qué está ocurriendo en su vida amorosa. Charlotte saldrá tarde o temprano de donde esté y deberá acudir a actos públicos, como cualquier esposa de candidato.
-¿Y si te equivocas? ¿Y si se inventa una enfermedad y la envía a otro país? – pregunté asustada.
-Laura, no permitiremos que eso ocurra.

Sabía que las palabras de Michael eran sinceras y con total convicción, pero no asentí aceptando lo que decía hasta que me acordé del teléfono que le di a Charlotte para que lo guardase a escondidas de Paul. Ese iba a ser mi medio de contacto con ella.
A la mañana siguiente no me acordaba que era inmensamente rica hasta que vi el cheque de 250 millones de dólares sobre la cómoda de la habitación. Tenía que ir inmediatamente al  banco para ingresarlo y después, llamar a Charlotte o mandarle algún mensaje para saber qué tal estaba.
Marie estaba preparando más tortitas con frambuesas cuando llegué a la cocina ya preparada, estaban Michael, Eric, Allison y Kyle desayunando en aquel momento. Aubree estaba sobre los brazos de Michael, quien le daba de comer leche con galletas. No pude reprimir una risa al ver la camisa de Tommy Hilfiger de Michael llena de leche y trozos de galleta que, seguramente, Aubree le habría ensuciado.

-¿Tortitas, señorita Stevens? – me preguntó Marie sonriente.
-Eh…no pensaba desayunar más que un café…
-Cariño, debes desayunar bien. No comer hará que te sientas después mal, hazme caso – dijo Mike untando galletas con leche para Aubree.
-Está bien. Dame dos tortitas y café bien cargado, Marie, muchas gracias – dije amablemente.

Toda la comida que hacía Marie era exquisita. Algún día tenía que pedirle que me enseñara a cocinar tan bien como ella, ya que no pensaba tener criados para siempre aunque tuviera mucho dinero. Allison se fue a trabajar, y se llevó su cuaderno de bocetos de moda, para cuando tuviera inspiración. Kyle se llevó a Eric consigo, para que no estuviera tan de capa caída y no pensara todo el rato en Charlotte. Mike dejó a Aubree con Marie, me dio un beso y se marchó a Stanford Tech, pero antes dijo que se pasaría por Stanford News, ya que había planeado empezar fuerte con la promoción de su periódico y hacerle sombra a The Eagle, además de otros.
Mientras iba para el banco, recibí una llamada de Bruce con una noticia importante, aunque parecía no tener nada que ver con el tema de Paul. Iría a su oficina después de ir a guardar mi cheque y de intentar comunicarme con Charlotte.
La cajera del banco se quedó con la boca abierta cuando vió el cheque con tanto dinero. Tuvo que llamar al director para comunicarle que iba a realizar una extraordinaria operación y que requería de su autorización, la cual aceptó. Poco después, ya en la calle, llamé a casa de Paul primeramente, para ver si podía conseguir información de manera normal. Pero su mayordomo decía una y otra vez que Charlotte no se encontraba en la casa. Así pues, mandé un mensaje al teléfono que le dí, a ver si me respondía.
Ya en la oficina de Bruce, nos sentamos a hablar tranquilamente de lo averiguado por sus investigadores.

-¿Qué tiene que ver que Benjamin Burke haya salido en libertad con el tema de Paul? – pregunté desconcertada.
-Vamos a ver. Metieron a Burke en la cárcel por abuso sexual, pero creo que hay mucho más detrás de eso – comentó Bruce.
-Sabía lo del abuso sexual, ¿pero qué crees tú que hay detrás?
-Después de todo el alboroto que produjo el caso, la chica admitió que no hubo abuso, que en realidad ella sí quería mantener relaciones con él. – dijo Bruce.
-¿En serio? Caray, todo esto por un malentendido…
-Laura, qué ingenua eres. ¡Es falso! He visto el archivo con los documentos, expedientes y pruebas del caso y esa chica acabó con dos costillas y el labio roto y múltiples magulladuras. Además, el informe del médico que la examinó decía que había tenido relaciones la noche que ocurrió todo, y que se decantaba porque había sido forzada a ello.
-¿Qué? Pero… ¿Por qué iba esa chica a mentir después de todo lo que le hizo? – pregunté in dignada.
-Bajo mi punto de vista, ya sabes, es mi opinión, pero creo que esa chica fue coaccionada, seguramente la amenazarían de muerte, la chantajearían…no lo sé, pero algo turbio hay.
-¿Y el juez no puede hacer nada?
-Bueno, el juez es Robertson, ya le conoces – dijo Bruce.
-¿Qué le conozco? No tengo ni idea… - dije mientras Bruce me enseñaba unas fotos que me eran familiares. En ellas salía Michael junto con Paul, y otro hombre que deduje era Robertson.
-Son las fotos que te enseñé hace un tiempo sobre las reuniones de Paul con Mike, jueces, y demás personas influyentes.
-Dios mío, ¿crees que el juez Robertson dejó en libertad a Burke porque están en el mismo barco que Paul? – dije preocupada.
-Sí, eso es exactamente lo que pienso.

Mientras, en la casa de Paul, Charlotte estaba en la ducha, sentada en el suelo mientras le caía el agua sobre su cuerpo lleno de magulladuras que su marino le había provado la pasada noche. El agua de la ducha se mezclaba con sus lágrimas que irían a parar al desagüe. No dejaba de rememorar una y otra vez el momento en que se quedó a solas con Paul en su habitación. Él la miró durante unos minutos con una expresión de disgusto y a la vez ira, casi sin parpadear. Charlotte intentó sostenerle la mirada, pero estaba aterrada y sus ojos muchas veces miraban al suelo. De pronto, Paul se acercó lentamente hacia ella, mirándola fijamente y le acarició la mejilla.

-¿Por qué teniéndolo todo haces lo que has hecho esta noche? ¿No sabes que tienes un marido? – preguntó Paul.
-Sí, sé que eres mi marido.
-¿Te gusta ese tipo?
-No.
-¡Dime la verdad! – le gritó Paul mientras le agarraba del cuello a Charlotte.
-¡No, no me gusta! ¡Me haces daño!
-Después de lo bien que te lo has pasado es justo que venga un momento de malo, ¿no crees?
-Por favor… - suplicó Charlotte.
-¡A mí nadie me engaña! ¿Te enteras? ¡Eres mi mujer, y a partir de ahora harás lo que yo diga!

Paul cogió la ropa que llevaba Charlotte y la estalló con sus propias manos, quedándola en ropa interior. Después le quitó lo demás, la tió encima de la cama, él se quitó los pantalones y se puso encima de ella agarrándola por los brazos para que no se fuera.

-¡Suéltame!  ¡Por favor! ¡Tú no quieres hacer esto así! – gritó Charlotte.
-Oh si, sí que quiero y voy a hacerlo. A partir de ahora, como te he dicho, harás lo que yo diga…

Entonces Paul comenzó a besarla por el cuello mientras Charlotte forcejeaba para librarse de él, pero eso sólo la llevó a que su marido le diera dos bofetadas en la cara con tal fuerza que la dejaron grogui. A partir de ahí, Paul se metió entre sus piernas y la violación se consumó.

A pesar de haberse lavado varias veces con distintos jabones, Charlotte no conseguía quitarse la suciedad que ella creía tener en su cuerpo. Sentada ahí en la ducha viendo correr el agua, le hacía sentir que poco a poco todo el horror que pasó anoche se iría por el desagüe.
Cuando ya empezó a tener frío, se puso su albornoz y se secó el pelo sin arreglarlo. Fue a la habitación y se sentó en una butaca a seguir pensando. Pero entonces, se acordó del teléfono que su mejor amiga le había dado y fue hacia él son sumo cuidado, ya que pensaba que habría cámaras de vigilancia. Rebuscó en el armario, como si estuviera escogiendo ropa y, por fin, vio el teléfono móvil. Lo activó y pudo ver un mensaje recibido  <<”Charlotte, soy Laura, ¿cómo estás? ¿Ha pasado algo? Estoy muy preocupada, Paul dio verdadero miedo. Por favor, responde en cuanto veas esto”>>. Charlotte se sintió un poco mejor sabiendo que su mejor amiga estaba preocupada por ella, asíque se dispuso a escribir una respuesta <<”Bien no estoy, se ha puesto violento, pero creo que podré aguantar, tú sigue con el plan, yo haré lo que pueda para ver si escucho alguna conversación o veo algún documento incriminatorio. No podré salir cuando quiera, asíque si no recibes cada dos días un mensaje, algo me ha pasado. Gracias “>>. Mensaje enviado. Ahora ella se encontraba algo más tranquila sabiendo que había avisado a Laura y que Paul no se saldría con la suya si ella desaparecía. Pero lo siguiente que vio fue una silueta vestida de negro y poco a poco cerró los ojos.

En Stanford News, Michael estaba en su despacho con una nueva asistente, Peggy,  la cual de primera mano le irritaba, pero necesitaba que le trajera todos los currículums que habían llegado a la empresa para comenzar a contratar personal y poder sacar el primer periódico del Stanford News. Estuvo repasando todas las peticiones hasta que llegase a la oficina el jefe de recursos humanos, Lance Pike. Michael le dio los currículums de la gente que él creía que podían pasar un primer filtro, y a continuación, le pasó el testigo a Lance, quien realizaría unas pruebas exhaustivas a cada candidato. Poco después, Michael se fue a Stanford Tech, donde por fin habían realizado un gran descubrimiento con el proyecto robótico. Su mano derecha en esa empresa,  Connor Wilson, le informaba de todo los nuevos avances que habían conseguido.

-Como puede ver, el primer prototipo de robot está prácticamente acabado, al menos físicamente. Aún queda que le programen lo que viene a ser su mente, sus obligaciones y responsabiliadades – comentó Connor.
-Queremos un robot que parezca humano, Connor, ¿crees que programando se puede conseguir una conciencia como la tuya o la mía?
-Bueno, la parte robot la tenemos bastante controlada. La parte humana es lo más difícil. El aspecto está muy conseguido, ya lo puede apreciar, tiene pelo, piel, puede hacerse heridas…el gran problema y la gran incognita es si podrá tener conciencia y pensar por sí mismo teniendo como base las leyes de la robótica.
-Lo sé, Connor, he estudiado. Sé que crear un robot es plausible, hay muchos por ahí. Lo que quiero es algo que nadie tenga, poder crear un robot medio humano que pueda pensar pero que obedezca unas órdenes y leyes – dijo Mike.
-El área de software está en ello desde hace meses. Han implantado un chip en ratones para que, teniendo conciencia, aún así hagan caso a las leyes. Les ha funcionado. Pero obviamente los ratones son seres vivos, nosotros tenemos que crear vida de la nada.
-Exacto, más o menos esa es la idea.
-Bien, creo que durante este mes podremos programar el robot y podremos comprobar los resultados. – dijo Connor.
-Muy bien. Nos mantendremos en contacto. ¿Sabes si en biotecnología han descubierto algo?
-Puede que sí, ayer estaban muy entusiasmados.
-De acuerdo, iré a verles. Y Connor, sé que puedes pensar que quiero jugar a ser Dios, pero nada más lejos de la realidad. Sólo quiero avance tecnológico, comodidad a la gente y ayuda a los que la necesiten. – dijo Mike mientras se iba.

Michael se dirigió por varios pasillos hasta el área médica, donde había varios biotecnólogos, químicos y médicos en los laboratorios.

-Tracy, ven aquí – dijo Mike a una biotecnóloga de mediana edad con una bata azul.
-¿Sí señor? ¿Qué desea?
-Me ha dicho Connor que puede que tengáis algo nuevo.
-¡Sí, es cierto! Iba a llamarle justo esta tarde para estar seguros, pero venga conmigo aquí a la mesa para enseñárselo al microscopio.

Tracy colocó varias muestras sobre el microscopio para enseñárselas a Michael, quien se quedó asombrado con la demostración.

-Asíque prácticamente habéis eliminado células cancerígenas de estadío 4 con metástasis – dijo Mike.
-Sí, así es señor. Es totalmente insólito. Ningúna fórmula lo ha logrado antes. En química están ya preparando la fórmula para poder introducirlas en sujetos animales con cáncer por vía oral o vía intravenosa.
-Es increíble, muy buen trabajo, os lo merecéis.
-Sí, hemos trabajado día y noche, mucha gente se salvará. Al menos en los cánceres más comunes. Los más complicados, como el del páncreas, ya trabajaremos en ellos en cuanto acabemos con esto. – dijo Tracy.
-De acuerdo, tengo que marcharme, y felicitaciones a todo el equipo – dijo Mike marchándose.

Alegre era poco para cómo se sentía Michael en aquellos momentos. Había dado un gran paso en los avances de tecnología, informática y medicina. Pero lo más importante era, que su prototipo de robot estaba en marcha y pronto lo usaría para algo peligroso.

Mientras, en un  estudio del Upper West Side, me realizaban una entrevista y una sesión de fotos sobre mi libro, del cual la gente se estaba haciendo eco asombrosamente rápido. Robert y Kevin estaban allí conmigo, pero detrás de las cámaras.

-¡Fabuloso! ¡Hemos terminado! – dijo en voz alta Robert.
-Buf, empezaban a dolerme los músculos de la cara de tanto sonreír. – dije resoplando.
-Pero si tú siempre has sido risueña… - comentó Kevin.
-Sí, pero esto no es gracioso, la verdad que cansa, eh.
-Venga, venga, deja de quejarte, estás comenzando a ser famosa, tienes que prepararte para ello. Necesitas ir a un salón de belleza a que te quiten esos puntos negros de la cara, te den una buena mascarilla facial y te arreglen las uñas porque…sinceramente, con esas pintas que llevabas cuando has entrado en el estudio…casi me da un ataque – dijo Robert.
-¿Podrías ser por una vez amable?  Qué castigo contigo eh… - dije poniendo caras.
-Jajaja, Robert es así, critica todo. Pero lo que me resulta un poco desconcertante es…que a veces hablas como un homosexual, pero sin embargo te has liado con Charlotte, ¿qué puedes decirnos sobre eso? – preguntó Kevin.
-Que hable a veces como un homosexual no significa que lo sea. He estado mucho tiempo trabajando para gente famosa, tenía que prepararles siempre todo, hasta el qué ponerse. Por eso sé de moda y estilismo, y por eso parezco gay. No hay más, pero…si te digo la verdad, Laura, me encantaría poner mi cara entre tus pechos, me ponen. – soltó Robert.
-¡Robert! ¡Eres un guarro! ¡Deja de decir esas cosas! – le grité.
-Jajaja, la verdad que hay que conocerte bien para que no te odiemos, sino ya te digo que a mucha gente no le caeras bien. – comentó Kevin.
-Si tú supieras a la gente que le caigo mal…no tienes bastante tinta en ese boli de tu chaqueta para apuntarlo– dijo Robert.
Después de la entrevista, me pasé por el supermercado porque tenía un hambre atroz a pesar de las tortitas que me había preparado Marie por la mañana. Robert estaba muy crítico con los dulces que había comprado, ya que decía que debía mantener la línea.

-Por Dios, Rob, estoy bien con lo que ya peso, déjame disfrutar de este momento – dije mientras le daba un mordisco a una napolitana de chocolate.
-¿En serio crees que estás bien? Sólo esa napolitana tiene la mitad de calorías que deberías comer en el día.
-¿Cómo que si creo que estoy bien? No-estoy-gorda. – le dije pausamente.
-Creo que deberíamos dejar este tema, puede llegar a ser dañino – dijo Kevin.
-¿Por qué no le dices a Kevin que no se coma ese bocadillo de bacon?
-Porque él está bien y, además, no tiene que salir por televisión y ni acaba de ser descubierto como una estrella – dijo Robert.
-Bueno, pues como te pago yo vas a dejar de decirme hoy lo que tengo que comer, ya mañana podrás continuar, ¿está claro? – dije enfadada.
-Está bien… - terminó Robert.

De camino a casa miré el teléfono y pude ver el mensaje que Charlotte me había mandado. Si ya estaba preocupada, ahora mucho más. Decía que ella no estaba bien, que se había puesto violento como yo había pensado que pasaría. ¿Qué demonios le habría hecho? De pronto deseé que no se hubiera enterado del aborto, porque eso sí que le pondría furioso.
Al llegar a casa fui a por Aubree para jugar y estar con ella. Fue entonces cuando dijo su primera palabra “mamá”, aquello me emoció tanto que me puse a llorar de alegría. Parecía que fue ayer mismo cuando la tuve en brazos por primera vez, y ahora ya estaba aprendiendo a hablar. Después de haberme dicho eso, intenté hacerle decir “papá” y, asombrosamente también pronunció esa palabra, Michael se alegraría muchísimo cuando lo viera.
Fui a enseñarle a Marie la noticia de que Aubree ya hablaba y hasta ella también se puso muy alegre, estaba claro que había cogido mucho cariño a la niña.

-Marie, ¿sabes cuándo llegará Mike a casa? Estoy deseando que vea cómo habla su hija – dije muy contenta.
-Sí, va a llegar pronto. Walter me acaba de llamar y me ha comunicado que le diga de parte del señor Stanford que se vaya usted preparando para salir a cenar y a pasar una buena noche.
-¿Qué me prepare para salir? ¿Ha dicho por qué?
-No señora, no me ha dicho nada más. Lo único que cuidase de Aubree toda la noche – sonrió Marie.
-Oh, pues…iré a prepararme entonces. ¿No te importa quedarte con Aubree? Lo digo por si estás cansada o cualquier cosa.
-No señorita Stevens, estoy perfectamente, me encanta quedarme a cuidar de Aubree.
-Gracias Marie, muchas gracias por todo – le dije mientras le daba un abrazo. Estaba claro que no se lo esperaba puesto que ella siempre mantenía las distancias, era una profesional excepcional. Pero como yo no era la típica que solía tener ayudantes para todo pues yo la trataba con más acercamiento.
Dejé a Aubree con Marie y me dispuse a darme una ducha rápida, alisarme el pelo, maquillarme y ponerme un vestido de noche de Yves Saint Laurent color magenta. Tenía manga corta y era largo hasta los pies, incluso arrastraba un poco por el suelo. Era de tela normal aunque un poco vaporosa, pero tenía después un corpiño con piedras variadas.
Me puse unos pendientes de diamantes pequeños que se parecían a la pedrería del vestido y unos zapatos de Jimmy Choo. Parecía mentira que yo misma me hubiera vestido tan elegante, sofisticada y, lo mejor de todo, sin nada que no combinase, como solía decirme Charlotte.
Unos minutos después apareció Walt en casa y me llevó con él hasta la limusina, donde estaba Michael esperándome.
-¿A qué se debe todo esto? – pregunté con curiosidad.
-Estoy feliz, ¿es que no puedo llevar por ahí a mi chica a cenar?
-Sí, claro que puedes…pero no hacemos esto desde hace mucho tiempo, sobre todo desde que nació Aubree.
-Bueno, eso es cierto, pero una vez ella ya estaba en nuestras vidas era una prioridad, por eso en vez de salir nos quedamos en casa con ella – explicó Mike.
-Lo sé, y dios sabe que soy feliz con lo que tengo, pero también me gustaba cuando salíamos nosotros por ahí.
-A mí también, asíque vamos a disfrutar de la noche princesa – dijo dándome un beso en la boca.

Walt paró la limusina poco después, y nos detuvimos frente al restaurante Bouley, el cual no parecía tener mucha luz, de hecho parecía que estuviera cerrado. Pero aún así, Michael me cogió de la mano y nos adentramos en él. El equipo al completo estaba en fila frente a nosotros cuando estramos. Michael le dio la mano a quien parecía ser el jefe del restaurante, me presentaron, charlaron un momento y nos dirigió hasta una mesa situada en una posición donde estuviéramos fuera de miradas indiscretas. Me percaté de que no había ningún cliente más en aquel restaurante, ¿qué demonio pasaba?
Una vez sentados, Michael pidió el vino más caro que había y se puso a ojear la carta.

-¿Qué demonios está pasando, Mike? ¿Qué es todo esto? – pregunté un poco enfadada.
-Tranquila, sólo quería que estuviéramos solos, sin gente alrededor, asíque alquilé el restaurante para esta noche.
-¿Qué? ¿Has alquilado esto? Dios mío…
-No te preocupes, el dinero no es problema, ya lo sabes. Por cierto, no sé tú, pero normalmente como cosas como las que vienen en esta carta, asíque pediré una buena hamburguesa con bacon y extra de queso, ¿a ti qué te apetece? – me preguntó con una sonrisa de las suyas que me dejaban sin aliento.
-¿Podemos pedir hamburguesa? Creía que este restaurante sería de lujo.
-Y lo es, pero hoy es completamente nuestro asíque podrás pedir lo que te apetezca.
-Cielo santo…pues pediré lo mismo que tú, una de esas hamburguesas, con patatas fritas y salsa.
-Excelente, lo comunicaré al camarero.

Después de pedir la comida, descorchamos el vino y nos echamos una copa. Aquello era bastante relajante y parecía que no habían pasado tantos años desde que nos empezamos a conocer y salíamos por ahí los dos en Los Ángeles.
Al terminar la hamburguesa, la cual había resultado una delicia, comimos un trozo de tarta de queso, que igualmente parecía un trocito de cielo para nuestro paladar.

-Quiero brindar por nosotros con el mejor champán que existe – dijo Mike descorchando la botella.
-Nos hemos bebido casi dos botellas de vino ¿ahora quieres que beba champán? Señor Stanford va a tener que llevarme usted a cuestas a casa – dije sonriendo.
-La verdad es que no me importaría llevarla en brazos y tocar su hermoso trasero.
-Y a mí no me importa que me lo toques – comenté guiñando un ojo.
-Quiero brindar por nosotros, por tener más momentos como este.
-Vaya, sí, me gusta, brindemos por eso.
-Sí, y también…Laura, también quería aprovechar este momento para decirte que eres lo mejor de mi vida, que sin ti no sería nada, sin ti no sabría lo que es querer tanto a alguien, tampoco sabría lo que es amar a una hija porque gracias a ti la tenemos, gracias a que tú me la has dado. Tú y siempre tú me has dado todo lo que siempre podría haber deseado y por eso quería decirte…Laura Stevens – continuó Mike mientras habría una cajita azul aterciopelada revelando un hermoso anillo de diamantes - ¿me harías el gran honor de casarte conmigo? – conluyó Mike.